Thomas Piketty “El capitalismo en
el siglo XXI” – La gran desigualdad con datos
El Libro Le capital au XXIe
siècle |1| es indispensable para aquellas y aquellos que quieren saber más
sobre el reparto desigual de la riqueza en el seno de “las sociedades”.Leyendo
esta enorme obra (950 páginas, a las que se agrega una gran cantidad de datos
estadísticos y tablas accesibles por Internet |2|), llegamos a una primera
conclusión: el movimiento Occupy Wall Street tenía mucha razón en poner en su
punto de mira al 1 % más rico.
En efecto, en Francia, en 2013,
el 1 % más rico posee el 22 % del patrimonio total del país. |3| En el Reino
Unido, posee el 30 %, en Suecia el 20 % y en Estados Unidos, el 32 % |4| Si
incluimos la parte de la riqueza escondida en los paraísos fiscales o bajo
otras formas, el porcentaje aumentaría al menos en 2 o 3 puntos. Para
simplificar, el 1 % de la población mundial es, digamos, la clase capitalista y
concentra una parte impresionante del patrimonio. |5|
Si ampliamos el estudio al 10 %
más rico, obtenemos los porcentajes siguientes: en Francia el 10 % más rico
posee el 60 % del patrimonio, en el Reino Unidos el 70 %, en Suecia el 60 % y
en Estados Unidos el 70 %. Así que podemos considerar que este 9 % (agregado al
1 % más rico) representa el entorno o los aliados, en un sentido amplio, de la
clase capitalista.
Los movimientos populares
deberían enarbolar reivindicaciones precisas sobre las medidas que se deberían
tomar con respecto al 1 % más rico y al 9 % que le sigue. La masa de bienes
mobiliarios e inmobiliarios que este 10 % posee revela hasta qué punto la riqueza
esta mal distribuida y muestra cómo un gobierno de izquierdas podría encontrar
recursos en gran cantidad para llevar a cabo una política de mejora de las
condiciones de vida de la mayoría de la población, y, al mismo tiempo, realizar
profundos cambios estructurales de manera de iniciar la salida del capitalismo
productivista y lanzar la transición ecológica.
Thomas Piketty resume en una
tabla muy interesante el porcentaje de riqueza que posee el 10 % más rico, el
40 % que le sigue y el 50 % más pobre para Estados Unidos y Europa.
Tabla 1. La desigualdad en la
propiedad del capital |6|
La parte del total del patrimonio
en 2010 que poseen los diferentes grupos de Europa y de Estados Unidos:
El 10 % más rico: 60,00 % (Europa); 70,00 % (USA)
Y de este grupo, el 1 % más rico:
25,00 % (Europa); 35,00 % (USA)
Y el 9 % que le sigue: 35,00 %
(Europa); 35,00 % (USA)
El 40 % del medio: 35,00 %
(Europa); 25,00 % (USA)
El 50 % más pobre: 5.00 %
(Europa); 5,00 % (USA)
Vemos que la mitad de la
población de los países del Norte sólo posee el 5 % del patrimonio, y esta es
evidentemente una poderosa razón para decir que, cuando la izquierda
reivindique gravar el patrimonio, eso no afectará en absoluto al 50 % de
población más pobre. En cuanto al 40 % del medio, retomando la expresión de
Thomas Piketty, que posee el 35 % del patrimonio total en Europa occidental
continental y el 25 % en Estados Unidos y en el Reino Unido, está constituida
principalmente por asalariados y una minoría de trabajadores independientes. Este
grupo podría también estar exento del impuesto sobre el patrimonio, al menos
para el 75 % del mismo.
Si transformamos los porcentajes
en cantidades de dinero en euros, podemos profundizar en lo que significa la
concentración de riqueza en una fracción muy reducida de la población.
Los patrimonios en función de los
diferentes grupos
De acuerdo con Thomas Piketty, en
varios países de Europa que tienen un nivel de vida parecido al de Francia, el
50 % de de la población (los más pobres) tienen de media un patrimonio de
20.000 euros pero, atención, una gran parte de estas familias no tienen ningún
patrimonio o tienen deudas.
El 40 % correspondiente al sector
medio tienen un patrimonio promedio de 175.000 euros (o sea, entre 100.000 y
400.000 euros). El 9 % que está por encima dispone de 800.000 euros y el 1 %
superior de 5 millones de euros. Por supuesto, en el tope de ese 1 %
encontramos fortunas como la de Liliane Bettencourt |7| que sobrepasa los
20.000 millones de euros
De la desigualdad del reparto del
patrimonio privado en la Unión Europea a su necesaria redistribución
Consideremos la Unión Europea
cuyo producto interior bruto ascendía en 2013 a cerca de 14,7 billones de
euros. |8| El total de patrimonio privado de las familias europeas se eleva a
cerca de 70 billones de euros. El 1 % más rico posee aproximadamente 17,5
billones de euros |9| o sea, el 25 % de 70 billones de euros. El 9 % que le
sigue poseen 24,5 billones, o sea el 35 % del total. El 40 % del medio posee
otros 24,5 billones, también el 35 %. Y el 50 % restante posee 3,5 billones de
euros, o sea, un 5 % del total. |10|
El presupuesto anual de la
Comisión Europea asciende a cerca del 1 % del PIB de la UE. Eso significa que
un impuesto anual del 1 % sobre el patrimonio del 1 % más rico en la UE
proveería una suma de 175.000 millones de euros, es decir más que el presupuesto
actual que asciende a 145.00 millones de euros. ¡Y qué decir de un impuesto del
5 %! Esto nos da una idea de lo que es potencialmente realizable si se
consiguiera una movilización social en pro de un cambio radical de políticas en
el ámbito europeo, o incluso en el de un solo país de la UE. |11|
Un impuesto excepcional, aplicado
una sola vez por generación, del 33 % sobre el patrimonio del 1 % más rico en
la UE suministraría 6 billones de euros (o sea, más de 40 veces el presupuesto
anual de la UE) ¿Os imagináis un impuesto confiscatorio del 80 %?
Esto nos debe permitir estimar la
importancia de lo que supone un impuesto al patrimonio privado de los
capitalistas, y las posibilidades que se abren para la elaboración de
propuestas que permitan encontrar el dinero allí donde esté para ponerlo al
servicio de la justicia social.
Muchos economistas repiten sin
cesar que no sirve para nada gravar a los más ricos ya que, siendo tan pocos,
el rendimiento no será realmente importante. Pero lo que Thomas Piketty demuestra
es que ese 1 % ha concentrado a lo largo del tiempo una tal cantidad de bienes
inmobiliarios y mobiliarios que una política cuyo objetivo sea ese 1 % más
rico, o ampliada al 2,5 % o incluso al 10 % más rico, puede darnos un gran
margen de maniobra para acabar con el neoliberalismo. |12|
Hay quienes afirman que ese
patrimonio es inaccesible ya que fácilmente puede traspasar fronteras, pero es
necesario responderles que existen potentes herramientas para evitarlo, como el
embargo de bienes, la congelación de activos financieros, elevadas multas y el
control de los movimientos de capitales.
La desigualdad en el reparto del
patrimonio privado en el mundo
Lo que se acaba de decir para la
Unión Europea puede ser extendido al resto del mundo ya que del Norte al Sur
del planeta, asistimos a un aumento impresionante del patrimonio de los más
ricos.
Nos podríamos interesar, como lo
hace Piketty, en una minoría aún más escasa: la veinte millonésima parte más
rica de la población mundial adulta estaba constituida en 1987 por 150 personas
y cada una tenía un patrimonio promedio de 1.500 millones de dólares.
Veintiséis años más tarde, en 2013, la veinte millonésima parte más rica estaba
formada por 225 personas cuyo patrimonio medio era de 15.000 millones de euros,
o sea, que había aumentado un 6,4 % por año. |13| El 0,1 % (una milésima parte
de la población mundial) |14| más rico posee el 20 % del patrimonio mundial, el
1 % posee el 50 %. Si se considera el patrimonio del 10 % más rico, Thomas
Piketty calcula que representa entre el 80 % y 90 % del patrimonio mundial, ya
que el 50 % más pobre posee ciertamente menos del 5 %. |15| Esto nos da la
medida del esfuerzo que se debe hacer para la redistribución de la riqueza.
Redistribución que necesita la confiscación de una parte importante del
patrimonio de los más ricos.
Thomas Piketty constata que el
ritmo de crecimiento del patrimonio del milésimo más rico del planeta ha
progresado a un ritmo del 6 % anual en las últimas décadas mientras que el
conjunto del patrimonio progresaba a un ritmo del 2 %. Si no hay un cambio
radical y todo permanece igual, al cabo de 30 años ¡este milésimo poseerá el 60
% del patrimonio mundial, en lugar del 20 % que tenía en 2013! |16|
El reparto de las rentas es
también extremadamente desigual
Así mismo, Thomas Piketty estudia
la distribución de las rentas del trabajo y muestra que el 10 % más rico
acapara el 26 % de las mismas en Europa y el 35 % en Estados Unidos.
Tabla 2. La desigualdad total en
las rentas del trabajo |17|
La parte del total de las rentas
del trabajo correspondiente a los diferentes grupos: Europa 2010; Estados
Unidos 2010
El 10 % más rico: 25,00% (Europa); 35,00% (USA)
Y de este grupo, el 1 % más
rico: 7,00% (Europa); 12,00% (USA)
Y el 9 % que le sigue: 18,00% (Europa); 23,00% (USA)
El 40 % del medio: 45,00% (Europa); 40,00% (USA)
El50 % más pobre: 30,00% (Europa); 25,00% (USA)
Si se suma a las rentas del
trabajo, las otras formas de ingresos como los alquileres, intereses percibidos
por el ahorro, beneficios de empresas, dividendos, etc., el reparto es aún más
desigual como lo indica la tabla 3.
Tabla 3. La desigualdad total de
las rentas |18|
La parte del total de las rentas
correspondiente a los diferentes grupos: Europa 2010; Estados Unidos 2010
El 10 % más rico: 35,00% (Europa); 50,00% (USA)
Y de este grupo, el 1 % más
rico: 10,00% (Europa); 20,00% (USA)
Y el 9 % que le sigue: 25,00% (Europa); 30,00% (USA)
El 40 % del medio: 40,00% (Europa); 30,00% (USA)
El 50 % más pobre: 25,00% (Europa); 20,00% (USA)
La evolución de la desigualdad en
el patrimonio a lo largo de los dos últimos siglos
En vísperas de la Revolución
Francesa de 1789, la parte del patrimonio nacional acaparado por el decil (el
10 %) más rico se acercaba al 90 % y la parte que poseía el 1 % más rico
alcanzaba el 60 %. |19| Después de la Revolución, la parte del centil (el 1 %)
más rico bajó un poco a raíz de la redistribución de tierras de la aristocracia
y el clero a favor de la burguesía (ese 9 % y un poco más allá).
Con respecto a la parte del león
que ingresaba el centil más rico en 1789, Piketty subraya que la denuncia hecha
por Occupy Wall Street sobre el 1 % más rico combinada con la proclama
«Nosotros somos el 99 %. We are the 99 %» recuerda, en cierta forma, el famoso
panfleto del abate Sieyès |20| publicado en enero de 1789 « ¿Qué es el tercer
estado? Qu’est-ce que le tiers état?»
Thomas Piketty ideó un gráfico
que muestra la evolución de la parte del decil y del centil más rico entre 1810
y 2010. Éste agrupa los principales países europeos en la categoría Europa y
presenta a Estados Unidos aparte.
En Europa, la parte acaparada por
el decil superior equivalía a más del 80 % del patrimonio en 1810 y aumentó en
el transcurso del siglo xix y comienzos del xx hasta alcanzar el 90 % en 1910.
Pero comienza a bajar debido a la guerra de 1914-1918 y a las concesiones que
la burguesía tuvo que hacer frente a las luchas populares tras la primera
guerra mundial. |21| El descenso prosigue después de la segunda guerra mundial
por las mismas razones, y la parte correspondiente al 10 % más rico alcanza su
mínimo en 1975 (un poco menos del 60 %). A partir de ese momento comienza a
remontar hasta alcanzar el 65 % en 2010. La parte del 1 % más rico describe,
más o menos, la misma curva pasando de un poco más del 50 % en 1810 a un poco
más del 60 % en 1910, El descenso comienza en 1910 y alcanza los valores más
bajos entre 1970 y 1975 (20 %) y luego comienza a aumentar de nuevo. La
evolución en Estados Unidos sigue la misma cronología pero es importante
remarcar que en el siglo xix la parte del decil y del centil más rico era
inferior que el de sus homólogos europeos y la situación se modifica a partir
de los años 1960, y la parte del pastel es superior a la de sus pares de
Europa.
Dos conclusiones son evidentes:
la primera es que se tiende a un aumento de la desigualdad, ya que el 1 % y el
10 % más rico aumentan fuertemente la parte del patrimonio que acaparan; y la
segunda es que la evolución de la distribución de la riqueza se puede explicar,
y de forma rigurosa, por la evolución de las luchas sociales y las relaciones de
fuerza entre clases.
Thomas Piketty resume las razones
que provocaron, entre la primera guerra mundial y 1970, la reducción de la
parte acaparada por los más ricos, y las que luego provocaron su aumento: «En
resumen, las convulsiones del “primer siglo veinte” (1914-1945) —es decir, el
que comprende la primera guerra mundial, la revolución bolchevique de 1917, la
crisis de 1929, la segunda guerra mundial, y las nuevas políticas de
regulación, fiscales y de control público del capital originadas por esas conmociones—
condujeron a unos niveles históricamente bajos para los capitales privados en
los años 1950-1960. El movimiento de reconstitución de los patrimonios se puso
en marcha rápidamente y luego se aceleró con la revolución conservadora
anglosajona de 1979-1980, la implosión del bloque soviético en 1989-1990, la
globalización financiera y la desregulación de los años 1990-2000,
acontecimiento que marca una inflexión política en sentido inverso a la
inflexión precedente, y que permite a los capitales privados encontrar a
comienzos de los años 2010, y a pesar de la crisis abierta en 2007-2008, una
prosperidad patrimonial desconocida desde 1913.» |22|
Está claro que las dos guerras
mundiales produjeron un profundo descontento popular en contra de la clase
capitalista, y por lo tanto ambas guerras fueron seguidas de luchas sociales
muy importantes, que en varios países se transformaron en crisis
revolucionarias; también la crisis de 1929 produjo una radicalización e
importantes luchas sociales (especialmente en Estados Unidos). Esas situaciones
llevaron a los gobernantes a actuar para satisfacer en algo las
reivindicaciones populares. Veremos más adelante lo que hicieron los gobiernos
de los principales países después de la primera y de la segunda guerra mundial
en materia de impuestos que afectó, más o menos fuertemente, la parte del
patrimonio y de las rentas apropiada por el 1 % más rico. Asimismo, a partir de
la ofensiva lanzada por la clase capitalista contra las clases populares a lo
largo de la década 1970-1980, |23| se constata un cambio radical de política de
parte de los gobiernos, especialmente, en materia de impuestos.
Para medir la evolución del
patrimonio, |24| Thomas Piketty lo compara con la renta nacional: |25| «A
comienzos de los años 1870, el valor total de los patrimonios privados —libres
de deudas— comprendía entre dos y tres años y medio de la renta nacional de
todos los países ricos en todos los continentes. Cuarenta años más tarde, a
comienzos de los años 2010, los patrimonios privados representan entre cuatro y
siete años de la renta nacional, |26| y también en todos los países estudiados.
La evolución general no ofrece ninguna duda: más allá de las burbujas, se
asiste a un gran retorno del capital privado en los países ricos desde los años
1970, o más bien a la emergencia de un nuevo capitalismo patrimonial.» |27|
Se comprueba también que el
patrimonio público ha disminuido fuertemente desde hace 40 años, después de
haber aumentado en varios países, especialmente, después de la segunda guerra
mundial. En Francia, el gobierno había nacionalizado en 1945 el Banco de
Francia y los cuatro grandes bancos de depósitos: Crédit Lyonnais, Société
Générale, Banque National de Comerse et de l’ Industrie y Comptoir National d’
Escompte de París. Louis Renault, dueño de la empresa de automóviles Renault,
fue detenido en septiembre de 1944 por su colaboración con la ocupación nazi y
la empresa fue nacionalizada en enero de 1945. |28| El gobierno británico
nacionalizó en 1946 el Banco de Inglaterra. Según Piketty, en Francia en los
sectores industriales y financieros: «la parte del Estado en el patrimonio
nacional sobrepasó el 50 % entre los años 1950 y 1970». |29|
Como sostiene Piketty,
comprobamos: «…por un lado, un movimiento de privatización y de transferencia
gradual de la riqueza pública hacia la riqueza privada desde los años
1970-1980, y por otro lado, un fenómeno de reajuste a largo plazo de los
precios de los activos inmobiliarios y bursátiles, que también se aceleró en
los años 1980-1990, en un contexto político globalmente muy favorable a los
patrimonios privados en comparación a las décadas inmediatamente posteriores a
la segunda guerra mundial.» |30| Este segundo fenómeno tiene que ver, por
supuesto, con la financiarización de la economía.
La evolución de los salarios
bajos y de los salarios altos desde los años 1960
En este artículo no podemos hacer
un resumen de la evolución de la desigualdad de los ingresos a lo largo de los
dos últimos siglos. Por consiguiente, nos limitaremos a señalar la evolución a
partir de 1968 en Francia. La huelga general de mayo de 1968 y los acuerdos de
Grenelle que le siguieron tuvieron como consecuencia un fuerte aumento del
salario mínimo durante 15 años: «Es así como el poder adquisitivo del salario
mínimo progresa en más de un 130% entre 1968 y 1983, mientras que en el mismo
tiempo el salario medio solo progresa cerca de un 50 %, por lo que hubo una
fuerte reducción de las desigualdades salariales. La ruptura con el periodo
precedente es amplia y masiva: el poder adquisitivo del salario mínimo había
progresado apenas un 25 % entre 1950 y 1968.» |31|
La inflexión inversa tuvo lugar
entre 1982 y 1983, cuando el gobierno de François Mitterrand emprendió un giro
hacia la derecha.
Los salarios más altos, los del 1
% aumentan un 30 % entre fines de los noventa y el año 2010, los del 0,1 %
aumentan un 50 %, en un contexto de congelación de salarios. |32|
Si pasamos al otro lado del
Atlántico, se verá que el salario mínimo legal fue introducido en 1933 al
comienzo de la presidencia de F. Roosevelt, 20 años antes que en Francia. El
máximo se alcanzó en 1969, con Lyndon Johnson como presidente, donde se alcanzó
el equivalente de 10 dólares (de 2013) la hora. Después comenzó a reducirse y,
en 2013, bajo Barack Obama, alcanza apenas 7,25 dólares la hora. |33| Y
siguiendo en Estados Unidos vemos que, considerando el conjunto de la renta
(salarios, alquileres, beneficios, dividendos…), se comprueba cómo desde 1877
hasta 2007, el 10 % más rico se apropió del 75 % del aumento del ingreso
nacional y el 1 % absorbió el 60 %. Para el 90 % restante el crecimiento fue
del 0,5 % por año |34|.
Si se toma en cuenta el reparto
de la renta nacional en varios países clave, se constata que en todos, durante
las últimas décadas, el 1 % y el 0,1 % más rico aumentaron su porcentaje de la
riqueza.
La parte de la renta nacional del
1 % más rico en 2010 era la siguiente: en Estados Unidos cerca del 20 %, en
Canadá y el Reino Unido el 14 %-15 %, en Alemania el 11 %, en Australia el 9
%-10 %, en Japón, Francia, España e Italia el 9 %, en Suecia y Dinamarca el 7 %
|35|.
La parte del 0,1 % más rico en la
renta nacional en los años 1970 era: en Estados Unidos el 2 %, en Francia y
Japón el 1,5 %. Sin embargo en 2010 en Estados Unidos llegó al 10 % (el 12 % si
se tienen en cuenta las plusvalías por acciones), y al 2,5 %.en Francia y Japón
|36|.
Consideremos algunos de los
llamados países emergentes, para los que Piketty consiguió datos fiables |37|.
Veamos la parte que posee el 1 % más rico de la renta nacional: en China, el 4
% -5 % en 1980, el 10-11 % en 2010; en la India, el 4 % en 1980, el 12 % en
2010; en Argentina, el 10 % en 1970, el 18 % en 2010; en Colombia, el 18 % en
2000, el 20 % en 2010.
El interés que tienen estos
datos, además de que nos muestran un aspecto fundamental en la descripción de
la desigualdad, es que con ellos se puede demostrar que la evolución de los
ingresos está totalmente ligada a las luchas sociales y a las políticas de los
gobiernos en ejercicio. Es una razón más para decir que la acción colectiva es
un elemento clave que permite conquistar mejoras salariales, principalmente de
los más modestos, y una reducción de la desigualdad. La acción es determinante
para conseguir decisiones gubernamentales y concesiones patronales.
La evolución de los tipos de
gravamen está también ligada a las luchas sociales
En Francia, en 1914 el tipo más
elevado para el impuesto sobre los ingresos más altos era sólo del 2 %. Sin
embargo, en 1920 pasó a ser del 50 %, en 1924 subió al 60 % y en 1925 alcanzó
el 75 %. En 1920, la decisión de un aumento inmediato y muy alto la tomó una
Asamblea Nacional con una composición mayoritariamente de derechas que tuvo
miedo a una huelga general y a la radicalización que habrían podido suceder si
se rechazaban algunas concesiones. En Alemania, se pasa del 3 % (entre 1891 y
1914) al 40 % en 1919-1920 en plena crisis revolucionaria. En Estados Unidos,
se pasa del 8 % antes de la guerra del 14-18 al 77 % después de la guerra |38|.
Se observa la misma evolución con
respecto al tipo de impuesto sobre sucesiones. El legislador impone tipos muy
elevados sólo bajo la presión popular. Y eso comienza justamente después de la
guerra de 1914-1918 y progresa debido a la crisis de los años 1930. Mientras
que el tipo más elevado no llegaba al 6,5 % en Francia antes de la guerra (en
la práctica se reducía al 1 %), pasa al 30 %. En Alemania se pasa del 0 % antes
de la contienda al 35 % después de aquella. En Estados Unidos se alcanza el 70
% para las sucesiones en los años 1937-1939 |39|. Hay que señalar que el tipo
de gravamen sobre las sucesiones es importante y considerado vital para el 10 %
más rico ya que el porcentaje de las grandes fortunas heredadas es de entre el
60 % al 70 % |40|.
Pero volvamos sobre el tipo
superior de impuesto sobre la renta. En vísperas de la crisis de octubre de
1929, el presidente Hoover redujo el tipo superior al 25 %. En 1933, Roosevelt
lo aumentó al 63 % ya en el primer año de su presidencia, luego al 79 % en 1937
(sobrepasando el 70 % aplicado a partir de 1919), luego al 88% en 1942 y
finalmente llegó al 94 % en 1944. Este tipo superior se mantuvo en el 90 %
hasta mediados de los años 1960. Apuntemos que el candidato demócrata G. Mc
Govern, en 1972, propuso durante su campaña electoral llevar al 100 % el tipo
superior del impuesto sobre la renta |41|. Nixon ganó aquellas elecciones. El tipo
pasó progresivamente al 70 % a comienzos de los años 1980. Ronald Reagan lo
bajó al 60 %. A fines de los años 1980 se reduce al 40 %, y luego con George W.
Bush llega al 35 %. O sea, que en el periodo 1932-1980, el tipo superior medio
fue del 81 % (al que se debía agregar del 5 al 10 % que se debía pagar a escala
estadual).
Francia y Alemania aplicaron,
desde los años 1940 hasta 1980, tipos superiores al 50 y 70 %. En el Reino
Unidos se alcanzó el 98 % durante los años 1940 y luego durante los años 1970
|42|.
Finalmente hay que subrayar que
el tipo superior se aplica en la práctica a las rentas percibidas por el 1 %
más rico de la población.
La reducción radical de los tipos
superiores, en particular en Estados Unidos y en el Reino Unido, desde los años
1980 permitió un fuerte aumento de los salarios de los altos ejecutivos de las
empresas y de la parte que posee el 1 % más rico del ingreso nacional y del
patrimonio |43|.
La conclusión de Piketty después
de hacer una revisión sobre la evolución de los impuestos sobre las rentas más
altas es que debe haber un tipo superior muy alto, de más del 80 % (¡el 82 %
exactamente!) aplicado a los ingresos por encima de 500.000 dólares o 1 millón
de dólares |44|, y del 50 al 60 % para aquellos por encima de 200.000 dólares
|45|.
Piketty reconoce que en el
contexto actual no será fácil conseguir estos niveles de impuestos. En Estados
Unidos, el Congreso es ampliamente favorable al 1 % más rico. Y es lógico; de
acuerdo a un cálculo serio, el patrimonio medio de los miembros del Congreso de
Estados Unidos se elevaba a 15 millones de dólares en 2012 |46|.
En los resultados de las
investigaciones de Piketty se muestra claramente que es necesario combinar dos
acciones decisivas |47|: Primero, una vasta campaña de información y de
formación para divulgar al máximos las enseñanzas de la historia del siglo
veinte sobre las políticas fiscales que estuvieron directamente influenciadas
por la presión de las movilizaciones populares; Y segundo, pasar a la
movilización en el marco de una plataforma que reúna una serie de objetivos
prioritarios.
Piketty y la deuda pública
Thomas Piketty dedica una decena
de páginas muy interesantes al problema de la deuda pública durante los dos
últimos siglos, centrando su análisis principalmente en Francia y el Reino
Unido. Con toda razón afirma que el estudio del pasado en materia de deuda
pública es útil para comprender y afrontar los retos de la actual crisis:
«…este complejo problema del endeudamiento de los Estados y de la naturaleza del
patrimonio correspondiente interesa tanto al mundo actual como al de 1800, y el
estudio del pasado puede ilustrarnos sobre la muy acuciante realidad del mundo
de hoy. Ya que a pesar de que la deuda pública está todavía lejos de alcanzar
en este comienzo del siglo xxi, el nivel astronómico que tenía a comienzos del
siglo xix, al menos en el Reino Unido. Sin embargo, se sitúa en Francia y en
numerosos países muy cerca de esos récords históricos y suscita,
indudablemente, aún más confusión en el mundo actual que en la época
napoleónica |48|.
Entre fines del siglo xviii y
comienzos del xix, Francia y el Reino Unido adoptaron políticas totalmente
diferentes en cuestión de deuda pública. Mientras que en los años 1760-1770 la
deuda pública alcanzaba cerca del 100 % de la renta nacional en los dos países,
cuarenta o cincuenta años después, la situación había cambiado completamente:
la deuda pública francesa se elevaba a sólo un 20 % de la renta nacional en
1815, mientras que la británica había explotado y representaba el 200 % de la
renta nacional.
¿Cómo se había llegado a esa
situación? En Francia, el peso del reembolso de la deuda pública y el rechazo
del pueblo a ser el único pagador tuvieron un papel central en la explosión
revolucionaria de 1789, Las medidas en curso durante la Revolución redujeron
radicalmente el peso de la deuda pública. Piketty resume de la siguiente manera
la concatenación de los hechos: «La incapacidad de la monarquía francesa para
modernizar sus impuestos y poner fin a los privilegios fiscales de la nobleza
es bien conocida, así como la solución revolucionaria final con la convocatoria
en 1789 de los Estados Generales, que desembocó en la instauración de un nuevo
régimen fiscal desde 1790-1791 — especialmente, mediante un impuesto a la
propiedad que obligaba a contribuir a todos los propietarios de tierras y a los
derechos de sucesión que afectaban al conjunto de patrimonios— y en la “quiebra
de los dos tercios” en 1797 (que en realidad es un default aún más masivo si se
tiene en cuenta el episodio de los asignados |49| y de la inflación que se
produce), lo que permite saldar las cuentas del Antiguo Régimen. Es así como la
deuda pública francesa se encuentra reducida de golpe a niveles extremadamente
bajos a comienzos del siglo diecinueve (menos del 20 % de la renta nacional en
1815).» |50|
La trayectoria británica es
totalmente diferente. Con el fin de afrontar la guerra ante la declaración de
independencia de las 13 colonias británicas en América del Norte, y «sobre todo
las múltiples guerras con Francia durante el periodo revolucionario y
napoleónico, la monarquía británica optó por endeudarse sin límites. La deuda
pública pasó así de cerca del 100 % de la renta nacional a comienzos de los
años 1770 a cerca del 200 % en 1810, o sea diez veces más que en Francia, en la
misma época.» |51|
Piketty explica que el Reino
Unido necesitó un siglo de rigor presupuestario con continuos superávit, para
reducir progresivamente su endeudamiento a menos del 30 % de la renta nacional
a comienzos de la década de 1910.
¿Qué lecciones podemos sacar de
la experiencia británica? En principio, no hay ninguna duda, según Piketty, que
la importante deuda pública reforzó el peso de los patrimonios privados en la
sociedad británica. Los ricos locales prestaron al Estado sin hacerse rogar.
Thomas Piketty prosigue: «… este
endeudamiento público tan fuerte, globalmente, sirvió bastante bien al interés
de los prestamistas y de sus descendientes, al menos en comparación con una
situación en que la monarquía británica habría financiado sus gastos haciéndoles
pagar impuestos. Desde el punto de vista de los que tienen los medios, es
evidentemente mucho más interesante prestar una determinada suma al Estado (y
luego recibir los intereses durante décadas) que pagar los impuestos (sin
contrapartidas).» |52| Y agrega que el recurso masivo del Estado al
endeudamiento público permitió a los banqueros aumentar el tipo de interés, lo
que benefició muchísimo a los ricos prestamistas: empresarios, rentistas,
banqueros…
Según Piketty, la diferencia
esencial con el siglo xx (véase más adelante) es que la deuda se reembolsaba a
precio de oro durante el siglo xix: «…la inflación fue prácticamente nula desde
1815 hasta 1914, y el tipo de interés correspondiente a los títulos de renta
del Estado era considerable (generalmente entre el 4 % y el 5 %) y en
particular netamente superior a la tasa de crecimiento. En esas condiciones, la
deuda pública puede ser un buen negocio para los que poseen patrimonio y para
sus herederos.» |53|
Piketty nos propone que
imaginemos que: «…la deuda pública… acumulada sea igual al 100 % del PIB.
Supongamos que el gobierno no busca pagar el principal sino que se contenta con
satisfacer los intereses de cada año… Si el tipo de interés es del 5 %,
necesitará cada año pagar el 5 % del PIB a los poseedores de esta deuda pública
suplementaria, y así indefinidamente. Es lo que aproximadamente le pasó al
Reino Unido en el siglo xix.» |54| Si ahora nos desplazamos en el tiempo y en
el espacio y llegamos a Grecia en estos momentos: la deuda pública sobrepasa el
160 % y supongamos que el Estado reembolsa la deuda a la Troika y a otros
acreedores con un tipo de interés medio del 5 %. |55| Y si también consideramos
que el crecimiento es nulo |56| y la tasa de inflación también es nula, Grecia
necesitará pagar a sus acreedores hasta las calendas griegas el equivalente al
8 % de su PIB sin reducir el stock de la deuda ya que paga solamente los
intereses. |57|
Volvamos al siglo xix: el stock
de la deuda pública francesa, muy limitado en 1815, aumenta rápidamente en las
décadas posteriores y en particular durante las monarquías censatarias
(1815-1848). Después de la derrota de Waterloo en 1815, el Estado francés se
endeuda fuertemente para financiar las indemnizaciones que debía pagar a los
ejércitos de ocupación, y nuevamente en 1825, para financiar los famosos «mil
millones de los emigrados» |58| pagados a los aristócratas exiliados durante la
revolución (para retribuirles por las consecuencias de la Revolución, como la
confiscación de una parte de sus tierras). En total, la deuda pública aumenta
el equivalente a más del 30 % de la renta nacional. Bajo el Segundo Imperio,
las deudas se pagaron hasta el último céntimo.
Piketty nos recuerda el opúsculo
La lucha de clases en Francia (La Lutte des classes en France) redactado por
Karl Marx en 1849-1850, en el que denuncia al nuevo ministro de finances de
Luís-Napoleón Bonaparte, Achille Fould, digno representante de los banqueros y
de las altas finanzas, que decidió aumentar los impuestos sobre las bebidas con
el fin de poder pagar a los rentistas. Veinte años más tarde, debido a la
derrota frente a Prusia en la guerra de 1870-1871, el Estado francés aumentaba
aún más la deuda pública para pagar un tributo de guerra equivalente a cerca
del 30 % de su renta nacional. Finalmente, la política favorable a los
acreedores en materia de endeudamiento, que proseguía durante el periodo
1880-1914 llevó la deuda pública a un nivel más elevado en Francia que en el
Reino Unido: entre el 70 % y 80 % de la renta nacional contra menos del 50 % en
la época anterior.
Piketty agrega: «La renta de un
título del Estado era una inversión muy segura durante todo el siglo xix y
contribuyó a reforzar la importancia y la prosperidad de los patrimonios
privados, de la misma manera que en el Reino Unido.» Su conclusión es que la
política de endeudamiento público llevada a cabo en el siglo xix en Francia y
en el Reino Unido «permite comprender por qué los socialistas del siglo xix,
comenzando por Karl Marx, tenían una gran desconfianza respecto de la deuda
pública, ya que la percibían —con una cierta clarividencia— como un instrumento
al servicio de la acumulación del capital privado.» |59| Y prosigue con toda
razón al afirmar: «…una gran parte de la deuda pública (…) la posee, en la
práctica, una minoría de la población a pesar de que la deuda conlleva también
una redistribución importante en el interior del país (…). Considerando la
fortísima concentración que siempre caracterizó la distribución de los
patrimonios, (…, estudiar estas cuestiones ignorando las desigualdades entre
los grupos sociales es lo mismo que silenciar una buena parte de lo que se
estudia y de las realidades que están en juego.» |60|
Piketty explica que en Francia se
asistió a un cambio importante en el transcurso del siglo xx en materia de
gestión de la deuda pública. Los poderes públicos aprovecharon la inflación y
la utilizaron para reducir el valor real de la deuda:«La consecuencia para el
Estado es que a pesar de una fuerte deuda pública inicial (cerca del 80 % de la
renta nacional en 1913) y de los elevados déficit durante el periodo 1913-1950,
en particular durante los años de la guerra, la deuda pública francesa se
encontraba en 1950 a un nivel relativamente bajo (cerca del 30 % del ingreso
nacional), al igual que en 1815. Los enormes déficit de la Liberación fueron
prácticamente anulados de inmediato por una inflación superior al 50 % anual
durante cuatro años consecutivos, de 1945 a 1948, con una atmósfera política de
alta tensión. De alguna manera fue el equivalente a la bancarrota de los dos
tercios de 1797: se saldan las cuentas del pasado con el fin de poder
reconstruir el país con una baja deuda pública.»
Sobre la base de esta
experiencia, se desarrolló en la segunda mitad del siglo xx una visión bien
diferente de la de Marx y los socialistas del siglo xix, fundada en la
convicción de que el endeudamiento público podía ser un instrumento al servicio
de una política de gastos públicos y de redistribución social a favor de los
más modestos.
«La diferencia entre estas dos
visiones es bastante sencilla: en el siglo xix, la deuda se pagaba a precio de
oro, lo que beneficiaba a los prestamistas y favorecía el refuerzo de los
patrimonios privados; en el siglo xx, la deuda fue ahogada por la inflación
pagándose con una moneda devaluada y, de hecho, permitió financiar los déficit
por los que habían prestado su patrimonio al Estado, sin tener que aumentar los
impuestos en la misma proporción. Esta visión “progresista” de la deuda pública
continúa impregnado considerablemente los espíritus en este comienzo del siglo
xxi, aunque la inflación desde hace tiempo se redujo a niveles cercanos a los
del siglo xix y sus efectos distributivos son relativamente oscuros.» |61|
Thomas Piketty tiene toda la razón al insistir sobre los peligros de una visión
unilateralmente positiva de la deuda pública.
¿Cuáles son las propuestas?
Tratemos ahora las propuestas que
hace Piketty. Desde el principio precisa: «Entiéndaseme bien: no tengo ningún
aprecio particular por la deuda pública de la que ya apunté varias veces que a
menudo acaba favoreciendo redistribuciones en sentido contrario, desde los más
modestos hacia aquellos que tienen los medios para prestar al Estado (y a los
que sería preferible hacerles pagar los impuestos).» |62| No podemos dejar de
estar de acuerdo con Piketty. Además agrega que el «capital nacional está
extremadamente mal repartido, con una riqueza privada que se apoya sobre la
pobreza pública, y que, especialmente, tiene como consecuencia que gastamos
mucho más en intereses de la deuda que lo que invertimos, por ejemplo, en
nuestra enseñanza superior. Por otro lado es una realidad bastante vieja:
teniendo en cuenta el crecimiento relativamente lento que se sucede desde los
años 1970-1980, estamos en un periodo histórico en el que la deuda le sale
globalmente muy cara a las finanzas públicas. Y esta es la razón principal por
la que es necesario reducir rápidamente esta deuda (…)». |63|
Para reducir la deuda pública,
Thomas Piketty pensó en dos soluciones que posteriormente rechazó y nos propone
una tercera. La primera solución era la de privatizar los activos públicos con
el objetivo de reembolsar la deuda. La segunda solución consistía en anular la
deuda. La tercera que propugna es la recaudación de un impuesto excepcional
progresivo «de forma que los patrimonios más modestos no lo tendrían que pagar,
y en cambio pedir más a los patrimonios más elevados». |64|
No nos extenderemos aquí sobre la
primera solución ya que es evidente que es algo a combatir. Sabemos que fue
puesta en práctica por los gobiernos actuales que prolongan la ola de
privatizaciones comenzada en los años 1980-1990.
Con respecto a la segunda
solución, la anulación de la deuda que Piketty rechaza, es porque,
evidentemente, plantea mal el problema, ya que no piensa en los diferentes
escenarios de anulación de la deuda. Sólo menciona explícitamente la fórmula
aplicada a la deuda griega en marzo 2012 mediante una operación llamada de
haircut, mientras existen otras propuestas.
Y tiene razón en rechazar el tipo
de anulación parcial de la deuda concebida por la Troika (Comisión Europea, BCE
y FMI) para Grecia. Esta anulación estuvo condicionada por medidas que
constituyen violaciones de los derechos económicos, sociales, políticos y
civiles del pueblo griego, y que hundieron todavía un poco más a Grecia en una
espiral descendente. Se trataba de una operación que tenía por objetivo
permitir que los bancos extranjeros (principalmente franceses y alemanes) se
liberaran del problema con pérdidas limitadas, que los bancos griegos se
recapitalizaran a costa del Tesoro Público y que la Troika reforzara en forma duradera
su influencia en Grecia. La deuda pública griega representaba el 130 % del PIB
en 2009, y después de la anulación parcial llegó al 157 % en 2012, pero en 2013
alcanzó un nuevo máximo: ¡el 175 % del PIB! La tasa de desempleo que era del
12,6 % en 2010 se elevó hasta el 27 % en 2013 (y al 50 % entre los menores de
25 años). Por lo tanto, Piketty tiene razón cuando rechaza ese tipo de haircut
que sólo tiene por objetivo mantener con vida a la víctima para poder
desangrarla mejor.
Por el contrario, se equivoca
cuando no considera seriamente una anulación o suspensión del pago de la deuda
decidida por el país deudor, con sus condiciones y bajo control de su
ciudadanía. Es lo que hicieron en contextos diferentes Ecuador, en 2008-2009, e
Islandia a partir de 2008. Ecuador, basándose en una auditoría organizada por
las autoridades del país y realizada con una participación ciudadana activa
entre 2007 y 2008, suspendió unilateralmente el pago de una parte de su deuda,
la que estaba en forma de títulos que tenían fecha de vencimiento en 2012 y
2030, cuyos principales tenedores eran bancos extranjeros. |65| El resultado
fue positivo: Ecuador pudo recomprar el 91 % de los títulos mencionados a un 35
% de su valor. Y como consecuencia, habiéndose ahorrado ese dinero que
correspondía al pago de la deuda, pudo aumentar en forma notable los gastos
sociales, especialmente en los ámbitos de la educación y de la sanidad pública.
(En el anexo 2 se ofrece una presentación más completa de la experiencia
ecuatoriana). Sin embargo, en el caso de Ecuador, no debemos tomar como modelo
la experiencia que se está desarrollando, y es indispensable conservar una
mirada crítica sobre ella. No obstante, la experiencia ecuatoriana en auditoría
y suspensión unilateral del reembolso de la deuda demuestra que es
perfectamente posible para un país plantear un acto unilateral fundamentado con
argumentos sólidos y, en consecuencia, tener la posibilidad de mejorar los
gastos públicos en ámbitos como educación y sanidad.
Por su parte, Islandia rechazó en
forma unilateral, a partir de 2008, asumir las deudas de los bancos privados
que habían quebrado por su exposición en el exterior. Esto se hizo en un clima
de fuertes movilizaciones ciudadanas que presionaron al gobierno islandés para
que no cediera ante las exigencias de los acreedores extranjeros, en particular
del Reino Unido y de los Países Bajos.
Y, ¿qué pasó luego en Islandia?
Debido al desplome del sistema bancario en 2008, Islandia se negó a indemnizar
a los ciudadanos de los Países Bajos y del Reino Unido que habían colocado
fondos en las filiales de bancos islandeses, que acababan de quebrar, por un
total de 3.900 millones de euros. Fueron las mismas autoridades británicas y
holandesas las que indemnizaron a sus ciudadanos y exigieron el reembolso de
esas indemnizaciones a Islandia. Bajo la presión popular (manifestaciones,
ocupaciones de plazas, referéndum), las autoridades de Reykiavik rechazaron esa
demanda. Y eso tuvo como consecuencia la inscripción de Islandia en la lista de
organizaciones terroristas, la congelación de los haberes islandeses en el
Reino Unido y la presentación de una denuncia de Londres y La Haya contra
Reykiavik ante el Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELE).
|66| Por otro lado, Islandia bloqueó totalmente la salida de capitales del
país. Finalmente, ha salido del conflicto mucho mejor que otros países europeos
que aceptaron las exigencias de los acreedores… Por supuesto, hay que evitar
hacer de Islandia un modelo pero podemos sacar enseñanzas de su experiencia.
Los casos de Ecuador y de
Islandia constituyen dos ejemplos recientes que deben estudiarse seriamente ya
que demuestran que al lado del haircut a la griega, existen otras soluciones
para la anulación de una deuda. |67| Estos dos ejemplos muestran que
desobedecer a los acreedores no es una catástrofe y de ninguna manera acarrea
el desmoronamiento del país.
Pero volvamos a la posición
defendida por Thomas Piketty. Éste está convencido de que una anulación no
afectará significativamente a los acreedores más ricos ya que lograrán
«reestructurar a tiempo su cartera» y por lo tanto «nada garantiza que aquellos
que efectivamente contribuirán serán los que deban hacerlo».[P. 888.]] Esta
afirmación todavía no ha sido demostrada. Piketty no nos ofrece ninguna prueba
basada en ejemplos concretos o en datos estadísticos. Sin embargo, la historia
muestra que cuando un país da a entender que podría suspender el pago de su
deuda o cuando suspende efectivamente ese pago, el precio de los títulos de la
deuda se desploma y es muy difícil para los grandes tenedores de títulos
librarse de ellos a buen precio. |68| Eso es lo que pasó en Ecuador entre 2007
y 2009, y todos los que siguen de cerca lo que pasa en los mercados de deuda
saben que es prácticamente imposible deshacerse de un gran paquete de títulos
sin afrontar pérdidas importantes en caso de suspensión o anulación unilateral
de las deudas. Por otra parte, se puede imaginar muy bien que un país decrete
la anulación o una suspensión unilateral del pago y tome medidas para
indemnizar a los pequeños inversores y proteger el ahorro de los más modestos.
Es posible obligar a contribuir a los que deben hacerlo y proteger a los que lo
merecen.
Tratemos ahora la propuesta que
hace Piketty para reducir el peso de la deuda. Después de haber pensado sobre
la posibilidad de «un impuesto proporcional del 15 % sobre todos los
patrimonios privados» |69|, rechaza esa propuesta porque «no tendría mucho
sentido aplicar un impuesto proporcional |70| sobre todos los patrimonios
privados europeos» |71|. Piketty sostiene que «vale más aplicar un baremo
progresivo, de manera que los patrimonios más modestos no paguen y que los
patrimonio más ricos paguen más» |72|.
Thomas Piketty se pronuncia por
una reducción parcial de la deuda del orden del 20 % del PIB. Para alcanzar ese
objetivo, propone un impuesto excepcional progresivo: «0 % hasta 1 millón de
euros, 10 % entre 1 y 5 millones de euros, y 20 % para los mayores de 5
millones de euros» |73|, aunque indica que podrían aplicarse otros baremos.
Debemos lamentar que Piketty no
aborde en esta obra la cuestión de la legitimidad de la deuda pública. No
podemos dejar de asombrarnos por este hecho, ya que, a lo largo de su libro,
demuestra perfectamente que la política fiscal regresiva favorece la
acumulación de la deuda pública. Además, como declara varias veces en su obra,
los pagadores de la deuda son mayoritariamente los de abajo, de acuerdo a su
participación en los impuestos, mientras que los de arriba prestan al Estado
por ser una inversión segura. Tampoco propone que la ciudadanía de manera
organizada audite la deuda aunque debe saber que desde 2011, en Francia (y en
otros países de Europa), se están desarrollando iniciativas de auditoría
ciudadana con un cierto dinamismo |74|.
La proposición del CADTM sobre la
deuda pública
Con el fin de contribuir al
necesario debate sobre las soluciones, el CADTM propone que la parte de la
deuda pública identificada como ilegítima, cuando no ilegal, no se pague, y eso
implica su repudio.
El CADTM completa la propuesta
con las siguientes disposiciones:
1. Los pequeños tenedores de
títulos de deuda pública serán íntegramente reembolsados.
2. Hace suya la siguiente
proposición, que completa la precedente: «Cuando se trate de una anulación de
deuda pública, será conveniente proteger a los pequeños inversores que han
colocado sus ahorros en títulos públicos, así como a los asalariados y
jubilados, a los que una parte de sus cotizaciones sociales (jubilación,
desempleo, enfermedad, familia) fue invertida por las instituciones u
organismos que las gestionan en este tipo de títulos» |75|.
3. La parte de la deuda pública
que no sea identificada como ilegítima deberá ser reducida haciendo contribuir
a quienes se han beneficiado de la misma. Una de las opciones para hacerles
contribuir al coste de la operación consiste en aplicar un impuesto excepcional
progresivo sobre el decil más rico. La recaudación de este impuesto servirá
para reembolsar anticipadamente una parte de la deuda no considerada como ilegítima.
Se puede pensar en otras
fórmulas. El CADTM está completamente abierto a la discusión.
El procedimiento para identificar
la parte ilegítima de la deuda pública que se ha de repudiar o anular se basará
en un proceso amplio de auditoría ciudadana de la deuda, que ha de conducir a
movilizaciones y desembocar en una decisión de repudio de la deuda por parte de
las autoridades públicas. El CADTM avanza sus propuestas participando
activamente en diferentes procesos de auditoría ciudadana de la deuda. Será
gracias a un debate democrático relacionado con el proceso de la auditoría como
se podrá ajustar unas propuestas mayoritarias y será gracias a las
movilizaciones que se podrá lograr que sean aplicadas por las autoridades
competentes.
La auditoría ciudadana también
debe permitir la determinación de las diferentes responsabilidades en el
proceso de endeudamiento y exigir que los responsables, tanto nacionales como
internacionales, rindan cuentas ante la justicia. Si la auditoría demuestra la
existencia de delitos relacionados con el endeudamiento ilegítimo, sus autores
(personas físicas o morales) deberán ser severamente condenados a pagar
reparaciones, ser privados del ejercicio de una profesión relacionada con el
crédito (a los bancos culpables se les podría retirar la licencia bancaria), y
no podrán eludir las penas de prisión en función de la gravedad de sus actos.
Hay que pedir cuentas judicialmente a las autoridades que hayan lanzado
empréstitos ilegítimos.
Asimismo, es necesario adoptar un
marco legar a fin de evitar la repetición de crisis del tipo de la iniciada en
los años 2007-2008: prohibición de socializar una deuda privada, obligación de
organizar una auditoría permanente de la política de endeudamiento público con
participación ciudadana, imprescriptibilidad de los delitos relativos al
endeudamiento ilegítimo, nulidad de las deudas ilegítimas |76|, adopción de una
regla de oro consistente en que el gasto público que permite garantizar los
derechos fundamentales no se puede recortar y tiene prioridad sobre el gasto
relacionado con el servicio de la deuda.
Un Estado debe poder endeudarse
con fin de mejorar las condiciones de vida de la población, por ejemplo,
mediante la realización de obras de utilidad pública o la inversión en energías
renovables. Algunas de estas obras pueden ser financiadas por el presupuesto
corriente, gracias a una opción política atinada, pero el empréstito público
puede hacer posible otras obras, de mayor envergadura, como, por ejemplo, pasar
del «todo automóvil» a un desarrollo masivo del transporte colectivo; cerrar
definitivamente las centrales nucleares y sustituirlas por fuentes de energía
renovable; construir o recuperar las vías férreas de proximidad en todo el
territorio urbano y semiurbano; incluso renovar, rehabilitar o construir
inmuebles públicos y de alojamiento social, reduciendo su consumo de energía y
sumándoles servicios de calidad.
El CADTM considera que es
conveniente definir una política transparente de deuda pública. Su propuesta es
la siguiente:
1. El destino del empréstito
público debe garantizar una mejora de las condiciones de vida, rompiendo con la
lógica de destrucción ambiental.
2. El recurso al empréstito
público debe contribuir a una voluntad redistributiva a fin de reducir las
desigualdades.
De acuerdo a esta propuesta, el
CADTM propone que las instituciones financieras, las grandes empresas privadas
y los hogares ricos sean obligados por vía legal a comprar, por una suma
proporcional a su patrimonio y a sus ingresos, obligaciones de Estado sin
interés y no indexadas con la inflación; el resto de la población podrá comprar
voluntariamente obligaciones públicas que garanticen un rendimiento real
positivo (por ejemplo, el 3 %) superior a la inflación. Así, si la inflación
anual se eleva al 3 %, la tasa de interés pagada por el Estado por el año
correspondiente será del 6 %.
Una medida de discriminación
positiva como ésta (comparable a las adoptadas para luchar contra la opresión
racial en Estados Unidos, las castas en la India o las desigualdades
hombre-mujer) permitirá avanzar hacia una mayor justicia fiscal y hacia una
distribución menos desigual de la riqueza.
El CADTM considera asimismo que
los Bancos Centrales nacionales y el BCE (en el caso de los países de la
eurozona) deben financiar el presupuesto del Estado con un tipo de interés
tendente a cero.
A propósito de la proposición
central de Thomas Piketty: un impuesto mundial progresivo sobre el capital
Piketty se inclina por «una
actualización adecuada del programa socialdemócrata y fiscal del siglo pasado».
Según él, hay que defender y mejorar tanto el Estado social como el impuesto
progresivo sobre la renta. También se debe innovar «instaurando un impuesto
mundial y progresivo sobre el capital, acompañado de una transparencia
financiera muy grande». Esta «medida permitiría evitar una espiral de
desigualdad sin fin y regular eficazmente la inquietante dinámica de la
concentración mundial de los patrimonios.» |77|
Piketty no se hace ilusiones
sobre una rápida aplicación de su propuesta: «El impuesto mundial sobre el
capital es una utopía: uno no se imagina, a corto plazo, al conjunto de las
naciones del mundo ponerse de acuerdo sobre su instauración, establecer un
baremo de imposición sobre todas las fortunas del planeta, y después repartir
armoniosamente la recaudación entre los países. Pero es una utopía útil…».
«A mi entender», precisa Piketty,
«el objetivo debe ser un impuesto anual y progresivo recaudado sobre el capital
|78| a escala individual, esto es, sobre el valor neto de los activos que cada
uno controla» |79|. Propone tres variantes de este impuesto progresivo sobre el
capital privado.
1ª variante: una tasa de 0 % por
debajo de un millón de euros; de 1 % entre 1 y 5 millones de euros; de 2 % más
allá de los 5 millones de euros.
2ª variante: sumar hacia arriba,
5 % o 10 % más allá de 1.000 millones de euros.
3ª variante: sumar hacia abajo,
0,1 % por debajo de 200.000 euros y 0,5 % entre 200.000 y 1 millón de euros
Este impuesto es complementario a
lo ya existente, pero puede servir para reducir impuestos actuales (o para
reducir la deuda, nota 1, p. 840). Constituiría un complemento relativamente
modesto de los ingresos actuales de los Estados. Este impuesto, aunque muy
bajo, permitiría a las autoridades conocer el patrimonio de los habitantes de
sus territorios.
Piketty añade: «Actualmente, las
organizaciones internacionales que tienen la tarea de regular y supervisar el
sistema financiero mundial, comenzando por el Fondo Monetario Internacional, no
tienen más que un conocimiento extremadamente aproximado del reparto mundial de
los activos financieros y, en particular, de la importancia de los activos
guardados en los paraísos fiscales.» |80| Entonces, «el impuesto sobre el
capital sería una especie de catastro financiero del mundo, que actualmente no
existe» |81|.
Es necesario apoyar la propuesta
de un impuesto progresivo sobre el patrimonio privado o el capital, retomando
la expresión empleada por Piketty. Pero no se puede estar de acuerdo con él
cuando pretende que hay que dar prioridad absoluta a este objetivo. Se necesita
un verdadero programa de medidas complementarias. El impuesto progresivo sobre
el capital, así como la anulación de la deuda ilegítima y la reducción radical
de la parte de la deuda pública que no se haya identificado como ilegítima,
deben formar parte de un amplio programa cuya realización permitirá iniciar una
transición hacia un modelo postcapitalista y postproductivista. Un programa
como éste, que debería tener una dimensión mundial y europea, comenzando por
ponerse en marcha en uno o varios países, comprendería, en particular, el
abandono de las políticas de austeridad, la reducción generalizada de la
jornada laboral, con contratos compensatorios y mantenimiento del salario, la
socialización del sector bancario, una reforma fiscal general, medidas para
asegurar la igualdad hombre-mujer y la aplicación de una política determinada
de transición ecológica |82|.
Piketty tiene la ilusión de que
puede convencer de la necesidad de dar prioridad absoluta a su propuesta,
mientras que lo que puede ser realmente eficaz y aglutinante es definir una
plataforma común de un máximo de fuerzas favorables a un cambio democrático
radical a favor de la justicia social.
Por otra parte, como se afirma en
el texto «Anular la deuda o gravar al capital: ¿Por qué elegir?»: «La crítica
fundamental que se le puede hacer a Thomas Piketty es que piensa que su
solución puede funcionar aunque se mantenga el sistema actual. Propone un
impuesto progresivo sobre el capital para redistribuir las riquezas y
salvaguardar la democracia, pero no se cuestiona las condiciones en las que
estas riquezas se originan ni las consecuencias que resultan de ese proceso. Su
respuesta sólo remedia uno de los efectos del funcionamiento del sistema
económico actual, sin atacar la verdadera causa del problema. En primer lugar,
admitamos que logramos, mediante un combate colectivo, una imposición al
capital, sin embargo la recaudación generada por este impuesto corre el riesgo
de ser succionada por el reembolso de deudas ilegítimas, si no actuamos para
que se anulen. Pero sobre todo no nos puede satisfacer un reparto más
equitativo de las riquezas, si éstas son producidas por un sistema depredador
que no respeta ni las personas ni los bienes comunes, y acelera la destrucción
de los ecosistemas.
El capital no es un simple
«factor de producción» que «juega un papel útil» y por lo tanto, merece
«naturalmente» un rendimiento del 5 %, como dice Piketty, es también, y
principalmente, una relación social que se caracteriza por la influencia de los
que poseen sobre el destino de las sociedades. El sistema capitalista en tanto
que modo de producción está en el origen no sólo de las desigualdades sociales,
cada vez más insostenibles, sino también del peligro que corre nuestro
ecosistema, del saqueo de los bienes comunes, de las relaciones de dominación y
de explotación, de la alienación en los mercados, de la lógica de acumulación
que reduce nuestra humanidad a mujeres y hombres incapaces de transformar sus
pulsiones, obsesionados por la posesión de bienes materiales y despreocupados
por lo inmaterial, que, sin embargo, es la base de nuestra vida.» |83|
A la vez, una de las
características y una de las debilidades de la propuesta de Piketty es que no
llama a la movilización social para obtener un cambio de las políticas en
curso. Es verdad que es consciente de que la acción de los de abajo desempeñó
un papel en las orientaciones tomadas después de la primera guerra mundial, que
denuncia la represión que sufrieron los mineros de Marikana en Sudáfrica, en
agosto de 2012, pero del centenar de páginas que dedica al final para presentar
unas propuestas y reflexionar sobre las soluciones que se deben aportar a los
problemas centrales, ninguna de ellas está dedicada a la acción de los
ciudadanos organizados, no hace ninguna alusión al movimiento de los
Indignados, aunque haya mencionado al movimiento Occupy Wall Street en la parte
que precede a sus propuestas. A lo sumo, podemos tener la esperanza de que la
divulgación de trabajos como los suyos contribuirá a la concienciación que
podrá inducir los cambios. Es una debilidad importante en la trayectoria de
Piketty.
¿Hay que asombrarse entonces de
que proponga la creación, al lado del Parlamento Europeo, de un «Parlamento
presupuestario de la eurozona» |84|? Considera que «este parlamento podría
contar con unos cincuenta miembros de cada uno de los grandes países de la
zona, a prorrata de la población. Los miembros podrían provenir de las
comisiones de finanzas y de asuntos sociales de los parlamentos nacionales, o
elegidos de otra forma» |85|. Más adelante, no ve con malos ojos la proposición
de «la elección por sufragio universal de un presidente de la Unión Europea,
propuesta que lógicamente debería ir acompañada de una extensión de sus
poderes» |86|. Piketty sigue la vía de reformas que no cuestionan los tratados
ni la arquitectura europea, donde el predominio de los intereses del gran
capital es inamovible. Pues bien, es indispensable un cambio fundamental, que
pasa por la abrogación de los tratados y la apertura de un proceso
constituyente, en el que la ciudadanía, unida en la acción, exija sus
reivindicaciones.
En conclusión, el trabajo de
Thomas Piketty tiene un gran valor por su recolección de datos sobre las
desigualdades durante los últimos dos siglos, y ofrece una límpida descripción
de su evolución. Su libro constituye un instrumento muy útil y alimenta el
debate sobre las alternativas.
Anexo 1. El Capital en el siglo
xxi. Precisión en la investigación y confusión teórica.
Así como Thomas Piketty es
preciso en la recogida de datos y su obra es útil con su análisis del reparto
desigual del patrimonio y de los ingresos, algunas definiciones son netamente
confusas y discutibles. Por ejemplo, la definición de capital que propone: |87|
En todas las civilizaciones, el capital cumple dos grandes funciones
económicas: por una parte, para alojarse (es decir, para producir «servicios de
alojamiento», cuyo valor se mide por el valor locativo de la habitación; es el
valor del bienestar aportado por el hecho de dormir y vivir bajo un techo y no
a la intemperie) y por otra parte como factor de producción de otros bienes y
servicios…». Prosigue: Históricamente, las primeras formas de acumulación
capitalista parecen concernir a la vez a los útiles (sílex, etc.) y a los
acondicionamientos agrícolas (cercado, riego, drenaje, etc.), así como a los
rudimentos de habitación (cavernas, tiendas, cabañas, etc.), antes de pasar a
unas formas cada vez más sofisticadas de capital industrial y profesional y de
locales de habitación cada vez más elaborados. Henos aquí sumergidos por Thomas
Piketty en una historia de la humanidad donde el capital está presente desde
sus orígenes.
Esta importante confusión
continúa en los análisis que hace en su libro Le capitalisme au xxie siècle.
Para Piketty, un apartamento de un valor de 80.000 euros o un depósito de 2.000
euros en una cuenta postal |88| constituye un capital tanto como una fábrica o
un edificio comercial de 125 millones de euros. Evidentemente, en la vida
cotidiana, el señor y la señora de la calle consideran que tienen un capital en
forma de un departamento que vale 80.000 euros, al que se suma un seguro de
vida de 10.000 euros y tal vez 2.000 euros en una cuenta de ahorro postal, y
seguramente estarán plenamente de acuerdo con la definición dada por Piketty,
los manuales tradicionales de economía y su banquero. Pero se equivocan, pues
el capital en la sociedad capitalista no se reduce a esto. El capital es otra
cosa diferente de lo que muestran las apariencias, es una relación social que
permite a una minoría de la sociedad, el uno por ciento más rico, si se quiere
dar una cifra, enriquecerse apropiándose del trabajo de los otros.
Así, cuando Thomas Piketty habla
de un impuesto progresivo sobre el capital, considera todos los patrimonios
privados, ya sean los 1.000 euros de una cuenta bancaria o la fortuna de
Lakshmi Mittal o Liliane Bettencourt.
La confusión prosigue cuando se
trata de la renta: la renta del alquiler de un departamento de 80.000 euros es
considerada por Piketty una renta del capital, así como la renta que obtiene
Liliane Bettencourt de su participación en la firma L’Oréal.
Igualmente, la ganancia que
consigue un jubilado de su cuenta en el banco (si tiene 10.000 euros con un 2 %
en el 2014, lo que le proporciona 200 euros al año) es considerada una renta
del capital por pequeña que sea.
Si pasamos a los salarios, Thomas
Piketty considera que todas las ganancias declaradas como salarios son
salarios, tanto sea el de un presidente-director general de un banco que
percibe un salario de 3 millones de euros al año, como para un empleado
bancario que gana 30.000 euros anuales.
Por lo tanto, es pertinente
cuestionar el sentido que Piketty da a términos como «capital» o «trabajo» y
definir de otro modo lo que se entiende por rentas del capital y rentas del
trabajo,
Por ejemplo, el beneficio que se
obtiene del alquiler de un bien, de un depósito bancario o de acciones de una
empresa no se tendría que considerar un ingreso del capital más que a partir de
cierto monto. Asimismo, el patrimonio inferior a cierto monto no se debería
considerar un capital.
Y por otra parte, si se quiere
entender cómo el uno por ciento acumula capital, hay que ir más allá de
reflexiones tales como «a partir del momento en que el capital desempeña un
papel útil en el proceso de producción, es natural que obtenga un rendimiento»
|89|.
La confusión mantenida por Thomas
Piketty, sin duda, hay que relacionarla con sus convicciones:
«No me interesa denunciar las
desigualdades o el capitalismo como tal, (…) las desigualdades sociales no
constituyen en sí un problema, por poco que sean justificadas, es decir,
fundadas en la utilidad común…» |90|
Mi crítica de las observaciones
de Thomas Piketty no resta nada al interés del panorama monumental que presenta
de la evolución de las desigualdades en materia de patrimonio o de rentas en el
curso de los últimos siglos…
Anexo 2. El pueblo ecuatoriano
contra la deuda pública ilegítima
A partir de finales de los años
1990, una serie de movimientos sociales ecuatorianos, en particular Jubileo
2000 Guayaquil (la ciudad comercial más importante y el mayor puerto de
Ecuador), comenzaron una campaña contra la deuda injusta reclamada al país. Las
posiciones de estos movimientos sociales eran al principio bastante moderadas y
confusas. Por ejemplo, asistieron a una reunión del Club de París en 1998
pensando que podrían negociar una reestructuración de la deuda ecuatoriana y
obtener su reducción. Al cabo de dos años, se dieron cuenta de que el Club de
París no tenía ninguna voluntad de negociar y que sólo aceptaban discutir
problemas de relaciones públicas. En 2001-2002, el CADTM Internacional y el
Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES) iniciaron una campaña sobre el
tema particular de la deuda de Ecuador contraída por la compra a Noruega de
buques pesqueros.
Ambos grupos elaboraron un
dossier que demostraba que esta deuda con Noruega era ilegítima porque este
país no había vendido esas naves para servir a los intereses ecuatorianos sino para
responder a la crisis de un sector importante de las exportaciones noruegas, en
este caso, los astilleros. Noruega buscaba países dispuestos a comprar barcos
pesqueros, pero los que vendió a Ecuador casi nunca se emplearon para la pesca,
sino para transportar bananas, en beneficio de una de las grandes fortunas del
país. Este ejemplo concreto ilustra cómo comenzó una campaña contra la deuda
poniendo la mira en una deuda particular e introduciendo la noción de deuda
ilegítima. Se logró una alianza con la organización noruega SLUG y la
introducción del tema la auditoría para poner en claro lo que se reclamaba a
Ecuador. La campaña se desarrolló en un marco de grandes movilizaciones
sociales a finales de los años 1990 y principios de los años 2000, con numerosos
movimientos populares muy importantes, que echaron a dos presidentes
neoliberales, uno en el año 2000 y el otro en 2005.
Ya había habido importantes
movilizaciones en los años 1990, pero en el año 2000 el presidente liberal fue
desalojado por la movilización popular. El nuevo presidente electo, Lucio
Gutiérrez, había realizado su compaña con un programa anti-FMI, con un programa
de izquierda y anti Estados Unidos. Pero, una vez electo, cambió completamente
su discurso, y dijo: «Yo soy el mejor amigo de Estados Unidos, Chávez es
nuestro enemigo». Esto causó descontento, frustración y una nueva sublevación
popular en el año 2005. Gutiérrez huyó del palacio presidencial en helicóptero
antes de que asumiera el gobierno de transición, en el cual Rafael Correa, que
en el año 2006 sería electo presidente, desempeñaba el cargo de ministro de
Finanzas, en un contexto en el que el precio del petróleo era bastante elevado.
El tema de la deuda era importante, porque los movimientos sociales estaban
realizando una campaña contra la deuda desde hacía 7 u 8 años. En su condición
de ministro de Finanzas, Rafael Correa tomó la iniciativa de destinar todos los
suplementos de los ingresos originados por el alza del precio del crudo a
gastos sociales en educación y sanidad.
No era cuestión de que los
ingresos suplementarios generados por el petróleo fueran absorbidos por el
reembolso de la deuda. Siendo ésta ilegítima, es la población la que debe
beneficiarse de los recursos de la exportación y de la recaudación fiscal que
se genera. El Banco Mundial y el FMI reaccionaron con dureza y rechazaron la
idea de que el dinero proveniente de los ingresos del petróleo fuera a gastos
sociales. El BM amenazó con suspender los préstamos a Ecuador si se aplicaba
tal medida. Correa se negó a plegarse al diktat del BM y defendió su posición
en el gobierno. Prefirió dimitir antes que retirar el decreto que defendía los
intereses del país y fue así como se encontró en la oposición. Sin embargo, el
presidente interino que reemplazó a Gutiérrez organizó una comisión de
auditoría, aunque con unas atribuciones muy restringidas. Pese a todo, ésta
realizó un interesante trabajo de estudio de la deuda ecuatoriana, que
contribuyó a popularizar aún más la cuestión de la deuda. En las elecciones
presidenciales del año 2006, Correa se presentó proponiendo:
1. La necesidad de modificar
radicalmente la Constitución del país con una democratización política
fundamental;
2. la necesidad de poner fin a la
deuda ilegítima. Su mensaje era el siguiente: «Elegidme como presidente y me
comprometo a tomar medidas para que el país cese de pagar una deuda ilegítima.»
También proclamó que si era elegido presidente, pondría fin a la base militar
naval puesta a disposición del ejército estadounidense por Ecuador. Se trataba
de que Ecuador recuperara su soberanía y su dignidad. Así mismo pondría fin a
las negociaciones con Estados Unidos concernientes a un tratado de libre
comercio. Los grandes temas de su campaña eran: democratización política,
cambio constitucional, anulación de la deuda ilegítima, recuperación de la
soberanía poniendo fin a la presencia del ejército estadounidense en su territorio
y cese de las negociaciones de un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
La auditoría de la deuda en
2007-2008 y sus consecuencias positivas
Electo en diciembre de 2006,
entabló una batalla en febrero-marzo de 2007 por un referéndum sobre una nueva
Constitución, referéndum que ganó a pesar de que toda la oposición y los
grandes media estaban contra él. La etapa siguiente era el pago de la deuda… a
partir de mayo de 2007. La primera iniciativa de Correa fue expulsar al
representante permanente del Banco Mundial en Ecuador. El mensaje era claro: El
BM no había respetado la soberanía de Ecuador en 2005, lo que había causado la
dimisión de Correa. El BM se inmiscuye en las cuestiones del país, ¡Fuera, BM,
váyase! En julio de 2007, por un decreto presidencial, Rafael Correa instituyó
una comisión de auditoría.
Por el lado ecuatoriano, había,
por una parte, representantes de la sociedad civil «de base», es decir,
movimientos sociales, y por otra, cuatro cuerpos del Estado: el Tribunal de
Cuentas, la comisión anticorrupción, el ministerio de Finanzas y de Economía, y
el ministerio de Justicia. A este grupo se agregaron seis representantes
extranjeros expertos en la materia. Con ese motivo, formé parte de la comisión,
cuyo mandato era analizar la deuda pública interna y externa entre los años
1976 y 2006. Teníamos el poder de obtener toda la información necesaria para
nuestro trabajo de auditoría a fin de presentar un informe sobre las deudas
ilegítimas y hacer recomendaciones al Gobierno y al Estado.
Después de 14 meses de trabajo,
remitimos nuestras conclusiones y recomendaciones al Gobierno. Durante esos 14
meses nos reunimos en tres oportunidades con el presidente Correa y su
gobierno, que a continuación estudiaron nuestras conclusiones y recomendaciones
durante un mes y medio. En noviembre de 2008, se anunció la suspensión
unilateral del reembolso de dos tercios de la deuda comercial, es decir, la
deuda en forma de títulos vendidos en los mercados financieros con vencimiento
en 2012 y en 2030. Durante seis meses, Ecuador dejó a los mercados financieros
sin información, manteniéndolos en una incertidumbre completa. La decisión se
había tomado sin publicación previa. Ecuador encomendó al banco Lazard, un
conocido banco internacional, recomprar los títulos en el mercado secundario de
la deuda por cuenta del Estado, pero sin revelarlo oficialmente.
Esto permitió a Ecuador recomprar
una buena parte de los títulos y a continuación hacer una oferta a los
tenedores de los títulos restantes, aquellos que no se habían vendido aún al
banco Lazard. El gobierno propuso la recompra de los títulos a un 35 % de su
valor nominal, aunque ya había comprado una parte al 20 % de su valor. La
oferta se hizo en abril de 2009 y en junio de ese mismo año Ecuador anunció
públicamente que había recomprado el 91 % de los títulos. La oferta concluía y
el 9 % restante de los títulos quedaba fuera. Los tenedores de títulos habían
tenido tiempo suficiente para venderlos al Estado. Para concluir, la operación
costó unos 900 millones de dólares que el gobierno utilizó para rescatar
títulos por valor de 3.200 millones de dólares. El ahorro total, teniendo en
cuenta la recompra de los títulos a precio reducido y los intereses que ya no
habría que pagar hasta el año 2030, fue de 7.000 millones de dólares.
Este dinero se utilizó para
aumentar radicalmente el gasto público, en particular en la salud pública, en
educación y en infraestructuras. Si se mira el presupuesto ecuatoriano, se ve
que a partir de los años 2009-2010, las sumas destinadas al servicio de la
deuda se reducen radicalmente y que el gasto social útil aumenta de una forma
extremadamente importante, permitiendo una mejora de las condiciones de vida de
la población. Esto explica por otra parte por qué Correa fue reelegido en el año
2009 en el marco de la nueva Constitución. Su mandato terminó a principios de
2013, se presentó nuevamente a las elecciones y fue reelecto con el 57 % de los
votos, es decir, tuvo más votos para su tercer mandato que para los dos
anteriores.
¿Qué conclusiones se pueden sacar
de esto? Correa ganó las elecciones de 2006 esencialmente porque entabló la
batalla contra el BM y el problema de la deuda ilegítima. Era uno de los
principales temas de su campaña y fue sobre esta base que ganó un apoyo popular
muy significativo. La primera lección es la siguiente: una organización o un
candidato o un frente de organizaciones, como por ejemplo el frente popular que
estaba en la oposición, puede convencer y conseguir el apoyo de una parte
importante de la opinión pública para llegar al gobierno con el objetivo de
tomar medidas tendientes a poner fin al pago de una deuda ilegítima. Y esto es
posible si hay también un trabajo de base realizado durante años por los
movimientos sociales. Los discursos sobre la deuda son extremadamente
importantes para llegar a la opinión pública y demostrar que existen
alternativas a las políticas existentes.
Más sobre este tema, vea el
artículo Informe de Oxfam: Teoría del chorreo – Secuestro democrático y
desigualdad económica http://ssociologos.com/2014/04/17/teoria-del-chorreo-secuestro-democratico-y-desigualdad-economica-informe-de-oxfam/
Por Eric Toussaint, traducido por
Griselda Pinero y Raúl Quiroz, visto aquevedo.wordpress.com
Notas
|1| Thomas Piketty, Le capital au
XXie siècle, Le Seuil, París, 2013 (970 pp.) Varios comentarios interesantes ya
han sido publicados sobre este importante libro. Por lo tanto, en este artículo
no vuelvo a tratar una serie de temas que ya fueron abordados y de entrada he
comenzado por las enseñanzas prácticas. Entre los comentarios ya publicados: 1.
Véase la revista Les Possibles de ATTAC Francia: “Réflexions sur « Le capital
au XXIe siècle » de Thomas Piketty” par François Chesnais
http://cadtm.org/Reflexions-sur-Le-capital-au-XXIe(et “Éléments de réponses à
François Chesnais” par Thomas Piketty
http://cadtm.org/Elements-de-reponses-a-Francois ); 2. Véase también Jean-Paul
Petit en la revista Inprecor: http://gesd.free.fr/jppetit.pdf; 3. Véase Robert Boyer:
http://gesd.free.fr/boyerpik.pdf ; 4. Véase Michel Husson,
http://hussonet.free.fr/piketcap.pdf
|2| http://piketty.pse.ens.fr/fr/capital21c
|3| El patrimonio, en forma
sencilla, es el conjunto de bienes inmobiliarios y mobiliarios privados netos
(sin deudas). Thomas Piketty considera que actualmente el patrimonio total de
un país (patrimonio privado + patrimonio público) como Francia, Estados Unidos
o Bélgica corresponde en la práctica al patrimonio privado libre de deuda
puesto que el patrimonio público libre de deuda es aproximadamente cero, ya que
la deuda pública representa cerca del 100 % del PIB. No entro en más detalles.
Para un enfoque más argumentado véase Piketty
|4| Pp. 542 a 555.
|5| A lo largo de este artículo,
el término «patrimonio» corresponde a lo que Piketty considera para realizar
sus cálculos (véase más arriba). No contiene otros elementos de patrimonio que
constituyen una riqueza inestimable y que son vitales para la supervivencia de
la humanidad y de la naturaleza. Para una discusión sobre la riqueza y el
valor, que se sale del marco de este artículo, véase el Libro de Jean-Marie
Harribey La richesse, la valeur et l’inestimable, Les liens qui libèrent,
París, 2013.
|6| Tabla proveniente de la tabla
7.2 p.391.
|7| http://fr.wikipedia.org/wiki/Liliane_Bettencourt
|8| P. 109.
|9| Es decir el equivalente al
120 % del PIB de la Unión Europea
|10| P. 741.
|11| Nota bene: Las propuestas
que se formulan en este artículo son de la responsabilidad del autor y no
compromete en nada a Thomas Piketty. Cuando el autor resume una propuesta de
Thomas Piketty, se hace explícita mención de ello.
|12| Thomas Piketty escribe:
Consideremos, por ejemplo, el caso de un impuesto sobre las fortunas que sería
aplicado con un tipo del 0 % para los patrimonios inferiores a 1 millón de
euros, del 1 % para los que van de 1 a 5 millones de euros, y del 2 % para
aquellos superiores a 5 millones de euros. Aplicado al conjunto de los países
de la Unión Europea, ese impuesto afectaría a cerca del 2,5 % de l población y
suministraría cada año el equivalente al 2 % del PIB europeo.» (p. 860.
Señalemos que la puesta en marcha de esta propuesta, que incluso es muy
moderada, ¡nos daría el equivalente a dos veces el presupuesto actual de la UE!
|13| P. 692.
|14| Esto es, cerca de 4,5
millones de adultos.
|15| P. 698.
|16| P. 700.
|17| Tabla elaborada por el autor
a partir de los datos de la Tabla 7.1, p. 390.
|18| Tabla elaborada por el autor
a partir de los datos de la Tabla 7.3, p. 392.
|19| P. 544.
|20| « ¿Qué es el tercer estado?
Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada ¿Qué es lo que pide?
Ser algo»
|21| El gráfico presenta una
evolución por décadas y he tratado de poner en evidencia esa evolución lo más
claramente posible. Si el gráfico hubiera indicado la evolución año a año,
seguramente habríamos constatado una subida de la porción de los más ricos
hacia fines de los años 1920.
|22| P. 76.
|23| Por mi parte, analicé en
forma sintética el cambio operado a fines de los años 1970, comienzos de los
años 1980 en el ámbito internacional especialmente en Éric Toussaint «La gran
transformación desde los años ochenta hasta la crisis actual, tanto en el Sur
como en el Norte», http://cadtm.org/La-gran-transformacion-desde-los-, publicado
el 7 de septiembre de 2009, y en el libro Una mirada al retrovisor. El
neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria Editorial,
Barcelona, 2010
|24| El patrimonio nacional (o el
capital nacional como Thomas Piketty también lo llama, cuestión que siembra
confusión: véase anexo 1, Le Capital au XXIe siècle: Precisión en la
investigación y confusión teórica) es la «suma de los activos no financieros
(vivienda, terrenos, fondos de comercio, edificios, máquinas, equipamientos,
patentes y otros activos profesionales poseídos de forma directa) y de los
activos financieros (cuentas bancarias, planes de ahorro, obligaciones,
acciones y otras participaciones en sociedades, inversiones financieras de
cualquier tipo, contratos de seguros de vida, fondos de pensión, etc.),
disminuidos por los pasivos (o sea, por todas las deudas). Si nos limitamos a
los activos y pasivos que poseen los individuos privados, entonces tendremos el
patrimonio privado o capital privado. Si se considera los activos y pasivos que
posee el Estado y las administraciones públicas (comunidades locales,
administraciones de la seguridad social, etc.) se obtiene el patrimonio público
o capital público.» p. 86.
|25| Piketty explica cómo calcula
la renta nacional: se resta del producto interior bruto (PIB) la depreciación
anual del capital, a esta cantidad se le suma los ingresos netos percibidos del
exterior (o se restan los pagos netos efectuados hacia el exterior si éstos
exceden los ingresos). Véase pp. 78-79
|26| Thomas Piketty precisa, por
otra parte, que si, en el cálculo del patrimonio, se tomaran en cuenta los
pasivos y los activos financieros, el patrimonio aumentado de esa forma
representaría entre 10 y 15 veces la renta nacional, 20 veces en el caso del
Reino Unido. Asimismo, nos recuerda que desde el siglo xix hasta el comienzo de
los años 1970 el patrimonio correspondía a entre 4 y 5 años de la renta
nacional. Si se toman en cuenta los derivados, se llegaría a cantidades mucho
más elevadas (pp. 305-306)
|27| P. 273.
|28| Pp. 218-219.
|29| P. 219.
|30| Pp. 273-274.
|31| Pp. 456-457.
|32| Pp. 458-459.
|33| P. 489.
|34| Pp. 469-470.
|35| Pp. 501-503.
|36| Pp. 506-507.
|37| Pp. 517-519.
|38| Pp. 805-806.
|39| Pp. 811-815.
|40| P. 707.
|41| P.820.
|42| P. 819.
|43| Pp. 824-826.
|44| P. 831.
|45| P. 832.
|46| Nota 3, p.834.
|47| Esto no compromete a Thomas
Piketty.
|48| Thomas Piketty, Le capital
au XXIe siècle, Le Seuil, París, 2013 (970 pp.), p. 185.
|49| «El origen de los asignados
remonta al mes de diciembre de 1789 cuando fue creada la Caja de lo
Extraordinario (Caisse de l’Extraordinaire). Esta caja debería recibir el
producto de la venta de los bienes confiscados al clero. Los asignados eran solo
simples adelantos sobre la venta de los bienes nacionales. Estos asignados
remuneraban un interés. Pero las cosas evolucionaron rápidamente. En septiembre
de 1790, los asignados dejaron de conllevar un interés y se reciben «como
dinero en efectivo en todos los fondos públicos y particulares». El monto de
las emisiones aumenta aceleradamente hasta 1796. Frente a esta proliferación de
papel moneda, la garantía de los dominios nacionales a los que se continúa
haciendo referencia deviene ilusoria y el valor de los asignados se desploma.»
Fuente: http://sceco.univ-poitiers.fr/hfranc/assignats.htmconsultada el 17 de
enero de 2014.
|50| Pp. 206-207
|51| Pp. 206-207
|52| P. 208.
|53| P. 208.
|54| P. 209.
|55| En realidad el tipo es
superior pero estamos haciendo una hipótesis teórica.
|56| La hipótesis de crecimiento
nulo es teórica y sirve para facilitar el cálculo. En realidad el PIB descendió
un 20 % entre 2009 y 2013, y es difícil de prever lo que pasará exactamente en
los años venideros.
|57| Hagamos el mismo
razonamiento con Portugal cuya deuda pública representa el 130 % del PIB en
2014 y cuya tasa de crecimiento anual es cero (también se redujo entre 2011 y
2013) y el tasa de inflación es muy baja. Portugal reembolsa aproximadamente a
un tipo de interés del 6,5 %. Debería pagar durante largos años el equivalente
al 8,5 % de su PIB. La deuda pública de Italia alcanza el 133 % de su PIB y la
paga con un interés del 5 %. También Italia deberá pagar durante largos años el
equivalente al 6,5 % de su PIB. Insisto en que las cifras mencionadas más
arriba forman parte de una hipótesis teórica. De todas maneras son cercanas a
la realidad. Estos ejemplos no comprometen en nada a Piketty.
|58|
http://sceco.univ-poitiers.fr/hfranc/assignats.htm, consultada el 17 enero de
2014.
|59| Pp. 210-212.
|60| P. 216.
|61| P. 211.
|62| P. 931.
|63| P. 932.
|64| P. 889.
|65| Para recordar: participé en
esta auditoría durante 14 meses entre 2007 y 2008, como representante del
CADTM.
|66| El tribunal de la Asociación
Europea de Libre Comercio (AELC), que no tiene nada de asociación
altermundilaista, «dio la razón» a Islandia, Véase CADTM : «El tribunal de la
AELC (Asociación Europea de Libre Comercio) rechaza las reclamaciones por el litigio
«Icesave» contra Islandia y sus
habitantes»http://cadtm.org/El-tribunal-de-la-AELC-Asociacion publicado el 30
de enero de 2013.
|67| Muy a menudo, algunos
comentaristas replican que los casos de estos dos países son totalmente
diferentes de los países de la Unión Europea. Por supuesto, que hay diferencias
evidentes pero estaríamos equivocados en desdeñar estas experiencias. Los que
profesan ese desdén muestran sobre todo ignorancia de la complejidad de las
situaciones que las autoridades encontraron y parcialmente lograron superar.
|68| Los haircuts propugnados por
el FMI y los gobiernos de los grandes países acreedores tienen justamente por
función limitar las pérdidas de los grandes acreedores privados mediante una
reestructuración ordenada. En mi tesis doctoral, mostré cómo el plan Brady
constituye un modelo en el género. Véase «Enjeux politiques de l’ action de la
Banque mondiale et du Fonds monétaire international envers le tiers – monde»,
tesis de doctorado en Ciencias Políticas presentado en 2004 en las
universidades de Lieja y París VIII, se puede descargar:
http://cadtm.org/Enjeux-politiques-de-l-action-de. Véase también mi libro Banco
Mundial, El Golpe de Estado Permanente, El Viejo Topo Mataró-Barcelona, 2007 Se
puede descargar en francés:http://cadtm.org/Banque-mondiale-le-coup-d-Etat
|69| P. 887.
|70| Aquí podemos leer en la web
oficial de la administración francesa define el impuesto proporcional «Un
impuesto proporcional aplica un gravamen idéntico cualquiera sea la base sobre
la que se impone (por ejemplo: el impuesto sobre sociedades). La base de la
imposición designa las magnitudes económicas (ingresos, patrimonio, volumen de
negocios…) que sirven de base al cálculo del impuesto. Los partidarios de la
proporcionalidad consideran que es un modo de cálculo justo ya que cada uno
contribuye con el mismo porcentaje de sus ingresos. (…) Los impuestos
proporcionales son, además, generalmente más fáciles de calcular y, por lejos,
menos costosos para implementar. Con el impuesto progresivo, el tipo aplicado
aumenta con la base de imposición (por ejemplo: el impuesto sobre la renta,
cuanto más elevada sea la renta, el tipo aplicado es mayor). Fuente:
http://www.vie-publique.fr/decouverte-institutions/finances-publiques/ressources-depenses-etat/ressources/qu-entend-on-par-proportionnalite-progressivite-impot.html
Hay que señalar que Thomas Piketty define en su libro el impuesto proporcional
de la misma manera que la administración francesa.
|71| Pp. 888-889.
|72| P. 889.
|73| P. 890.
|74| Véase la Red Internacional
por la Auditoría Ciudadana (International Citizen debt Audit Network,
ICAN),http://cadtm.org/ICAN,750
|75| Thomas Coutrot, Patrick
Saurin y Éric Toussaint, «Anular la deuda o gravar al capital: ¿Por qué
elegir?»,http://cadtm.org/Anular-la-deuda-o-gravar-al, publicado el 31 de
octubre de 2013.
|76| Véase Eric Toussaint, «La
Constitution équatorienne: un modèle en matière d’endettement
public»,http://cadtm.org/La-constitution-equatorienne-un, publicado el 27 de
diciembre de 2010.
|77| P. 835.
|78| Se debe tener presente que
Piketty da una definición del capital privado que engloba los haberes
mobiliarios e inmobiliarios del 50 % más modesto.
|79| P. 838.
|80| P. 842.
|81| P. 843.
|82| Véase el texto antes citado
de Thomas Coutrot, Patrice Saurin y Éric Toussaint «Anular la deuda o gravar el
capital: ¿Por qué elegir?», http://cadtm.org/Anular-la-deuda-o-gravar-al.Véase
también: Damien Millet y Eric Toussaint, «Europa: ¿Qué programa de urgencia
frente a la crisis ?» publicado el 22 de junio de
2012,http://cadtm.org/Europa-Que-programa-de-urgencia
|83|
http://cadtm.org/Anular-la-deuda-o-gravar-al
|84| P. 916.
|85| Nota 1, p.916
|86| P. 917.
|87| P. 337
|88| Hay que tener en cuenta que
las sumas depositadas en Francia en las cuentas de ahorro, en las cuentas
corrientes, etc. no representan más que alrededor del 5 % del patrimonio
(privado). P. 330
|89| P. 674.
|90| P. 62.
Fuente :
http://ssociologos.com/2014/05/02/thomas-piketty-el-capitalismo-en-el-siglo-xxi-la-gran-desigualdad-con-datos/
.............................................................................
Punto y Aparte
Yo quiero que tu te rebeles
Cuando se empieza a morir
Verdadera evolución
Sobre el sistema
El silencio
Pobreza del poder
Poesía
Alan trabaja en disney
Chaska - Imperio Caído
Chaska - Katari
Ch'aska - Pururauca [Pururauca]
Andromeda - Depredador de tus sueños
Aeropajitas - Resistencia.
Aeropajitas - Herida Andante
Inyectores - Parasito
INYECTORES - BOMBARDERO
MASACRE(Perú) - Tierra de Nadie
M.A.S.A.C.R.E - En El Infierno
Masacre (Perú) - El Hechicero
Difonía - El Himno
Inyectores - La mente es un lugar
Cardenales Autodisparo
La Forma - La calle
Asmereir-Soy Rebelde
Transmisor - Catervas - PeruSonar
Catervas - Frío
Catervas - Tu creencia
Campo de Almas Me enfrenté a la ley
Vicentico - Los Caminos De La Vida
TERREVIENTO - Cada Mañana
Terreviento - Bala Perdida
Vaselina Rockabilly - TU CARIÑO SE ME VA
Vaselina - El coche
Voz Propia - Claro de Luna
Vaselina - El violín
M.A.S.A.C.R.E - Perros De Presa
ARSENAL - Lo Adverso
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