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El fin
del año 2012 nos trajo un nuevo augurio: El niño Benjamín González. El niño Benjamín
sabe más de la salud de un pueblo que
muchos que en Latinoamérica dicen representar a su respectivo país.Hasta
los sentados en el parlamento necesitarían de algunas lecciones del menor de la
familia chilena.Piñera no ha entendido aún que el pueblo chileno no es una
usina o un almacén lleno de mercancías. No ha imaginado que las balas y el
billete no hacen una nación libre.Benjamín es un ejemplo para todos los niños
de Latinoamérica y España. Niños del mundo; niños de habla hispana, Benjamín os
ha reivindicado y abierto la senda para un futuro mejor. En sus manos está el provenir
del planeta.Si los viejitos del mundo no sienten que el jueguito de la máquina
de triturar voluntades y empaquetar corazones a pedido del imperialismo solo nos
conduce a la completa destrucción entonces los niños del mundo deben gritar y
renegar de los supuestos “padres de la patria”.No queremos que el pasado sea el
paradigma de las futuras generaciónes.Queremos que los niños nos tracen el
nuevo paradigma. No es una causa ideológica lo que digo es una causa social,
ambiental y económica. Y en el Perú esperamos que llegue la influencia del niño
Benjamín porque acá ya pesan los niños-viejos; y cada vez nacen viejos, viejos,
muy viejos haciendo imposible regenerar la nación.
Niños no esperen
milagros porque es hora de echarse a andar………………y abrazar el milagro del
porvenir.
http://bit.ly/VrUmls
http://bit.ly/UzUbZB
Alumno del Instituto Nacional pronuncia polémico discurso en ceremonia de licenciatura 2012
Domingo 30 diciembre 2012 | 19:12
Publicado por Camila Navarrete
Se trata de Benjamín González, presidente del 4º año F
Humanista del establecimiento, quien en primera instancia envió otro
discurso para la ceremonia de licenciatura. Al ver que había sido
seleccionado, quiso -en un acto de “liberación y rebeldía”-, cambiarlo
por el que había escrito originalmente.
En él, da un enfoque histórico a la trayectoria del instituto,
recalcando que varios de los presidentes de Chile que salieron de allí
fueron impulsores de guerras o masacres que terminaron con miles de
vidas.
También, González habla sobre la discriminación que se vive dentro
del establecimiento. “No podría sentirme orgulloso de ir en un colegio
que la sola idea implica discriminación. Si la educación en Chile fuera
buena en todos los establecimientos educacionales ¿Qué motivo habría
para la existencia del Instituto Nacional? Ninguna”, indica.
Entre otras palabras, comenta la presión por obtener el éxito. “Desde
el primer día que pisé este colegio, sentí como todos los dardos y las
acciones van dirigidas a un solo objetivo: el éxito. El éxito no como un
instrumento para un fin mayor y más noble (la felicidad, por ejemplo).
Sino como la meta final de la vida. Un éxito aparente eso sí, un éxito
centrado sólo en lo económico: ser puntaje nacional, estudiar una
carrera tradicional, casarse, escalar lo más alto posible en la empresa,
comprarse una camioneta para pegarle la insignia del instituto en el
parabrisas…”.
González señala que por estas -y otras cosas más-, no se puede sentir
orgulloso de ser ‘institutano’, por la discriminación, el trato y ese
afán de éxito que -según él-, invaden al establecimiento.
DISCURSO PRONUNCIADO POR BENJAMÍN GONZÁLEZ :
Discurso de Graduación 2012 de 4os Medios del Instituto Nacional
Don Jorge Toro Beretta, Rector del Instituto Nacional
Don Raúl Blin Necochea, ViceRector del Instituto Nacional
Doña Carolina Toha Morales, Alcaldesa de la comuna de Santiago
Padres, apoderados, amigos y compañeros
Autoridades Varias y Vagas
Tengan todos ustedes, muy buenos días.
Antes de comenzar a leer estas líneas, con motivo de la Licenciatura de los
Cuartos medios 2012, mi generación, me gustaría pedir perdón. Perdón a quienes
después de revisar un discurso que yo envíe semanas atras , me autorizaron y
dieron la oportunidad de leerlo aquí frente a ustedes. Disculpas porque las
páginas que hoy leeré, son distintas a las de ese borrador. De otra forma no me
hubieran dejado hacer este discurso. Disculpas y espero puedan entenderme.
Cuando me embarqué en la tarea de hacer un discurso
con motivo de la Licenciatura, me encontraba con más dudas que certezas. ¿Qué
digo? ¿Cómo, en cinco minutos, resumir mi paso por este colegio? ¿Cómo, en un
discurso, intentar plasmar siquiera en su uno por ciento, la gama de
sentimientos que poseo hacía El Nacional? ¿Cómo redactar algo, lo
suficientemente digno para tan importante día?
En primera instancia, intenté hacer algo similar
a los discursos que he escuchado, como presidente de curso, cada diez de
agosto, en las ceremonias de aniversario del colegio. Hacer un breve repaso de
la historia del colegio. Mi idea era empezar diciendo que el Instituto Nacional
fue fundado como una obra del gobierno de José Miguel Carrera en 1813, tras la
fusión de las casas de estudio del periodo colonial. Luego, tras la ofensiva de
la Corona española por recuperar sus posesiones en América, e identificando al
Instituto Nacional como un símbolo de la soberanía y la lucha por la
emancipación, deciden clausurarlo. Bernardo O’higgins, cinco años después, con
la Independencia ya asegurada, lo reabre para seguir funcionando, sin
interrupción, hasta nuestros días.
También pensé recordar que han sido Institutanos,
18 presidentes de la República de Chile. Entre los que destacan nombre como
Pedro Aguirre Cerda, José Manuel Balmaceda y, el poco mencionado en los
discursos, Salvador Allende.
Pero no. Hoy no vengo a repetir ni recordarles lo
que ya todos sabemos. (Para más información leer el artículo del Instituto
Nacional en Wikipedia, muy interesante) Ni tampoco vengo a hablar en representación
de todos ustedes, ni siquiera represento, como presidente de curso, la voz de
mis compañeros. Cosa que no quita, que puedan hacer suyas estas palabras. Así
como en la televisión, advierto: Las opiniones vertidas en este discurso no
representan necesariamente el sentir de mi curso, familia, amigos ni colegio.
Este discurso me represente a mí y solo a mí. Yo soy su único responsable.
Hoy, vengo hablar de aquello que todos como
Institutanos callamos. De aquello que la historia oficial prefiere olvidar y
dejarlo fuera de lo público. De aquello de lo cual todos somos culpables: las
autoridades por ocultarlo bajo el manto de la tradición o el amor a la
insignia, los Institutanos fanáticos que avalan y defienden irracionalmente
conductas que rozan en lo enfermizo y los Institutanos que reconociendo la
enfermedad, no hacemos nada al respecto: ni irnos del colegio, ni intentar
cambiar algo.
Cuando entré en séptimo básico y me dijeron que
el gran Instituto Nacional llevaba 193 años de vida, saqué la cuenta y pensé
que si no repetía ningún año saldría para el aniversario 199. Un año antes del
famoso Bicentenario. Hace 6 años me dio tristeza e incluso, un poco en broma un
poco en serio, pensé que sería una buena opción repetir para ser parte de la
“Generación Bicentenario”. Hoy, con la perspectiva que el tiempo me ha dado,
considero como un símbolo de mi paso por este colegio el salir un año antes de
la Gran Fiesta: nunca me he sentido lo suficientemente Institutano como para
soportar un año entero de chovinismo Institutano. Incluso, fue uno de los
argumentos a favor cuando decidí pasar de curso el año pasado, el no estar aquí
para el bicentenario. ¿Por qué?
Recuerdo claramente el segundo día de clases del
2007, cuando llegó una profesora, y nos empezó a contar la historia de este
colegio, además de decir que del Instituto Nacional han salido 18 Honorables
Presidentes De La República, nos comentó que también habían salido de esta
institución importantes forjadores de la patria, que cuando nos pasaran Historia
de Chile en segundo medio sabríamos. Sin embargo, luego de que en el
preuniversitario me pasaran Historia de Chile (en el colegio no la vi más de un
mes), reconozco que la profesora obvió el contarnos varios detalles.
Detalles como que entre los 18 presidentes de
Chile, no son pocos los que tienen las manos manchadas con sangre de este
pueblo. A modo de ejemplo, Institutano fue Pedro Montt Montt, presidente de
Chile que dio la orden de asesinar a 3.500 salitreros en el Norte Grande,
conocida actualmente como la mayor matanza en la historia de nuestro país
(después de los 17 años de dictadura, claro) hablo de La Matanza de la Escuela
de Santa María de Iquique. También a mi profesora se le olvidó mencionar que
Institutano fue Germán Riesco Errázuriz, presidente de la República en el
periodo del auge de la “Cuestión Social” destacando la matanza a raíz de la
Huelga de la Carne, la cual dejó un saldo de más de 300 muertos en las calles
del centro de Santiago. Previamente, destacan dos tristes hechos en la historia
de Chile en que Institutanos también han sido actores principales. Fue un
Institutano Manuel Bulnes Prieto, quien sofocó la Revolución Liberal de la
Sociedad de la Igualdad, causando decenas de bajas. Fue Institutano también,
Anibal Pinto, presidente de Chile, quien nos condujo a una absurda guerra
contra nuestros hermanos peruanos y bolivianos por intereses oligarcas. Esta
guerra, la Guerra del Pacífico, causó 3 mil bajas en Chile y más de 10 mil
bajas en los países vecinos.
Diego Portales también fue Institutano. Para todo
el que sepa un poco de historia, cualquier aproximación resultaría vaga en
tratar de explicar las obras de él. Prohibió, so pena de cárcel, el participar
en chinganas. Instauró una nueva forma de castigo para los “criminales peligrosos”,
azotes públicos. Conocida es su frase: “Palos y bizcochuelos, justa y
oportunamente administrados, son los específicos con los que se cura cualquier
pueblo, por arraigadas que sean sus malas costumbres.”.
Pero, para terminar con este breve, recorrido histórico
por la “Historia no contada” de los ilustres Institutanos, quisiera concluir
con un deseo: El próximo año hay elecciones presidenciales. Ojalá el número de
presidentes Institutanos no crezca hasta los 19. Me daría vergüenza que
Laurence Golborne, un Institutano que hasta hace 3 años era Gerente General de
Cencosud, (a saber: Jumbo, Paris, Santa Isabel, Costanera Center, entre otros)
consorcio que paga $4.072 de patente al año, fuera presidente de Chile.
Más allá de la falsa historia que nos han intentado
vender del Instituto, el principal problema que reconozco además funciona como
parte básica, casi como un pilar que sostiene todo este aparataje
institucional: los mitos y tradiciones.
Recuerdo cuando mi curso de séptimo básico
conoció por boca de un profesor, una famosa frase que terminó dando vueltas por
la cabeza de todos mis compañeros: “Errar es humano pero no Institutano” sin
tener estudios algunos de pedagogía, ni pretender hacer un análisis psicológico
de la educación, me parece que la pregunta cae de cajón: ¿A qué clase de
profesor se le puede pasar por la cabeza decirle eso a niños de 12 años? ¿Por
qué intentar separar al Instituano del humano común y corriente? ¿Tan
inteligentes somos? Luego de vivir 6 años con esa frase, ¿Cómo se le explica a
alguien que obtuvo 500 puntos ponderados en la PSU? Y que salió con un NEM y un
Ranking por debajo de la media nacional.
Desde el primer día que pisé este colegio, sentí
como todos los dardos y las acciones van dirigidas a un solo objetivo: el éxito.
El éxito no como un instrumento para un fin mayor y más noble (la felicidad,
por ejemplo). Sino como la meta final de la vida. Un éxito aparente eso sí, un
éxito centrado sólo en lo económico: ser puntaje nacional, estudiar una carrera
tradicional, casarse, escalar lo más alto posible en la empresa, comprarse una
camioneta para pegarle la insignia del instituto en el parabrisas. Como dirían
los Fabulosos Cadillacs: “En la escuela nos enseñan a memorizar: fecha de
batallas pero que poco nos enseñan de amor”. Amor a lo que hacemos, amor al
prójimo, amor a la clase o incluso a la humanidad. No, nada de eso. Sólo buenos
puntajes para el día de mañana comprarse la camioneta 4×4.
Frases como esas son las que forman el carácter
del general del alumno Institutano: petulante, soberbio, chovinista y exitista.
Personalmente, no es ningún orgullo ser el colegio más odiado de los
“emblemáticos” (y no me trago el cuento que nos decían los profesores que es
porque somos los más inteligentes o los con mejores pololas) es porque de una u
otra manera de verdad creemos que nosotros no nos equivocamos: porque somos
Institutanos.
En este colegio desde que entramos, se nos ha
inculcado el valor de la competencia y la discriminación. Las evaluaciones
tienen que ser individuales. Para que así, la satisfacción del que se sacó un
siete, sea personal. De él solo. Sin embargo en la vida: ¿Qué actividad se
puede desempeñar solo? Ninguna. Nos educan en una burbuja idílica.
Cuando miro hacia atrás, pienso: ¿Qué valores
aprendí en este colegio? Si todos hemos sido testigos de horrorosas frases
estilo: “corran como hombres, no como maricones” “asuman sus consecuencias como
machitos” “al colegio se viene solamente a estudiar” o “dejen la población en
la casa” ¿Son acaso estas frases las que corresponden a un colegio que se jacta
de estar forjado sobre los valores de la ilustración? No lo creo. Apropósito de
los mismo, yo personalmente no he sido testigo, y tengo la impresión que es una
conducta que va en retirada, pero hasta hace sólo un par de años, era común ver
a un respetado y sacralizado profesor de este colegio, echando alumnos de la
sala por negro. O suspendiendo aleatoriamente (Hacía formarse a un curso y
decía: un, dos, tres: suspendido. Un, dos, tres: suspendido) sólo para
demostrar su hipotético poder en este colegio. Ahora bien, de lo que sí he sido
testigo, es de tratos abiertamente homofóbicos por parte de profesores hacia
compañeros homosexuales: “Este colegio por gente como ustedes está como está,
váyanse” y, en la misma línea he sido testigo de de profesores pegándole a
compañeros (no combos ni patadas, pero sí empujones)
Estas son algunas de las cosas que hacen que yo
no pueda sentirme orgulloso, como me han dicho que tengo que estarlo, de portar
esta insignia. No podría sentirme orgulloso de ir en un colegio que la sola
idea implica discriminación. Si la educación en Chile fuera buena en todos los
establecimientos educacionales ¿Qué motivo habría para la existencia del
Instituto Nacional? Ninguna. Si mi antiguo colegio me hubiese ofrecido la misma
calidad de enseñanza que el nacional, yo no me hubiera cambiado. Pero me cambié
porque no la ofrecía. Entonces, ¿Cómo sentirme orgulloso de haber dejado a 40
ex compañeros pateando piedras en mi ex colegio, para yo venir y “salvarme” de no
patear –tantas- piedras? La sola idea suena aberrante.
No puedo dejar de mencionar lo sorprendente que
fue para mí ver en la página del preuniversitario Pedro de Valdivia (de los
mismos dueños de la Universidad Pedro de Valdivia, la cual tiene preso a su ex
rector por el escándalo de las acreditaciones) un aviso que decía que habían
firmado un convenio con el Instituto Nacional. El símbolo del lucro en la
educación firmando un convenio con el símbolo de la educación pública. Es así
como el CEPAIN lleva a la práctica sus comunicados “¿a favor de la educación
pública? ¿Quién los autorizó para usar el nombre del colegio, a quién le
preguntaron?” Patético.
Para concluir esta katarsis contenida por 6 años,
me gustaría compartir con ustedes dos anécdotas que me ocurrieron este año en
el colegio.
Corrían los primeros meses del año, cuando equis
profesor preguntó en voz alta a todo mi curso: ¿Quién de aquí sabe qué es la
comisión Valech o el informe Rettig? Ninguna mano se levantó. Nadie de un
cuarto medio humanista del “Mejor colegio de Chile” lo sabía.
Y la segunda, casi en la misma línea: El 11 de
Septiembre del año que se va, cayó martes. Día en el cual me tocaba por
asignatura Historia electivo e Historia Común. En mi interior, cuando me
dirigía al colegio pensé que por lo particular de la fecha, y por ser un curso
Humanista usaríamos esas 3 horas para discutir respecto al tema. Craso error.
Parece que era más importante las Batallas Napoleónicas en historia común y la
Ley de oferta y demanda en historia electivo que las bombas de ruido que se
escuchaban explotar en el colegio a esas horas de la mañana. Comentando con
unos compañeros en el recreo la situación, recordamos que nunca, en los 6 años
que llevamos en el colegio nos pasaron el Golpe de Estado (donde, paradójicamente,
murió un Presidente Instituano). Es decir, haciendo el experimento que yo sólo
sepa lo que me han pasado en el colegio y nada más, no sabría quién fue Augusto
Pinochet en la historia de Chile. Repito: Cuarto medio humanista en el mejor colegio
de Chile.
Ahora bien (aquí viene la parte emotiva) no
podría ser tan hipócrita de sólo quedarme en la crítica. Digo hipócrita porque
yo postulé al nacional porque quise y me quedé aquí también porque quise. Y es
porque dentro de todo lo yermo aun existen pequeños oasis fértiles. Profesores
en los que se puede confiar una palabra más allá de la materia oficial,
profesores que entienden la educación más que como un “motor de asenso social”
y que conciben al colegio más que como un preuniversitario de 6 años.
Profesores de materias “no-psu” que luchan día a día contra el sistema para
darle dignidad a su ramo. Y creo que lo logran, sus ramos son los más dignos de
todos. Pedro Lemebel, un escritor chileno en una crónica rememorando sus años
en el Liceo Manuel Barros Borgoño lo describe mejor que yo, cito: “Pero rescato
de ese liceo, las clases progresistas que me enseñaron política, filosofía,
literatura, poesía y otras lecturas más allá del horroroso Quijote en papel de
biblia que después me lo fumé entero”. No daré nombres, pues sé como funcionan
las cosas en este colegio y no quiero que vinculen a ningún profesor con este
discurso, pero estoy seguro que ellos saben quiénes son.
Paradocentes que muchas veces te alegran el día
con sus saludos y su disponibilidad desinteresada y casi religiosa para
ayudarte. Los tíos auxiliares que a las 7.30 de la mañana cuando llegas a la
sala y están sólo ellos barriéndola son tu primer “Buenos Días”, tías del
Kiosko que nos prestaban microondas cuando a mitad de año dejaron de funcionar
los del casino, y en general toda la gente que te conoce por tu nombre y no por
tu apellido o número de lista, a todos ellos: gracias, infinitas gracias y
espero no se dejen avasallar, porque sepan que tienen todo en contra.
Sin más que palabras de agradecimiento para, como
dije anteriormente, lo fértil dentro de lo yermo, palabras de disculpas a los
que me dieron la oportunidad de leer un discurso, palabras de desprecio para
quienes hacen de este colegio un preuniversitario de 6 años deshumanizador, les
digo a ustedes, compañeros de generación: éxito, pero éxito de verdad, del que
incluye felicidad y crecimiento personal.
Y espero que con estas palabras no haya herido su
orgullo Institutano, si fuera así, cumpliría mi deseo: “Sólo espero que el día
de mi licenciatura, me reciban con gritos de odio”.
Benjamín González, Presidente del 4to F Humanista del Instituto Nacional
Leusemia - Al Colegio No Voy Más
Fabulosos Cadillacs - Mal bicho
Pato de goma - Chicos malos
Pato de goma - chicos malos
Javiera Mena. Está En Tus Manos.
6 voltios- generacion perdida
Chabelos - El Quinto Teletubie
Los Fabulosos Cadillacs- Las venas abiertas de América Latina
Javiera Mena - Hasta La Verdad
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