domingo, 24 de julio de 2016

Javier Pablo Hermo y Cecilia Pittelli : La Reforma Universitaria de Córdoba (Argentina) de 1918. Su influencia en el origen de un renovado pensamiento emancipatorio en América Latina.

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La Reforma Universitaria de Córdoba (Argentina) de 1918. Su influencia en el origen de un renovado pensamiento emancipatorio en América Latina.  

The University Reform of Córdoba (Argentina) in 1918. Its influence on a renewed emancipating thought in Latin America.



Por : Javier Pablo Hermo y Cecilia Pittelli




Resumen

El surgimiento de las universidades en la América colonial española, inspirado en el modelo de la Universidad de Salamanca, habría de marcar a fuego los primeros siglos de historia universitaria, comenzando a cambiar con las independencias del siglo XIX, el avance del liberalismo, el positivismo y el idealismo y terminando de dar un vuelco con la Reforma Universitaria de 1918. Este artículo intenta brindar una visión de las ideas emancipadoras que se desarrollaron en América Latina a partir de la Reforma Universitaria de 1918, que fuera expresión de la lucha llevada a cabo por los jóvenes estudiantes de Argentina en primera instancia y que tuviera una rápida expansión a otros países del continente. A partir de modelos enfrentados en la sociedad y en las universidades, se generaron corrientes de pensamiento que expresaron diversas posiciones críticas ante la realidad política y social, así como para las prácticas universitarias corrientes.

Palabras clave: Historia de la Educación, Universidad, Autonomía Universitaria, Corrientes de Pensamiento.

Summary

The emergence of universities in Spanish colonial America, inspired by the model of the University of Salamanca, would mark to fire the first centuries of universities history, becoming to change with the independence on 19th century, the rise of liberalism, positivism and idealism and ending to a turn with the University Reform of 1918. This article attempts to provide a vision of empowering ideas developed in Latin America beginning from University Reform of 1918, outside the struggle carried out by young students from Argentina in the first instance expression and having a rapid expansion to other countries of the continent. From models faced in society and universities, were generated schools of thought that expressed various critical positions in political and social reality as well as for current University practices.

Keywords: History of Education, University, University Autonomy, Schools of thought.

Introducción

Es preciso comenzar destacando que América Latina es la primera región que adapta el modelo universitario moderno, que se había desarrollado en la Europa medieval, a partir de la translación que realizan la acción mancomunada de la Corona española y la Iglesia Católica. Es así que, entre cien y doscientos años antes de la emergencia de los estados-nación hispanoamericanos, ya existían las universidades como instituciones, a la vez autónomas, autárquicas y soberanas, vinculadas a la jurisdicción eclesiástica. Con la independencia, la mayoría de las universidades hispanoamericanas se transformaron en instituciones estatales y reguladas por normativas de orden público, en el marco de un proceso histórico que, en su transcurso fue limitando la soberanía de la universidad, con resultados dispares según el país. ¿Qué significa entonces la autonomía universitaria en este nuevo marco? Sólo se puede responder aquí genéricamente: la autonomía está relacionada con el grado de reglamentación que el estado establece para la administración y las políticas educativas de las universidades.

La configuración del gobierno universitario público está en gran parte supeditada a lo que Clark denomina “autoridad política estatal”. El autor señala que, desde sus inicios en Bolonia y París, la educación superior organizada

se ha enfrentado al problema de su relación con el control estatal y eclesiástico. Con el progresivo fortalecimiento del estado nación, este tipo de control pasó a ser el marco predominante, y actualmente en casi todo el mundo la educación superior es fundamentalmente una pieza organizacional de los gobiernos nacionales condicionada por la naturaleza del aparato estatal y por el modo en que se ejerce la autoridad política estatal”(1) .

El tipo de régimen político que se establece a nivel estatal es una pieza clave para definir la configuración que asume el gobierno universitario, sobre todo, en lo referido a su autonomía.

La autonomía universitaria es un ideal de gobierno que regula la vida institucional y que toma cuerpo parcialmente en el espacio real y simbólico que la Universidad puede negociar con el Estado, teóricamente para amparar la libertad de enseñanza e investigación y defender el carácter libre del saber universitario. En esa construcción el ejercicio de la libertad está mediado por otras cuestiones no relacionadas con la defensa del conocimiento, sino con nuevas luchas que atraviesan la vida académica.

Por estas razones, importa recordar que en la mayoría de los países de América Latina, luego de la independencia se continúa con un modelo de economía extractiva con ligeras variaciones respecto del período colonial, ya fuera con base minera o agropecuaria; y que se van a consolidar estados oligárquicos en la segunda mitad del siglo XIX (2).

En la mayor parte de los países de la región, entre fines del siglo XIX y principios del XX, estos estados oligárquicos van a desarrollar condiciones para extender el mercado para los productos manufacturados importados hacia el interior del territorio y para exportar la producción minera y agropecuaria. Había que uniformar el sistema monetario, crear vías de comunicación y eliminar barreras aduaneras internas. Estas tareas no podían realizarse sin el desarrollo de un sistema de instituciones que fueran nacionales y que contaran con los recursos que sólo podían provenir del vínculo con el extranjero y el comercio.

Para el caso argentino, sobre el que se hace necesario decir algo más para poner el contexto en que se desarrolló el movimiento de la Reforma Universitaria de 1918, el modelo agro-exportador constitutivo del sistema económico, social y político tuvo como una de sus preocupaciones centrales el incorporar una creciente masa inmigratoria como fuerza laboral y herramienta de “civilización” europea contra la “barbarie” de lo nativo y colonial (3) . Esta masa migrante es particularmente importante para la composición poblacional de Argentina, así como para el Cono Sur americano, tanto por razones culturales, como por el hecho que de allí se nutrieron buena parte del crecimiento de las capas medias, fenómeno que fuera mucho más destacado en Argentina y Uruguay que en otros países de América Latina.

En buena medida, la idea de progreso vinculado al modelo agro-exportador estará expresada en el proyecto de lo que se conoce con el nombre de generación del ’80 (4) . Para ello, era necesario un Estado que estuviera en condiciones de garantizar el orden necesario para ese crecimiento y un proyecto educativo como el planteado por Sarmiento (5) para el proceso de homogeneización de la población.

Es ese el escenario en que se van a producir la Reforma Universitaria de 1918 en Córdoba, (Argentina) y sus posteriores influencias en América Latina. Fue entonces cuando se puso en cuestión la autonomía universitaria y el cogobierno como forma colegiada de conducción, en un intento de democratizar el funcionamiento de las universidades en la Argentina. Pero también se gestaron entonces corrientes de pensamiento acerca de los cambios sociales y políticos de la época, así como fuertes cuestionamientos a las oligarquías locales y al imperialismo, en lo político. Hubo también una reacción contra el liberalismo y el positivismo imperantes por entonces en el campo de las ideas, aunque si algo distinguió al pensamiento reformista en este punto, fue su heterogeneidad.

Este movimiento luego se expandió a otras regiones de América Latina generando, no sólo solidaridades, sino también nuevos movimientos reformistas tanto políticos como estudiantiles.

Es este el momento para reseñar los principales antecedentes para contextualizar el movimiento reformista y sus consecuencias. Por eso, es necesario hacer, en primer término, una caracterización del desenvolvimiento institucional de las universidades en América Latina (6) como paso previo a centrarnos en el período en que la Reforma Universitaria va a tener mayor influencia.

Breve reseña histórica del período colonial fundacional

En América Latina el origen de las primeras universidades estuvo vinculado al igual que en Europa a la Iglesia Católica, con la salvedad de que hubo una acción mancomunada de la Corona española y la Iglesia para promover el establecimiento de las universidades. No sucedió lo mismo en el Brasil, donde la creación de universidades se demoró hasta el siglo XX. En este sentido, la acción de la monarquía española se diferencia de las otras potencias coloniales europeas que no tuvieron similar actitud; aún cuando en las colonias inglesas se crearon universidades, fue con posterioridad a la América española (7) y por procesos que no involucraron a la Corona ni a la Iglesia.

Es así, que ya en el siglo XVI -el primero de dominación colonial-, fueron creadas cuatro universidades, que coincidieron con las líneas de expansión del dominio español sobre América. Es decir, estas nuevas instituciones se crearon en primer término y en orden sucesivo, en Santo Domingo, México, Lima y la Nueva Granada, territorio de la actual Colombia. Para el siglo XVII, se crearon siete universidades más, siendo la primera de ellas la de Córdoba, luego la de Charcas-Chuquisaca -que fuera especialmente relevante para el Cono Sur americano-, además de otras en actual territorio colombiano, ecuatoriano, guatemalteco y peruano. Finalmente, antes de la independencia se crean cuatro universidades más en el siglo XVIII y dos en el XIX, en las actuales naciones de Chile, Cuba, México, Nicaragua y Venezuela (8).

La formación escolástica fue lo característico para América en las universidades de esa primera etapa. Los modelos de la Universidad de Salamanca y de Alcalá de Henares fueron los que inspiraron a la mayor parte de las universidades hispanoamericanas. Se suele resaltar la importancia de esta última para la América española por su carácter mixto, yuxtapuesto, de instituciones que se transforman, desde un Colegio, Convento o Seminario inicial, obteniendo autorización luego para dar estudios superiores, adquiriendo el rango de universidad y coexistiendo posteriormente la institución madre y la nueva universidad. Sin embargo, la influencia de Salamanca es innegable en las universidades coloniales y siguió ejerciéndose a través del contacto frecuente con clérigos y académicos formados en ella y que vinieron a América.(9)

Se ha resaltado más arriba que se trata de la primera implantación del modelo de universidades europeas fuera de su ámbito de origen. En tal sentido, vale precisar que para 1538, cuando se crea la primera universidad americana, se cumplían 450 años de la creación de la de Bolonia, que se considera la primera universidad moderna europea, y había cerca de 80 universidades en el viejo continente, 14 de las cuales eran españolas (10). Al mismo tiempo, también se destaca que todas las americanas fueron creadas luego de la Reforma protestante, aunque ello no parece haber influenciado mucho la tradición escolástica predominante, aunque sí algunas de las medidas asociadas a la Contrarreforma, dada la importancia que tuvo en América la orden jesuita (11).

Ya en aquellas épocas tempranas, buena parte de las élites criollas se educaron en sus preceptos y la burocracia colonial fue nutrida con estos profesionales surgidos de sus claustros.

Las reformas políticas y sociales de Carlos III y, particularmente, la expulsión de los jesuitas hacia fines del siglo XVIII, van a alterar el panorama, permitiendo una mayor distancia de las instituciones eclesiásticas, el uso del castellano para la enseñanza y, por sobre todas las cosas, una mayor apertura hacia las nuevas ideas de la Ilustración, más en algunas universidades que en otras (de las que destaca la de Charcas-Chuquisaca). Es así que las ideas económicas y políticas que acompañaron y le dieron sustento a las revoluciones burguesas en Europa fueron conocidas en muchos casos en esos ámbitos (muchas veces por fuera de los claustros, pero facilitado por la existencia de las universidades y su entorno cultural) por los hombres que irían a participar, ya en el siglo XIX, en la construcción de los estados americanos independientes.

En esos tiempos de revoluciones burguesas en Europa, con el antecedente de la norteamericana, de peso especial para las luchas libertadoras americanas por haber fijado un antecedente de independencia de una colonia; la educación va a verse como una necesidad ligada a los mismos procesos revolucionarios. Primero tímidamente en Europa, en los proyectos revolucionarios, sostenidamente luego, como necesidad de los nuevos procesos políticos monárquico-republicanos o republicanos y, finalmente, como reivindicación de los sectores populares que no fueron incluidos en el proyecto burgués de arribo al poder y como concesión de la burguesía hacia esos sectores populares que fueron excluidos por ella del poder.

Inglaterra y Francia fueron gestoras de estos cambios. Las guerras napoleónicas llevaron las ideas de la revolución a toda Europa. En buena medida, fueron las consecuencias no pensadas de esa guerra las que provocaron el hundimiento del mundo colonial español conformado en los siglos anteriores.

El primer siglo de la independencia: las universidades en el siglo XIX

Es clara la ausencia de liderazgo político en la América hispana, frente al vacío de poder que dejaba la situación de una España colapsada por la invasión napoleónica. Es en relación con estos sucesos que debe pensarse la conformación de esta nueva realidad americana. La constitución del modelo de estado y de sociedad que se alumbrará entonces estará signada por esos acontecimientos de la historia europea y por las características del modelo colonial español.

Hay en la lucha emancipadora de aquel momento condiciones poco estables para la integración nacional y un proyecto claro de nación. Y, como sostiene Oszlak, dicha conformación inicial de los nuevos estados iberoamericanos se realiza en forma conjunta “con el surgimiento de oportunidades para la incorporación de las economías locales al sistema capitalista mundial y el consecuente desarrollo de intereses diferenciados e interdependientes generados por tales oportunidades”(12).

Los países que surgieron en esta etapa tendrán una relación con el viejo mundo acorde a las circunstancias en que comenzaron a dar sus primeros pasos independientes del imperio colonial español: ahogo económico-financiero, guerras entre las nuevas naciones, disputas por hegemonizar el poder que, en muchos casos, devendrán en guerras civiles y que estarán teñidas del ideario más o menos liberal en la mayoría de los casos, o un poco más conservador, en otros, según sus intereses o sus orígenes.

Es de esta dificultosa manera que se articularon los mercados internos con la economía internacional y se consolidó el poder de las clases oligárquicas en los diferentes países americanos, quienes controlaban los circuitos de la producción y circulación de bienes. Y es así como se realizó la expansión de la economía basada en la agro-exportación, la minería en algunos casos, y la importación de manufacturas. Así consolidado, el sistema de dominación fue tanto determinante como consecuencia de la expansión del capitalismo que comenzó con la internacionalización de las economías de los nacientes estados hispanoamericanos.

Este contexto de luchas y reconfiguraciones internas que se observa en buena parte de las noveles naciones hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, resulta un contexto poco favorable para el desarrollo de una vida universitaria y para que estas instituciones puedan sustraerse a las luchas intestinas.

Para esa segunda mitad del siglo XIX, casi todas las naciones iberoamericanas ya estaban independizadas de España –a excepción de Cuba y Puerto Rico- y de Portugal. Es un período signado por cierta decadencia de algunas de las universidades que habían sido importantes en el período colonial –algunas llegan a cerrarse-, pero también es el momento de nacimiento de otras, creadas en esa fase inicial de la vida independiente.

Así fue el caso de la Universidad de Buenos Aires en Argentina, las universidades Mayor de San Andrés y de San Simón en Bolivia, la Universidad de Chile, la Universidad Central del Ecuador, la Universidad de El Salvador, la Universidad Literaria y Pontificia de Chiapas en México, las universidades Nacional de la Libertad y Nacional de San Agustín en Perú, la Universidad de la República en Uruguay y la Universidad de Los Andes en Venezuela, todas ellas creadas antes de 1850. Es el calor inicial del impulso revolucionario y la necesidad de contar con universidades propias que tenían algunos de los nuevos estados, lo que explica en buena medida que, en un contexto tan convulsionado, se produjeran estas creaciones. Como signo distintivo de las mismas, son las primeras que surgen como iniciativas de los gobiernos criollos, aunque puedan tener alguna participación de las jerarquías eclesiásticas locales.

El triunfo de los procesos independentistas va a traer una consolidación de los ideales de la Ilustración, en detrimento de la escolástica tradicional y de la influencia omnipresente de la Iglesia, especialmente en estas nuevas universidades surgidas del proceso independentista.

Avanzando el siglo XIX, ya en su segunda mitad, se verá también un fuerte impulso a las ideas del positivismo, lo que es más acentuado en algunos países que en otros. En todo caso, tanto el avance del iluminismo como del positivismo, son tareas de una modernización que necesita romper lo que era visto como parte del pasado oscurantista ligado al dominio español y al absoluto predominio de la Iglesia. Se trata de un proceso que tiene distintas características en los países y que coincide con el declive español posterior a las independencias americanas. De esta forma, se sentaron las bases para el desarrollo autónomo más claro de los sistemas universitarios americanos, al haberse roto los vínculos políticos e ideológicos con la antigua metrópoli colonial.

Los antecedentes de la Reforma del ’18

Hablar de antecedentes supone una tarea demasiado amplia que no es posible realizar aquí cabalmente. Sin embargo, se pretende realizar un esbozo de algunas de las principales influencias en el pensamiento de quienes protagonizaron el movimiento reformista, para tratar de comprender mejor las interacciones que luego se presentaron y retroalimentaron las corrientes de pensamiento emancipador que explotaron en América con la Reforma.

Luego de un período de admiración por lo europeo no español, particularmente de las ideas francesas e inglesas en todos los ámbitos –de la política a la moda, pasando por la economía-, se produce en varios países la aparición de pensadores que reivindicaron el idealismo en oposición al positivismo que había dominado al mundo intelectual de esos últimos años.

Se ha señalado en muchas ocasiones la influencia que tuvieron algunos pensadores latinoamericanos en los jóvenes reformistas (13). Vale la pena un breve recorrido por algunos de los más notorios, que fueran reconocidos luego como “Maestros de la Juventud”(14) -la mayoría de ellos por su compromiso continuado por el movimiento reformista.

Desde el modernismo, movimiento clave para la renovación de la literatura hispanoamericana pero trascendiendo lo estrictamente literario, la inspiración del nicaragüense Rubén Darío es notoria y hasta es citado en La Gaceta Universitaria: “Y que los hijos nuestros dejen de ser los rétores latinos” (15).

Claro que también hay otros inscriptos en la misma corriente de renovación, que sumaron un pensamiento claramente emancipador y americanista, como es el caso del cubano José Martí, quien expresaba:

La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”(16).

Y asimismo alertaba sobre los peligros del imperialismo norteamericano:

ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber— puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”(17).

También desde el modernismo literario y con una clara recuperación de lo americano y, particularmente de lo indígena, se hizo notar la influencia del peruano Manuel González Prada quien afirmaba como crítica a la oligarquía limeña y como expresión de un pensamiento propio: "Hay un hecho revelador: reina mayor bienestar en las comarcas más distantes de las grandes haciendas, se disfruta de más orden y tranquilidad en los pueblos menos frecuentados por las autoridades"(18). No sólo influenciaría a los jóvenes cordobeses, sino que también su pensamiento fue guía para el desarrollo intelectual posterior de sus compatriotas Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, sobre los que se volverá a hablar.

Es claro el impacto de las ideas de las revoluciones rusa y mexicana en los estudiantes de Córdoba, a través de múltiples fuentes. Para el caso de México, es evidente la impronta de las ideas de Vasconcelos, quien en “La raza cósmica” plantea una dura crítica al racismo europeo y norteamericano que ve lo latinoamericano como inferior:

"Ellos...cometieron el pecado de destruir esas razas, en tanto que nosotros las asimilamos, y esto nos da derechos nuevos y esperanzas de una misión sin precedente en la historia... En ella se prepara de esta suerte la trama, el múltiple y rico plasma de la humanidad futura,...pero ahora que se inicia una nueva fase en la historia...comencemos haciendo vida propia y ciencia propia. Si no se liberta primero el espíritu, jamás lograremos redimir la materia"(19).

Pero en su caso, esto también va a llevarlo a una destacada influencia en la educación, propugnando la libertad de cátedra y de pensamiento, así como la reafirmación de los valores propios de América Latina en las aulas universitarias.

En Uruguay, José Enrique Rodó es otro de los Maestros de la Juventud que en su célebre “Ariel”, realiza una encendida defensa de lo americano con fuertes cuestionamientos a las lógicas del utilitarismo norteamericano:

Si ha podido decirse del utilitarismo que es el verbo del espíritu inglés, los Estados Unidos pueden ser considerados la encarnación del verbo utilitario. Y el Evangelio de este verbo se difunde por todas partes a favor de los milagros materiales del triunfo. Hispano-América ya no es enteramente calificable, con relación a él, de tierra de gentiles. La poderosa federación va realizando entre nosotros una suerte de conquista moral”(20).

Frente a este y otros males que aquejan a América, Rodó opone el idealismo y la fuerza de la juventud: “yo creo ver expresada en todas partes la necesidad de una activa revelación de fuerzas nuevas; yo creo que América necesita grandemente de su juventud”(21).

Otros pensadores que influyeron en los estudiantes reformistas, fueron argentinos. Entre ellos, Manuel Ugarte, quien fuera un precursor de las ideas socialistas aplicadas a la realidad americana. Sus preocupaciones y amistades literarias lo integran al modernismo y su accionar político a favor de la unidad latinoamericana y en contra del imperialismo norteamericano será fuente de inspiración para los reformistas del ’18 y varios de los principales propulsores de esas ideas en toda América. Señalaba en 1901, con respecto a la actitud de EEUU hacia América Latina:

De esta manera, cuando decide apropiarse de una región que ya domina moral y efectivamente, sólo tiene que pretextar la protección de sus intereses económicos (como en Texas o en Cuba) para consagrar su triunfo por medio de una ocupación militar de un país que ya está preparado para recibirle. Por eso al hablar de peligro yanqui no debemos imaginarnos una agresión inmediata o brutal que hoy sería imposible, sino un trabajo paulatino de invasión comercial y moral que iría acreciendo con las conquistas sucesivas y que irradiará cada vez con mayor intensidad desde la frontera en marcha hacia nosotros”(22).

José Ingenieros, que participó de la fundación del Partido Socialista en Argentina, al igual que Ugarte, aunque como él, terminara distanciándose, señaló lúcidamente los problemas de la mediocridad intelectual que denunciara el movimiento reformista años después.

La mediocridad intelectual hace al hombre solemne, modesto, indeciso y obtuso. Cuando no le envenenan la vanidad y la envidia, diríase que duerme sin soñar. Pasea su vida por las llanuras; evita mirar desde las cumbres que escalan los videntes y asomarse a los precipicios que sondan los elegidos. Vive entre los engranajes de la rutina”(...)

Las ciencias, el heroísmo, las originalidades, los inventos, la virtud misma, parécenles instrumentos del mal, en cuanto desarticulan los resortes de sus errores: como en los salvajes, en los niños y en las clases incultas”(23).

Leopoldo Lugones, también había contribuido a formar el pensamiento de los jóvenes reformistas señalando la importancia de la rebeldía juvenil ya en 1896.

Todos ellos y muchos otros más, buscan afirmar un ideal americano propio, lo que va a influenciar a varias generaciones de universitarios (24). Este pensamiento americano autónomo abrió huella.

Existe una asociación de ideas y conexiones menos señaladas con el movimiento español que, inspirado por Francisco Giner de los Ríos, da origen a la Institución Libre de Enseñanza, impulsando una dinámica de reforma educativa que propugnaba una mayor libertad de cátedra. Algunos de quienes se formaron en esta tradición, como José Ortega y Gassett, Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez, entre otros, tuvieron influencia directa en algunos de los jóvenes reformistas.

Hay que destacar, finalmente, que muchos de los citados fueron influencias mutuas entre sí, que compartieron amistades, correspondencia y tiempos de estadía en diversos países y ciudades donde coincidieron, como fuera el caso de Rubén Darío que estuvo en Argentina y Francia al mismo tiempo que muchos de los mencionados, o el de Ortega y Gassett y Unamuno, que tuvieron una larga relación con varios de los nombrados y largas estancias en la Argentina, además de quienes realizaron giras por varios países de América Latina, como Manuel Ugarte. Es ese el fermento común de ideales y pensamientos renovadores y emancipatorios, tanto en lo político, como con respecto al arte, la educación y la ciencia; siendo esas influencias más notorias y directas en la pluma más inspirada del movimiento reformista, autor del Manifiesto Liminar y quien fuera el máximo ideólogo e impulsor de la Reforma, Deodoro Roca.

Por qué la Universidad de Córdoba entró en crisis

Como se sabe, el movimiento reformista se inició en Córdoba, que fue una de las primeras universidades creadas en América, siendo la más antigua de las argentinas y la única que estaba funcionando antes de la independencia de lo que luego sería territorio nacional argentino. Por tal motivo, la Universidad de Córdoba tuvo características oscurantistas y oligárquicas en su funcionamiento, se basaba en el modelo escolástico tradicional, el derecho canónico era su máxima expresión formadora y tenía programas de estudio anticuados -en consonancia-, situación que no se produjo del mismo modo en las otras universidades de la Argentina, creadas posteriormente. De hecho buena parte de los revolucionarios del Río de la Plata habían realizado sus estudios como abogados en la Universidad Mayor de San Francisco Javier en Chuquisaca, donde el clima que se respiraba a fines del siglo XVIII y principios del XIX era de mucho mayor libertad y apertura que el de Córdoba, en parte por las ideas revolucionarias europeas y, en parte, por la cercanía con las rebeliones indígenas de Túpac Amaru y Túpac Katari en el altiplano, corazón de Sudamérica.

Durante buena parte del siglo XIX, la Universidad de Córdoba se mantuvo al margen de los conflictos internos entre federales y unitarios, siendo la provincia de Córdoba un bastión de estos últimos. Ello contribuyó a una continuidad de los estilos y modalidades de la enseñanza tradicional en la universidad.
  
La situación allí, como en toda la Argentina, se fue haciendo más compleja a partir de la inmigración masiva de fines del siglo XIX y principios del XX, acompañada del ascenso social de los sectores medios.

Luego de fallidos intentos revolucionarios (1890 y 1905) contra la República Conservadora de la generación del ’80, estos sectores medios, representados políticamente por la Unión Cívica Radical, lograron romper con el esquema oligárquico de gobierno que se había sucedido hasta el primer decenio del siglo veinte en Argentina, consagrando el sufragio universal, obligatorio y secreto y llevando como presidente a Hipólito Yrigoyen en 1916, como resultado de las primeras elecciones libres y sin fraude de la historia argentina (25).

Al mismo tiempo, estas clases o capas medias en ascenso, también buscaron el prestigio que daban mayores estudios y una formación universitaria que permitía mejorar la situación económica y laboral de los que eran hijos de inmigrantes. La provincia de Córdoba a partir de la inmigración, había logrado un importante aumento demográfico en su población que se había diversificado y triplicado entre 1895 y 1914.

Se ha discutido si el radicalismo constituyó una alternativa en el ámbito educativo. En general, es correcto plantear la heterogeneidad que caracterizó a este sector, por lo tanto, es complejo intentar plantear etiquetas uniformes para este período. Hubo un desarrollo moderado de las escuelas de artes y oficios, estaban dirigidas a una población urbana y artesanal, no estaban directamente vinculadas a la actividad industrial. También crecieron las “escuelas complementarias”, “educación de adultos con enseñanza de oficios que fue una de las mejores realizaciones del radicalismo”.(26) Lo que es indudable es que el “clima de época” había cambiado en el país a partir de 1916 y el ascenso al poder del radicalismo, hecho que contrastaba con la continuidad de un esquema demasiado tradicional en la Universidad de Córdoba.

Hacia 1885, cuando se sancionó la Ley Avellaneda sólo existían dos universidades: Córdoba, que era preexistente a la independencia y Buenos Aires, que había sido creada por la Provincia de Buenos Aires en 1821. Ambas fueron nacionalizadas de modo previo a la sanción de la ley, que fue el primer marco normativo del estado argentino en la materia: la primera en 1856 y la segunda en 1881.

Para 1918, momento del movimiento reformista en Córdoba, se habían creado otras dos universidades más, La Plata en 1890, con una orientación “moderna” y “científica”, y Tucumán en 1914, con una orientación “tecnológica de carácter regional”(27). De todas ellas, pero especialmente de Córdoba y Buenos Aires, por su mayor desarrollo histórico y por su centralidad en la política argentina, salían los cuadros para ocupar la función pública, los ministerios y la diplomacia.

Lo que sucedió en Córdoba en 1918 tiene una profusa bibliografía y no se desarrollará aquí, más que muy sintéticamente (28). Baste decir que se había intentado una reforma de carácter liberal -reconocido por el propio colectivo estudiantil en el Manifiesto Liminar de la Reforma-, que había sido producto de una intensa agitación estudiantil previa. Ante el clima convulsionado, el gobierno de Yrigoyen intervino la Universidad y con esta intervención se inició un proceso de democratización al llamar a una Asamblea Universitaria constituida por la totalidad de profesores titulares y suplentes, reemplazando a los cuerpos vitalicios que tenían el gobierno universitario. Esta Asamblea debía elegir Rector, esperándose que fuera electo un profesor comprometido con los cambios (Enrique María Paz), pero se eligió a uno que era expresión del pensamiento católico más tradicional (Antonio Nores), lo que provocó la irrupción de los estudiantes en la Asamblea y su finalización. El nuevo rector, Nores, integraba una asociación tradicional conocida como Corda Frates, que tenía una muy amplia influencia en la universidad, pero también en la política y la sociedad cordobesa. Así los catalogaban los estudiantes:

La ‘Corda’, esa hidra monstruosa que desorganizó al partido radical, que absorbió la municipalidad, que se impuso en el Consejo de Educación, que dominó al P.E. mismo[…] la ‘Corda’, esa grotesca parodia de la masonería que con el escapulario al pecho y la diatriba en los labios está en todas partes […] esa ‘Corda’ amenaza hoy con apoderarse de la conquista más legítima, más sagrada y más noble de la juventud de Córdoba: de la reforma universitaria”(29).

Como era de esperarse, el conflicto prosiguió, contando Nores con el respaldo del obispado de Córdoba y el de los poderosos miembros de la Corda Frates y los estudiantes con el de sectores populares y obreros que marchan a la huelga. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Nores renunció y el Gobierno Nacional vuelve a intervenir la Universidad, se reforman los estatutos para cumplir muchas de las demandas estudiantiles e ingresan muchos de los líderes reformistas a la docencia, como el propio Deodoro Roca.

A partir de allí nada sería igual. La Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, es creada al año siguiente en base a los preceptos reformistas. En la Universidad de Buenos Aires, las reformas que venían siendo realizadas, en buena medida, por quienes conducían la universidad, se consolidan y amplían. En la Universidad de La Plata el proceso de cambio y rebeliones estudiantiles continuó en 1919 y 1920, con características violentas y conflictos que terminaron con la reforma de los estatutos y la elección de nuevo Presidente (Rector).

Autonomía, cogobierno y Reforma

La relación entre la Universidad y el Estado se construye desde la existencia previa de la primera con respecto a los estados-nación modernos. En todo caso, en sus comienzos la universidad tiene autonomía frente al Papa y al Rey (en buena medida, las órdenes reales y las bulas papales establecían esos márgenes de acción autónoma), tanto en Europa como en el trasplantado modelo americano.

Con el tiempo, se encuentran en la historia un espectro amplio de modalidades, que van desde la Universidad autónoma y autárquica al estilo de Bolonia, París, Oxford, Salamanca y Cambridge, a la Universidad napoleónica, en que el Estado-Nación es a la vez garante y finalidad de la formación universitaria, sin omitir el modelo escocés –aunque escasamente relevante para América Latina- y el humboldtiano.

En posición intermedia se sitúa la Universidad pública latinoamericana, cuya relación con el estado, es redefinida por la Reforma de Córdoba de 1918 y el movimiento que genera en toda América Latina, incorporando elementos del modelo anglosajón de autogobierno y del modelo napoleónico en las ideas de igualdad de acceso, gratuidad y financiamiento estatal.

Es así que la autonomía de la universidad será crecientemente entendida como capacidad de establecer un autogobierno –expresado como cogobierno de los claustros, con participación estudiantil y de los profesores como mínimo- y, también, en buena medida, de contar con autarquía financiera para administrar sus recursos. Ambas condiciones fueron reconocidas en Argentina en 1919 como consecuencia directa del Grito de Córdoba y fueron aplicándose de manera dispar en otros países del continente, principalmente a partir de la década de los ’30 del siglo XX, no sin luchas estudiantiles de por medio.

Otro costado, particularmente relevante para el análisis del ámbito universitario, es su impulso renovador para el desarrollo de la ciencia (30) y su inclusión mucho más sistemática, en los claustros universitarios, todavía impregnados de la tradicional formación en leyes, teología y medicina, aunque había ya algunas facultades, escuelas y departamentos de ciencias exactas y naturales. Las carreras o programas académicos tecnológicos y científicos son hijos del mismo impulso modernizador que acompañó a la reforma, aunque ya había habido algunas políticas para impulsar la investigación científica y el desarrollo tecnológico, por parte de varios precursores. En todo caso, la vinculación profunda y necesaria entre docencia e investigación, así como las tareas de extensión, entendidas las tres como misiones principales de la universidad, es una herencia clara de los procesos reformistas.

Claro que no será esa la única herencia del reformismo universitario. De hecho, su influencia más profunda estará marcada por una reaparición en escena del ideal revolucionario americano (31) de fines del siglo XVIII y principios del XIX, contribuyendo a la recuperación de la necesidad de una identidad común y al destino de Patria Grande que habían soñado Bolívar y San Martín para una América unida e independiente.

Las ideas de la Reforma

El reformismo que impregnó a la universidad, constituye el más claro intento de impulsar cambios en el ámbito educativo por el gobierno radical; sin embargo, ese intento quedó sólo circunscrito al ámbito universitario, ya que no tuvo correlato en el sistema educativo en general. Es necesario considerar el marco general de debilidad política que tenía un partido relativamente nuevo y con experiencia muy limitada en el poder, lo que lo tornaba proclive a tomar como modelo, en numerosos aspectos (por ejemplo, la actitud ante las protestas obreras en crecimiento) al régimen conservador que había estado en el poder hasta su advenimiento (32)

Sin embargo, es imprescindible resaltar el papel de vanguardia que tendrán las ideas y pensamientos de algunos de estos jóvenes estudiantes y graduados protagonistas excluyentes de este proceso de Reforma Universitaria; así como su proyección continental y extra-continental, llegando a influir a los protagonistas del Mayo francés.

La herencia de Deodoro afloraría en la enorme rebelión de los años 60 y 70 y su influencia sería universal, a tal punto que como reconociera Daniel Cohn Bendit la rebelión juvenil europea del Mayo Francés, estaría inspirada directamente por su pensamiento, incluso textualmente en algunas de sus consignas tales como 'en los exámenes responda con preguntas' o 'prohibido prohibir', estampadas en los muros de París”(33).

El Manifiesto Liminar o Manifiesto de la F. U. de Córdoba publicado en La Gaceta Universitaria del viernes 21 de Junio de 1918 en su primera página titulaba su llamamiento a “La juventud argentina de Córdoba A los hombres libres de Sud América” en una clara expresión de fe emancipadora de lo que se consideraba un bastión del pasado colonial, clerical y oligárquico.

Es significativa la interpelación fundacional que los estudiantes cordobeses realizan a los jóvenes de América Latina, un continente joven, que tiene un futuro para construir y que debe estar atento a los nuevos intentos de dominio que se visualizan con el avance de Estados Unidos sobre la América hispánica. Un nuevo imperialismo, un nuevo peligro que debe ser evitado, enunciado, denunciado.

El Manifiesto comenzaba con una fuerte afirmación:

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.(34)

Hay una búsqueda deliberada de relacionar este acto libertario con los sucesos independentistas de Mayo. La premisa sería: ruptura con el pasado hispánico, continuidad de la gesta revolucionaria de 1810, para destacar en este movimiento también su planteo fundacional. “La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo”(35).

Esta declaración contiene, no sólo los argumentos por los cuales los estudiantes protestaron, marcharon y actuaron con violencia, sino que también, en forma muy sucinta, plantea una serie de principios que recorrerían todo el continente americano. Estas ideas permitieron sostener por un lado, las luchas de los otros estudiantes americanos rebeldes, que tomaron como modelo el ejemplo de de lo ocurrido en la Universidad de Córdoba y, por otro, fueron articuladoras de movimientos políticos que alzaron sus voces contra una conducción oligárquica que no permitía el avance ni la inclusión de otros sectores de la sociedad en el manejo del gobierno y la economía en el continente. Por esa razón la reiteración de los ideales libertarios está presente en la protesta cordobesa: “En la Universidad Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado desórdenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente”(36).

El cierre del Manifiesto es contundente en relación a lo expresado anteriormente, este movimiento que se ha puesto en marcha no es algo que empieza y termina en la Universidad de Córdoba, sino que, “La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia”(37).

La Gaceta Universitaria, que ya ha sido citada en este artículo, fue la herramienta fundamental de expresión de los estudiantes universitarios y comenzó a publicarse el 1º de Mayo de 1918. Esta significativa fecha nos vuelve a poner de manifiesto el clima de una época en la que se sucedieron importantes acontecimientos que generaron un nuevo escenario. En el mismo se desarrollará un debate ideológico complejo frente a un mundo signado por la guerra mundial inter-imperialista, la revolución rusa de 1917 y el ocaso de un liberalismo de viejo cuño que es criticado por derecha y por izquierda en la política europea y que penetra el mundo americano de la mano de los inmigrantes, pero también de los intelectuales en general y de los estudiantes en particular. La revolución mexicana y la guerra por la independencia de Cuba, por los motivos y a través de las influencias ya señaladas, también van a influir fuertemente el pensamiento y las manifestaciones de intelectuales y estudiantes en relación con estos acontecimientos y van a contribuir para realizar una lectura diferente desde este continente.

La Gaceta Universitaria tendrá una vida breve como publicación estudiantil. Su riqueza radicó en haberse convertido en una herramienta de construcción ideológica y de discusión no solo de las cuestiones académicas, sino también, de profundos debates en torno a disquisiciones tanto filosóficas como políticas, en relación a los problemas propios de la Argentina y el continente y a los que también eran objeto de debate en el mundo europeo.

Se observa una rica heterogeneidad en el pensamiento reformista que muestra como en el movimiento del 18 se entremezclaron los nuevos sectores -una primera generación de hijos de inmigrantes que accedía a la universidad- con los jóvenes hijos en rebeldía del patriciado cordobés. Este es el caso de uno de sus miembros más destacados y autor del manifiesto que analizamos, sobre el que ya se ha mencionado su rol decisivo: Deodoro Roca (38).

Todo este universo juvenil potenció el horizonte de la protesta estudiantil. La riqueza estuvo en los diversos aspectos que aparecieron de manera desordenada a partir de un pensamiento secularizado. En La Gaceta Universitaria son numerosas las citas y los comentarios apoyados en diversos filósofos y pensadores como: Voltaire, Marx, Proudhon, Nietsche, Spencer, Darwin, Comte, Freud, entre otros. Este fluir de ideas, un fuerte uso de la historia como elemento ordenador fueron muestra de pluralidad de testimonio con un elemento común que era su antidogmatismo. Lo que pareció amalgamar su pensamiento fue una práctica política común frente al poder de las academias ya que estas tenían en forma excluyente representación en la asamblea universitaria y frente a los jesuitas.

La Gaceta Universitaria ilustra con claridad lo que se expresa en el párrafo anterior:

La Revolución –porque esta es la palabra- que acaba de realizarse en Córdoba no es sino una de las tantas manifestaciones de la renovación que se anuncia, y acaso el preludio de la colaboración de la América latina en la vasta empresa. Emancipados políticamente de la tutela europea, permanecíamos, sin embargo, unidos al espíritu dogmático de aquella caduca civilización por ligazones de hierro. Habíamos abjurado de la tiranía real y de los privilegios de clase, pero continuábamos venerando los viejos símbolos del despotismo como cosas sagradas. Leyes, creencias, costumbres, ideas, normas, principios, todo estaba modelado en las desusadas formas de la vida. El alma sórdida y taciturna del coloniaje se filtraba por los resquicios más ocultos como un soplo de muerte. Vivíamos una ilusoria libertad (…)

Reducto de esas fuerzas regresivas y alma mater del misticismo enfermizo que nos entristece la vida era, evidentemente, la Universidad de Córdoba. En ella se hermanaban las doctrinas sombrías de la Iglesia Católica con la hosquedad de una Ciencia anquilosada; las fórmulas siniestras de la Inquisición con el casuitismo de la filosofía tomista; los procedimientos tenebrosos de los discípulos de Loyola con las glosas herméticas de la Instituta o de las Leyes de Indias. Enclavada en las entrañas de la República, albergaba en sus claustros silenciosos, desde los días de la Revolución de Mayo, el espíritu perverso del despotismo; y sus muros medievales fueron siempre los contrafuertes opuestos a los vientos de libertad que soplaban del lado del mar”(39).

La proyección del pensamiento emancipador y la Reforma.  

Uno de los protagonistas de la Reforma, aunque representante de la Federación Universitaria de Buenos Aires, Gregorio Bermann, ofreció algunas claves para distinguir las corrientes de pensamiento que van a convivir en el movimiento reformista y que tendrían continuidad en las interpretaciones que dieron de lo sucedido. Bermann, identificó seis grandes líneas (40): la primera, la teoría de la nueva generación americana, personificada por Julio V. González y José Ortega y Gasset; la segunda, ligada a las interpretaciones idealistas sostenidas, entre otros, por Carlos Cossio, Adolfo Korn Villafañe y Homero Guglielmini; la tercera, una corriente que enfatizó las consecuencias de la Reforma en el campo educativo y cultural, representados por Sebastián Soler, Germán Arciniegas y, parcialmente, Saúl Taborda; la cuarta, una corriente de izquierda que Bermann consideraba sectaria por estar ligada al Partido Comunista y en la que se incluye al segundo grupo Insurrexit de los años 30, en el que militaban Héctor P. Agosti, Paulino González Alberdi y Ernesto Sábato; la quinta, la ideología americanista que da origen al aprismo de Haya de la Torre y; la última, la corriente dialéctica sostenida por José C. Mariátegui, Julio A. Mella y Aníbal Ponce.

De todas estas corrientes que identifica Bermann, las que están llamadas a causar más honda influencia en el plano político y social, amplificando el mensaje de cambio y rebelión y del rol preferencial de los jóvenes, son las tres últimas. No debe interpretarse esta afirmación como una negación de la importancia de los postulados de la reforma para el ámbito educativo y universitario en sí mismos, pero no cabe duda de que su mayor repercusión histórica ha estado ligada al nacimiento de movimientos transformadores que se nutrieron de diversas fuentes, entre las que la idea de una juventud rebelde y comprometida con el cambio social proviene de la llama encendida por la Reforma.

De hecho, en la continuidad del movimiento se advierte una rápida ampliación y propagación hacia buena parte de los países americanos, con movimientos estudiantiles que se solidarizan activamente con los jóvenes cordobeses, desde Buenos Aires a México, de Santiago de Chile a La Habana, pasando por Montevideo, Lima, Quito y prácticamente todas las sedes universitarias entonces existentes.

No puede hablarse de la proyección del pensamiento de la reforma sin referirse muy brevemente a la crucial importancia de los centros y federaciones estudiantiles. En efecto, el mismo movimiento cordobés comienza con un Comité Pro-Reforma que casi inmediatamente, en mayo de 1918 se transforma en la Federación Universitaria de Córdoba en el mismo proceso, ya había sido creada en 1908 la Federación Universitaria de Buenos Aires y en abril de 1918, en pleno proceso de convulsión reformista es creada la Federación Universitaria Argentina. Al calor del éxito obtenido en las reivindicaciones estudiantiles argentinas y alentados por el clima de época ya reseñado, se crean otras federaciones estudiantiles en América Latina y se realiza el Primer Congreso Internacional de Estudiantes en la Ciudad de México en 1921, donde se crea la Federación Internacional de Estudiantes; se realiza en 1925 el Primer Congreso de Estudiantes Iberoamericanos (41), también en México; y se organiza el Primer Congreso Latinoamericano de Estudiantes en Santiago de Chile, en 1937 (42). Todas estas instancias fueron importantes para la difusión y discusión de ideas, el conocimiento personal de los dirigentes y la continuidad y retroalimentación del movimiento reformista.

Pero no es sólo el Manifiesto Liminar lo que inflama los ánimos estudiantiles: habían ya sembrado semillas de nuevos pensamientos los ya citados Martí, Vasconcelos y Rodó, así como el de los otros que antes se mencionaran como “Maestros de la Juventud” y que inspiraron a los jóvenes que abrazaron la causa reformista en América Latina. No podría pensarse en la importancia que tuvieron los ideales reformistas para Cuba, México, Perú y Uruguay por citar algunos de los países donde la influencia se hizo sentir más notoriamente, sin tener en cuenta la retroalimentación con los planteos de quienes habían inspirado a los jóvenes argentinos, que en muchos casos tuvieron un accionar emparentado directa o indirectamente con muchos de los estudiantes organizados en el movimiento. Algunos de los políticos más destacados de la primera mitad del siglo XX, al igual que buena parte de los intelectuales y artistas con mayor trascendencia, tanto en los ámbitos nacionales como regionales y mundiales, se inspiraron en los ideales reformistas y fueron activos militantes estudiantiles (43).

Si bien es cierto que anteriormente se reseñaron lo que según Bermann serían las seis tendencias principales legadas por el reformismo, no es menos cierto que la mayor influencia para la construcción de un pensamiento latinoamericano propio y emancipador estará dada por la continuidad y renovación del pensamiento de Martí, Vasconcelos, González Prada y Ugarte, que fueron seguidos por Julio Mella, Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Aníbal Ponce, el propio Deodoro Roca y otros tantos que fueron capaces de leer las necesidades de cambio social en una clave americana.

Uno de estos hitos es la fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, realizada en 1924 por Haya de la Torre en México, donde estudiaba en estrecha cercanía con Vasconcelos, que fuera Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y a la que legara su famoso y hasta hoy vigente lema: “Por mi raza hablará el espíritu”. Como su nombre lo indica, la propuesta inicial era la de constituirse como una fuerza política continental, inspirada en la necesidad de hacer sonar “la hora americana” de la que tanto se había hablado. No se consigue, pero dio origen a la fundación del Partido Aprista Peruano, su más claro hijo e influyó en la creación de otros partidos políticos latinoamericanos de origen aprista, como Acción Democrática de Venezuela, el Partido Liberación Nacional de Costa Rica, el Partido Socialista de Chile, el Partido Aprista de Cuba y el Partido Acción Popular de Panamá, entre otros. El ‘programa máximo’ aprista constaba de cinco puntos: «1. Acción contra el imperialismo yanqui; 2. Por la unidad política de América Latina. 3. Por la nacionalización de tierras e industrias. 4. Por la internacionalización del Canal de Panamá. 5. Por la solidaridad con los pueblos y clases oprimidas del mundo»(44).

También intervino de modo decisivo en los orígenes apristas otro gran dirigente peruano, José Carlos Mariátegui, conocido como el Amauta (del quechua: “maestro”, “sabio”). A diferencia de Haya de la Torre, Mariátegui va a profundizar una visión marxista latinoamericanista y por eso funda en 1928 el Partido Socialista del Perú, base del Partido Comunista Peruano. Su aguda visión de los problemas propios del continente, lo llevó a distanciarse de los dirigentes pro-soviéticos que comenzaron a ser mayoría en la sección latinoamericana de la III Internacional.

España nos legó, de otro lado, un sentido aristocrático y un concepto eclesiástico y literario de la enseñanza. Dentro de este concepto, que cerraba las puertas de la Universidad a los mestizos, la cultura era un privilegio de casta. El pueblo no tenía derecho a la instrucción. La enseñanza tenía por objeto formar clérigos y doctores […].

La revolución de la Independencia, alimentada de ideología jacobina, produjo temporalmente la adopción de principios igualitarios. Pero este igualitarismo verbal no tenía en mira, realmente, sino al criollo. Ignoraba al indio. La República, además, nacía en la miseria. No podía permitirse el lujo de una amplia política educacional”(45).

Aníbal Ponce, quien fuera codirector de la Revista de Filosofía con José Ingenieros, es otro de los pensadores que van a retomar una visión marxista latinoamericana y que va a influir en muchos otros. Dijo, en ocasión de celebrarse el décimo séptimo aniversario de la Reforma y para criticar a las interpretaciones “cándidas”:

“Creía [el reformismo] que la juventud tenía un valor en sí; que la historia era un choque perpetuo entre generaciones “polémicas” y generaciones “cumulativas”; y que bastaba por tanto desalojar de los claustros a los envejecidos y arrojar del gobierno a los mediocres, para que empezáramos a vivir la “hora americana”. No confiaba para eso en el único auxilio de sus fuerzas. En la calle y en la plaza había descubierto a un aliado formidable: el aguerrido y brioso proletariado americano. Pero aunque fraternizaba con él, y decía compartir sus ideales, le disputaba de hecho los puestos de comando y hasta pretendía esclarecerlo con su propia doctrina de las “generaciones”. Desdichada teoría y candorosa fatuidad a las que debió en buena parte su derrota […].

La “nueva universidad” a la que todos aspiramos, el “hombre libre”, cuya existencia queremos hacer una realidad sobre la tierra, exigen como condición primera la transformación radical de la sociedad sin alma. La universidad nuestra será libre cuando las masas americanas hayan conquistado también su libertad; cuando después de confiscar los latifundios, arrojar a los banqueros invasores y aplastar el enemigo de tantos siglos, empiecen a construir desde los propios cimientos la única sociedad en que podrán vivir la universidad “nueva” y el “hombre libre” (46).

Julio Mella, fundador del Partido Comunista Cubano, fue también un destacado discípulo de la reforma y participó activamente en recuperar la herencia de Martí, creando la Universidad Popular José Martí, inspirado en la Universidad Popular "González Prada" creada por Haya de la Torre en el Perú; con similares intenciones de facilitar el acceso a la universidad a los trabajadores y al pueblo. Luego, exiliado en México por la dictadura cubana de Machado, tendría notoria actuación en el Partido Comunista Mexicano, junto con otros jóvenes influenciados por Vasconcelos, la Reforma y la propia Revolución Mexicana -claro está-, como David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, entre muchos otros.

Finalmente, se hace necesario dedicar unas palabras a la perdurable influencia del gran ideólogo y propulsor del movimiento reformista, Deodoro Roca.

Su búsqueda permanente de la verdad, la belleza y el bien, lo articulan como un intelectual casi único en nuestra tierra, pues a ello sumaba su compromiso con el pueblo y la libertad: por las calles de Córdoba en 1918 los estudiantes rebeldes marchaban del brazo con los trabajadores de la Unión Obrera provincial -encabezada por el comunista Miguel Contreras- al grito de '¡Obreros y estudiantes unidos adelante!'. En la misma línea Deodoro sería detenido en 1919 cuando la matanza de la Semana Trágica”(47).

Él convirtió al sótano de su casa en Córdoba en un verdadero centro cultural por donde pasaron numerosos intelectuales, artistas y políticos comprometidos con el movimiento reformista y su continuidad en los diferentes sentidos aquí planteados: entre tantos otros pasaron por allí Macedonio Fernández, José Ingenieros, Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Stefan Zweig, el conde Keyserling, José Ortega y Gasset, Víctor Raúl Haya de la Torre, Eugenio d´Ors, Waldo Frank, y Rafael Alberti. La perdurabilidad de su pensamiento y la fuerza que transmitía a sus interlocutores signó también la realidad argentina y latinoamericana muchos años después:

Tras su muerte, un joven asmático se mudó a Córdoba por recomendación médica. Allí, en una ciudad donde estaba vivo el recuerdo de Deodoro, se hizo muy amigo del hijo de éste, Gustavo, lo que le permitió pasar tardes enteras en su biblioteca personal. Dos décadas más tarde, Ernesto Guevara también se convertiría en ejemplo y símbolo de la juventud latinoamericana”(48).

Dos de sus discípulos aportarían una nueva visión del marxismo, la revolución y el socialismo: Agustín Tosco y Ernesto Guevara”(49).

Conclusiones

El siglo XX ha sido el de la expansión de los sistemas de educación superior y apertura a los sectores obreros y populares en muchos de los países de la región, especialmente durante los gobiernos nacional-populares, que posibilitaron el acceso y desarrollaron ofertas especializadas de universidades e institutos tecnológicos (50).

Globalmente, puede afirmarse que ha habido un vínculo histórico entre el reformismo, la lucha estudiantil y los movimientos populares y de liberación nacional, con picos de expresión en las décadas del ’60 y ’70, en los que se produjo una radicalización de las luchas políticas con activa participación juvenil y estudiantil y en las que se retomaron y profundizaron muchas de las banderas reformistas, incluidas las de la unidad latinoamericana. La revolución cubana de 1959 y los levantamientos de Tlatelolco y París del ’68, tuvieron fuertes repercusiones en toda América Latina, incluyendo el Cordobazo (51) de ese mismo año, con nuevas características de unidad obrero-estudiantil contra una dictadura. Por otra parte, durante las dictaduras que se vivieron en la historia latinoamericana del siglo XX, el movimiento estudiantil formó parte -en la mayoría de los casos-, de los sectores opuestos al autoritarismo y reivindicó la democracia.

La recuperación del funcionamiento democrático sin interrupciones que comienza en la década de los ’80, encuentra a las universidades públicas compitiendo con un número creciente de privadas que forman parte de la expansión general de la educación superior y cubren necesidades que no han sido resueltas desde el Estado, abriendo nuevos campos de tensión entre universidades y estados.

Los ’90, con la adopción acrítica de las políticas y planteos neoliberales en educación, van a traer otros focos de conflicto y control para la educación superior.

La construcción de proyectos de desarrollo democrático, integrado e inclusivo en las sociedades de América Latina es todavía una tarea pendiente, a pesar de que se están consolidando procesos de gobiernos con nuevas mayorías populares. En consonancia con ello, se requieren políticas de formación adecuada para estas tareas, realizar la investigación científico-tecnológica que se necesita y generar conocimiento apropiado para estos proyectos. Ese es un desafío pendiente para las universidades latinoamericanas en el siglo XXI.





NOTAS:


1 CLARK, Burton. El sistema de educación superior, una visión comparativa de la organización académica. México D.F.: Nueva Imagen. 1983.
2 OSSENBACH SAUTER, Gabriela, “Estado y Educación en América Latina a partir de su independencia (siglos XIX y XX)”. Revista Iberoamericana de Educación. Madrid, España: OEI. Número 1. Enero-Abril (1993).
3 Véase a modo de ejemplo SARMIENTO, Domingo F. Facundo o Civilización y Barbarie en las Pampas Argentinas. Nueva York, 1868. Disponible en: http://books.google.com.ar
4 Véase CORNBLIT, O.; GALLO, E; y O'CONNELL, A. “La Generación del 80 y su Proyecto: Antecedentes y Consecuencias”. En Desarrollo económico vol. I, N° 4. Buenos Aires: IDAES. 1962. También BRUNO, Paula. “Un balance sobre los usos de la expresión generación del ‘80, 1920–2000”. Documento de trabajo N° 34. Departamento de Humanidades. Buenos Aires: Universidad de San Andrés. Enero 2005.
5 Véase CUCUZZA, R. et al. El sistema educativo argentino. Buenos Aires: Ed. Cartago. 1985; PUIGGRÓS, Adriana (dir.). Sujetos, Disciplina y Currículum en los orígenes del sistema educativo argentino. Buenos Aires: Editorial Galerna. 1990.
6 Hablar de las universidades en América Latina, antes del siglo XX es hablar de las que había en los países de colonización española, ya que en Brasil sólo comienzan a existir a partir del siglo XX. Por otra parte, preferimos América Latina a Iberoamérica, por ser un término de uso frecuente a partir de la década de los ’60 y ’70 del siglo XX, con una nueva recuperación del proyecto común, más inclusivo y dando cuenta de las múltiples identidades que se forjaron en el espacio americano no anglosajón, contra el cual se erige esta construcción identitaria latinoamericana.
7 En 1636 fue fundada la Universidad de Harvard con el nombre de Harvard College, creada según el modelo de Cambridge y por la acción conjunta de un particular (John Harvard) y la legislatura colonial de Massachusetts.
8 Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino (actual Universidad Autónoma de Santo Domingo), en la actual República Dominicana en 1538; Universidad Mayor de San Marcos en Lima, Perú y la Real y Pontificia Universidad de México (actual UNAM), ambas en 1551; Universidad Tomista de Santafé, Nuevo Reino de Granada (actual Universidad Santo Tomas) en Bogotá, Colombia en 1580; la Universidad de Córdoba (Colegio Máximo en sus inicios) en Argentina en 1613 (aunque obtiene una bula papal recién en 1621); la Universidad Mayor de San Francisco Xavier en Chuquisaca, actual Bolivia y Real y Pontificia Universidad de Mérida en México, ambas en 1624; Colegio Mayor de San Bartolomé, devenido luego Universidad Javeriana en 1621 y Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario luego Universidad del Rosario en 1654, ambas en Bogotá, Colombia; Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo de Guatemala en 1676; Real y Pontificia Universidad de San Cristóbal de Huamanga (actual Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga), en Ayacucho, Perú, en 1677; la Universidad de San Antonio Abad del Cusco, en Perú en 1692; Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, en Cuba, y Real y Pontificia Universidad de Caracas (actual Universidad Central de Venezuela), ambas en 1721; Real Universidad de San Felipe (actual Universidad de Chile) en Santiago de Chile, Chile, en 1747; Universidad de Guadalajara, en México, en 1791; Universidad de Mérida, en Venezuela, en 1806 y Universidad de León, en Nicaragua, en 1813. Se han considerado sólo las que no fueron extinguidas, incluyendo a aquellas que dejaron de existir por un tiempo y luego continuaron. Véase GARCÍA GUADILLA, Carmen. Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana. Caracas: IESALC-UNESCO/CENDES/bid & co. Editor. 2008.
9 RODRÍGUEZ CRUZ, Águeda. “Protagonismo de la Universidad de Salamanca en los pensadores y forjadores de las universidades hispanoamericanas”. En GARCÍA GUADILLA, Carmen. Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana. Caracas: IESALC-UNESCO/CENDES/bid & co. Editor. 2008.
10 RODRÍGUEZ CRUZ, op.cit.
11 GARCÍA GUADILLA, op.cit.
12 OSZLAK, Oscar. La Formación del Estado Argentino. Buenos Aires: Editorial de Belgrano. 1985, pág. 33.
13 Al respecto, véase BERMANN, Gregorio, Juventudes de América, Buenos Aires, Losada, (1946); KOHAN, Néstor. Deodoro Roca, el hereje, Buenos Aires: Ed. Biblos (1999); LAPOLLA, Alberto J. “La Reforma Universitaria de junio de 1918 y su Impronta Universal”, En Revista La Memoria de Nuestro Pueblo. Buenos Aires. Julio (2004); entre otros.
14 El movimiento reformista solía referirse a algunos destacados intelectuales como "Maestros de la Juventud" a partir de haberlos declarado así en el Primer Congreso de Estudiantes Iberoamericanos en México, en 1925. Entre ellos se encontraban José Martí, José Vasconcelos, José Enrique Rodó, Miguel de Unamuno, José Ingenieros, Alfredo Palacios,, Manuel González Prada, entre otros.
15 La Gaceta Universitaria. Año 1 N° 10, página 3. Cita de R. Darío extraída de “Salutación del Águila”.
16 MARTÍ, José. La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891. Fuente: http://es.wikisource.org/wiki/Nuestra_América
17 MARTÍ, José. Carta a Manuel Mercado. Fuente: http://es.wikisource.org/wiki/Carta_a_Manuel_Mercado
18 GONZÁLEZ PRADA, Manuel. "Nuestros indios". En Horas de Lucha, Lima, (1908). Fuente: http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2005/2005terc/educacion/nuestros-indios-030905.asp
19 VASCONCELOS CALDERÓN, José. “La raza cósmica”. En Obras Completas, t. II, México: Libreros Mexicanos, 1958, p. 903-942. Fuente: http://www.analitica.com/Bitblio/jose_vasconcelos/raza_cosmica.asp
20 RODÓ, José Enrique. Ariel. Fuente: http://es.wikisource.org/wiki/Ariel
21 RODÓ, op. cit.
22 UGARTE, Manuel. “El peligro yanqui”, En El País. Buenos Aires, 19 de octubre de 1901. Fuente: http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/argentina/ugarte.htm
23 INGENIEROS, José. El hombre mediocre. Madrid, Porrúa (1913). Fuente: http://www.utopiavirtual.com/doc/mediocre.pdf
24 GARCÍA GUADILLA, op.cit.
25 DEL MAZO, G. El radicalismo: ensayo sobre su historia y doctrina. Buenos Aires: Ediciones Gure (1957).
26 PUIGGRÓS, Adriana (dir.). Escuela, Democracia y Orden (1916-1943). Buenos Aires: Editorial Galerna. (1992), pág. 34.
27 KROTSCH, Pedro. Argentina. En GARCÍA GUADILLA, Carmen. Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana. Caracas: IESALC-UNESCO/CENDES/bid & co. Editor. (2008).
28 Véase BUCHBINDER, Pablo. Historia de las Universidades Argentinas. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. (2005); CIRIA, A., SANGUINETTI, H. La reforma universitaria. Buenos Aires: CEAL. (1987); CÚNEO, D., DEL MAZO, G. La reforma universitaria. Caracas: Biblioteca Ayacucho. (1978); PORTANTIERO, Juan Carlos. Estudiantes y política en América Latina. El proceso de Reforma Universitaria. México D.F.: Siglo XXI. (1978); entre otros.
29 La Gaceta Universitaria. Año I N° 9 página 1.
30 “…la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático”. Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria. La Gaceta Universitaria. Año I, Nº 10, pág. 1
31 “…estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”. Ibíd.
32 TEDESCO, Juan Carlos. Educación y sociedad en la Argentina (1880-1945). Argentina. Siglo XXI. 2003.
33 LAPOLLA, op. cit..
34 Manifiesto Liminar, op. cit.
35 Ibíd.
36 Ibíd.
37 Ibíd.
38 Véase KOHAN, op. cit., entre otros.
39 La Gaceta Universitaria. ño I, Nº 10, pág. 3
40 BERMANN, op. cit.
41 Allí es donde se produce la declaración de “Maestros de la Juventud” ya citada
42 PORTANTIERO, op. cit.
43 Sin que la presente enumeración sea taxonómica, podemos citar los casos del considerado padre de la Reforma Universitaria, Deodoro Roca, Homero Manzi y Alfredo Palacios en Argentina; Darcy Ribeiro en Brasil; Pablo Neruda en Chile; Rodrigo Facio en Costa Rica; Germán Arciniegas en Colombia; Miguel Ángel Asturias en Guatemala; David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y el propio Vasconcelos en México; Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui en Perú; así como Rómulo Betancourt en Venezuela; son algunos de los más reconocidos protagonistas e hijos de la Reforma Universitaria en sus primeros años de vigencia.
45 MARIÁTEGUI, José Carlos. 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.Empresa Editora Amauta S.A., Lima, Perú. (1996).Fuente: http://www.yachay.com.pe/especiales/7ensayos/ENSAYOS/Ensayo4A.htm
46 PONCE, Aníbal. “Condiciones para la Universidad Libre”. Discurso pronunciado el 17 de junio de 1935. Fuente: http://www.labravo.com.ar/Politicas/IdRef/APonce.htm
47 LAPOLLA, op. cit.
48 PEDRÓ, Fernando. “Deodoro Roca. Entre influencias y olvidos”. En Revista Asterión XXI. Buenos Aires. N°4. (2002). Disponible en: http://www.asterionxxi.com.ar/numero4/deodororoca.htm
49 LAPOLLA, op. cit.
50 El caso del peronismo en Argentina es notorio al respecto. Véase PITTELLI, Cecilia y SOMOZA RODRIGUEZ, Miguel. “Peronismo: Notas acerca de la producción y el control de símbolos. La historia y sus usos”. En: PUIGGRÓS, Adriana (dir.). Discursos pedagógicos e imaginario social en el peronismo (1945-1955). Tomo VI. Buenos Aires: Galerna. (1995); entre otros.
51 Véase SCHMUCLER, Héctor. El Cordobazo, la Universidad, la memoria. Buenos Aires: Estudios. (1994).




 PUNTO Y APARTE








































El origen histórico de los gobiernos en que vivimos.También sucede en Perú.





Qué es REALMENTE la democracia?





Discurso de Octavio Paz En La Entrega Del Premio Nobel 1990




CHARLES BUKOWSKI (CONFESIÓN)




Charles Bukowski (No hay camino al paraíso)





GAIA - S.A.M.





LOS CUNCHES - MARITA





Luis Guzmán - Los Gusanos





Adri Vainilla - A prisa de prisa





The Stone Roses - Bye Bye Badman





JABES - Musa Perfecta





radikal people & callao cartel free style





GAIA - CAPITAN SUICIDA





Daniella Saettone & El Marshall - Gran Vía





Joaquín Sabina - Amor se llama el juego





La habitación roja - nuestro momento





Babasonicos - Nosotros





INDIOS - Hablarte del amor





Los fresones Rebeldes - Tienes novia?





La Habitación Roja - "Los mejores momentos de nuestra vida"





Joaquin Sabina - Embustera





Luciano Quispe - Flor de Cantuta




Miguel Mansilla-Yaravies




"Palomita dónde vais" - yaraví




Guitarra Ayacuchana - Gentil Gaviota [HD] Huayno




Meyer alvites - huerfano pajarillo






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