A continuación un tema que ha ocasionado polémica y debates : la supuesta homosexualidad de Hitler y de algunos Nazis.Un tema que los seguidores fanáticos y los propios nazis negaron así como negaron y ocultaron otras cosas.......los siguientes artículos lo explica. (*)
Hitler era homosexual, según un historiador alemán
Adolf Hitler era un homosexual
encubierto y utilizó su carisma homoerótico para acumular poder, dijo el
miércoles un destacado historiador alemán.
El libro de Lothar Machtan, “El
secreto de Hitler: La doble vida de un dictador”, argumenta que conocer la
orientación sexual del líder nazi puede ayudarnos a comprender su vida.
Su lanzamiento ha causado
sensación en la Feria del Libro de Francfort de este año.
“Hay cosas en la vida de Hitler
que son enigmáticas. El conocimiento de su homosexualidad puede ayudarnos a
entenderle mejor”, dijo Machtan, profesor de historia moderna en la Universidad
de Bremen, en una entrevista a Reuters en la feria.
“La cuestión clave no es que
pueda revelar la verdad universal sobre Hitler. Pero su homosexualidad podría
ser un eslabón perdido que nos ayude a entender elementos poco claros en su
vida”.
Hitler aprendió a manipular su
“potencial homoerótico” y utilizó su “carisma erótico” para ganar poder.
“Si miramos el importante círculo
de personas alrededor de Hitler, un conocimiento de su homosexualidad hace más
fácil comprender cómo un hombre como él, sin contactos o influencia, puede
convertirse en tan poderoso”, dijo Machtan.
Hitler utilizó su carisma para
lograr el apoyo de grupos como la milicia Freikorps y los nazis “camisas
pardas”, que proporcionaron la fuerza que ayudó a su ascenso al poder en la
democracia caótica de la República de Weimar.
“Estos grupos sólo de hombres
buscaban un teórico que presentara la visión de un hombre ideal”, dijo Machtan.
“Hitler explotó esto”.
Pero aunque Machtan afirma que
“Hitler amaba a los hombres” también subraya que su impulso estaba muy
reprimido: “Nunca podía negar su homosexualidad totalmente pero tampoco podía
vivirla completamente. Fue un hombre que nunca era lo que aparentaba”.
Biografías previas han hablado de
las relaciones ambiguas de Hitler con su sobrina Geli, que se suicidó en 1931,
y con Eva Braun, la compañera con la que se casó horas antes de su pacto
suicida al final de la guerra en 1945.
Machtan reconoce que no hay una
prueba irrefutable de que Hitler fuera “gay” o actuara de acuerdo a ningún
deseo homosexual.
Pero argumenta en el libro que
Hitler llevó un estilo de vida “gay” en sus primeros días en Viena y Munich y
tuvo una serie de amigos homosexuales en la década de los 20.
Hitler pensó que podría ser
chantajeado por su pasado, dijo Machtan, y su temor le llevó a la sangrienta
purga de muchos camaradas “gays” durante la “Noche de los cuchillos largos” en
1934, incluyendo a Ernst Roehm, el líder de las fuerzas de choque nazis.
“El hecho de que Hitler sintiera
que podría ser chantajeado por su pasado jugó un enorme papel en sus decisiones
políticas”, dijo Machtan.
Los homosexuales fueron oprimidos
brutalmente tras la llegada al poder de Hitler en 1933. Decenas de miles
murieron en campos, forzados a llevar un triángulo rosa donde las víctimas
judías de los nazis llevaban una estrella amarilla.
Sin embargo, comprender la
sexualidad de Hitler no explica la política de exterminio masivo de los judíos,
dijo Machtan.
“No explica muchas cosas como el
Holocausto. Sería absurdo explicar el Holocausto basándose en la homosexualidad
reprimida”, dijo.
Machtan negó cualquier sugerencia
de que su trabajo fuera hostil a los homosexuales.
Visiones previas de Hitler
tendían a retratar al hombre privado detrás del dictador como una “cáscara
vacía”, dijo el autor. *
El secreto de Hitler
LOTHAR MACHTAN
Planeta. Barcelona, 2001. 404
páginas, 2.900 pesetas
Por :CÉSAR VIDAL
Corría el año 1949 cuando en
Italia se publicaron las memorias de un antiguo nazi, Eugen Dollmann, con el
explícito título de Roma nazista. La obra afirmaba ya en su primer capítulo la
condición de homosexual de Hitler.
Sin embargo, durante décadas
nadie pareció dispuesto a continuar investigando, en buena medida porque la
Alemania de posguerra podía sobrellevar el peso de haber seguido a un genocida
pero no el baldón de haberse dejado guiar por alguien al que la opinión pública
habría calificado casi unánimemente de pervertido sexual. Sin embargo, como
deja de manifiesto Machtan, las pruebas de la homosexualidad de Hitler eran
abundantes y durante los años 20 y 30 estuvieron al alcance de docenas de
personas. El documento Mend, por ejemplo, describía la relación homosexual que
Hitler mantuvo durante la primera guerra mundial con su compañero de armas
Ernst Schmidt. Aún más reveladora fue la colección de declaraciones recogidas
por la policía antivicio en las que multitud de jovencitos prostituidos dejaron
constancia de cómo Hitler iba a buscarlos para invitarlos a comer, llevarlos a
su casa y acostarse con ellos. Como indicaría en sus memorias P. M. Lampel, la
homosexualidad de Hitler “para muchos de nosotros, antiguos Camaradas del
Cuerpo de Voluntarios, no era desconocida”. Podría haberse añadido que era
compartida por un número nada reducido de jerarcas nazis.
No obstante, apenas se
convirtió en una figura pública, Hitler sufrió la amenaza del chantaje por
parte de personas que sabían de su vida sexual. El futuro Föhrer pagó a los que
le amenazaban pero en 1933, con la llegada al poder, la situación cambió radicalmente.
Y en 1934, durante la noche de los cuchillos largos, Hitler procedió a la
ejecución de un número de militantes de las SA que incluían a notorios
homosexuales como Ernst Rühm. Semejante baño de sangre no significó el final
del enorme peso que los homosexuales tenían en el seno del nazismo. De hecho,
Rudolf Hess, sucesor oficial del Föhrer, o Von Schirach -ambos homosexuales-
conservaron sus puestos jerárquicos. Sin embargo, se guardaron las apariencias.
En primer lugar, se articularon normas legales que castigaron a los que
calumniaran a Hitler y que reprimieron a los que siendo homosexuales adoptaban
modelos feminoides. La Ley de la insidia, por ejemplo, fue aplicada en un 50
por ciento de los casos para castigar a personas que habían señalado que Hitler
era homosexual. Su relación con Eva Braun -una tapadera- funcionó moderadamente
bien, aunque los que convivían con la pareja sabían de sobra que entre ellos no
había nada de sexual.
El libro de Lothar Machtan
constituye un magnífico y documentado estudio sobre una faceta oculta, quién
sabe si decisiva, de la vida privada de Hitler. Aunque en algún aspecto
concreto su argumentación no llega a convencer del todo, la tesis del libro
queda demostrada más allá de toda duda. Machtan no entra, sin embargo, en las
posibles consecuencias que la inclinación sexual de Hitler pudo tener en su
ideología política y al lector le hubiera gustado saber, por ejemplo, si el
origen de su antisemitismo -y anticristianismo- pudo estar relacionado con la
condena que las dos religiones monoteístas han formulado siempre contra las
conductas homosexuales. En cualquier caso, Machtan ha escrito un libro de
consulta obligatoria para todo el que desee profundizar en la psique y en la
trayectoria vital de Adolf Hitler.
Uno de los mayores misterios del Tercer Reich: ¿Era Adolf Hitler
homosexual?
La sexualidad del líder nazi ha
sido objeto de una abundante especulación durante los últimos años.
Héctor Fuentes
Durante décadas la sexualidad de
Adolf Hitler ha sido objeto de un largo debate entre numerosos historiadores,
algunos de los cuales aseguran que el controvertido líder del Tercer Reich
nacido en Austria en 1889, famoso por desatar la Segunda Guerra Mundial y el
Holocausto de los judíos, pudo haber sido homosexual o bisexual.
El historiador Lothar Machtan, en
su libro “El secreto de Hitler”, aseguró que el Führer estuvo relacionado con
un movimiento gay surgido en Alemania a principios del siglo XX que abogaba por
paradigmas hipermasculinos que excluían totalmente a las mujeres y propugnaba
la práctica homosexual como signo de superioridad. Eugen Dollmann, un soldado
que publicó sus memorias en Italia en 1949, también afirmó que el Führer era
gay. El documento Mend, elaborado por Hans Mend, antiguo compañero de guerra
del líder nazi, también reveló algunas controvertidas vivencias que el dictador
compartió en su juventud con algunos camaradas de cuartel, en especial con su
inseparable “compinche” Ernst Schmidt, quien supuestamente habría sido su
compañero sentimental.
En el documento Mend puede leerse
que “el soldado (Ernst) Schmidt (actualmente maestro de obras en Garching,
cerca de Munich), con el que Hitler tenía amistad desde antes, y con el que
había trabajado ocasionalmente en la construcción, era su compinche. También
solía andar con los soldados Tiefenbóck (actualmente propietario de un comercio
de carbón en Munich) y Wimmer (tranviario en activo en Munich). Los tres eran
ordenanzas al servicio de mando del regimiento. (…) Entre tanto habíamos
conocido a Hitler más a fondo. Notamos que nunca salía con ninguna mujer. Entre
nosotros se despertó desde un principio la sospecha de que fuera homosexual,
pues ya le conocíamos otras anormalidades. Era extraordinariamente excéntrico y
mostraba en ese sentido rasgos afeminados. Nunca tenía un propósito fijo, ni
tampoco convicciones firmes. En 1915, estábamos entonces en la fábrica de
cerveza Le Fébre en Fournes y teníamos colchonetas de paja. Hitler dormía por las
noches junto a Schmidt. Una vez oímos un crujido en la paja y uno de nosotros
encendió su linterna eléctrica y nos dijo: “Ya está de nuevo esa parejita
haciendo de las suyas”.
En una supuesta carta escrita por
Adolf Hitler a su amigo de juventud, el funcionario, músico y escritor
ocasional August Kubizek, el líder nazi le dice lo siguiente: “Me gustaría
mucho volver a recordar contigo cuando haya pasado el tiempo de mis luchas más
duras los más bellos años de mi vida”. Kubizek, por su parte, quien escribiría
en 1953 un libro llamado “Adolf Hitler, mi amigo de juventud”, recordó del
siguiente modo aquellos tiempos: “Nadie en el mundo me ha querido tan
entrañablemente ni me ha tratado mejor …(Hitler) no podía soportar que saliera
o hablara con otros jóvenes. Para él, en ese sentido, se trataba de una
exclusividad absoluta”.
Estos hallazgos históricos, según
algunos, vendrían a reforzar la tesis de la supuesta homosexualidad de Adolf
Hitler y de que la famosa “Noche de los cuchillos largos” de 1934, una sangrienta
purga que los nazis realizaron para apoderarse de todas las estructuras del
estado alemán, y donde fueron asesinados 85 jefes y jerarcas de las SA o
Sturmabteilung, una organización paramilitar nazi, y del mismo partido nazi,
tuvo entre otras causas la de eliminar a homosexuales como Ernst Röhm, jefe de
las SA y homosexual confeso, quien supuestamente sabía demasiado de las
inclinaciones sexuales del líder del Tercer Reich. Para los que apuestan por
esta controvertida teoría, la famosa relación de Hitler con su amante Eva Braun
habría sido sólo una tapadera para salvaguardar su imagen pública.
Los informes de la OSS
En 1943 la Oficina de Servicios
Estratégicos (OSS según sus siglas en inglés), una organización de inteligencia
que se creó antes de la CIA, recibió un informe titulado “A Psychological
Analysis of Adolf Hitler: His Life and Legend” (“Un análisis psicológico de
Adolf Hitler: su vida y su leyenda”), escrito por Walter C. Langer con la
colaboración de otros psicoanalistas, con el propósito de entender y estudiar
al dictador alemán. En este informe se analizó los años de la vida de Hitler en
Viena y sus supuestas primeras experiencias sexuales, entre ellas la “probable
infección de una enfermedad venérea con una prostituta judía”, una sífilis
posiblemente contraída en la Primera Guerra Mundial cuando Hitler era un
soldado. Por ello, los síntomas mentales y físicos que afectaron al dictador
germano durante los últimos años de su vida (delirios, alucinaciones, temblores
en uno de sus brazos) se habrían debido a un estado terciario de esta
enfermedad.
Otro informe recabado por la
misma OSS afirmaba, respecto de Hitler, que “su vida sexual es doble como su
visión política: es al mismo tiempo un homosexual y un heterosexual, un
socialista y un ferviente nacionalista, un hombre y una mujer”, concluyendo que
Hitler era, en 1942, “un hombre con toda probabilidad aún en el estadio de la
pubertad y aún, en el significado esencial de la palabra, virgen”.
Ernst Hanfstaengl, un miembro del
círculo interno de Hitler en los primeros años antes de que éste se hiciera con
el poder, y que en 1937 terminó en una cárcel canadiense tras haber abandonado
Alemania, también escribió sobre la sexualidad del líder nazi: “Tuve la
sensación de que Hitler era uno de esos que no era ni de carne ni de pescado,
así como tampoco gay o hetero. Llegué a la conclusión de que era impotente o de
los que preferían masturbarse”.
Hitler heterosexual
Mientras algunos académicos como
Jack Nusan Porter aseguran que “la sexualidad de Hitler es que era asexual en
el sentido tradicional de la palabra”, otros han negado de plano las
aseveraciones respecto de su supuesta homosexualidad, afirmando que en realidad
son simples embustes para denigrar la figura del Führer alemán y criminalizar
aún más la triste fama del Tercer Reich en la historia contemporánea. Estos
historiadores afirman que Hitler tuvo una clara orientación heterosexual y que
tuvo a lo largo de su vida seis amantes (dos de las cuales se suicidaron, como
su sobrina Geli Raubal), la última de las cuales fue Eva Braun, a quien conoció
en 1929 y con quien contrajo matrimonio el 29 de abril de 1945, un día antes de
quitarse la vida en su búnker de Berlín.
Un ejemplo significativo de
la supuesta heterosexualidad de Hitler, según estos mismos autores, ocurrió
cuando desautorizó a uno de sus aliados más cercanos, Ernst Röhm, jefe de las
SA, quien supuestamente debido a su “comportamiento sexual inmoral” fue uno de
los tantos líderes nazis asesinados durante la “Noche de los Cuchillos Largos”.
Röhm, comandante de las SA y homosexual declarado como se mencionó
anteriormente, había instaurado en su organización una filosofía política
rayana en el homoerotismo: “Sólo deciden los hombres. Los desertores políticos
y las mujeres histéricas de ambos sexos deben abandonar el barco cuando de lo
que se trata es de combatir”, proclamó una vez.
Joseph Goebbels, futuro ministro
de propaganda del Tercer Reich, habría justificado el asesinato de Röhm y de
otros jerarcas nazis afirmando que los jefes de las SA “estaban a punto de
hacer caer sobre toda la dirección del partido la sospecha de una insultante y
asquerosa anormalidad sexual”. Por lo demás, según los mismos historiadores,
tampoco es gratuito que durante el Holocausto cerca de 100 mil personas fueran
enviados a campos de concentración acusados precisamente de ser… homosexuales.
La polémica relación entre
Hitler y Eva Braun
Antony Beevor, uno de los más
reputados historiadores que han abordado la Segunda Guerra Mundial, autor de
libros como “El Día D: la batalla de Normandía”, “Stalingrado” y “Ardenas 1944,
la última apuesta de Hitler”, reveló en su premiado libro “Berlín: La Caída:
1945” que el médico Karl Brandt, cirujano de Eva Braun y comisario del Reich de
Sanidad, y quien fuera ajusticiado por los aliados al final de la guerra por
haber llevado a cabo asesinatos con eutanasia y experimentos médicos con
prisioneros, redactó antes de morir a sus captores estadounidenses un ingenioso
informe titulado “Las mujeres del entorno de Hitler”.
Beevor relató que, “según Brandt,
el Führer no había llegado a casarse porque “quería mantener con vida en los
corazones del pueblo alemán la leyenda mística de que, mientras siguiera siendo
soltero, quedaría siempre la posibilidad de que cualquiera entre las millones
de mujeres alemanas acabase por lograr la alta distinción de encontrarse al
lado de Hitler”. Al parecer el dirigente nazi llegó incluso a hablar de esto
ante Eva Braun. “Cuanto más grande sea el hombre, más insignificante habría de
ser la mujer”, le dijo”.
Antony Beevor añadió en su libro
que “la sexualidad de Hitler ha sido objeto de muchísima especulación durante
los últimos años. De cualquier manera, resulta difícil dudar de que reprimía su
lado homosexual en beneficio de su imagen en tanto viril caudillo del pueblo
alemán. Esta represión explica en gran medida su maníaca energía y su afán por
crear mitos. Algunos miembros de su entorno doméstico insisten en afirmar que
nunca llegó a copular con Eva Braun; sin embargo, su doncella personal está
persuadida de lo contrario, por cuanto aquella tomaba píldoras para suprimir su
ciclo menstrual cuando llegaba a la residencia de Berghof. La horrible
halitosis que sufrió el dirigente nazi hacia el final de su vida debió haberlo
hecho aún menos atractivo en lo físico que antes, aunque Eva Braun, al igual
que otras amigas íntimas, seguía locamente enamorada de él. No hay ninguna prueba
concluyente a favor o en contra, pero el beso apasionado que más tarde le daría
Hitler cuando ella se negó a abandonar el búnker y a buscar la seguridad de
Baviera hace que se tambalee la teoría de que nunca hubo ninguna forma de
contacto sexual entre ellos”.
Beevor añadió que “otro
testimonio que parece confirmar la naturaleza sexual de la relación entre
Hitler y Eva Braun durante los primeros tiempos procede de Albert Speer, quien
puede considerarse el confidente masculino más cercano a Eva Braun. Según indicó
éste a Gitta Sereny, aquella había acudido a él llorando cierto día para
decirle:”El Führer me acaba de pedir que me busque a otro hombre, porque él ya
no puede satisfacerme”.
PREPUBLICACIÓN | EL
SECRETO DE HITLER
Cómo Hitler ocultó su
homosexualidad
Por : LOTHAR MATCHAN
Hitler hizo asesinar entre el 30
de junio y el 3 de julio de 1934 a unos 150 «opositores al régimen». Durante el
transcurso de la acción, Hermann Göring ordenó la destrucción o requisa de
todos los documentos hallados en los correspondientes registros, e
inmediatamente después el gobierno del Reich aprobó la Ley sobre medidas del
estado de emergencia, que daba simplemente por «buenos» los asesinatos. Con
ello se había privado a la justicia del fundamento para cualquier
investigación.
La estremecida opinión
pública pedía naturalmente explicación y justificación, por lo que el mayor
demagogo nacionalsocialista después de Hitler tuvo que «aclarar» al pueblo
alemán el trasfondo de aquel hecho sangriento. El 1 de julio, esto es, mientras
todavía se estaban cometiendo los asesinatos, pronunció un discurso transmitido
por radio. Su alcance permite concluir que todo estaba ya decidido en lo
esencial antes del 30 de junio. La rapidez con la que se llevó a cabo el asalto
por sorpresa fue presentada por Goebbels como una refinada táctica: «El führer
se ha atenido de nuevo a su viejo principio de decir únicamente lo que hay que
decir, a quien lo debe saber y cuando lo debe saber». Se trataba de derrotar a
«grandes traidores». Pero en lugar de revelar los planes conspirativos de golpe
de estado, Goebbels se perdió en reproches estereotipados contra una «pequeña
camarilla de saboteadores profesionales» que no querían «comprender nuestra
paciencia indulgente».Ahora «el führer los había llamado al orden con la
severidad de su rigor». Todo quedaba así claro: «Ahora haremos tabla rasa.[...]
Las pústulas, los reductos de corrupción, la proliferación de síntomas de
enfermedad moral que se manifestaban en la vida pública serán extirpados hasta
la raíz».
Pero el motivo principal
por el que se había atizado deliberadamente esa escalada era otro, al que
Goebbels se había referido de pasada, pero con notable claridad, cuando dijo:
los jefes de las SA «estaban a punto de hacer caer sobre toda la dirección del
partido la sospecha de una insultante y asquerosa anormalidad sexual». No se
puede pasar por alto alegremente esta afirmación. En primer lugar, de una
«sospecha» de que «toda» la dirección del NSDAP fuera homosexual no había hablado
nadie hasta entonces en el Tercer Reich. ¿Quién habría podido difundirla, si ni
siquiera los socialdemócratas lo habían conseguido cuando todavía existía la
libertad de opinión? ¿Y qué quiere decir «estaban a punto»? ¿Maliciosamente?
¿Por negligencia? ¿Involuntariamente? No, esa afirmación no era una argucia ni
una gracia demagógica, sino el reflejo de una amenaza real, frente a la que
Hitler supo reaccionar en el verano de 1934 con la ley de Lynch.
Un ejemplo muy parecido de
revelación involuntaria es el que ofreció el primer comunicado del departamento
de prensa del Reich, que afirmaba: «Su [de Röhm] desdichada inclinación llevaba
a tan desagradables imputaciones que el propio führer del movimiento y jefe
supremo de las SA se había visto envuelto en difíciles conflictos de
conciencia». Y en la rendición de cuentas que presentó el 3 de julio a su
gobierno resuenan igualmente los verdaderos motivos para la acción criminal de
los días anteriores: la «camarilla encabezada por Röhm, vinculada por sus especiales
inclinaciones», le había «atacado con calumnias», y él «reprocha al antiguo
jefe de estado mayor su insinceridad y deslealtad». Röhm le había amenazado, al
parecer, con su dimisión, y esa amenaza no era «otra cosa que una desvergonzada
extorsión».
Con otras palabras, Hitler sólo podía defenderse recurriendo a los medios más extremos. Por eso tenían que ser asesinados o amedrentados con la mayor severidad todos cuantos sabían que no sólo Röhm, sino también Hitler, era homosexual. Eso es lo que confirma un examen más atento de cada una de las víctimas.Fueron asesinados o encarcelados: los jefes homosexuales de las SA, Röhm, Ernst y Heines, todos ellos relacionados personalmente con Hitler; Gregor Strasser, quien hasta entonces había sido un «íntimo amigo» del Führer y que había elegido a Hitler como «padrino de sus hijos»; los respectivos amigos de esos antiguos hombres de confianza, aunque se hubiesen alejado desde hacía tiempo de «Röhm y su camarilla», como el doctor Heimsoth o Paul Röhrbein. Altos funcionarios del Estado, que conocían material documental escandaloso sobre Hitler, como Erich Klausener, jefe del departamento de policía del Ministerio del Interior prusiano y su asesor Eugen von Kessel; el ministro de Defensa y ex canciller Kurt von Schleicher y su mano derecha Ferdinand von Bredow; el jefe de la policía de Munich, August Schneidhuber, y también al anterior primer ministro de Baviera, Gustav von Kahr, del que Hitler sospechaba lo que Lossow efectivamente había conseguido.Abogados de Röhm, Strasser, Lüdecke y otros destacados dirigentes nacionalsocialistas, que a partir de sus defendidos y de los documentos investigados en los respectivos procesos habían entrado en conocimiento de cuestiones explosivas, como Walter Luetgebrune, Gerd Voss, Robert Sack o Alexander Glaser. Finalmente, el escritor muniqués Fritz Gerlich, que sabía más sobre Hitler y su círculo íntimo que cualquier otro periodista de la época.
Hitler quería evitar a toda costa que su persona quedara comprometida.Se vengó de un modo verdaderamente despiadado de la «camarilla de conjurados» que la habían tomado con su «vida» e intentó desmantelar por adelantado cualquier eventual intriga posterior. Se deshizo sin consideración alguna de potenciales testigos de cargo. Algunos ejemplos ilustran su forma de proceder: El hotelero totalmente apolítico Karl Zehnter, de 34 años y arrendatario del Nürnberger Bratwurstglöckl, junto a la catedral de Nuestra Señora en Munich, pertenecía al círculo de amigos homosexuales de Röhm, con los que a veces salía de viaje; pero también le unía una estrecha y antigua amistad con Edmund Heines. Ambos jefes de las SA solían acudir a su local y hasta Hitler estuvo en él en alguna ocasión.En el primer piso del Bratwurstglöckl había siempre una habitación libre para conversaciones reservadas entre destacados dirigentes nacionalsocialistas. Zehnter se ocupaba de servir personalmente a sus huéspedes, con lo que tuvo necesariamente que darse cuenta de los lazos que les unían, en particular con Hitler. Eso, y sólo eso, es lo que le llevó a la muerte.
Con otras palabras, Hitler sólo podía defenderse recurriendo a los medios más extremos. Por eso tenían que ser asesinados o amedrentados con la mayor severidad todos cuantos sabían que no sólo Röhm, sino también Hitler, era homosexual. Eso es lo que confirma un examen más atento de cada una de las víctimas.Fueron asesinados o encarcelados: los jefes homosexuales de las SA, Röhm, Ernst y Heines, todos ellos relacionados personalmente con Hitler; Gregor Strasser, quien hasta entonces había sido un «íntimo amigo» del Führer y que había elegido a Hitler como «padrino de sus hijos»; los respectivos amigos de esos antiguos hombres de confianza, aunque se hubiesen alejado desde hacía tiempo de «Röhm y su camarilla», como el doctor Heimsoth o Paul Röhrbein. Altos funcionarios del Estado, que conocían material documental escandaloso sobre Hitler, como Erich Klausener, jefe del departamento de policía del Ministerio del Interior prusiano y su asesor Eugen von Kessel; el ministro de Defensa y ex canciller Kurt von Schleicher y su mano derecha Ferdinand von Bredow; el jefe de la policía de Munich, August Schneidhuber, y también al anterior primer ministro de Baviera, Gustav von Kahr, del que Hitler sospechaba lo que Lossow efectivamente había conseguido.Abogados de Röhm, Strasser, Lüdecke y otros destacados dirigentes nacionalsocialistas, que a partir de sus defendidos y de los documentos investigados en los respectivos procesos habían entrado en conocimiento de cuestiones explosivas, como Walter Luetgebrune, Gerd Voss, Robert Sack o Alexander Glaser. Finalmente, el escritor muniqués Fritz Gerlich, que sabía más sobre Hitler y su círculo íntimo que cualquier otro periodista de la época.
Hitler quería evitar a toda costa que su persona quedara comprometida.Se vengó de un modo verdaderamente despiadado de la «camarilla de conjurados» que la habían tomado con su «vida» e intentó desmantelar por adelantado cualquier eventual intriga posterior. Se deshizo sin consideración alguna de potenciales testigos de cargo. Algunos ejemplos ilustran su forma de proceder: El hotelero totalmente apolítico Karl Zehnter, de 34 años y arrendatario del Nürnberger Bratwurstglöckl, junto a la catedral de Nuestra Señora en Munich, pertenecía al círculo de amigos homosexuales de Röhm, con los que a veces salía de viaje; pero también le unía una estrecha y antigua amistad con Edmund Heines. Ambos jefes de las SA solían acudir a su local y hasta Hitler estuvo en él en alguna ocasión.En el primer piso del Bratwurstglöckl había siempre una habitación libre para conversaciones reservadas entre destacados dirigentes nacionalsocialistas. Zehnter se ocupaba de servir personalmente a sus huéspedes, con lo que tuvo necesariamente que darse cuenta de los lazos que les unían, en particular con Hitler. Eso, y sólo eso, es lo que le llevó a la muerte.
También el pintor muniqués
Martin Schätzl, de sólo 25 años de edad, que había acompañado a Ernst Röhm a
Bolivia, fue asesinado.Aunque allí no se llegó a establecer la relación amorosa
que Röhm esperaba, fue durante dos años su compañero más próximo en una tierra
extraña y su mutua amistad no se rompió luego.Schätzl entró en las SA cuando
Röhm retomó su mando, y el 1 de febrero de 1934 éste le incorporó a su estado
mayor, por lo que ambos debieron de hablar sobre muchas cosas, en particular
sobre la amistad de Röhm con Hitler. Y precisamente por eso no podía de ningún
modo seguir con vida.
CLARAS INCLINACIONES
El general Ferdinand von Bredow,
quien desde el nombramiento de Hitler como canciller vivía retirado en su
domicilio berlinés, fue asesinado literalmente en un vehículo policial, siendo
arrojado a continuación su cadáver a una cuneta. Lo que causó su perdición fue
al parecer su actividad como jefe del servicio secreto militar durante el
mandato de Heinrich Brüning como canciller. Bredow, que era uno de los
colaboradores más fieles de Schleicher, se había ocupado en el último medio año
antes de la toma del poder por Hitler de la dirección administrativa del
ministerio de Defensa, puesto que le dio acceso a ciertos documentos como por
ejemplo un informe sobre el encuentro de la Orden de la Joven Alemania el 3 4
de julio de 1932, en el que se decía que el contenido principal de las
conversaciones allí mantenidas había sido del siguiente tenor: «El ministro de
Defensa Schleicher apoya al NSDAP, movimiento cuyos principales líderes son
homosexuales, y según el material que nos ha hecho llegar Otto Strasser [...]
el ministro de Defensa es también de ese mismo talante. Las pruebas provienen
de la época de cadete del ministro de Defensa. El Sr.Otto Strasser visitó a
Mahraun [el Alto Maestre de la Orden] con objeto de hacerle partícipe de estos
datos. También le comunicó que con ocasión de una larga estancia del Sr. Hitler
en su casa observó en él una conducta que induce a pensar en el mismo tipo de
inclinación. También hay que incluir en ese círculo al canciller del Reich von
Papen.[...] Asimismo, el club de caballeros próximos al Canciller consta en su
mayor parte de individuos de tendencias anormales».[...]
Como se deduce fácilmente de
estos pocos ejemplos, la acción que se desarrolló en los días en torno al 30 de
junio de 1934 fue algo más que un golpe de mano de Hitler contra la dirección
de las SA y algunos cómplices reaccionarios de aquellos putschistas.Más de
1.100 personas fueron detenidas durante la acción de limpieza, de las que en
otoño quedaban todavía 34 en prisión.
El motivo central para la actuación contra «Röhm y sus amigos» fue el miedo del Führer a quedar al descubierto y a la extorsión.En favor de esta tesis habla también el hecho de que la montaña de documentos requisados no diera lugar a la instrucción de ningún proceso el propio Hitler había rechazado de antemano estrictamente ese procedimiento formal , sino que quedaran en poder de la Gestapo de Himmler y fueran entregados personalmente a Hitler. Eliminar a los testigos, ése era el verdadero objetivo de aquella acción terrorista, tras la que no estaba ninguna banda armada, sino las brigadas volantes de un Estado policial ya considerablemente centralizado [...].
El motivo central para la actuación contra «Röhm y sus amigos» fue el miedo del Führer a quedar al descubierto y a la extorsión.En favor de esta tesis habla también el hecho de que la montaña de documentos requisados no diera lugar a la instrucción de ningún proceso el propio Hitler había rechazado de antemano estrictamente ese procedimiento formal , sino que quedaran en poder de la Gestapo de Himmler y fueran entregados personalmente a Hitler. Eliminar a los testigos, ése era el verdadero objetivo de aquella acción terrorista, tras la que no estaba ninguna banda armada, sino las brigadas volantes de un Estado policial ya considerablemente centralizado [...].
Pero, a pesar o precisamente a
causa de todas las amenazas y castigos, los rumores acerca de la orientación
sexual del Führer no tenían fin. En 1937 se le escapó a un hombre de las SA la
observación de que Hitler era, al igual que Röhm, «uno de los del Artículo 175»
[del Código Penal, referido al delito de sodomía], lo que le costó dos años de
encierro e inhabilitación. Otro ejemplo, de mayor relevancia, sucedido en
Berlín en 1942: el adjunto personal de Hitler, Julius Schaub, denunció al
escritor Hans Walter Aust, por aquel entonces miembro del gabinete de prensa
del Reich y declarado «insustituible». Ese Aust le había dicho a una informante
de Schaub «que el Führer hospedaba en Obersalzberg a una joven, de nombre Everl
[se supone que se trata de Eva Braun], pero sólo con la finalidad de disimular
su homosexualidad». Esa «calumnia [según la argumentación del juez en su
sentencia] es tanto más grave, cuanto que con ella se atribuye al Führer la
misma inclinación antinatural que él condenó de la forma más rotunda con
ocasión del incidente Röhm en el año 1934». Pero ni siquiera ese retorcimiento
de la justicia le era suficiente a Hitler: desde 1943 la pena con que se
castigaba a quienes atribuyeran una orientación homosexual al führer era la
muerte.
LA COARTADA DE EVA
Eva Braun quizá no cuente
demasiado en el balance de la vida de Adolf Hitler [...]. Indicativo de la rara
indeterminación de esa relación es la esquiva respuesta que dio Julius Schaub
en un interrogatorio tras la guerra a la pregunta de por qué no se había casado
antes el führer con su Fräulein Braun, en lugar de esperar al último momento en
el búnker: «Era su forma de ser; nos preguntábamos a menudo por qué, y no lo
entendíamos.Al fin y al cabo, nosotros también estábamos casados y no con
nuestras mujeres. Él tenía, seguro, sus propias ideas [...]; aparte de eso no
sé decir otra cosa.» Y a la pregunta de cuáles podían ser esas «ideas propias»
de Hitler, respondió: «No se extendía sobre ellas. Nunca nos las contaba en
detalle». «¿La quería mucho?» «Le gustaba mucho, sí» «¿Qué quiere decir que le
gustaba mucho? ¿La quería o no?» «Sí, sí que la quería». Es decir, se gustaban.
Herbert Döring, gerente de
Obersalzberg, recuerda igualmente una «tranquila y buena amistad, con momentos
mejores y peores».Y a la pregunta de si aquella relación también era a su
juicio de naturaleza sexual, respondía: «No, no llegaba tan lejos, seguro.De
ningún modo». También lo confirma una declaración de Heinrich Hoffmann: «En el
cotilleo constante que reinaba en el entorno de Hitler yo tendría que haber
oído algo, aunque sólo fuera a la chica que les hacía las camas.» Toda una
serie de testimonios parecidos refuerzan la sospecha de que probablemente
Hitler ni siquiera se sentía encaprichado por ella. Eso no está en
contradicción con que Eva Braun pretendiera hacer creer algo diferente al
mundo, ya que cualquier otra cosa no sólo habría comprometido a Hitler, sino
también herido su amor propio como mujer, agravando así su ya mutilado modo de
vida.
Así pues, Hans Severus
Ziegler caracterizó muy acertadamente esa relación cuando habló del «amistoso y
casi paternal trato» de Hitler hacia ella. «Como suelen decir los hombres
coloquial y caballerosamente observaba Ziegler , Eva Braun es un buen
compañero, al que nadie podría querer mal.» Nada más; pero en cualquier caso un
«compañero» femenino, y eso era decisivo. Cuando Hitler la necesitaba estaba a
su disposición, como siempre había exigido a su sobrina. Probablemente, ella se
acordaba mucho de Geli Raubal; ambas compartían la juvenil despreocupación y la
afición a los deportes, y al igual que de Raubal se cuenta de Braun que era una
«niña salvaje». Un conocido de la adolescencia opinaba que en ella «se había
perdido a un chico»; nunca había coqueteado con jóvenes. Además se divertía
mucho disfrazándose y prefería «los papeles con pantalones». También se
esforzaba por parecerse a la sobrina de Hitler, tanto en el peinado como en sus
trajes.
Como acompañante del
Führer, se quejaba Christa Schroeder, tenía poca talla. «¡Pero a mí me basta!»,
respondía Hitler. Por otra parte, tras la semilegalización de su relación en
1936, Eva Braun se había apaciguado un tanto; había llegado a convencerse de
que su situación tenía «su lado bueno y sus ventajas». «Imagínese usted lo
cómodo que resulta para una mujer no tener que sentirse nunca celosa de otra».
Carta de Adolf Hitler a su
amigo de juventud, el funcionario, mediocre músico y escritor ocasional
August Kubizek: «Me gustaría mucho volver a recordar contigo cuando haya
pasado el tiempo de mis luchas más duras los más bellos años de mi vida». En
su hagiografía (no se puede calificar de otra forma), Adolf Hitler, mi amigo
de juventud (1953), Kubizek recuerda así aquellos tiempos: «Nadie en el mundo
me ha querido tan entrañablemente ni me ha tratado mejor [...]. [Hitler] no
podía soportar que saliera o hablara con otros jóvenes. Para él, en ese
sentido, se trataba de una exclusividad absoluta». En sus memorias, Kubizek
relata una anécdota en la que ambos se perdieron bajo una tormenta en un
paseo por el monte y acabaron en una cabaña: «Extendí uno de aquellos grandes
trozos de tela sobre el heno y le dije que debía quitarse la camiseta y los
calzoncillos. Se tumbó desnudo sobre el paño [...]. Le divertía enormemente
aquel acontecimiento, cuyo final romántico le complacía gratamente. Ahora ya
no sentíamos frío».
ERNST HANFSTAENGL ,
amigo del führer, al servicio secreto estadounidense, en 1942: «La residencia
de Hitler tenía fama de ser un lugar al que acudían hombres mayores en busca
de jóvenes con el propósito de mantener relaciones homosexuales».
FRIEDRICH ALFRED
SCHMID-NOERR , opositor a Hitler, recogió en 1939 el testimonio de
un compañero del futuro führer en el regimiento List, donde ambos sirvieron
durante la Guerra del 14: «Entre nosotros se despertó desde un principio la
sospecha de que era homosexual. En 1915, estábamos en la fábrica de cerveza
Le Fébre de Fournes y dormíamos en yacijas de paja. Hitler dormía por las
noches con Schmidl, su puta masculina. Oímos un crujido.Uno encendió su
linterna eléctrica y refunfuñó: «ya está de nuevo la pareja de maricas
haciendo de las suyas»».
JOHANNES MEND , autor del libro propagandístico pro nazi Adolf Hitler en el frente de 1914 a 1918, reveló a Eva Köning (después testigo contra el autor en un juicio por abusos sexuales) escenas de equívoca camaradería de aquella época: «Cuando se bañaban juntos [Hitler y otros soldados] solían saltar unos sobre otros desnudos. Hitler hacía entonces todo lo imaginable con ellos y por la noche se apartaba de allí con alguno».
ERNST RÖHM ,
homosexual declarado, comandante de la AS, donde instauró una filosofía
homofílica muy basada en el movimiento Wandervogel (Pájaros errantes) ideado
por el pensador Hans Blüher: «Sólo deciden los hombres. Los desertores
políticos y las mujeres histéricas de ambos sexos deben abandonar el barco
cuando de lo que se trata es de combatir». Röhm también es el probable autor
del ensayo Nacionalismo e inversión, publicado en 1932, y en el que se exalta
el homoerotismo y se hace una alusión explícita a Hitler que éste nunca
desmintió: «No es tan sólo un punto de vista personal, sino la opinión hasta
del führer». Ernst Hanfstaengl, en sus memorias, recuerda la relación que
mantenían Hitler y el comandante de la AS : «La relación de amistad entre
Hitler y Röhm se hizo más profunda [en 1923, tras un intento de golpe de
Estado], lo que llevó desde el tuteo fraternal hasta rumores sobre supuestas
relaciones íntimas entre ambos».
HANS BLÜHER: «Hitler,
que había leído [mi libro] El papel del erotismo, reconocía también que tenía
que existir algo así [el heroísmo masculino homoerótico]». «Naturalmente,
Hitler conocía muy bien mis libros y sabía que su movimiento era un
movimiento de hombres y que estaba basado en las mismas fuerzas primarias que
los Wandervogel».
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http://www.cascaraamarga.es/cultura/50-cultura/6376-ernst-roehm-nazi-y-homosexual.html
http://notasentrevistas.blogspot.pe/2010/09/los-nazis-homosexuales.html
https://danipirata80.wordpress.com/2011/02/09/nazis-gays/
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