UNA TEORÍA MARXISTA DEL NEOLIBERALISMO
Gérard
DUMÉNIL y Dominique LÉVY
EconomiX-CNRS
et PSE-CNRS
Traducción: José Mª
Fernández Criado
RESUMEN: Una teoría
marxista del neoliberalismo.Encontramos en Marx importantes
fundamentos teóricos que permiten analizar el neoliberalismo: las teorías del
Estado (su relación con la estructura de clase), las de las transformaciones de
las formas que reviste la propiedad de los medios de producción (la separación
de la propiedad y la gestión, el capital de préstamo), y las del capital
bancario como administrador del capital de préstamo. Estos marcos teóricos
permiten analizar el papel del Estado en el neoliberalismo y el poder de las
finanzas. Hay que añadir a esto el análisis del capital financiero de
Hilferding y de Lenin. El constante aplazamiento de una superación definitiva
del capitalismo forzó a los marxistas a concebir periodizaciones largas, como
la teoría del capitalismo monopolista o de las ondas largas. Pero la herencia
de los fundadores los deja relativamente inermes ante la sucesión del
compromiso keynesiano de la posguerra y del neoliberalismo.
Palabras clave:
neoliberalismo, imperialismo, Marx, Lenin, Hilferding, periodización, Estado,
finanzas
UNA TEORÍA MARXISTA DEL NEOLIBERALISMO
1.- ¿Anacronismo? ¿Qué es el
neoliberalismo?
¿Podríamos valernos para el
estudio del neoliberalismo de un análisis del capitalismo de hace más de 150
años? Todo cambia y el capitalismo contemporáneo es profundamente diferente de
aquél del que Marx fue testigo (en Inglaterra y, en menor
medida, en Estados Unidos del siglo XIX). ¿Y qué pensar de las interpretaciones
desarrolladas por Rudolf Hilferding y Vladimir Lenin a
principios del siglo XX? Se nos acercan, sí, unas décadas, sin embargo aún nos
separa casi un siglo de la teoría de El Capital Financiero.
Pero el tiempo no es la cuestión.
Curiosamente, es mucho más fácil descifrar los rasgos característicos del
capitalismo de finales del siglo XX y principios del XXI a la luz de El
Capital, que de aplicar este marco analítico a los primeros decenios
siguientes a la 2ª Guerra Mundial. La paradoja sólo es aparente. Se puede
fechar el neoliberalismo de la transición de 1970 a 1980; él restableció con
particular viveza ciertos rasgos capitalistas específicos de nuestras economías
y sociedades otorgando a El Capital su evidencia.
¿De qué se trata? Hablar de
restablecimiento supone que ha habido una decadencia previa. Por lo tanto
tenemos que volver un poco atrás. A pesar de las características imperialistas
de los años 1950 y 1960, los de las guerras coloniales y la caliente ‘guerra
fría’, la posguerra dio ocasión a notables avances en los países del centro:
progreso del poder adquisitivo de la gran masa de asalariados, ampliación del
sistema de seguridad social, políticas favorables al empleo y avances en
materia de educación y salud pública. En América Latina, modelos de desarrollo
propios permitieron el mantenimiento de tasas de crecimiento del 6 y 7 %, por
ejemplo, en Méjico o Brasil; en Asia, algunos países como Japón o Corea
emprendieron trayectorias de crecimiento muy rápidas…Todas estas experiencias
coincidieron con un retroceso de las prerrogativas e ingresos de los
propietarios del capital; retroceso que estuvo acompañado de una cada vez mayor
autonomía de los cuadros (1), lo mismo en el ámbito de la gestión
de las empresas que en el de las políticas. Los rendimientos japoneses, por
ejemplo, se lograron en medio de un desprecio profundo de los intereses
financieros y mediante una fuerte intervención del Estado. En el centro de este
‘modelo’ se encontraban cuadros de las empresas y de los ministerios.
Con el neoliberalismo, las clases
propietarias del capital recobraron sus prerrogativas y el capitalismo, muchos
de los aspectos de la violencia que le son propios. Y esta vuelta impetuosa se
realizó a menudo con maneras particularmente arrogantes y extrañas. El nuevo
rumbo de las cosas se arraiga en los engranajes más profundos del modo de
producción, se trate de mecanismos ya económicos ya políticos (difícilmente
separables, por otra parte). La lucha de clases determina la dinámica del
capitalismo, como siempre, pero ahora de manera más evidente. Y en asuntos de
imperialismo, si algunas formas indudablemente han cambiado, la violencia
económica, la corrupción, la subversión y la guerra están al orden del día.
Para nosotros, analistas que nos
reclamamos de los principios enunciados por Marx hace 150
años, ¿cómo formular esta paradoja? ¿Es el neoliberalismo o es Marx quien
nos facilita la tarea? La respuesta es evidente: los dos. Y es esta extraña
convergencia la que impregna este artículo. En una brevísima síntesis podemos
dar una definición sintética del nuevo orden social: el neoliberalismo es una
etapa del capitalismo, la última hasta la fecha, cuyo rasgo principal es el
reforzamiento del poder y de la ganancia de la clase capitalista. Una cuestión
de instituciones financieras y de clase. Esta recuperación es el resultado de
una entidad social híbrida que nosotros bautizamos como las finanzas.
Engloba la parte superior de la
clase capitalista y ‘sus’ instituciones financieras. Por esta razón podemos
designar este orden social como una segunda hegemonía financiera, que hace eco
a la primera (la de comienzos del siglo XX a la depresión de los años 30). Este
es nuestro marco analítico. La terminología cambia de un autor a otro, y el
término ‘finanzas’ se reserva a menudo para las instituciones financieras. Sin
embargo existen muchas y fuertes convergencias entre los marxistas (2).
Todos ponen el acento en un proceso de financiarización y la importancia de los
mecanismos financieros; todos subrayan la intensificación de la explotación y
la dimensión imperialista es siempre crucial. David Harvey se ha alineado ahora
con la tesis que ve en el neoliberalismo el restablecimiento del poder de las
clases dominantes cuyos aspectos teóricos, históricos y empíricos hemos
señalado en sus publicaciones (3). Pero subsisten ciertas
divergencias.
Conciernen a la relación entre
capitalismo, mundialización y neoliberalismo (como testifica la discusión al
principio de este informe).
¿Banal? Por supuesto que no. Sin
hablar de la economía al servicio de las clases dominantes, las problemáticas
keynesianas abordan estas cuestiones de manera muy distinta. Hay toda una
gradación. En un extremo del abanico político encontramos un keynesianismo
ingenuo que ve en la entrada del neoliberalismo el resultado de una lucha de
titanes, el mercado contra el Estado, como dos actores sociales. Esta visión
tuvo un peso fuerte en los primeros años de la toma de conciencia del giro
neoliberal. En el otro extremo, está el keynesianismo político que se acerca
considerablemente a una problemática marxista, sin que la frontera esté bien
definida. Son sobre todo las clases lo que plantea el problema a los
keynesianos. La jerarquías sociales están pensadas en términos de desigualdad;
el Estado muy a menudo se percibe aún como una entidad autónoma por encima de
las clases; los malos son la multinacionales, olvidando que éstas tienen amos,
exactamente las clases capitalistas.
Este artículo tiene como objeto
el neoliberalismo; deja a un lado un importante aspecto del análisis de Marx como
pensador de la mundialización. Desde el Manifiesto la idea de
la formación del mercado mundial está definida como característica fundamental
del capitalismo. Tiene implicaciones políticas importantes de las que se hace
eco la famosa proclama: “¡Proletarios de todos los países, uníos!“. Esta
visión lleva a Marx muy lejos políticamente, ya que en su Discurso
sobre el libre-cambio (contemporáneo delManifiesto), no duda en
declararse a favor del libre-cambio, cuyos estragos estigmatiza, porque piensa
que la mundialización del capitalismo acelerará la revolución.
Un primer campo en el que la
contribución de Marx es esencial para el análisis del
neoliberalismo es el de los modos de constitución de la clase capitalista como
agente en la lucha de clases, a través del Estado y las instituciones
financieras (sección 2). La cuestión de la periodización del capitalismo define
un segundo campo (sección 3). ¿Existe una teoría marxista de las etapas o
estadios (dos términos que nosotros consideramos equivalentes?) ¿Cómo
caracterizarla? Sabemos sin embargo que en Marx la idea de una
progresión histórica es inseparable de su visión de la gran periodización que
le motiva, la de la sucesión de los modos de producción que culmina con la
superación del capitalismo. Entonces ¿por qué tenemos el neoliberalismo? Este
artículo pone el acento en el marco analítico marxista, no sobre el estudio de
la historia como tal, lo que hacemos más extensamente en otra contribución en
este informe.
TEORÍA MARXISTA DEL
NEOLIBERALISMO
2.- La clase capitalista
organizada
El análisis del neoliberalismo
pone en escena un actor histórico, la clase capitalista, y particularmente su
fracción superior (los grandes más que los pequeños). Pero el poder y las
acciones de la clase capitalista no son la simple suma de intervenciones
individuales. Se expresan mediante cuadros institucionales. Es este actor en la
historia al que se ha convenido en llamar clase para sí por oposición a una
determinación más estructural de la clase capitalista en tanto que clase en sí
que remite directamente a las relaciones de producción.
En este apartado vamos a
presentar las dos modalidades institucionales principales de este
empoderamiento capitalista sobre la sociedad: (1) el poder estatal que encarna
un Estado de clase en una sociedad de clase. (2) el poder financiero, expresión
de otras formas de organización colectivas mediante las instituciones
financieras.
2.1 Poder de Estado
En el lenguaje corriente, y
tratándose de nuestras “democracias”, la noción de Estado se
refiere a un conjunto de instituciones en cuyo centro se encuentran unas
asambleas, un gobierno y un jefe de Estado, rodeados de un amplio conjunto de
órganos: administraciones varias, policía, ejército…Podemos considerar este
Estado en el plano nacional (incluidos el regional y el local) en su relación
con los ciudadanos, o internacional donde los estados interactúan, cooperan y
rivalizan. No es ésta la visión de Marx. Él define directamente el
Estado en su relación con la estructura de clase, con el poder de clase. Se
trata sí de un conjunto de instituciones, pero que no son aprehendidas desde el
punto de vista de sus funciones organizativas. En primer lugar, en él se
configuran las relaciones de poder entre clases y fracciones de clase; en
segundo lugar, el Estado es el agente del ejercicio del poder así constituido,
consciente de que este ejercicio no puede ser sino colectivo (por muy
minoritarios que sean sus apoyos).
Sin duda alguna que las cosas son
más complicadas pues más allá de estos asientos fundamentales de la estructura
de clase, el Estado es también portador de un movimiento histórico, propio de
las sociedades humanas, a la búsqueda de cuadros de eso que Marxllamaba “socialización”. Este
movimiento tiene un alcance nacional e internacional. Esta perpetua “dialéctica” de
lo mejor y de lo peor es una característica de la orientación del pensamiento
de Marx (4).
¿Cuáles son los entresijos
teóricos de estas distinciones? La concepción del neoliberalismo como oposición
entre Estado y mercados arrasa aún incluso entre aquellos que se reivindican
marxistas. Sin embargo no hay Estado por encima de las clases; el pretendido
reflujo del poder estatal desde los decenios keynesianos a los decenios
neoliberales, no es más que la expresión de la alteración de la configuración
de las relaciones de poder entre clases y fracciones de clase, desde un periodo
al otro (más adelante precisaremos su contenido). Reducir el Estado a sus
instrumentos conduce a conclusiones radicalmente erróneas. Hace perder al
análisis su unidad: la de lo político y de lo económico. Debido precisamente a
la naturaleza del neoliberalismo, el Estado neoliberal no es un Estado débil.
Al contrario, es muy fuerte. ¿Cómo se puede decir que el Estado estadounidense
es un Estado débil? ¿De qué estamos hablando?: ¿en los planos político y
económico, nacional o internacional? Sí, este Estado se ha desentendido de
algunas funciones, expresiones del orden social anterior en materia de
protección social, de política industrial…, pero globalmente se ha reforzado.
Notemos de paso que la convicción de la importancia del papel del Estado en el
neoliberalismo (que parece contradecir la omnipotencia del mercado) lleva a
algunos analistas a volver a cuestionar el concepto de este periodo del
capitalismo, cuando la comprobación debería ser solamente la del carácter
parcialmente inapropiado del término neoliberalismo utilizado para
caracterizarlo [este periodo].
Sea cual sea el empoderamiento de
la clase capitalista de las instituciones estatales, las clases dominantes no
gobiernan independientemente de un tejido de relaciones que ellas establecen
con otras clases. Para dar cuenta de estas configuraciones de las relaciones de
poder, nosotros utilizamos la palabra compromiso. Entendemos por ello no sólo
los“apaños” ideológicos y políticos, sino las alianzas que se basan
en fundamentos económicos: una especie económica particular, por ejemplo en
materia de ingresos. Típicamente se trata de clases medias, pero no debemos
contentarnos con esta noción vaga. Nosotros hablamos del compromiso keynesiano
y del compromiso neoliberal cuyos rasgos son definidos en nuestro segundo artículo.
De un periodo al otro, el Estado vivió esta metamorfosis de los compromisos de
clase. Las cronologías y los contenidos fueron más o menos distintos según cada
país, en Francia o Estados Unidos, por ejemplo. Sin embargo, esta
transformación no fue una disolución del Estado sino una reconfiguración de los
compromisos. La conclusión, en dos palabras, es: enlazar con la teoría de Marxsobre
el Estado para comprender el neoliberalismo.
2.2.- Propiedad y gestión
El análisis del neoliberalismo se
conecta directamente con otro aspecto de la obra deMarx. Se trata de la
teoría de las transformaciones de la relación de propiedad capitalista en el
libro III de El Capital. Este análisis lo lleva al estudio de eso
que podemos designar en un lenguaje contemporáneo como la separación de la
propiedad y de la gestión, una de las claves de interpretación de la dinámica
del capitalismo desde principios del siglo XX. En el capitalismo del que Marx fue
testigo, la propiedad es aún individual o familiar, pero las formas
preliminares de las transformaciones que van a revolucionar el modo de
producción en el paso de los siglos XIX y XX ya están en marcha; y Marx capta
su alcance histórico. Podemos distinguir dos etapas en el proceso que él
describe:
1.- El financiador y el
empresario. A partir del capitalista individual que adelanta el capital y lo
administra, Marx señala la aparición de una nueva categoría de
capitalistas que contribuyen con el adelanto [del capital] sin implicarse en la
gestión. Se trata del capitalista del capital que produce interés, categoría
que incluye también al accionista. Es, en resumen, lo que nosotros llamamos
capital de financiación (del financiador). Paralelamente, el capitalista
implicado aún en la gestión es rebautizado por Marx como
capitalista activo. Si el financiador recibe su interés o dividendo, el
capitalista activo recibe el beneficio de la empresa; literalmente, el
beneficio del empresario. Este empresario por ello se considera a sí mismo con
doble título: 1) por su contribución al adelanto, en pie de igualdad con lo
otros financiadores, y 2) como agente que se encarga de eso que Marx llama las
funciones capitalistas, es decir, la gestión en sentido amplio.
2.- El gestor asalariado. Nueva
etapa: la persona del empresario, en tanto que gestor, cede el cargo a un
director asalariado: … el simple director que, sin tener título alguno ni de
poseedor del capital ni de empresario ni de nada, cumple todas las funciones efectivas
que necesita el capital activo como tal; de ello se sigue que sólo queda el
funcionario (el que ejecuta las funciones, es decir, el gestor), y el
capitalista desaparece del proceso de producción (más precisamente, del proceso
del capital: su valorización y su circulación) por superfluo. (5)
Al final, la gestión es
transferida a asalariados. En el citado párrafo, se trata del director, pero
esta delegación se hace en orden a una pirámide de tales asalariados. El marco
institucional en que se inscribe la “propiedad” del capital
queda pues metamorfoseado. En su integridad, esta noción incluye la propiedad
en sentido estricto, la llamada a veces “jurídica”, es decir, por una parte, el
derecho de transmisión de esta propiedad y de disfrutar de los ingresos que
genera, y por otra, el ejercicio del control, es decir, la gestión. Este
capitalismo de financiadores y de gestores asalariados, cuya génesis remonta a
principios del siglo XX, es característica de la economía contemporánea.
Esta ruptura en la relación de
propiedad suscita unas tensiones considerables que Marxno analizó.
Los propietarios y los gestores de alto nivel se encuentran en un lugar social
que nosotros llamamos la interfaz propiedad-gestión, el mundo de la alta
gestión, llamada en nuestros días gobierno de empresa, como en los consejos de
administración. Es en buena medida ahí, donde se regulan los problemas de
cooperación entre estos sectores de las clases dominantes.
2.3 La banca administradora
de la financiación del capital
El análisis de las instituciones
financieras en El Capital es en principio el del capital
bancario, la principal institución financiera del capitalismo, sobre todo en
vida de Marx. Este análisis remite a dos campos teóricos. En primer
lugar, la teoría de la circulación del capital y, segundo, la de la
financiación del capital. El libro II está dedicado al circuito del capital. En
el circuito completo, el del capital industrial, el capital pasa por el taller.
Reviste pues las formas dinero, D, mercancía, M, y capital productivo, P : D –
M…P…M’ – D’, el apóstrofe (‘) significa el aumento del valor resultado de la
apropiación de la plusvalía. Ciertos tramos de este circuito son confiados a
empresas particulares: el comercio de las mercancías y el “comercio del dinero”.
Por esta última expresión Marxentiende las operaciones de
mantenimiento de registros y las de recogida de operación y de cambio que
requiere el capital en su forma D. Son los bancos los que aseguran estas
operaciones, lo que les permite reunir los activos ociosos de las empresas; a
los que se añaden los haberes de las familias y del Estado.
Incluso si estos haberes son
individualmente efímeros, su centralización alimenta una masa de fondos más o
menos estable. Una segunda función de la banca es la centralización del capital
de financiamiento y su puesta a disposición de los agentes que la usan:
Hemos visto en el punto anterior
que la guarda de fondos de reserva de los hombres de negocios, las operaciones
técnicas del cobro y del pago de dinero, de los pagos internacionales y de ahí
del comercio de lingotes, se encuentran concentrados en manos de los banqueros.
Unido a este comercio de dinero se desarrolla el otro aspecto del sistema de
crédito: la gerencia del capital portador de interés o del capital-dinero
[capital de financiamiento], en tanto que funciones propias de los banqueros.
Prestar y pedir prestado viene a ser su área particular. (6)
Así la propiedad del capital, o
al menos una buena parte de ella, se encuentra mediatizada por el sistema bancario.
Es su administrador: … de manera que son los banqueros quienes, en vez del
prestamista individual, afrontan, en cuanto representantes de todos los
prestamistas de dinero, el capitalista industrial y el comerciante. Son los
administradores generales del capital-dinero [de financiamiento] (7)
2.4 El capital financiero
de Hilferding y las finanzas contemporáneas
Estamos aquí ya muy cerca del
análisis de El Capital Financiero de Hilferding. El capital
financiero es ese dispositivo en el que el capital de financiamiento es
acumulado por los bancos y puesto a disposición de las empresas. Lenin le
pisa los talones. El capital financiero no es un sector financiero que se
oponga a un sector no financiero como se cree a menudo. El capital financiero
es el gran capital; la banca es uno de los elementos del dispositivo que
permite a los grandes capitalistas, a los “magnates” según la
terminología de Hilferding, controlar las grandes empresas del
sistema productivo.
Si la industria cae así bajo la
dependencia del capital bancario, no quiere decir por eso que los magnates de
la industria dependan por su parte de los magnates de la banca. Más bien, como
el mismo capital, en su nivel más elevado, viene a ser capital financiero, el
magnate del capital, el capitalista financiero, acumula cada vez más la
disposición del conjunto del capital nacional bajo forma de dominación del
capital bancario. (8)
Hilferding y Lenin continúan
la idea de Marx de esta reconfiguración de poderes de los
grandes capitalistas -eso que llamamos “sector superior de la clase
capitalista”- en las instituciones financieras. Pensamos que es una de las
claves de la interpretación de la dinámica histórica del capitalismo desde el
siglo XIX. En nuestro concepto de ‘finanzas’, esta articulación entre el sector
superior de la clase capitalista e instituciones financieras, es crucial. En el
capitalismo contemporáneo, hay que dar a las instituciones financieras toda su
extensión: bancos (en adelante, en Estados Unidos, financial holding companies,
instituciones financieras diversificadas), fondos de inversión, banco central,
Fondo monetario internacional, etc. En el neoliberalismo, todas estas
instituciones (incluidas las de carácter estatal) son los agentes de los
poderes de las grandes familias capitalistas, y los garantes de sus recursos.
Podemos pues resumir así las tres
grandes claves de la interpretación del neoliberalismo que nos da la teoría
marxista: 1) un análisis del Estado en la estructura de clase, 2) la
elaboración de la teoría del capital hasta la separación de la propiedad de la
gestión, y 3) la concentración de la relación capitalista en las instituciones
financieras.
3 – ¿Qué etapas?
Otro campo en el que se puede apreciar
el aporte de una problemática marxista al análisis del neoliberalismo es el de
la periodización. ¿Cómo distinguir etapas en la historia del capitalismo? No
existe en Marx una teoría de periodos largos. Podemos pensar
en su análisis de la acumulación originaria del capital al final del libro I,
como una etapa preliminar. Pero es el único caso. En el Capital encontramos
diversas periodizaciones concernientes a los cuadros institucionales de los
procesos técnicoorganizativos.
Un ejemplo muy conocido es el de
la sucesión de fases: la cooperación, la manufactura y el maquinismo y la gran
industria que se superpone a otra distinción de alcance cronológico, la que
opone subsunción formal y subsunción real al capital. Cuando los trabajadores,
reunidos por los capitalistas, trabajan en condiciones técnicas y organizativas
inalteradas, su subsunción al capitalismo se dice que es formal. El maquinismo
introduce un lazo de dependencia directa del trabajador con la dinámica creada
por la máquina, instrumentada por el capitalista (de hecho por sus
representantes).
Nosotros no pensamos que exista
una periodización del capitalismo, como un criterio que se impusiera claramente
sobre los otros. Es verdad que el capitalismo se transforma y, en muchos casos,
podemos identificar rupturas muy bruscas. Pero el problema se crea por la
multiplicidad de los puntos de vista. Las grandes tendencias del cambio técnico
se subvierten; las tasas de ganancia pueden crecer o decrecer; las estructuras
de clase se alteran; las formas que reviste la propiedad y del capital se
modifican: la competencia puede atenuarse o acentuarse; o, según la
periodización privilegiada en este estudio, los poderes de clase se expresan en
configuraciones diversas, etc. Las transiciones pueden coincidir con acontecimientos
espectaculares, generalmente dramáticos, como las crisis o las guerras. Como
estas circunstancias son impulsoras de cambio, las periodizaciones más
triviales, del tipo “antes” o “después” de la guerra o de la
crisis, son a menudo muy pertinentes, y no por azar muchos analistas coinciden
en esto.
3.1 Competencia
Un tema central de la
periodización del capitalismo por parte de los marxistas es el de la
competencia; precisamente de su desaparición a favor de la monopolización. En
Estados Unidos estas teorías surgieron en la segunda mitad del siglo XIX, a
consecuencia de la fase de bajada de la tasa de ganancia (que desembocó en la
gran crisis de los años 1890). Esta bajada fue achacada por sus contemporáneos
a la excesiva competencia, llamada “coupe-gorge” [emboscada, con peligro
de degüello. (N. del T.)]. Las empresas reaccionaron organizándose en trusts y
cartels, donde se repartían la demanda o los beneficios, fijaban los precios,
etc.
Estas prácticas fueron prohibidas
por una ley federal en 1890. A la vuelta del siglo, se produjo una formidable
ola de fusiones en sociedades holding, autorizadas igualmente en 1890 por otras
leyes. Varias empresas se constituían en una sociedad única. Esta ola es
conocida como la revolución de las sociedades (Corporate revolution) (9).
La literatura sobre este tema es
enorme, y esta supuesta pérdida de competencia fue invocada como la principal
explicación de la crisis de 1929 (a la par que el sub-consumo, teoría rival).
La oposición a los monopolios, por parte de los agricultores y sobre todo de
los obreros fue considerable, tanto que los capitalistas del sector menos
avanzado de la economía instrumentalizaron este movimiento popular para
defender sus propios intereses.
Europa fue campo de parecidas
tensiones por la misma época. No es pues de extrañar queHilferding y
sobre todo Lenin, que escribían respectivamente en 1910 y 1916,
hicieran de los monopolios la mayor característica de la nueva fase del
capitalismo, junto con el capital financiero (10). Lenin sostuvo
que si había que definir el imperialismo con un solo trazo, éste sería “el
estadio monopolista del capitalismo”.
Reducida a una teoría de la
concentración, la tesis del capitalismo monopolista, como etapa del capitalismo
tiene fuerza de evidencia. Pero en cuanto teoría del fin de la competencia o,
incluso, de su moderación, es errónea. Y sin embargo ha venido impregnando el
pensamiento económico que se reclama de Marx desde principios
del siglo XX. Un ejemplo es la tesis de El capitalismo monopolista de Paul
Baran y Paul Sweezy (11). En Francia es conocido el
análisis del Partido Comunista de El capitalismo monopolista de
Estado (12). En nuestros días las opiniones son diversas. A
pesar de la insistencia en el crecimiento de la talla de las empresas, hay quienes
subrayan el vigor de la competencia.
No hay una especificidad del
neoliberalismo que corresponda a la concentración y la competencia. Las
tendencias anteriores, llamadas de la “mundialización”, y la
confrontación de los gigantes continúan en el plano mundial. Uno de los
componentes del neoliberalismo fue la modificación de los procedimientos
antitrust, en la práctica más que en la legislación. No está claro que haya que
hablar de aceleración de la concentración, a pesar de la multiplicación de las
fusiones y adquisiciones. Se observa aquí un ejemplo de las innumerables
confluencias entre criterios de periodización, aunque su superposición rigurosa
sea imposible.
3.2 Ondas largas:
acumulación y crecimiento, cambio técnico y rentabilidad
El marco analítico de las ondas
largas se viene desarrollando desde los años 1920 tras la ingente labor de Nicolas
Kondratieff (13) (éste se fijó en los precios, pero los estudios más
recientes han vuelto a centrar los análisis en el crecimiento). Esta
problemática se impuso a los marxistas como un correctivo a las visiones
escatológicas en las que la acumulación de las contradicciones del capitalismo
y sus crisis lo enterraban demasiado pronto. El capitalismo se hunde
periódicamente en crisis profundas y duraderas, pero renace, de manera fugaz,
si se considera que treinta años pasan pronto.
Esta corriente está muy presente
en el marxismo contemporáneo. Una lectura como ésta, en términos de ciclos
largos, es la que hizo Ernest Mandel (14). Articula esta
periodicidad en fases ascendentes y descendentes de la rentabilidad del capital
retomando así un aspecto central de la teoría de Marx: la tendencia
a la bajada de la tasa de ganancia. La relación con el neoliberalismo es muy
estrecha ya que la transición entre las fases ascendentes y descendentes es
referida por los autores a un proceso de financiarización (15) con
un desplazamiento de la inversión “de la esfera productiva a la esfera
financiera” como escribe Immanuel Wallerstein (16). En el
neoliberalismo las derivas financieras contemporáneas serían la expresión del
agotamiento de una fase ascendente.
Los marxistas se orientan como
mejor pueden en esta complejidad factual en la que se combinan acumulación y
crecimiento por una parte y, por otra, técnica y rentabilidad. Es uno de los
campos en que su contribución es más interesante y sin rival en la economía
dominante (17).
3.3 Relación de producción
y estructuras de clase.
Las periodizaciones pueden, o
podrían, referirse a la transformación de las relaciones de producción. Se
trata principalmente de formas en las que se expresan la propiedad capitalista
y las estructuras de clase. Como hemos dicho, Marx analiza las
transformaciones de la propiedad capitalista de manera muy minuciosa. Pero
nunca deduce explícitamente de ello la noción de las etapas. Se pasa de un
capitalismo de propiedad individual o familiar a un capitalismo en que propiedad
y gestión están separadas, la propiedad está concentrada en las instituciones
financieras y la gestión encomendada a asalariados. Sin embargo, Marx no
ve la necesidad de periodizar: el capitalismo evoluciona hacia su madurez.
Nosotros pensamos, al contrario,
que estas transformaciones perfilan fases claramente distintas. Tal vez se
trate de una de las periodizaciones más pertinentes del capitalismo. Y esta
convicción se refuerza si se toma en consideración las transformaciones
concomitantes, sobre todo la revolución de la gestión y la aparición de las
finanzas modernas. El otro terreno es el de las clases. Está estrechamente
ligado al precedente debido a la correspondencia estricta, u homología, entre
relaciones de producción y estructuras de clase. Aquí el punto determinante es
la aparición de las clases de cuadros y de empleados. Es el pensamiento
no-marxista el que ha producido el concepto de capitalismo gerencial, una vieja
tradición en Estados Unidos. Aquí los marxistas están aterrorizados.
En el análisis del capitalismo
contemporáneo, esta aprensión tiene las más graves consecuencias. Pensamos que
es imposible comprender el sentido verdadero del neoliberalismo sin ver en los
cuadros la clave maestra del compromiso social de los primeros decenios de la posguerra,
a menudo llamado compromiso keynesiano. Es a esto a lo que ha respondido el
neoliberalismo. Nosotros caracterizamos el capitalismo contemporáneo, a pesar
del neoliberalismo, como un capital-cuadrismo (18). Si se quiere,
se puede asimilar este concepto al del capitalismo gerencial, a despecho de la
diferencia profunda de sus problemáticas.
3.4 Poderes de clase y
rivalidades internacionales
Lo que define el neoliberalismo
en materia de periodización, sin embargo, es de otra naturaleza. El neoliberalismo
es una configuración de relaciones de poder en el seno de una estructura de
clase, y no una estructura de clase particular o una forma institucional de la
propiedad y del capital. Es lo que describe la fórmula hegemonía financiera,
teniendo en cuenta la definición que se ha dado anteriormente de las finanzas.
Se trata del poder, y correlativamente de los ingresos, de la fracción superior
de la clase capitalista, en su relación privilegiada con las instituciones
financieras. Esta dominación no excluye alianzas, en este caso, con lo más alto
de la jerarquía de los directivos en Estados Unidos.
Los conceptos de hegemonía
financiera, la primera y la segunda, o de compromiso keynesiano, exceden
claramente las alianzas políticas temporales que Marx describe
en El 18 Brumario. Aunque ignoremos la duración de la segunda
hegemonía financiera, se trata de fases que se dilatan durante algunos
decenios. Son las grandes coyunturas políticas, pero que descansan sobre una
base económica: ciertas modalidades de funcionamiento del capitalismo. Estas
modalidades fundamentan las relaciones internas del compromiso entre los
diversos sectores. Por ejemplo, en el neoliberalismo (con un cuarto de siglo de
vida), los modos de gestión de las empresas, los políticos y los cuadros
institucionales (libre cambio, libre circulación de capitales,…) han sido
profundamente modificados. Los sectores superiores de los cuadros están
asociados a algunos de los beneficios del nuevo orden social.
3.5 Más allá del
capitalismo
Marx no era hombre de
la periodización del capitalismo. Se pueden dar dos razones. La primera, sin
duda, es su comprensión de la complejidad de la evolución del modo de
producción: En Marx encontramos, por supuesto, periodizaciones
como las de los cambios técnico-organizativos; vemos con qué cuidado examina
algunas transformaciones como las de las formas de la propiedad y del capital.
Pero no intenta nunca hacer una síntesis, encajar los módulos pequeños en los
grandes.
La segunda razón es política. Marx tiene
la vista puesta sobre lo que para él es la periodización: aquella que conduce a
la superación del capitalismo. Ya se ha dicho queMarx concentra su
atención en la maduración del capitalismo que él concibe como un proceso
contradictorio: los progresos de lo que él llama la “socialización”,
pero también el caos potencial que resulta del carácter aún privado de
mecanismos de alcance social. En lugar de una nueva fase del capitalismo, esta
maduración prepara su abolición. ¡Revolución obliga!
Al tratar de la concentración del
capital en unas pocas manos, Marx escribe, por ejemplo: Es la
supresión del modo de producción capitalista en el interior mismo del modo de
producción capitalista, por tanto, una contradicción que se destruye a sí misma
y que de toda evidencia se presenta como simple fase transitoria hacia una
nueva forma de producción. (19)
4 – Marx y los marxistas
frente a la historia
La historia de la teoría marxista
muestra una permanente adaptación. Habrán hecho falta dos cambios. Los dos se
sitúan en la continuidad de la constante “aplazamiento” de la superación
del modo de producción:
1.-El capitalismo sí que ha
producido la violencia de su propia eliminación. Pero la edificación de una
sociedad nueva, sin clases, se ha esfumado. Muy pronto se manifestaron en ella
los caracteres de la restauración de un orden social de clase, un cuadrismo
burocrático; después estas sociedades se mostraron incapaces de reformarse; su
clase dominante no supo conquistar su democracia (de clase); hasta la gran
pelea por la apropiación privada individual de los medios de producción en la
Unión Soviética (lo que China parece llevar más tranquilamente). Durante este
tiempo, el capitalismo proseguía su curso, de manera menos tranquila, incluso a
veces caótica. Los marxistas se vieron así obligados a reconocer constantemente
la renovación del capitalismo, su paso a nuevas etapas. Había que aprender a
pensar simultáneamente cambio y continuidad. La competencia desaparece, ¡pero
sobrevive! ¡La tasa de ganancia baja, pero sube! Así se elaboraban las
interpretaciones marxistas más fecundas de la historia, al imperativo de los
acontecimientos.
2.-Pero con el neoliberalismo, la
necesidad de innovar se hace sentir aun con mayor agudeza. La confrontación de
los teóricos del marxismo contemporáneo con el orden neoliberal es un fenómeno
ambivalente. Por un lado, el neoliberalismo les hace un enorme servicio como
analistas, porque resucita muchas de las características del capitalismo en sus
formas más crudas; por otro, les confronta a un nuevo periodo, extraño a las
tradiciones de periodización propias de su corriente teórica. De ahí el
repliegue hacia procesos que Marx, Hilferding y Lenin habían
identificado perfectamente: la mundialización y el monopolio.
Sin embargo, Marx había
visto los bancos como los administradores del capital de financiamiento, e Hilferding estuvo
muy cerca de la descripción de una primera hegemonía financiera. Pero las
jerarquías se seguían pensando dentro de la clase capitalista: el camino hacia
un paroxismo en preparación del gran vaivén. Ni Marx, ni sus
grandes continuadores, han preparado a los marxistas para la revolución de
pensamiento requerida por la noción de una atenuación de las prerrogativas de
la clase capitalista y de su restablecimiento. Así pues, lo que aparece como
más preciado en el cumplimiento de esta puesta al día, no es una indicación
específica de Marx, sino la herencia de los grandes marcos
analíticos, sobre todo la teoría del Estado y – no habría que sorprenderse- ¡la
del capital!
Citas y notas
1. Mantenemos la traducción
literal del término francés ‘cadre’ por ‘cuadro’, así como el neologismo
utilizado en el artículo ‘cadrismo’ por ‘cuadrismo’, en el sentido que le da el
Dictionnaire Encarta de “empleado asalariado con funciones de dirección…, con
un nivel de cualificación superior”, que coincide más o menos con el del
Diccionario de la Real Academia Española en su acepción 12: “En el Ejército, en
una empresa, en la Administración Pública, etc., conjunto de mandos”. Ambas
acepciones quedan más precisadas en el libro de los autores “Crisis y salida de
la crisis” (2007) FCE, en el que se dice:” “Los responsables de las instancias
económicas públicas y los administradores de las empresas habían adquirido, en
el compromiso keynesiano, cierta autonomía con respecto a los propietarios
capitalistas”. [N. del T.]
2. Así lo atestiguan este número y
la obra en preparación del Séminaire d’Études Marxistes, La finance
capitaliste, París: Presses Universitaires de France (2006). [Los autores se
refieren al número de la revista en la que publican este artículo. N. del T.]
3. D. Harvey, A Brief History of Neoliberalism,
Oxford : Oxford University Press (2005), p. 16.
4. G. Duménil, D. Lévy, “Les trois
champs de la théorie des relations financières de Marx. Le Capital financier
d’Hilferding et Lénine”, p. 181-219”, in Séminaire d’Études Marxistes, La
finance capitaliste, Paris: Presses Universitaires de France, 2006
5. K. Marx, El Capital, Libro III,
Tomo 2,[citado de] Paris (1967): Éditions sociales (1894), p. 52-53.
6. K. Marx, ibid., p. 66.
7. K. Marx, ibid., p. 67.
8. R. Hilferding, Le capital financier. Étude
sur le développement récent du capitalisme, Paris (1970): Éditions de Minuit
(1910), p. 318
9. G. Duménil, M. Glick, D. Lévy, “The History of Competition
Policy as Economic History”, The Antitrust Bulletin, XLII (1997), p. 373-416.
10. R. Hilferding, Le capital
financier, op. cit. note 7; V. Lénine, “El imperialismo, fase superior del
capitalismo”.
11. P. Baran, P. Sweezy, Le
capitalisme Monopoliste. Un essai sur la société industrielle américaine,Paris:
Maspero (1970).
12. P. Boccara, Études sur le capitalisme
monopoliste d’ État, sa crise et son issue, Paris: Éditions Sociales (1974)
13. N.D. Kondratieff, “The Static and Dynamic
View of Economics”, Quarterly Journal of Economics, 34 (1925), p. 575-583.
14. E. Mandel, Les ondes longues du
développement capitaliste. Une interprétation marxiste, Paris : Èditions Page
deux (1999).
15. G. Arrighi, The Long Twentieth Century:
Money, Power and the Origins of our Times, Londres: Verso (1994).
16. I. Wallerstein, “Mondialisation ou ère de transition?
Une vision à long terme de la trajectoire du système monde”, in Séminaire
Marxiste, Une nouvelle phase du capitalisme?, Paris: Syllepse, 2001, p. 71-94,
p. 78.
17. Se podría pensar, por ejemplo,
en la tan trivial como conocida periodización de Walt Rostow: (1) la sociedad
tradicional, (2) los preliminares del despegue (3) el despegue, (4) la era del
gran consumo de masas, y (5) “más allá del consumo”, esta última etapa aún
imprevisible. (W.W. Rostow,
The Stages of Economic Growth: A Non-Communist Manifesto, Cambridge: Cambridge
University Press (1960)).
18. El neologismo se construye
sobre el modelo de socio-económico, y no social-económico. El rechazo a tener
en cuenta estas transformaciones del capitalismo conduce a la incapacidad para
caracterizar las sociedades de eso que se ha convenido en llamar “los países
socialistas” (G. Duménil, D. Lévy, R. Lew, “Cadrisme et socialisme. Une comparaison URSS-Chine”,
Transitions, 40 (1999), p. 195-228; G. Duménil, “L’absolutisme bureaucratique
selon Moshe Lewin”, Actuel Marx, 39 (2006), p. 167-172).
19. K. Marx, El Capital, III.2,
op. cit. nota 4, p. 104.
Bibliografía
• Arrighi G. 1994, The Long Twentieth Century:
Money, Power and the Origins of our Times, Londres : Verso.
• Baran P., Sweezy P. 1970, Le
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• Boccara P. 1974, Études sur le
capitalisme monopoliste d’ État, sa crise et son issue, Paris : Éditions
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• Duménil G. 2006, “L’absolutisme
bureaucratique selon Moshe Lewin”, Actuel Marx, 39, p. 167-172.
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History of Competition Policy as Economic History”, The Antitrust Bulletin,
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• Duménil G., Lévy D. 2006, Les
trois champs de la théorie des relations financières de Marx. Le capital
financier d’Hilferding et Lénine, p. 181-219 in Séminaire d’Études Marxistes
(ed.), La finance capitaliste, Paris : Presses Universitaires de France.
• Duménil G., Lévy D., Lew R.
1999, “Cadrisme et socialisme. Une
comparaison URSS-Chine”, Transitions, 40, p. 195-228.
• Harvey D. 2005, A Brief History of
Neoliberalism, Oxford : Oxford University Press.
• Hilferding R. 1910, Le capital financier.
Étude sur le développement récent du capitalisme, Paris (1970) : Éditions de
Minuit.
• Kondratieff N.D. 1925, \The Static and
Dynamic View of Economics”, Quarterly Journal of Economics, 34, p. 575-583.
• Lénine V. 1916, Oeuvres, tome 22,
L’impérialisme, stade suprême du capitalisme, p. 201-327, Paris (1976):
Éditions sociales.
• Mandel E. 1999, Les ondes longues du
développement capitaliste. Une interprétation marxiste, Paris: Éditions Page
deux.
• Marx K. 1894, Le Capital, Livre III, Tome 2,
Paris (1967): Éditions sociales.
• Rostow W.W. 1960, The Stages of Economic
Growth: A Non-Communist Manifesto, Cambridge: Cambridge University Press.
• Séminaire d’Études Marxistes
2006, La finance capitaliste, Paris: Presses Universitaires de France.
• Wallerstein I. 2001, Mondialisation ou ère de
transition? Une vision à long terme de la trajectoire du système monde; in
Séminaire Marxiste (ed.), Une nouvelle phase du capitalisme?, Paris: Syllepse,
p. 71-94.
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