Imperium et consilium. La política exterior norteamericana y sus teóricos (2014) es la obra más madura e impresionante del historiador y pensador inglés , Perry Anderson.Tachado por algunos de trotskista , posición a que se adscribió pero que muy pocos comprendieron.El supuesto trotskismo (que él nunca negó) del que se le acusa tenía más un carácter académico pues ya desde sus primeros trabajos importantes Anderson no sólo se preocupó de la necesidad de reevaluar el marxismo occidental como en su obra Consideraciones sobre el marxismo occidental (1976) sino en la no menos importante necesidad de evaluar los aporte de Trotsky , autor olvidado y relegado en un mundo dominado por el oscurantismo estalinista.Dichas reevaluaciones fueron realizadas,de un modo genérico y hipotético (en el cual se señalaba la necesidad de un trabajo posterior para concretar la tarea) en sus Consideraciones.Años después continuaría el proyecto en su obra Tras las Huellas del Materialismo Histórico (1983).Desde entonces publicó numerosas obras de importancia pero sobre todo el aporte fundamental que hay en sus obras son: la revaloración del Marxismo , de Gramscy , que a su decir es el marxista más completo que a tenido Occidente después de Marx y Engels , es decir de los fundadores,(pues supo conjugar tanto la teoría como la praxis) el estudio del feudalismo y el estado absolutista, el estudio del postmodernismo y, el haber retomado y recuperado la tradición revolucionaria y marxista a la tradición inglesa, pues durante mucho tiempo se consideró que en Inglaterra no existía tal tradición, e incluso ,se consideraba que tal aseveración se extendía a los pueblos anglosajones en general.
Y bien, la importancia de P.Anderson es innegable.Después de Edward Palmer Thompson , el más importante historiador e intelectual de habla inglesa y de tradición marxista es P.Anderson.En Imperium et consilium. La política exterior norteamericana y sus teóricos nos presenta el plan imperial de EEUU.La primera parte aborda con documentos desclasificados el plan hegemónico mundial de USA que inicia antes de la segunda guerra mundial ,se consolida al fin de esta , y continúa aún hasta el día de hoy.Fundamentalmente Yanquilandia es un país de tradición liberal y se ha regido desde hace más de un siglo bajo una política que ha oscilado entre el wilsonismo y el roosveltismo.Sin embargo , lo que el autor cuestiona es la política imperialista que se ha ido radicalizando hasta el punto de tener una política armamentista e intervencionista en crecimiento constante.También , analiza la política yanqui durante la Guerra Fría y su guerra sucia contra la URSS , ésta última en desventaja siempre como lo detalla el autor , pero que pese a ello buscó áreas de influencia.Y devela la política después de la Guerra Fría , colocando al imperio bajo una hegemonía total con aliados imperialistas (Japón,La Unión Europea , Inglaterra,etc.) que busca consolidar el dominio mundial.En la segunda parte el autor aborda a los teóricos del liberalismo yanqui .El imperio tiene sus estrategas pero lo curioso del asunto es que tales teóricos han sido importantes para la política yanqui y el liberalismo imperialista.Esta obra junto con Hegemonía ó Supervivencia son las dos obras que desnudan al imperialismo norteamericano de manera rigurosa.En Latinoamerica se le debe dar la mayor acogida sobre todo cuando el intervencionismo está todavía presente poniendo en peligro a las nuevas democracias....
A continuación dos sinopsis interesantes sobre Imperium et consilium. La política exterior norteamericana y sus teóricos:
Sobre ‘Imperium et consilium. La
política exterior norteamericana y sus teóricos’, de Perry Anderson
LA PERVIVENCIA DEL IMPERIO
AMERICANO (*)
El historiador británico Perry
Anderson ofrece en su último libro, Imperium et consilium. La política exterior
norteamericana y sus teóricos (Ed. Akal, 2015), un detallado análisis sobre la
hegemonía estadounidense y sus intelectuales. Pese a la emergencia en la escena
internacional de actores como China o la renovada belicosidad de la Rusia de
Vladimir Putin, Anderson no cree que el poderío de Estados Unidos esté
atravesando una “crisis terminal”. De acuerdo con este profesor de Historia en
la Universidad estadounidense de UCLA, en Los Ángeles, existe un “declive” de
la superpotencia americana. Pero según la visión de este intelectual marxista,
en Washington se gestionan aparentemente suficientes recursos para el
mantenimiento del poder de Estados Unidos en el mundo.
Por Salvador Martínez (Berlín)
Una característica común de la
izquierda no sólo es la crítica a la hegemonía global de Estados Unidos, sino
también la confianza en su declive, cuando no en su crisis terminal”, aunque,
“sin embargo la oposición radical al imperio americano no requiere el consuelo
de su inminente colapso o retirada”, escribe Anderson en su último libro. Como
figura intelectual de la izquierda, Anderson no ve cercano el final de la pax
americana. Esto queda patente en su último libro: Imperium et consilium. La política exterior norteamericana y sus
teóricos.
Ese volumen se compone de una
colección de ensayos recopilados por Verso Books , una empresa que se
reivindica como “la mayor editorial radical” del mundo anglosajón. Fundada por
los trabajadores de la publicación de pensamiento izquierdista The New Left
Review, Verso Books ha sido una de las sólidas plataformas para Anderson,
considerado uno de las figuras prominentes de la intelectualidad marxista
contemporánea. Extractos de su último libro –sacados de las secciones que
llevan por título “Consilium” e “Imperium”– fueron, de hecho, publicados hace
un par de años en el número de Septiembre-Octubre de The New Left Review.
Por libros como Imperium et
consilium. La política exterior norteamericana y sus te- óricos a Perry
Anderson se le considera “uno de los grandes ensayistas de nuestro tiempo en
cuestiones políticas, históricas y literarias”, según los términos del Times
Literary Supplement, el suplemento literario del diario conservador británico
The Times. El mensual independiente del Reino Unido The Prospect, que publica
desde hace una década una lista con los pensadores más influyentes a nivel
mundial, ha incluido en recientes ediciones de este ranking a este historiador
especialista del área académica que es la “historia intelectual”. Precisamente
a este campo pertenece su último trabajo, centrado en el último siglo de la
política exterior estadounidense y, sobre todo, en quienes la pensaron para
abrir un abanico de posibilidades estratégicas tan amplio como amplia es la
influencia de Washington en el devenir de la realidad internacional.
En una primera parte, Imperium et
consilium. La política exterior norteamericana y sus teóricos sobrevuela la
actividad del poder estadounidense fuera de sus fronteras desde el nacimiento
de la república constitucional que es Estados Unidos hasta la actual
presidencia de Barack Obama. Después, el libro analiza en profundidad los
planteamientos intelectuales de los pensadores en activo más influyentes para
la política exterior estadounidense. Entre ellos se encuentran Zbigniew Brezezinski,
otrora consejero del presidente estadounidense James Carter, Francis Fukuyama,
politólogo y ensayista de éxito o los también académicos renombre Walter Russel
Mead, Michael Mandelbaum o John Ikenberry.
Sin embargo, esos no son los
únicos nombres que destacan en el libro de Anderson. Desde sus primeras
páginas, tienen cabida en el análisis del volumen del historiador británico
intelectuales como Nicholas John Spykman (1893–1943), considerado el padre de
la política de “contención” frente a la Unión Soviética, Herbert Franz
Schurmann (1926–2010), o el fallecido el año pasado Gabriel Kolko (1932–2014).
Antes de que estos intelectuales entraran en escena, Perry Anderson subraya la
relevancia de figuras seguramente desconocidas para los no iniciados en la
historia intelectual del imperialismo estadounidense. Por ejemplo Alfred Thayer
Mahan (1840–1914), un militar, geoestratega e historiador al que se ha llegado
a considerar “el estratega más importante del siglo XIX”. La relevancia de sus
reflexiones contenidas en el libro publicado en 1890 The Influence of Sea Power
Upon History: 1660-1783) –La influencia del poder naval sobre la historia:
1660-1783– constituyen, de acuerdo con Perry Anderson, “la entrada de Estados
Unidos en la arena de la Weltpolitik” a nivel intelectual. A finales del siglo
XIX y principios de XX, Mahan y su amigo Brooks Adams, otro influyente
historiador, ya veían el potencial imperial de su país . “En dos generaciones,
los intereses” de Estados Unidos “cubrirán el Océano Pacífico, que será
mantenido como un mar interior”, planteaba en este sentido Adams en su ensayo
America’s Economic Supremacy –La supremacía económica de Estados Unidos–, un
libro aparecido en 1900.
Por una casi interminable lista
de publicaciones y autores recorre Anderson años de análisis de política
exterior estadounidense para destilar una visión de largo alcance sobre quiénes
han pensado la acción internacional de Estados Unidos. Para el historiador
británico, tiene sentido centrar sus esfuerzos en todas estas figuras habida
cuenta del tradicional “provincialismo” del electorado estadounidense, dotado
de unos “conocimientos mínimos del mundo”, y debido a un “sistema político que
–en una estridente contradicción con el diseño de sus fundadores– ha dado un
creciente poder virtualmente sin trabas al Ejecutivo para que conduzca la
política exterior, liberando a las presidencias” para “actuar sin presiones”
fuera de sus fronteras. De este modo, mientras los electores estadounidenses
siempre han dejado vía libre a la Casa Blanca para actuar fuera de sus
fronteras, otro grupo de personas –cuyas ideologías son analizadas por Anderson
en su libro– han planteado y plantean los caminos que debe o debería seguir la
acción internacional estadounidense.
Del amplio elenco de estrategas
sometidos a la observación de Perry Anderson, cabe hacerse mención especial a
George Frost Kennan (1904–2005), de quien dijera Colin Powell, otrora
secretario de Estado estadounidense de la Presidencia de George W. Bush, que
era una “fuente de inspiración”. En su paísse ha reconocido a Kennan su
voluntad de derrotar a la Unión Soviética en la Guerra Fría tratando de evitar
toda confrontación sangrienta o nuclear, cosa que le ha servido para pasar a la
posteridad como uno de los “sabios razonables” de aquella época.
Sin embargo, Anderson describe al
que fuera consejero del Gobierno de Estados Unidos con fama de hombre manso
como alguien más irritable de lo que se tiene asumido. Así, en 1927, de la boca
de este diplomático y escritor supuestamente tranquilo salían epítetos más bien
encendidos contra la Unión Soviética, cuyos bolcheviques eran, a sus ojos, “un
pequeño grupo de judíos rencorosos y parásitos”. Tras la Segunda Guerra
Mundial, defendería el intervencionismo estadounidense para “frenar, tanto
tiempo como fuera necesario,” el “imperialismo rojo” en regiones como
Indochina. Estas consideraciones ayudan a relativizar las ideas predominantes
sobre este personaje del que hay, sobre todo, recuerdo de sus críticas a la
Guerra de Vietnam.
¿Un imperio amenazado?
Habiendo quedado como única
superpotencia en la escena planetaria tras la Guerra Fría, en Estados Unidos
hay motivos para plantearse hoy si existen graves debilidades en su dominador
modelo. El auge chino, por ejemplo, o el regreso de la influencia rusa en el
este de Europa, son especial motivo de preocupación en suelo estadounidense.
También hay otro tipo de inquietudes, como las planteadas en 2011 en el ensayo
That used to be us –Eso solíamos ser– firmado por Thomas L. Friedman, columnista
del The New York Times, y Michael Mandelbaum. A saber, el curso actual de la
globalización, la revolución tecnológica o la consumición energética, entre
otros factores.
Sin embargo, en el último libro
de Perry Anderson no hay atisbos de alarmismo en lo que respecta a las
presiones a las que está sometida la hegemonía estadounidense. Porque el
historiador observa como, en Oriente Próximo, “el gobierno clerical de Irán” ha
estado “dando señales de resignación al diktat estadounidense”. Entre esas
señales puede figurar el acuerdo alcanzado este verano por el que se ha
limitado el programa nuclear de Teherán a cambio de levantar las sanciones
internacionales y multilaterales. En Europa, frente a la crisis en Ucrania,
Anderson recuerda que Estados Unidos y Europa tienen, entre otras cosas, la
posibilidad de hacer “un jaque mate económico” a Rusia. Porque, según se
recuerda en Imperium et consilium. La política exterior norteamericana y sus
teóricos, Moscú depende “de las inversiones y de la estabilidad financiera de
un sistema bancario controlado por Estados Unidos”.
Aquí se observa la relevancia que
da Anderson a los factores de orden económico o a aquellos pensadores
estadounidense que han evaluado las posibilidades internacionales de su país a
la luz de la economía. En esta lógica, China aparece descrita en el libro del
historiador británico como la “nación más dependiente entre las grandes
potencias de materias primas y de los mercados exteriores”. En definitiva,
según se observa en Imperium et consilium. La política exterior norteamericana
y sus teóricos, Pekín y Moscú son sólo voces “discordantes”, pero en ningún
caso amenazas reales para la pax americana.
En ésta, “los acuerdos de libre
comercio son una prioridad estructural para los Estados Unidos”, según
Anderson. De ahí la presión para que Europa firme la Asociación Transatlántica
para el Comercio y la Inversión, propuesta todavía en discusión también
conocida por las siglas inglesas TTIP. Respecto a las negociaciones de ese
tratado, convendría que en el Viejo Continente se tuviera presente aquella cita
del teórico de las relaciones internacionales estadounidense Christopher Layne
que saca a relucir Perry Anderson en su libro: “Las potencias hegemónicas
benevolentes son como los unicornios –no existe tal animal–. Las potencias
hegemónicas se aman a sí mismas, pero el resto las temen –con motivo–”.
(*)Apareció en la revista EL
SIGLO DE EUROPA. No.1126.Del 12-18 de octubre de 2015.Año XXV.Págs 50-52.
Anderson, Perry, Imperium et
Consilium, la política exterior norteamericana y sus teóricos, Madrid, Akal,
2014, 256 pp
Brice Calsapeu
El Viaje a América (1827), del
bretón François-René de Chateaubriand (1768-1848), termina con la celebración
de la libertad moderna, supuesta hija de la ilustración y de la razón. Según
él, el advenimiento de la república representativa en los Estados Unidos de
América “es uno de los más grandes acontecimientos políticos del mundo”.
Obviamente hay que contextualizar la dudosa euforia de un ensayista, estirpe de
la nobleza, que se salvó de los ardores vengativos de la revolución francesa,
exiliándose a partir de 1791. Pero esta cita del escritor prerromántico muy
bien hubiera podido servir de punto de partida al texto aquí reseñado, Imperium
et Consilium, la política exterior norteamericana y sus teóricos, del
historiador británico Perry Anderson, fruto de una estancia de investigación en
el Instituto de Estudios Avanzados de Nantes, en la misma Bretaña del vizconde
de Chateaubriand. En efecto, el texto de Anderson, de cierta manera, explora la
relación entre el concepto de libertad y la política exterior de los eua que se
constituyeron —aquí es importante la noción de construcción—, en un Imperio que
se apoderó de este mismo concepto de libertad y lo confiscó para justificar y
validar su propia política exterior.
El ensayo, o mejor dicho los dos
ensayos interrelacionados que conforman dialécticamente el libro, Imperium et
Consilium, fueron publicados originalmente en una entrega especial del número
83 (septiembre-octubre 2013) de la revista inglesa New Left Review con el
título original de American Foreign Policy and its thinkers. La revista está
enteramente dedicada a los dos ensayos de su ex redactor en jefe, el doctor
Perry Anderson, una práctica, sin embargo, muy poco común en el bimensual
británico. Desde su fundación, en 1960, hasta la fecha contamos sólo con tres
precedentes: en 1972 con un trabajo de Tom Nairn sobre Europa, en 1982 con
Anthony Barnett sobre la guerra de las Malvinas, y en 1998 con Robert Brenner,
sobre la economía de la turbulencia global.
El prólogo, que abre el libro,
sirve de introducción para explicar el enfoque elegido por Perry Anderson para
escribir los ensayos presentados que ofrecen un análisis del sistema de la
hegemonía estadunidense. Recuerda que la literatura autóctona —entender la
producida en el propio territorio americano—, es un tema que se estudia
básicamente desde la historia de la diplomacia y de la estrategia geopolítica.
De allí que el autor de Imperium et Consilium quiso romper con esa dinámica y
proponer a los lectores un análisis novedoso que postula romper con la
producción científica sobre el tema, reelaborando tres dimensiones del marco de
análisis del fenómeno: la temporal, la espacial y la política. Aquí reside, en esta
reelaboración del cuadro de análisis, el reto de la originalidad de un ensayo
por otra parte plenamente logrado.
El arco cronológico cubre desde
la invasión de México hasta la “guerra contra el terror” y los últimos
acontecimientos del 2013 (Siria y Ucrania) para intentar interrelacionar
estrategia y diplomacia estadounidense. En el nivel geográfico, intenta
ocuparse de los dos frentes de estudio generalmente abordados, —las operaciones
en los países del tercer mundo y el enfrentamiento contra los países
comunistas—, al cual se agrega el frente de expansión que representan los
países del capitalismo avanzado, un grupo donde básicamente encontramos a la
Europa occidental y Japón, pero que igualmente tiene que entenderse como un
grupo dinámico en su constitución, es decir, en sempiterna reconstitución.
La tercera diferencia es de orden
político. Quien conoce la obra y la trayectoria de Perry Anderson dentro del
llamado marxismo occidental, no espera una alabanza y menos un canto
ditirámbico al imperio. Pero hay que destacar la posición de objetividad
reclamada por Anderson en el estudio de la hegemonía imperial. Según él, no se
trata de reproducir un esquema bastante común en los estudios sobre el tema que
provienen del espectro de la izquierda, donde se vaticina la decadencia del
sistema hegemónico made in USA. Esa verborrea milenarista de la decadencia,
prolegómeno de libros y de la caída anunciada, suele servir de prozac a los
autores de izquierda. Y creo que es allí donde uno puede reconocer la influencia
fundamental de Antonio Gramsci en la obra de Perry Anderson (su ensayo Las
antinomias de Antonio Gramsci es de 1977 y publicado por primera vez en
castellano en 1978). Se nota no solamente en el uso del concepto de hegemonía
como un estado siempre cambiante y no una concatenación rígida, pero también y
más que todo, en ese deseo de precisión y de análisis, objetivo de los hechos
como exigencias ética.
Centraremos esta reseña en el
primer ensayo, Imperium. El objetivo principal es escribir la historia del
imperialismo estadunidense e inscribirla en la larga duración. En efecto, el
imperio de los eua que nació a partir de 1945, tiene una larga prehistoria que
se basa en una compleja oposición entre dos polos, el excepcionalismo y el
universalismo. Algo que se puede resumir en la siguiente frase: “es una nación
única que debe guiar al mundo”. Perry muestra cómo ese registro está en el
pensamiento de los fundadores de la nación estadounidense, pero que igualmente,
esta retorica expansionista, que ya para mitad del siglo xix se había
convertido en la idea del destino manifiesto, no contó nunca con un apoyo
unánime y ciertas voces se alzaron para denunciar una política de expansión que
iba en contra del legado anticolonial histórico. Esos valores alternativos eran
el registro del excepcionalismo que encerraban los eua en un baluarte que se
tenía que cerrar para evitar ser contagiado por la decadencia del mundo. En
cambio el mesianismo intervencionista pugnaba para salvar este mismo mundo.
La llegada al poder de Woodrow
Wilson cambió este registro fijándolo en la arrogancia del superhéroe, dotando
a los eua de todo un repertorio de valores que encarnaban. Con él, las
intervenciones exteriores se hicieron más numerosas y arrastró eua a la primera
guerra mundial donde los eua, según el mismo Wilson, “iban a gozar del infinito
privilegio de cumplir su destino y de salvar al mundo”. (p. 16)
Los años veinte marcaron un
regreso al polo excepcionalista que, sin embargo, vaciló a partir de la crisis
de 1929, dado la interpenetración del capital financiero al nivel mundial. Si
el país era ciertamente una economía autosuficiente al nivel industrial,
agrícola y poco dependiente de un comercio exterior que representaba a penas un
10 por ciento de su pib, sus relaciones financieras lo obligaron a tomar en
cuenta los grandes cambios en el escenario mundial.
El conflicto de la segunda guerra
mundial significó para los eua caer en un pragmatismo militar que dejó los dos
objetivos fundamentales de la política exterior americana para la posguerra. En
primer término, se trataba de convertir el mundo en un lugar seguro para el
capitalismo en general y después, dentro del sistema capitalista, los eua
debían tener el predominio. Perry Anderson esboza, en esta ocasión, un retrato
de un Roosevelt medio patán sin real brújula ideológica, cuya única convicción
era que el nacionalismo estadounidense, definido como la combinación de la
libre empresa y del individualismo, iba a ser aceptada por todos. Las ideas de
Roosevelt funden los dos puntos de vista enfrentados: la convicción del
separatismo aislador y el intervencionismo redentor. Ese es el momento de la
cristalización de un proyecto desde arriba cuya finalidad es reconstruir el
mundo sobre el modelo estadounidense para beneficio de los eua y, pero en
segunda posición, del mundo. Dio lugar a la onu y al sistema de imposición de
Bretton Woods donde todas las monedas se ven vinculadas al dólar como moneda de
reserva del sistema monetario internacional.
Para que esta idea fuera aceptada
por todos, fue transformada en la noción de seguridad nacional, una noción que
guía el imperio estadounidense hasta la fecha. El historiador británico recalca
que esta noción si era moderna en su elaboración, igualmente tenía una larga
prehistoria, desde Lodge a Roosevelt, en el miedo infundido a un ataque al
territorio nacional. La idea de seguridad se transforma así de una estrategia
ofensiva en exigencia defensiva, “es una estrategia diseñada para cerrar la
brecha entre opinión popular y preocupaciones de la elite”. (p. 46)
Llama la atención que en esta
evolución dos temas como el justificante religioso y la noción de capitalismo
sean remodelados por el discurso oficial. En el primer caso, lo religioso
pierde la posición que podía tener en el armazón ideológico imperial. En el
segundo, la palabra capitalismo es vetada para en cambio apuntar a la defensa
de la libre empresa.
Al analizar la guerra fría, Perry
Anderson ve una “fase prolongada dentro de una trayectoria más general y más
duradera de la expansión o proyección del poder americano” (p. 51) y no una
fase excepcional como se suele hacer. Resume muy bien los debates en la
historiografía estadounidense sobre el tema. El año 1991 representa el cierre
de una época, donde los eua, por fin, son la única potencia de un orden
planetario universal gobernado por ellos.
La primera guerra del golfo marca
la llegada de un nuevo orden mundial cuando el consejo de seguridad aprobó sin
problemas. Se ve impuesta la “visión rooseveltiana del mundo como una patrulla,
una fuerza policial de naciones neutrales” (p. 123). Subraya que entre los dos
grandes partidos no hay una gran diferencia. Si al nivel interno hay una
competencia entre los bloques en pugna para el poder, al nivel internacional no
hay una diferencia marcada dado que se constata una continuidad en los
objetivos de la política exterior sea republicana o demócrata. En las campañas
electorales, hacen lo mismo, criticar al candidato que sale por su debilidad en
materia de política exterior frente al enemigo siempre renovado que acecha.
La política de los eua sigue
desde 1945 el mismo objetivo. Sin embargo, tuvo que hacer simples adaptaciones
frente a los cambios coyunturales, siempre para preservar sus intereses.
Durante las décadas de la guerra fría, ayudó los países que conforman
actualmente el G7 a desarrollarse. En los años setenta, tuvo que afirmar sus
intereses frente a los países de la ocde. Ahora, con el mundo unipolar puede
presionar los países alrededor con la ofensiva ultraliberal. El poder
estadounidense no se basa solamente en su economía y la fuerza del ejemplo,
sino antes que todo en el uso de las armas. Lo que los obligó bajo la
administración Clinton a ampliar la otan a las puertas de Rusia, afirmando así
su hegemonía sobre Europa. Esa decisión provocó una de la más grande escisión
en la elite estadounidense desde su entrada en la segunda guerra mundial. Se
temía, de manera más que justificada hoy en día, que se preparaba así un futuro
conflicto con la Rusia postsoviética. Los atentados del 2001 no cambiaron nada
a la política exterior de los usa, le dieron solamente un derecho casi (¿?)
indiscutible de jugar al gendarme del mundo libre.
Como mejor lo resume Perry
Anderson: “El equilibrio cambiante de las fuerzas que giran en torno a la
hegemonía estadounidense debe evaluarse objetivamente, dejando de lado los
deseos y las ilusiones” (p. 6). Es justamente esta frase que nos permite
introducir la segunda parte del ensayo, Consilium, muy desigual en extensión
(81 páginas contra las 153 que ocupan Imperium). Está dedicada al pensamiento
actual de los estrategas estadounidenses, aunque siempre en perspectiva con los
dos grandes polos que conforman su política exterior. Pasa revista a las obras
de Walter Russell Mead, Michael Madendelbaum, J. Ikenberry, Robert Kagan, Z.
Brzezinski y unos cuantos autores imbricados en los engranajes de la
administración de los eua. Indagando sobre el poco rigor analítico de esos
pensadores del, en y por el Imperio, Anderson empieza a disecar la literatura
la más relevante, que se viene dando hoy en la actualidad sobre el rol de los
eua en el mundo. Surge así el retrato de un pensamiento que conforma un sistema
de discurso que explica y justifica las decisiones de la Pax Americana y
elabora las principales líneas estratégicas que tienen como objetivo servir a
reforzar la posición hegemónica internacional, un supuesto fuera de cuestión
para todos los autores reseñados por Anderson.
El libro de Perry Anderson es sin
duda valioso por lograr poner bajo varias perspectivas el imperialismo de los
eua. En efecto, efectúa un plan panorámico en la larga duración, mostrando que
a fin de cuenta hay una continuidad en la elaboración de un proyecto de largo
alcance para dominar el mundo. De allí que la frase de Chateaubriand, citada en
la introducción, adquiera un cierto peso vaticinador, dado que como lo muestra
el autor en este libro, desde el principio los eua, se concibieron como un
proyecto en torno a la idea de un imperio. Dicho proyecto económico-político no
cae de la nada sino que es una elaboración ideológica por parte de la elite. La
política exterior es confiscada por el poder y unos cuantos, cuando el pueblo
estadounidense sigue viviendo en su mayoría en una histeria provincial poco
propensa a cuestionarse o a cuestionar el papel de los eua en el mundo. Un
bemol a esta afirmación, sin embargo, es dado por la creciente oposición
interna a la presencia de tropas en los escenarios internacionales. Sin
embargo, podemos constatar que no podemos comparar esta oposición y su
antecedente más cercano, la oposición al lodazal de Vietnam.
El libro es una mina
bibliográfica y repara en autores secundarios en apariencia tuvieron
importancia en su momento, como el holandés Nicholas Spykman, para la
conformación de la política exterior. Está espolvoreado con anécdotas que
enriquecen un texto didáctico y fácil de leer. Dos críticas tal vez. Dado el
acercamiento hipercontemporáneo elegido, se extrañan algunas líneas sobre los
intentos de reconfiguración regional de las relaciones de poder con los EUA bajo
la égida de la Venezuela chavista. Por otra parte, siento que Perry Anderson
subestima el nuevo papel que China asume en las decisiones de la política
exterior de los eua, como se mostró con el caso de Tibet, bajo la primera
presidencia de Barack Obama. Ser los poseedores de las mayores reservas de
dólares ha permitido a China poder presionar los eua más que lo que ellos
estaban dispuestos a aceptar. Pero tal vez eso, a lo mejor, hubiera dado pie a
este cierto optimismo denunciado por el autor.
Programa Institucional de
Doctorado en Historia Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
(*)TZINTZUN.Revista de Estudios
Históricos. núm. 63, enero-junio, 2016, pp. 379-385.
PUNTO Y APARTE
TERCO92 - AUN SE REPITE
TERCO92 - LIBERADO
TERCO92 - MORTIFERO
TERCO92 - POESÍA
TERCO92 - CHOLO PE
TERCO92 - PERSEVERA
TERCO92 - SERIO
TERCO92 - HASTA CUANDO
TERCO92 FEAT KIZER - SIGUE PA LANTE
.
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