EL FIN DE LA HISTORIA EN HEGEL Y MARX
Por : Israel Sanmartín Barros
El de fin de la historia no es un concepto nuevo, pese a que en
los años 90 del siglo XX se haya puesto de moda gracias a los escritos del
politólogo Francis Fukuyama. De
alguna forma San Agustín ya establece la idea de fin al hablar
de un Juicio Final y al hacer girar toda la semántica medieval alrededor de la
idea de salvación. Hegel y Marx serán otros de los grandes develadores
de la idea de fin de la historia, entendido como fin ideológico de la humanidad
y no como fin de los acontecimientos o como fin del mundo. En este trabajo nos
centraremos, por tanto, en las construcciones teóricas de Hegel y Marx alrededor de la
idea de “fin de la historia”
y también en la opinión que han suscitado en los diferentes autores sus ideas
finalistas. Jugaremos, así, con las ideas de fin de Hegel y Marx, pero también con las de toda una
serie de estudiosos que han polemizado sobre el tema en los últimos años.
Conectar la escatología y la ciencia de las últimas cosas con la política no es
nada novedoso en la historia. Como hemos avanzado, ya lo habían hecho tanto San
Agustín en la Ciudad
de Dios como
todas las ideologías milenaristas de la Edad Media. En los siglos XVIII y XIX
el debate de “el fin de la
historia” resurgió de nuevo con los escritos de Hegel (Fenomenología
del espíritu y Filosofía
de la historia) y Marx, quien rechazó el
idealismo filosófico de Hegel y construyó su propia filosofía de la
historia como la dialéctica del conflicto de clases. Para él, el partido
comunista representaba la resolución final del conflicto de clases, porque
rompía la antítesis entre capital y trabajo.Marx fue
el primero de los sucesores de Hegel que precisaron que estaba confundido
con que el fin de la historia representaba la emergencia del estado prusiano.
Mientras Hegel creía que todo
lo real era racional, Marx intentó hacer un mundo ideal.
Partiendo de esas premisas teóricas, el objetivo fundamental de esta
investigación es mostrar qué fines de la historia presentan Hegel y Marx y cómo se imbrican el uno en el otro.
La idea es mostrar la tradición teórica del término y su genealogía en esos dos
autores. Para ello recurriremos a una matriz de análisis descriptiva para
localizar cómo y dónde expresan los dos autores la idea de fin de la historia.
Tras presentar sus ideas, buscaremos similitudes y diferencias en la
arquitectura histórica y teórica de los conceptos de fin de la historia, todo
ello partiendo de la idea de que Hegel es el iniciador de dicho concepto y Marx,
su continuador. Analizaremos estas ideas desde una perspectiva teórica.
¿Cómo enunció Hegel el fin de la historia?
¿Sostuvo Hegel alguna vez que la historia había
llegado a su fin? ¿De qué fin se trataba? No hay mucho acuerdo al respecto.
Para unos era difícil encontrar en los textos de Hegel
la frase “el
fin de la historia”, pero otros sí que la identificaban. Sea como
fuere, el sistema filosófico de Hegel exige el fin de la historia como
conclusión y no hay duda de que hay suficientes evidencias para pensar que la
asume en varios apartes de su obra (ANDERSON 1999, p. 17-31; MICHÉA 1992, p.
58-60). Veamos cuáles son esos fragmentos.
1) En La fenomenología, Hegel califica
la historia como la evolución consciente del espíritu en la sucesión de sus
formas temporales hasta la meta del saber absoluto de sí mismo. A pesar de la
contundencia de esa afirmación, el conocimiento absoluto no trae el fin de la
historia, como se entiende tradicionalmente, sino que para llegar al fin se
necesitan conocer los componentes de la historia universal de acuerdo con las
demandas de una nueva necesidad moral. Según ese razonamiento, es un error
basarse en el capítulo VIII de La fenomenología del espíritu para entender como Hegel interpreta filosóficamente la
historia: a) como la historia actual entendida como “el ser en el tiempo”,
desbordando la vida y la muerte del ser social; b) como el nivel de abstracción
de la anterior, es decir, como la filosofía de la historia; y c) como un
intento de encontrar las causas profundas de la historia y envolver la creación
en modelos históricos y elegir entre ellos (ESPOSITO 1982, p. 355-365).
2) En La filosofía del derecho, Hegel declara
que el presente se había liberado de su barbarismo en el examen de las
instituciones y que la verdad había dejado de ser “extramundana”. Esto facilitaría que se
hiciera objetiva una verdadera reconciliación que revelase al Estado como la
imagen y realidad de la razón. Hegel, en La
filosofía del derecho, describe el estado prusiano como el fin de
la evolución política (BEDFORD 1994, p. 371-376). Hegel creyó en el fin de la historia porque
creía en el derecho, puesto que sabía que el Estado moderno requería de un
sistema jurídico basado en la verdad y que debía evitar el relativismo (PÉREZ
1993-1994, p. 171-172).
3) En las Lecciones para la filosofía de la
historia, para Hegel, la meta a la
que tiende el proceso histórico mundial es la libertad, que una vez lograda
permanece invariable a pesar de eventos y condiciones. Uno de los primeros
pensadores que concibe la historia como un proceso racional desde la política
económica es Hegel, especialmente
en Lecciones sobre la filosofía de la historia universal,
donde expresa que la historia sería entendida como un proceso de
autorrealización del espíritu a través de diferentes fases en las que superaría
su alineación. Por esa razón Hegel decía que “buscaremos en la historia un fin
universal, el último fin del mundo; no un fin privado de un espíritu subjetivo”
y defendía que aprenderíamos por medio de la razón que no podemos estar
interesados en ningún fin privado y finito, “sino
tan solo en el fin absoluto” (HEGEL 1974, p. 205), es decir, no
sería una cuestión de la razón individual, sino de la razón como algo absoluto.
Desde esa idea central, Hegel emplea las categorías de variación,
rejuvenecimiento, razón, idea (con relación a la libertad), espíritu de la
gente, etnicidad y Estado (el fin del espíritu es el autoconocimiento).Hegel entiende la explicación de la historia
como un proceso dialéctico y la reflexión sobre el Estado como un todo que
implica una estructura tripartita formada por la familia, la sociedad civil y
el Estado (VARGAS 1997).
4) En Lecciones sobre la historia de la
filosofía, Hegel anuncia que estaría surgiendo una
nueva época en el mundo, cuando reseña que el espíritu del mundo ha logrado
eliminar a toda existencia objetiva extraña y captarse finalmente a sí mismo
como absoluto. Esos son los cuatro argumentos de los que podemos partir para
justificar el fin de la historia en Hegel (MICHÉA 1992, p. 58-60). Para muchos
autores, como Perry
Anderson, Hegel nunca planteó el fin de la historia,
pero resulta fácil describirlo como un concepto que fue deducido a partir de él. Anderson considera que Hegel no enunció la frase ni la noción por
dos razones:
a) La última instancia de su filosofía no era
la historia sino el espíritu, y la historia se presentaba, junto a la
naturaleza, tan solo como una de sus facetas (PÉREZ 1993-1994, p. 177-178). La
superación de la escisión entre ambas se concibe como un resultado más que como
un final. Hay que entender que Hegel vio la Revolución francesa como la
máxima expresión del espíritu moderno y que pensó en la totalidad del objeto-sujeto,
ya que el sujeto y el objeto son una unidad y no existen por separado (cuestión
que es clave en Hegel). Para Hegel,
el espíritu es una matriz común al sujeto y al objeto y con la noción de
espíritu trata de explicar por qué sujeto y objeto son inseparables. El
espíritu se identifica con el sujeto porque es pensamiento de sí mismo y con el
objeto porque puede pensarse como otro negándose a sí mismo. Para Hegel, la historia es
la realidad sin más y también el proceso de toma de conciencia de sí mismo y del
espíritu (BOBURG 1989, p. 235-242).
b) Hegel casi nunca habla de “ende”
(final) o “schluB”
(conclusión), sino que se refiere a “ziel”
(meta), “zweck”
(finalidad) o “resultat”
(resultado). La razón es muy sencilla: en alemán no existe una palabra que combine
los dos sentidos de la palabra “fin”
en inglés (o en español), por un lado el de “final”
y por otro el de “propósito”
(a Hegel le interesaba sobre todo la segunda de
esas acepciones) (ANDERSON 1999, p. 121-129).
De la síntesis hegeliana se desprende un fin de la historia más
como una consumación filosófica que como un estado social definitivo y no deja
de ser admisible que aquella implique en principio una variante de esta. Hegel no fue considerado un teórico del fin
de la historia en el siglo XIX, cuando su reputación se identificó más con sus
doctrinas sobre la naturaleza, la lógica y la política. Fueron estas las que
provocaron controversia incluso para un historiador tan profundo como Marx.
El concepto del fin de la historia, con toda su ambigüedad contemporánea, debió
aguardar a “el fin de
l´histoire” de Kojève para significar algo nuevo y distinto.
Todas estas argumentaciones fueron rebatidas por muchos otros
autores que mostraban que el Hegel maduro sí explicitaba el fin de la
historia. De tal forma, Hegel, en La
filosofía de la historia y
en La filosofía del espíritu, constata la
reivindicación dialéctica del fin de la historia como un inevitable “todo” del dinamismo
interno de la razón (DASILVA; KANJIRANTHINKAL 1993, p. 3-8). Para Hegel,
el fin de la historia no es una mera posibilidad, sino que es algo que está
ocurriendo tanto en el mundo como en la filosofía, lo que, además, expresa
claramente: “it is not the
end of History that the World becomes rational” (HEGEL 1956, p.
328). Y, en otro pasaje, señala: “at the end of History, the full
realization of the total humanity – the product of the totality of humanity in
history – is freedom itself. Universal History is the progression in the
consciousness of freedom – a progress that we must recognize as necessary”
(HEGEL 1956, p. 30). Con esto queda rebatida la tesis de Anderson.
Otros autores argumentan que hay dos significados para describir
el fin en Hegel, uno absolutista
y otro de época, que no es absolutista. La mayoría de los comentaristas
insisten en la visión absolutista, pero hay una síntesis de la dos, aunque no
es plausible (BERTHOLD-BOND 1988, p. 14-29). Para otros, tampoco habría duda de
que Hegel habla del fin de
la historia, aunque dudan sobre el significado del concepto (ANKERSMIT 1989, p.
137-153).
Para entender mejor lo que se ha explicado hasta este momento, es
necesario profundizar un poco más en el concepto de fin de la historia de Hegel.
Con tal motivo, nos detendremos a examinar los elementos históricos, políticos
y filosóficos que ayudan a articular dicho concepto en Hegel.
La construcción del concepto de fin de la historia en Hegel
Sea como fuere con relación a las diferentes interpretaciones, en
la configuración del concepto de fin de la historia de Hegel intervienen conceptos y elementos
histórico-políticos y filosóficos que abordaremos a continuación. Ahondando en
los primeros, especialmente en la cuestión del estado social definitivo, la
consecuencia del análisis hegeliano fue la justificación de la sociedad
burguesa que surge con la Revolución Industrial y que llega al poder político
con la Revolución Francesa. En realidad, quiera o no, Hegel planteó el carácter necesario y
permanente de esa sociedad, y sus interpretaciones políticas posteriores fueron
una consecuencia de esas reflexiones filosóficas.
Los fundamentos histórico-políticos
La desilusión de Hegel con la Revolución Francesa, que debía
asegurar el desarrollo constante del proceso dialéctico por medio del cual se
producían los cambios históricos, se da a partir de la amputación del
territorio alemán por parte del Gobierno revolucionario francés. A partir de
ese momento se confirma para Hegel el valor histórico universal del
capitalismo y la resignación ante lo que él juzga su carácter inevitable. Hegel,
ante la desembocadura de la Revolución en el capitalismo, asume que es inútil
tratar de destruirlo, sobre todo en el momento de plenitud y expansión de las
conquistas napoleónicas. Decepcionado, pues, con la Revolución Francesa como
ideal, se decide a considerarla realidad y así operó en Hegel la transposición teológica del
problema histórico en todas sus connotaciones económicas, políticas y sociales.
Otros conceptos fundamentales histórico-políticos son los
referentes al Estado y a la sociedad civil (BAHTI 1992, p. 76-79). Hay que
matizar que Hegel nunca vio con interés el concepto de “mano invisible” y siempre
concibió la sociedad civil desde la ética. Creía que había tres clases en la
sociedad civil: la clase inmediata, la clase de los negocios y la clase
universal (Hegel no distingue entre empleados y
empleadores). Ese sistema de clases juega un rol significativo en el concepto
de libertad en Hegel, puesto que el
filósofo piensa que la sociedad civil moderna proporciona un contexto para la
libertad humana, aunque sea una libertad que no es la misma para todos. Hay que
tener en cuenta que, para Hegel,
las instituciones también forman parte del desarrollo de la libertad (WILLIAMS;
SULLIVAN; MATTHEWS 1999, p. 31-37).
El Estado, por tanto, emerge a partir de la realización de la
libertad humana y de la sociedad civil, pero Hegel no ve la forma final del Estado como
algo que se impone, sino como un proceso diario que va creciendo día a día en
relación con los individuos. Así, la sociedad civil surge desde la familia y el
Estado, desde las limitaciones de la sociedad civil, pero la sociedad civil no
es suficiente en sí misma desde el punto de vista de Hegel,
que no acepta el laissez-faire de la sociedad comercial. Para
él, la mano invisible no trabaja con perfección y tiene que estar ayudada por
el Estado, sobre todo en los periodos de crisis. Para Hegel,
el Estado se edifica al fin del proceso histórico como la monarquía
constitucional, con lo que es difícil negar un tinte autoritario en el Estado
ideal de Hegel. Esta afirmación
es contraria a la que sostienen las lecturas liberales de Hegel,
como la de Shlomo
Avineri, quien, contrariando tanto la crítica marxista como de
la de ciertos liberales como Popper y su escuela, defiende que la teoría
del Estado de Hegel es compatible con el liberalismo
(AVINERI 1972). Las lecturas liberales de Hegel identifican el Estado capitalista con
la última evolución del Espíritu absoluto, es decir, con el fin de la historia
(WALSH 1994, p. 182-190).
Marx, en la Crítica de la filosofía del Derecho
Público, niega que el Estado sea la síntesis de toda la vida
humana, institucional, económica, jurídica y política. El Estado, para Marx, es una
superestructura, una emanación de la base económica y social en la cual las
contradicciones que se producen en la economía, en las relaciones sociales de
producción y en la sociedad civil se expresan magnificadas. La crítica de Marx es el primer debate sobre el fin de la
historia. Para Marx, las
contradicciones de clase son las contradicciones entre dos estratos sociales de
naturaleza diferente que tienen elementos diferenciables y contrapuestos
(SERRANO CALDERA 1991, p. 53-66).
Los principios filosóficos
Pasando a los conceptos filosóficos del fin de la historia, es
importante reseñar la importancia de la filosofía de Hegel en el debate teórico-político del
mundo contemporáneo. Según esta línea de pensamiento, Hegel fue desde su posición idealista mucho
más revolucionario que los que proclaman constantemente la revolución de
palabra y la negación de los hechos (el marxismo oficial devino profundamente
reaccionario y antidialéctico al congelar el desarrollo de la sociedad en un
dogma, que, en términos políticos, significó la consagración del poder absoluto
y de la autocracia). Retornar a Hegel, pues,
significa, para algunos autores, volver a las raíces del pensamiento
revolucionario, a una de las fuentes más importantes del cambio y del
pensamiento dialéctico, ya que en la obra de Hegel están las claves del mundo
contemporáneo, en especial en sus tesis sobre el valor histórico y la
universalidad (SERRANO CALDERA 1991, p. 53-66). Siguiendo con la cuestión
filosófica, otra cuestión fundamental de Hegel es la del espíritu. Hegel
entiende la historia como una manifestación de un proceso metafísico que se
refiere al desarrollo del espíritu. De hecho, para entender a Hegel,
hay que comprender que su filosofía se basa en la realización del espíritu. La
filosofía de Hegel es una mezcla de filosofía y religión
(cristiana) para entender la idea de geist (aunque en cuanto al aspecto de
la religión algunos difieren y afirman que solo lo utiliza en su provecho).
Para algunos, el concepto de espíritu en Hegel es similar al concepto de Dios, un
Dios panteísta, material y espiritual; pero no es así. Hegel se refiere al espíritu como razón y no
como a la fuerza sobrenatural de las religiones antiguas y modernas; es el
espíritu como fuerza que crea el hombre, la materia y la historia; es la
racionalidad total y el desarrollo absoluto y es la perspectiva integral de lo
humano y la sustancia de la historia (SERRANO CALDERA 1998).
Hegel, a comienzos del siglo XIX, deja intuir por
primera vez el fin de la historia como un sistema en el que se consolida la
propiedad privada, en un tiempo en que ha culminado todo el recorrido de la
historia superando todas las contradicciones. De esa forma, entiende que se ha
producido la unificación del espíritu consigo mismo en el capitalismo, en el
liberalismo y en la organización jurídico-política que sucede al inicio del
siglo XIX.Hegel entiende que con esa situación se ha
pasado de la dialéctica del espíritu objetivo a la dialéctica del espíritu
absoluto y, en consecuencia, se ha llegado al fin de la historia. En resumen,
el espíritu se aliena y se desarrolla mediante un proceso dialéctico de
contradicciones, contradicciones del mismo espíritu en sus diferentes
manifestaciones y formas de expresión, en un marco en el que todas las
expresiones tienen la misma naturaleza y la dialéctica es única, universal,
homogénea, simple y apriorística. La historia termina cuando recorre su
espíritu circular históricamente con la aparición del capitalismo económico y
del liberalismo político.
El significado del fin de la historia
La idea del fin de la historia en Hegel descansa sobre la historia de la
filosofía. En esa idea, la filosofía de la historia está subordinada a la
filosofía general, con lo que Hegel sigue el proceso
que ha sido observado en la filosofía misma. Como consecuencia, la historia
mundial es el espíritu que se muestra gradualmente de varias formas en el mundo
hasta alcanzar la libertad al precio que sea (esto ha sido interpretado por
muchos como una puerta abierta al totalitarismo y una constatación del
pensamiento reaccionario de Hegel). El proceso de la historia mundial es
teleológico (ver el Hegel de La filosofía de la historia),
de tal forma que el desarrollo del espíritu empieza en Oriente y se completa en
Occidente hasta terminar en un estado al estilo europeo protestante (la lógica
interna de la historia lleva a la forma completa de la libertad) (WILLIAMS;
SULLIVAN; MATTHEWS 1999, p. 24-31). Hegel ve cada uno de los períodos de la
historia como las etapas de ese proceso y abre sus ojos a cada período que
asume la forma de volksgeit o espíritu nacional (TERRAY
1990, p. 37-41).
En definitiva, el fin de la historia de Hegel representa el agotamiento de las
posibilidades del desarrollo del espíritu y representa el momento en que la
sociedad civil y el Estado alcanzan la plena realización racional y, por
consiguiente, cuando se logra la identidad entre la realidad y la racionalidad.
“Todo lo real es racional y
todo lo racional es real” es la esencia de La
fenomenología del espíritu. Para algunos autores, el fin de la
historia de Hegel aparece en sus trabajos de madurez,
sobre todo en La filosofía de la historia y La
filosofía del espíritu, obras en las que Hegel ve la reivindicación
dialéctica del fin de la historia como un inevitable “todo” del dinamismo
interno de la razón (DASILVA; KANJIRANTHINKAL 1993, p. 3-8).
La manipulación más profunda de Hegel es convertir el inmovilismo en el fin
de la historia. Hasta Hegel, cualquier
movimiento conservador había sido platónico. Había postulado la existencia de
una edad de oro pretérita desde la que se había producido una degeneración.
Para salir de tal decadencia era, pues, imprescindible regresar al pasado.Hegel dota a la reacción de un finalismo
aristotélico: la historia es un proceso de etapas de lo imperfecto a lo
perfecto hacia un fin. La caverna deja de ser el principio de la historia para
ser su culmen. La manipulación es completa. Y mientras al conservadurismo
clásico se le podían exigir explicaciones sobre los perfiles del ideal
pretérito, aquí se han borrado sus huellas: la edad de oro se presenta como una
conquista; toda recriminación práctica es ociosa. La dialéctica de la historia
somete el juicio sobre los hechos presentes a la consecución del fin necesario,
determinista, de la parusía o final de los tiempos, que toma corporeidad en una
intensificación completa del estado absoluto, el estado total. Hegel
quiere legitimar como intelectual-orgánico el estado de la
monarquía absoluta prusiana y su voluntad expansionista (DE DIEGO 2005). Hegel subvierte todo el arsenal teológico de
lo escolástico vaciando sus términos de contenido, haciendo una transferencia
de sacralidad hacia el Estado (HEGEL 1999, p. 65).
Hemos visto como se configura el fin de la historia en Hegel y como lleva a una justificación de la
modernidad para crear una falsa idea de progreso, que es en realidad una
congelación de la historia, del Estado y de todo (HELLER 1996, p. 95-110). Esto
nos lleva a afirmar que Hegel no es un idealista de todos los días
en el sentido moral, sino en el sentido profundo filosófico, un idealista que
piensa que la realidad es conducida y pensada por las ideas. Podemos decir que,
para una buena parte de académicos, Hegel es el autor que más importancia le da
a las ideas y para quien el fin de la historia debe ser entendido como el
triunfo del pensamiento racional y sus instituciones (CROPSEY 1995, p. 97-116).
El fin de la historia en Marx
Marx fue
un gran promotor de la idea del fin de la historia entendido como un proceso
dialéctico con un principio, un desarrollo y un fin extraído de Hegel (BARBERO ALZAMORA 1993). Pese a todo,
hay que matizar que Marx se refería fundamentalmente al “fin de la prehistoria”,
como veremos a continuación. Según muchos autores, Marx fue uno de los propagandistas de la
idea del fin de la historia, ya que creía que las contradicciones de las
sociedades serían superadas con la llegada de la utopía comunista. Incluso, se
podría afirmar que la polémica del fin de la historia se dio hace más de un
siglo, cuando Marx arremetió contra Hegel provocando una discusión unilateral.
Sin embargo, aunque el fin de la historia esté identificado con Hegel y Marx, algunos autores
precisan que Marx y Engels, como en el
caso de Hegel, nunca usaron la
frase “el fin de la historia”.
“Marx no dejó nada escrito
sobre el fin de la historia sino que creyó que la creación de un orden
harmónico basado en sus enseñanzas significaría el inicio de la historia de la
humanidad; pero no el fin de ella” (TROFINENKO 1999, p. 21-30).
Así, los marxistas entienden el fin del capitalismo como el fin de la
prehistoria de la humanidad y el comunismo, como la gran culminación de la
historia. En otro sentido, los neomarxistas creen que la revolución
anticapitalista es definida como el fin de la historia y como la negación del
fracaso de la civilización (RACHKOV 1994, p. 9-14). Esas opiniones no eran
unánimes y otros críticos apreciaban en el Marx de Economic and Philosphic Manuscrits of
1844 la
constatación de que habría un fin de la historia y que ese sería el comunismo
(WILLIAMS 1997, p. 557-566).
El Marx joven y los socialistas de su tiempo
no eran lo suficientemente lúcidos para ser utópicos y aceptaron el mito smithiano creyendo que bastaba con negar
que el sistema establecido por el capitalismo representase “el fin de la historia”
hegeliano y propugnar la continuidad del mismo desarrollo económico dentro de
un marco de relaciones distinto. Y aunque Marx matizase posteriormente sus primeros
esquemas, no los reemplazó con formulaciones simples y claras, de modo que el
marxismo catequístico acabó basándose en las certezas del Marx joven y desconociendo las dudas del
maduro (FONTANA 1992, p. 131). Profundizando en lo mismo, Marx habló de prehistoria refiriéndose a
que estábamos en la prehistoria de la humanidad y que la historia comenzaría
con el comunismo. Marx tuvo la
suficiente fuerza crítica para constatar que no se podía hablar de “fin de la historia”, sino
del “fin de la prehistoria”.
Con eso certificaba que es con la modernidad cuando comienza la historia,
puesto que lo anterior era la prehistoria. Para Marx,
con la modernidad, el hombre llega a ser un sujeto histórico y con el
socialismo se completaría ese proceso, pues el hombre pasaría de ser sujeto
histórico a ser sujeto de la historia (LEGUINA 1990, p. 57-69).
Su explicación era muy clara. La división entre la fuerza trabajo,
que es la energía del obrero, y los medios de producción, que son propiedad del
empresario, divide a la sociedad en clases, con lo que los propietarios de la
fuerza de trabajo y los propietarios de los medios de producción obligan al
obrero a sobrevivir en el sistema y a vender su trabajo. Para Marx,
el capitalismo es la etapa más elevada, y la última, en la historia de la
explotación humana, de la alienación y de la lucha de clases. La reunificación
de los medios de producción, de la fuerza de trabajo, la supresión de la
explotación y de la división de la sociedad en clases, lograría en su estadio
más alto superar la alienación del trabajador con respecto al producto y al
proceso de trabajo y, sobre todo, con respecto al sistema, restituyendo al
hombre a su condición humana y a su plenitud universal (SERRANO CALDERA 1991,
p. 11-13). Esa conceptualización se basa sobre todo en los escritos del joven Marx y tiene como fin la desalienación del hombre y la recuperación de
su condición humana usurpada, así como la transformación económica, social y
política del sistema que se funda sobre la explotación del hombre, el capitalismo,
en el sistema que permite su liberación, el socialismo. La realización de la
sociedad socialista mediante la revolución sería también la constatación de la
universalidad del sistema político y del fin de la historia. Para Hegel,
el fin de la historia es el fin de las posibilidades de desarrollo del
espíritu. Ese el momento en el que se alcanza la plena realización racional de
la sociedad civil y del Estado, en el que se logra la identidad entre la
realidad y la racionalidad. Para Hegel, la historia de
la humanidad se resuelve en el proceso dialéctico cuya meta es la libertad o la
conciencia de libertad; lo particular y lo individual son sacrificados para que
el espíritu realice su fin último. Por contra, Marx afirma que ha invertido los términos
de la dialéctica hegeliana, poniendo la praxis en lugar de las ideas y, aunque
criticaba abiertamente lo que llamamos izquierda hegeliana, es el más claro
representante de la misma. Los escritos juveniles de Marx no fueron publicados hasta 1930 y, a
pesar de que muchos marxistas se jactan de haber invertido los términos de la
dialéctica hegeliana, han conservado de ella el método y la seguridad de que el
suceder histórico obedece a una sola ley y a un único argumento basado en las
relaciones de producción, y en los modos en que dichos medios son utilizados.
Cuando Marx argumenta que ha invertido los
términos de Hegel no quiere decir otra cosa sino que el
proceso dialéctico no tiene lugar en el nivel de las ideas sino en el de la
realidad. Marx cree que el motor de la Historia son
las clases. Negaba que la meta de la Historia se hubiera alcanzado en 1806 pero
estaba próxima, y estaba convencido que bajo la dictadura del proletariado se
lograría la sociedad sin clases (SUÁREZ 1996, p. 181-202).
Marx, en La crítica de la filosofía del derecho
de Hegel y
otros escritos, señaló que el análisis de Hegel era incompleto, pues percibía solo la
primera fase de la enajenación, la positiva, pero no la fase subsiguiente, la
negativa, en la que la enajenación se convierte en la expoliación que llevará a
la revelación del obrero. La historia no termina, según Marx,
con el capitalismo y, como pensaba Hegel, en la teoría de
la enajenación, sino con la superación de la enajenación, es decir, con el fin
del capitalismo y el advenimiento del socialismo.
El aporte fundamental del marxismo no es tanto el materialismo (lo
que no se niega), sino su afirmación de que la realidad es una actividad
sensible del hombre. La realidad asumida como práctica y como acción rompe con
todo determinismo y con toda metafísica. Entre el hombre y la historia hay una
acción recíproca y una relación dialéctica. El hombre con su acción construye
la historia y se hace a sí mismo. Para Marx, la conciencia no
es una realidad predeterminada del ser humano y no es algo que le haya sido
dado de una vez por todas, sino algo que se hace en cada momento con nuestras
acciones buenas y malas. La teoría de Marx es una ciencia de la historia y una
filosofía de la praxis. El propósito del socialismo, sobre todo el esbozado en
los textos del joven Marx, es el de lograr
la realización plena del individuo, para lo que resulta imprescindible la
transformación de los mecanismos del sistema capitalista basados en la
explotación, la plusvalía, la acumulación indefinida y la cosificación y la
separación de los factores de producción, en otros tantos fundamentos cuales
sean la solidaridad, la distribución equitativa de los bienes, la remuneración
conforme a las necesidades de la persona y la desalienación del trabajador mediante la
reunificación de la fuerza de trabajo con los medios de producción. Como en el
caso de Hegel, no es unívoca
la idea de que Marx se refirió al fin de la historia. Así,
para algunos autores, Marx piensa que la expresión “fin de la historia” se
debía cambiar por “historia
de los fines”. Para Marx, quien hace la
historia no son los pueblos, sino las clases y el concepto suyo de ideología se
da como algo revolucionario. “La
ideología es la praxis revolucionaria global: la construcción por la clase
obrera del nuevo mundo. Y
la historia acabaría con la revolución total” (LEFEBVRE 1973).
Frente a ese razonamiento, otros argumentan que siempre había habido corrientes
críticas dentro del marxismo (como el trotskysmo ortodoxo) que siempre dudaron
del sistema y que creían en una “democracia
obrera” (PALMER 1994, p. 168).
Distinciones y coincidencias entre el fin de la historia de Hegel
y el de Marx
Una vez vistas las posturas de Hegel y Marx, es el momento de
entresacar las diferencias y similitudes entre los conceptos de fin de la
historia de Marx y de Hegel (CLAUSSEN 1999, p. 63-71). El punto de
partida es el de que Marx es hegeliano en lo que se refiere a la
descripción del desarrollo de la realidad más que en la meta que quiere
alcanzar (BERKI 1990, p. 654-671). Hegel proporcionó a Marx una teoría de la historia dinámica y
evolutiva basada en el conflicto, pero, para Marx, el rechazo del
capitalismo no está basado en consideraciones morales o humanitarias, sino que
deriva de la realidad empírica de la economía capitalista: a) solo el trabajo
crea valor; la maquinaria, la tierra y el resto de los factores de producción
no lo crean; b) el capitalista solo paga al trabajador un saldo de subsistencia
y el trabajador produce un valor dos veces mayor al que obtiene como jornal;
eso conlleva una plusvalía para el capitalista. Por último, la noción de
revolución de Marx es el punto culminante de su filosofía
especulativa e incluye una filosofía de la historia, una teoría de la lucha de
clases, una teoría del Estado, el hecho histórico de la revolución y el mundo
utópico (la sociedad comunista) (MACRIDIS; HULLIUNG 1996, p. 97-109).
La fama de Marx como padre del materialismo histórico
se propagó a partir de El Capital y El
manifiesto comunista. Marx aceptó de Hegel la dialéctica, pero con un uso
distinto: no eran las ideas las que generaban las realidades, sino a la
inversa. Donde Hegel hablaba de marcha de la humanidad
hacia un grado mayor de conciencia de libertad, Marx constataba
una meta distinta: la abolición de las clases sociales. Marx explicaba que los filósofos no se
habían limitado a interpretar el mundo, sino que también lo habían cambiado.
Para él, las realidades económicas eran el fundamento de todas las demás:
políticas, culturales, religiosas, etc. Marx y Engels insistieron en sus aceradas críticas
al hegelianismo en cuanto a que este descendía del cielo a la tierra cuando lo
procedente era hacer el camino contrario. Para ellos, la historia era la
historia de la lucha de clases, que tendría como resultado que el proletariado
acabaría por quitarle la vida a la burguesía. La lucha por su liberación
exigiría al proletario elevarse a clase dominante y ganar la batalla de la
democracia. Para Marx, había una
larguísima prehistoria en la que la burguesía había escrito su capítulo final y
una historia futura que se abriría cuando se suprimieran los antagonismos entre
capital y trabajo. Sería el triunfo de la necesidad (Manifiesto del partido comunista).
Eso todo se puede sintetizar en
que Marx varió de manera radical la concepción hegeliana de la historia. Ambos
idearon dos concepciones del final de la historia estrechamente vinculadas
entre sí pero diferentes, que, a su vez, han tenido una gran influencia durante
los últimos cuarenta años (RYAN 1994, p. 9-11). Cada crisis marxista tiende a
producir relecturas de Hegel que abarcan las Lenin, Lukács y Gramsci hasta
Marcuse. El marxismo aceptó la idea hegeliana de totalidad social con la idea
del destino de la sociedad global como un todo (WISTRICH 1999, p. 3-7). Pasando
a cuestiones más concretas, pasemos a enumerar las diferencias entre Hegel y
Marx en relación con sus concepciones del fin de la historia:
a) Una diferencia fundamental entre Hegel y Marx son los agentes que intervienen en el
devenir histórico. Para Hegel, los sujetos de
la historia serían el espíritu y los seres individuales y, para Marx,
las clases sociales y las fuerzas de producción, especialmente el proletariado.
Para Marx, el proletariado,
mediante la lucha de clases, daría los pasos para completar la tarea de la
historia mundial. Por contra, para Hegel, la historia es el resultado de un
proceso profundo del desarrollo del espíritu que, a su vez, reuniría las
lecciones más importantes de la religión cristiana. El concepto clave de Hegel
en la filosofía es el concepto de espíritu. En él descansa todo el idealismo
hegeliano (WILLIAMS 2002, p. 557-566).
Por
otro lado, para Marx, la historia la
hacen las clases y, de ellas, en primer término la burguesía y, después, la
obrera. Para Marx, solo hay
historia en la medida que interviene la clase obrera, que es el agente que
puede unir en sí el conocimiento, la voluntad y la utilización de las
contingencias como determinismos. La clase obrera rechaza todo lo que ha tenido
porque no tiene nada y porque no es nada; no tiene nada más que perder que sus
cadenas. Para Marx, lo que llamamos
historia no es más que la prehistoria de la humanidad, puesto que el autor
conjetura que con la revolución proletaria se termina la prehistoria y empieza
la historia (Marx abandonó su tesis de la primacía de la
historia por la economía en El capital), que a su vez
concluiría con una revolución total (LEFEBVRE 1973, p. 56-57).
b) Como consecuencia de lo anterior, Hegel es un idealista en el sentido de que
la realidad está pensada por una idea (los idealistas creen que las realidades
intelectuales maquetan el mundo); por contra, Marx y los materialistas piensan que la
materia es la raíz de todo (PARAMIO 1990, p. 59-64). Marx invirtió la prioridad de lo real y lo
ideal construyendo todo el ámbito del conocimiento, religión, arte, cultura y
filosofía en base a una superestructura totalmente determinada por el modo
material imperante de producción.
c) Marx sostuvo, en la Crítica
a la filosofía del derecho, que el análisis de Hegel es incompleto, pues percibe solo la
primera fase de la enajenación, pero no la subsiguiente, cuando la negación se
convierte en explotación, en el momento en que los objetos producidos se
vuelven contra su creador al transformarse en el núcleo del sistema de
explotación (PALMER 1994, p. 168). Así, según Marx, la historia no
termina en el capitalismo, como pensaba Hegel, sino en la superación del
capitalismo y el advenimiento del socialismo. Por lo tanto, tanto para Hegel como para Hegel y Marx, la realización
de la condición de universalidad en sus respectivos sistemas conducirá al fin
de la historia en su doble acepción (CALDERA 1991, p. 13-19).
d) Marx y Hegel ofrecen dos concepciones del proceso
histórico y del fin de la historia diferentes. Para Hegel,
el fin de la historia se produce en el sentido en que se produce el fin de la
filosofía (el fin de las ideas). La idea del fin de la historia de Hegel descansa en la idea de la visión
acumulativa de la historia de la filosofía; le gustaría que su sistema
filosófico fuera la culminación lógica de toda la filosofía previa y de todos
los debates de la filosofía de su tiempo. Hegel intenta una filosofía de la totalidad,
pero es una totalidad que no se reduce a recoger todos los puntos de vista sino
solo algunos (los que considera él importantes). Con esa metodología, entiende
el desarrollo de la filosofía hacia unas metas concretas (su discurso es
triunfalista) y, en función de eso, historia, filosofía, escuelas de
pensamiento, instituciones y líderes políticos son vistos como parte de una
evolución hacia el presente. La historia mundial es la forma en la que se
manifiesta el espíritu en el mundo y la historia del mundo es el proceso que
resulta de desarrollarse y realizarse ese espíritu.
Paralelamente, para Hegel, el fin de la historia es el
agotamiento de las posibilidades del desarrollo del espíritu, que evoluciona
merced a sus propias contradicciones, que se van resolviendo hasta agotarse.
Además, el fin de la historia es el momento en el que se alcanza la plena
realización racional de la sociedad civil y del Estado y en el que se logra la
identidad entre la realidad y la racionalidad (todo lo racional es real y
viceversa). Esa es la esencia de la Fenomenología del espíritu.
En cambio, para Marx, la historia es
el desarrollo de la humanidad hacia un ideal, el comunismo. Marx se refiere al fin de la historia en Economic
and Philosphic Manuscripts of 1844, obra en la que defiende que el
fin de la historia está implícito dentro de la historia misma. Igualmente, Marx presenta su relato de la historia en
el Manuscripts de 1844apolíticamente, como un
conjunto de hechos. Marx explica que el comunismo representa la
diversidad de todos los desarrollos históricos humanos y que la filosofía de la
historia tiene la capacidad de dar significado y sentido a las actividades
sociales e individuales (eso lo diferencia de Hegel y Kant). Marx considera que ese proceso no solo
consistiría en un proceso intelectual, sino también en un proceso de desarrollo
económico, ya que para él lo individual y lo social están estructurados por
necesidades económicas. Marx cree que Hegel está incluido dentro del grupo de
filósofos que fracasan en ver los “intereses
reales” de la historia. Para Marx, Hegel es el modelo
representativo de la visión de la historia guiada por un sujeto “extrasuperterrestre”
(WILLIAMS 2002, p. 557-566). En ese punto de la argumentación, Marx no entiende a Hegel,
ya que para este el espíritu tiene cualidades trascedentes y emerge en el
trabajo de los procesos sociales y políticos. “Un hegeliano diría que su concepción está tan apegada a
la realidad como la explicación del comunismo de Marx, pero Marx entiende la
historia como la creación del hombre a través de su trabajo y no como la
emergencia de la naturaleza del hombre” (MARX 1970, p. 145). En sus
visiones de la historia, Marx y Engels son monistas y dogmáticos. Marx es tan arrogante como Hegel y ambos nunca están preparados para
ver su punto de vista como una de las visiones posibles del mundo; se apropian
de todas las visiones y las confunden con la suya (WILLIAMS 2002, p. 557-566).
Para Marx, el fin del
capitalismo es el fin de la prehistoria de la sociedad humana, puesto que,
según él, la labor de la historia es transformar al individuo humano de objeto
a sujeto de la historia (MARX 1971, p. 21).
e) Marx pone el acento en la finitud de la
historia y Hegel, en la
finalidad. Hegel habla de la finalidad a través de la
historia y de las luchas históricas, cuando la filosofía ha devenido práctica,
es decir, política. Marx quiere mostrar que la historia
continúa y que el Estado hegeliano inagotable y heraclíteo se hundirá. Para Marx,
la historia existe como obra de una práctica política, la revolución, que es
una realidad producida por la acción, que, a su vez, produce un conocimiento
(la historia es activa y reemplaza a la filosofía).Marx habla de una revolución total con el
final de todas las alienaciones y la creación de un mundo que somete la
necesidad y se libera de las constricciones (LEFEBVRE 1973, p. 43-44).
f) El marxismo representa, según algunos autores, una ruptura
epistemológica con relación al hegelianismo y no una simple inversión de las
posturas hegelianas. Según algunos exégetas, más asociados a posturas
conservadoras, sería una simple inversión que conserva del hegelianismo la
seguridad de que el acontecer histórico obedece a una sola ley y a un único
argumento basado en las relaciones de producción, que dependen de los medios
para lograrla y de los modos en que dichos medios son utilizados.
g) Hegel solo habla de la lucha de clases y
esta alcanzaría su plenitud con el período industrial. En Marx,
es muy diferente la perspectiva: la clase obrera asumiría la misión de
continuar la historia y conducir su destino (LEFEBVRE 1973, p. 46-47).
Además de diferencias, también existen similitudes entre las
visiones de la historia de Marx y la de Hegel.
Pasemos a ver en detalle las similitudes. a) El desarrollo de la historia
humana abarca diferentes épocas y etapas; b) Esas etapas representan una
diferenciación entre los desarrollos de Oriente y Occidente; c) La historia
mundial es progresiva; hay una evolución desde lo más primitivo hasta lo más
moderno; d) La libertad humana representa una de las metas principales del
desarrollo progresivo; e) Hay diferentes puntos de culminación respecto a la
sociedad, pero los hay. Para Hegel, el punto
culminante es el mundo protestante alemán y, para Marx,
la sociedad comunista; f) El punto final es dinámico, está en continuo proceso;
g) Hegel y Marx tienen un punto de vista teleológico.
Piensan que hay un esencialismo en la historia; subestiman los eventos en la
historia mundial y creen en la historia mundial como algo necesario; h) Para
ellos, no hay solo una mejora material, sino también cultural y moral; i) En su
visión de la historia,Marx y Hegel son dogmáticos y monistas. Son
monistas porque creen que el único principio que puede mover la humanidad es la
producción material y son dogmáticos porque no creen que haya otro principio
rector de la historia que el que ellos consideran. El genio de Marx le permite una arrogancia intelectual
que estaría mostrada en Hegel; j) Las teorías
de la historia de Hegel y Marx tienen un injustificable optimismo;
para Hegel y Marx las cosas tienden a ir a mejor
(WILLIAMS 1997, p. 557-566); k) Hegel y Marx se
refieren a la “Historia”
y, para ambos, el fin de la historia es el momento en que se alcanza la plena
realización racional de la sociedad; l) Hay otros futuros para la humanidad,
pero Hegel y Marx parecen mantenerse ajenos a ellos. Marx y Hegel presentan la
historia a partir de sus nociones de espíritu y proletariado revolucionario y
sobre ambos conceptos ponen la responsabilidad para el futuro lejos de los
individuos y de las entidades que parecen ir más allá de su control; m) Marx solo es entendible frente a Hegel; quien no
trabaje a Hegel no puede comprender a Marx,
cuya obra es un diálogo con aquel. Toda la obra de Marx está concebida como una contradicción
filosófica a los planteamientos de Hegel: la fuerza del
trabajo que se trasfiere a la materia prima y la enajenación negativa de Marx,
el Estado como superación de todas las contradicciones en Hegel y como magnificación de todas las
contradicciones en Marx, las situaciones
económicas como producto del desarrollo del espíritu en Hegel y la concepción racional o ideológica
de una sociedad como producto de las contradicciones en Marx.
En definitiva, Hegel privilegia el tiempo y el espacio, la
intuición y el concepto, el sujeto y el Estado; Marx,
la naturaleza, la revolución total, y la clase obrera, que le sirven como
alternativa o como referencia privilegiada. Los fines para Marx existen, no en la razón de la historia
como conocimiento, sino como racionalidad inmanente, superior a la
irracionalidad religiosa y a la incierta racionalidad. Lo que Marx altera de Hegel es el motor que propulsa el proceso.
El motor, para Marx, son la
aspiración y el deseo de los grupos específicos (familias, naciones y clases)
que constituyen la raza humana. Por tanto, Marx se
opone a Hegel en la concepción de que no es la
conciencia del hombre la que determina su existencia, sino la existencia social
la que determina su conciencia. Así, Marx
crea su materialismo en oposición al hegelianismo. En la filosofía de la
historia, ese materialismo está expresado en el importante rol que se le da al
trabajo y a la economía (DESMOND 1989, p. 39-40).
Conclusión
El concepto de final de la historia no es nuevo, ya que se trata
de una expresión clásica que remite directamente a la interpretación de la filosofía
de la historia propuesta por Hegel y Marx. Para ambos teóricos germanos, la
historia se entiende en términos de proceso dialéctico: un curso del tiempo
impulsado por leyes deterministas que atraviesa unos estadios perfectamente
comprensibles, incluso previsibles, que se consuman en uno postrero
(determinación del ciclo que conduciría a su terminación) y cuya culminación
otorga pleno sentido y realidad al desarrollo mismo de los acontecimientos. La
historia, a través de sus fases o estadios, sucede y se sucede, pues, según una
lógica de progreso, que, siguiendo el viejo patrón de la teleología
aristotélica (los conceptos se asemejan solo en esto) y una vez alcanzado su
fin, cesa en su movimiento de perfección para disfrutar del reposo. Ese es el
fin y la meta de la historia: que su objetivo se resuelva en la norma, que la
historia se normalice, lo cual no implica su paralización ni su muerte o
defunción, es decir, su término o su finalización. El fin es el telos,
el resultado, la salida. Por decirlo aun de otro modo: la historia sigue el
rumbo, pero ya ha encontrado su rumbo (RODRÍGUEZ 2002).
El historicismo de Hegel se ha convertido, “para bien o para mal”, en
parte de nuestro bagaje intelectual contemporáneo: es habitual encontrarse con
razonamientos como que la humanidad ha avanzado a través de una serie de
estados de conciencia desde la época primitiva hasta el presente y que a esos
estados corresponden formas concretas de organización social (tribal,
esclavista, teocrática o sociedades igualitarias democráticas).Hegel fue el primer filósofo en hablar el
lenguaje de la sociedad moderna al afirmar que el hombre era producto de un
ambiente histórico y social concreto, en contraposición a las teorías del
derecho natural que conciben al hombre como un conjunto permanente de atributos
naturales (Hegel detallaba que el hombre había cambiado
su ambiente natural mediante la aplicación de la ciencia y de la tecnología).
Por su parte, Marx ha sido el mejor propagandista de la
idea de fin de la historia al sostener que la meta de la historia sería la
sociedad comunista. Marx se apropió para sus propios fines de
amplios segmentos del sistema de Hegel. Marx aceptaba de Hegel el concepto de historicismo
fundamental de los asuntos humanos y la noción de que la sociedad humana ha
evolucionado en el tiempo desde estructuras sociales primitivas a otras más
complejas y altamente desarrolladas. Hegel y Marx están de acuerdo en que el proceso
histórico era fundamentalmente dialéctico y que las formas primitivas de
organización social y política contenían contradicciones internas que se
hicieron evidentes con el tiempo y que llevarían a su destitución. Marx compartía con Hegel la posibilidad de un fin de la
historia, pero Marx difería de Hegel acerca de qué clase de sociedad habría
cuando la historia llegara a su fin. Marx creía que el Estado liberal no lograba
resolver una contradicción fundamental, la del conflicto de clases, la lucha
entre la burguesía y el proletariado y, por eso, concluía que la
universalización de la libertad y del Estado liberal era solo la victoria de la
libertad para la burguesía. Hegel creía que la realización del espíritu
se había resuelto adecuadamente al llegar al fin de la historia mediante el
reconocimiento filosófico de la libertad en el Estado liberal; por contra, Marx
estimaba que, para las sociedades liberales, el hombre seguía
alienado, porque, en ellas, el capital se había convertido en amo y señor del
hombre y lo controlaba. El fin marxista de la historia llegaría solo con la
victoria de la verdadera clase universal, el proletariado, y la realización de
una utopía comunista global que pondría término a la lucha de clases de una vez
por todas. Así, el fin de la historia, para Hegel, era el Estado
liberal y, para Marx, la sociedad
comunista. Y Marx volvió el historicismo de Hegel contra este.
Referencias bibliográficas
ANDERSON, P. Los fines de la historia.
Barcelona: Anagrama, 1999.
ANKERSMIT, F.R. Historiography and
postmodernism. History and Theory,
Middletown, Vol. XXVIII, nº 2, p. 137-153, 1989.
AVINERI, Shlomo. Hegel
and the Modern State. London: Cambridge University Press, 1972.
BAHTI, Timothy. Allegories
of History. Literary historiography after
Hegel. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1992.
BARBERO ALZAMORA, Miguel. ¿El fin de la tontería? Uruguay: Ediciones de Juan
Darién, 1993.
BEDFORD, David. God, nature and the end of
History. History of European Ideas,
London, Vol. 19, nº 1-3, p. 371-376, 1994.
BERKI, R.N. Through and through Hegel:
Marx´s road to communism. Political Studies, New
Jersey, Vol. XXXVIII, nº 1, p. 654-671, March 1990.
BERTHOLD-BOND, Daniel. Hegel´s
eschatological vision: does history have a future?.History and Theory,
Middletown, Vol. XVII, nº 1, p. 14-29, 1988.
BOBURG, Felipe. Hegel y la revolución francesa. Revista
de Filosofía, Madrid, Año XXII, nº 65, p. 235-242, Mayo-Agosto
1989.
CLAUSSEN, Detlev. Els intel.lectuals, entre la “crisi de la raó” i
la “fin de la historia,L’espill,
Barcelona, nº 1, p. 63-71, 1999.
CROPSEY, J. The End of History in the
Open-ended Age? The Life Expectancy of Self-evident Truth. In: MELZER, Arthur
M.; WEINBERGER, Jerry; ZINMAN, Richard M. (eds.) History
and the idea of Progress. Ithaca
and London: Cornell University Press, 1995. p. 97-116.
DASILVA, Fabio B.; KANJIRANTHINKAL, Mathew
J. Politics at the end of History:
essays in post-modernist thought (major concepts in politics and political
theory. New York: Peter Lang Publishing, 1993. Vol. 3.
DE DIEGO, Enrique. Hegel o el Estado totalitario. La
ilustración liberal,nº 13 y 14.Disponible en: http://www.libertaddigital.com/ilustracion_liberal/articulo.php/341.
Consultado el: 4 de julio de 2005.
DESMOND, William. Hegel and his critics: philosophy in the aftermath of Hegel. New York: State University of New York Press, 1989.
DESMOND, William. Hegel and his critics: philosophy in the aftermath of Hegel. New York: State University of New York Press, 1989.
ESPOSITO, Joseph L. Hegel, absolute
knowledge, and the end of History. Clio,
Indiana, Vol. 12, nº 4, p. 355-365, Summer 1983.
FONTANA, Josep. La historia después del fin de la
historia. Reflexiones
acerca de la situación actual de la ciencia histórica. Barcelona: Crítica, 1992.
GADAMER, H. G., Los fundamentos filosóficos del siglo XX. In:
VATTIMO, G. (comp.),La
secularización de la filosofía. Hermenéutica
y postmodernidad. Barcelona: Gedisa, 1992. p. 92-101.
HEGEL, G. W. F. Lecciones sobre la filosofía de la
historia universal. Madrid: Revista de Occidente, 1974.
______. Lecciones de Filosofía de la Historia.
Madrid: Alianza Editorial, 1999.
______. Lectures on the Philosphy of History.
New York: Dover, 1956.
HELLER, Agnes, El último estado de la Historia (memoria,
rememoración y bildung: sobre la teoría
de la modernidad en Hegel). Isegoría, nº 14,
Madrid, p. 95-110, octubre 1996.
LEFEBVRE, Henri. La violencia y el fin de la historia.
Buenos Aires: Ediciones Siglo Veinte, 1973.
LEGUINA, Joaquín. El final de una historia. Sistema, Madrid, nº 98, p. 57-69,
Septiembre 1990.
MACRIDIS, Roy; HULLIUNG, Mark. Contemporary
political ideologies: movements and regimes. New York, Harper
Collins Collegue Publishers, 1996.
MARX, Karl. Contribution
to the Critique of Political Economy. London: Lawrence &
Wishart, 1971.
______. Economic and philosophic manuscripts.
London: Lawrence & Wihart, 1970.
MICHÉA, Jean-Claude. Introduction. In:
LEFORT, Bernard (coord.). De
la fin de l´histoire. Paris: Éditions du Félin, 1992. p. 53-60.
PALMER, B. ¿Existe, si es que alguna vez existió, la clase
obrera?. In: AA.VV. A Propósito del fin de la historia.
Valencia: Edicions Alfons el Magnànim, 1994. p. 164-171.
PARAMIO, Ludolfo. Marxismo analítico. Claves,
Madrid, nº 7, p. 59-64, noviembre 1990.
PÉREZ HERRANZ, Fernando M. Historia e historia; en torno al
propuesto fin de la historia. Anales de la Universidad de Alicante:
historia contemporánea, Alicante, nº 10-11, p. 158-179, 1993-94,.
RACHKOV, P. A. The End of History as a
sociosophical problem. Russian Studies in Philosophy,
Vol. 33, North Carolina nº 2, p. 9-14, 1994.
RODRÍGUEZ GENOVÉS, Fernando. Fukuyama y Huntington, en la picota. El
Catoblepas, nº 9, p. 7, noviembre 2002.
RUIZ S., Carlos. Heidegger y Hegel. Revista
de Filosofía, Madrid Vol. XLI-XLII, p. 131-148, Nov. 1993.
RYAN, A. Introducción. In: AA.VV. A propósito del fin de la historia,
Valencia: Edicions Alfons el Magnànim, 1994. p. 3-11.
SERRANO CALDERA, A. Hegel y Zubiri o el filósofo ante el desafío
de una nueva ética. Disponible en: http://www.una.ni/ellacuria/hegel.htm.
Consultado el 6 de abril de 1998.
______. El fin de la historia:
reaparición del mito. La Habana: Editorial 13 de marzo, 1991.
SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis. Corrientes del pensamiento histórico.
Pamplona: Universidad de Navarra, 1996.
SUÁREZ, Alfonso G. ¿Réquiem por la historia? Claves, Madrid nº 32, p. 56-57, mayo
1993.
TERRAY, Emmanuel. From Hegel to Marx. The
saga of the dialectic. Encounter, London, p.
37-41, April 1990.
TROFINENKO. The end of the cold war, not
History. Washington Quarterly,
Washington, Vol. 13, nº 2, p. 21-30, 1999.
PUNTO Y APARTE
NO A KEIKO
LARGO YANQUI !
EL ROBO DE LA ERA FUJIMONTESINISTA
NO!
NO A LA CANDIDATA DE LAS ESTERELIZACIONES FORZADAS
LARGO LADRONES
LA MAFIA DE KEIKO Y SU PAPI VOLVERÁ . NO A KEIKO!
LOS DIARIOS CHICHA FUE UN INVENTO FUJIMORISTA
REGALÓ COQUITA Y LICOR Y EL JNE NO LO TACHÓ .LARGO YANQUI! PPKK GO HOME!
LARGO MAFIA
HASTA SU PERRO ES YANQUI DE ESTE YANQUI LOBISTA
YANQUI SALADO
PPK al descubierto
PPK AL DESCUBIERTO . YANQUI,LOBBISTA Y LADRON!
La Chilenización del Perú por Kuczynski PPK
César Hildebrandt: Jóvenes infórmense antes de votar.NO A PPK
UN ANTES Y UN DESPUES - KEIKO RECONOCE QUE FACTOR K FORMA PARTE DEL PARTIDO FUERZA POPULAR
Por qué No Keiko
DEBATE PRESIDENCIAL 2016: Alan García vs Fernando Olivera
Las cazafantasmas del Frente Amplio contra la guerra sucia.
Debate presidencial: Verónika Mendoza criticó al gobierno fujimorista y nacionalista
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario