LA FILOSOFÍA DE LA VIOLENCIA EN HEGEL Y MARX
Por :Ramón Espinosa Contreras
W. F. Hegel (1770-1831)
Hegel, en su obra La fenomenología del espíritu escrita en 1806, aborda en el apartado
de “El yo y la apetencia”
el problema del conflicto violento en la parte que se refiere a la
autoconciencia, entendida ésta como deseo, planteando la dialéctica del amo y
del esclavo.Al igual que los pensadores anteriores como Maquiavelo, Hobbes y Spinoza, Hegel
considera que la primera apetencia es la que permite al ser
humano sobrevivir, y la segunda se refiere a la libertad del esclavo y su
reconocimiento como ser humano e histórico.(1)
En todo el proceso de la vida está presente el deseo en la
conciencia del hombre desde el momento en que toma conciencia de que es un ser
viviente en el mundo. Esta conciencia de sí es la lucha por la vida en su
primer movimiento; en su segundo movimiento dialéctico, se desdobla hacia otra
conciencia que es la lucha por el reconocimiento. Dicha lucha se traslada a la
esfera del espíritu, en la figura de la violencia, necesaria como medio para
lograr el reconocimiento por parte del otro, no solamente como persona sino
como ser humano, es decir, por la libertad: “la
lucha del reconocimiento es, pues, de vida o muerte, cada una de las dos
conciencias pone la vida de la otra en peligro. La muerte de la una, la cual,
por un lado, resuelve la contradicción mediante la negación abstracta, por lo
mismo brutal, de la individualidad, es luego, respecto al lado esencial –esto
es, respecto a la conciencia del reconocimiento, que allí es a la vez superada–, una contradicción nueva y más alta
que la primera”. (2) Esto significa que el hombre, para poder arribar al
reconocimiento como un ser libre e histórico, necesariamente tuvo que pasar por
el estadio de la conciencia servil y la dominación ejercida por otra
conciencia, el amo. Autoconciencias que se hallan determinadas por la lucha de
vida o muerte: una por su existencia y la otra por su libertad. En una relación
dialéctica, la primera debe estar dispuesta y no tener temor a transformar su
conciencia servil en liberadora y mantenerse libre. El esclavo tiene que
arriesgar su vida para luchar por su libertad y el reconocimiento de su persona
como conciencia independiente.
Cuando utiliza el concepto “persona”, Hegel no se refiere al reconocimiento
jurídico de la responsabilidad del ser. Este reconocimiento es abstracto, lo
que hace suyo la otra persona que tiene en sus manos la denominación de la
primera. La persona que no ha arriesgado de la vida es, por decirlo así,
autoconciencia anclada en potencia subsumida en la otra autoconciencia. Su
dignidad humana está por realizarse, por eso no ha alcanzado su propia verdad.
Es una dignidad que no ha cobrado forma ni contenido objetivo en la experiencia
real de su ser por encima de ser biológico. Solamente con voluntad se logra
dicho deseo a través de la brutalidad de la lucha de vida o muerte; no hay otra
alternativa para alcanzar el fin deseado, por cruel que ésta sea. Aquí Hegel coincide con Maquiavelo y Hobbes, pero desde una
perspectiva histórica.
La lucha en vida y la muerte son condición necesaria para el
reconocimiento de las dos autoconciencias. En primer lugar, ambas se
solicitan y se necesitan, es decir, el amo no puede existir si no existe el
esclavo y éste sin aquél: “La
autoconciencia sólo alcanza sus satisfacciones en otra autoconciencia”, (3) dándose la unidad contradictoria entre las dos por su
apetencia: una, por el producto del trabajo del siervo y la otra, para
subsistir y por el deseo de su liberación. En segundo lugar, en ese proceso
dialéctico, la verdad del reconocimiento de la libertad y de la independencia
solamente se alcanza en la lucha de vida o muerte. Esta confrontación conlleva
a las autoconciencias a la muerte de manera inevitable, porque el amo busca
conservar el poder y el esclavo quiere su libertad, pero esta lucha no
significa la eliminación física total, sino la superación dialéctica de una de
las partes. Parte de ellas debe quedar con vida; una para reconocer la libertad
y la independencia del otro; y la otra, por su victoria.
Alexander Kojève en La
dialéctica del amo y del esclavo en Hegel escribe: “De nada sirve al hombre la lucha para matar a su
adversario. Debe suprimirlo “dialécticamente”, es decir, debe dejarle la vida a
la conciencia y destruir sólo su autonomía. No debe suprimirlo sino en tanto
que se opone y actúa contra él. Dicho de otra manera, someterlo”. (4) Es
lo que Marx y Engels llaman lucha de clases.
Hegel es
consciente de que esta dialéctica de las autoconciencias que lleva a la muerte
es brutal, injusta y cruel, pero necesaria para la libertad ya que es la base
de la historia. En suFilosofía
del derecho, escribe:
La fuerza o violencia, por lo tanto, tomadas abstractamente, son
injustas. La violencia es anulada con la violencia, por consiguiente, ella no
sólo es condicionalmente jurídica, sino necesaria, es decir, como segunda
violencia, que es anulación de la primera violencia. (5)
La segunda violencia que anula
a la primera, es aquella jurídicamente válida y necesaria, es la que ejerce el
Estado porque es el movimiento de la conciencia que culmina en la razón como
saber absoluto y se materializa en el Estado: y es éste el que jurídicamente
legaliza y reconoce a la libertad y a la violencia.
Las apetencias y los deseos transitan entre la vida y la muerte.
Este dualismo es la fuente de la dialéctica de los conflictos violentos,
combinándose la dominación y la liberación, debiendo desembocar en revoluciones
y guerras. En este sentido, para Hegel, la historia es la historia de luchas
sangrientas, guerras y revoluciones, por el reconocimiento de los que luchan.
Justifica la guerra porque es producto del deseo del reconocimiento de un Estado
de la soberanía de otro Estado y dicho reconocimiento solamente se adquiere a
través de la violencia de la guerra.
Como se advierte líneas arriba, la lucha por la libertad de los
individuos, la soberanía y la independencia de los pueblos, trae muchas injusticias,
crueldad, muertes y ruinas, deseos y pasiones que no deben de ser considerados
como malos porque “los fines
particulares se combaten uno al otro y una parte de ellos sucumbe. Pero
precisamente con la lucha, con la ruina de lo particular se produce lo
universal”. (6) Por ello, la libertad humana es un valor
universal que conduce a la historia universal y a la guerra, de la misma
manera.
Es por esta razón que Hegel considera la guerra ética y
jurídicamente válida, como la violencia entre dos autoconciencias, porque es “real y racional”: real
porque la libertad nos conduce a la historia universal y al mismo tiempo es
racional porque culmina en el Estado como realidad. El Estado es expresión del
espíritu del pueblo, tiene intereses que defender (como su soberanía); y otros
más para su defensa. Entonces, la guerra es históricamente necesaria y
racional.
Obviamente, durante el conflicto bélico, el Estado entra en
crisis, pero al mismo tiempo es el momento en que se da la unidad en torno
a él; es durante la crisis cuando se confirma la esencia de la naturaleza del
Estado y del patriotismo. Es durante la guerra cuando el Estado demuestra su
poder sobre la sociedad civil y es el momento en que el individuo exige la
independencia y la soberanía. Esta concepción hegeliana refuta las ideas
contractualistas de Hobbes, Locke y en parte las de Rousseau.
El Estado es la máxima expresión del espíritu de los pueblos, es
el desdoblamiento de su conciencia, de su libertad y de su historia. El Estado
en su realidad inmediata, dice Hegel, “constituye el poder absoluto sobre el
territorio; por consiguiente, frente a los otros es una autonomía soberana”. (7) El Estado no es una entidad separada, sino que está en
relación con otros; y en esa relación se establece el respeto a su soberanía.
Por otra parte, las relaciones mutuas entre los Estados están reguladas por los
tratados y leyes internacionales, según las cuales las partes deben aceptarse y
respetarse. Cuando una de ellas los rechaza o viola, no existe Estado en lo
particular o colectividad de Estados que sirva de juez, sino que el único juez
de toda querella es la guerra, porque sus instituciones políticas, su
territorio y su soberanía son su esencia interna; y solamente a él le compete
resolver políticamente sus problemas internos.
Hegel recomienda
que los tratados y las leyes internacionales sean observados y vigilados en el
momento en que las partes convengan firmarlos para su acuerdo, especialmente en
el momento de su aplicación para garantizar que sean respetados por ambas
partes. La soberanía de cualquier Estado es un derecho que le corresponde y el
derecho internacional debe garantizar tal derecho. Cuando un Estado violenta
las reglas y la normatividad, deviene la guerra y, en este caso, no existe la
paz ni ninguna organización de Estados que pueda frenar la acción bélica,
contrariamente a lo que sostiene Kant.
Además, es enfático al criticar la visión kantiana de una paz
perpetua asegurada por asociación de Estados. En primer lugar, “el derecho externo surge de las
relaciones entre los Estados independientes, lo que en él es en sí y para sí
conserva la forma del deber ser, puesto que, para que sea real, depende de la
voluntad soberana diferenciada”. (8) Así
como las autoconciencias se reconocen por el resultado de la lucha, lo mismo
los Estados se reconocen unos a otros en los tratados y contratos, que
necesariamente deben ser respetados para que pueda haber paz, de lo contrario,
la guerra es la única juez para dirimir los conflictos en pugna y la política
exterior es guiada por la guerra. Entre los Estados no puede haber jueces,
ellos mismos son sus propios árbitros y mediadores entre las voluntades
particulares. Toda solución pacifica duradera presupone la unanimidad de los
Estados, las consideraciones morales y en general la voluntad soberana de cada
parte en conflicto.
Si no existe la voluntad particular de las partes en conflicto, la
asociación de Estados no puede hacer nada y por lo tanto no se puede invertir,
sólo se puede resolver por medio de la guerra. El derecho internacional no
puede impedir los conflictos bélicos, no existe autoridad mundial que esté por
encima de los Estados. Por eso, la idea kantiana de la liga de Estados para la
paz perpetua es, desde el punto de vista de Hegel, una ilusión si
no se logra una conciliación entre las voluntades particulares de cada uno de
los Estados implicados.
Hegel justifica
la guerra porque es un rasgo esencial de la historia de la humanidad; por ello
es racional, justa y necesaria. Con ella la dialéctica de la historia da un
paso de importancia en todos los aspectos tanto político, cultural y religioso.
Con ella el pueblo adquiere vigor, unidad, templanza y solidaridad en su
personalidad espiritual y jurídica.
En suma, para lograr este deseo de reconocimiento y conservar la
libertad así como la independencia y la soberanía del Estado, es necesaria la
lucha a muerte. La esencia del ser humano es la libertad y, al mismo tiempo, su
existencia requiere ser reconocida por el otro, lo que obliga a transitar por
la lucha y la angustia de la vida y la muerte. Esta dialéctica dramática
que nos horroriza es la que ha estado presente en toda la historia de la
humanidad.
Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895)
Hegel influyó
en Marx por su dialéctica y su método, que va
de lo abstracto a lo concreto, aborda la unidad en su complejidad, sus
contradicciones y su constante movimiento y explica su transformación a partir
de la contradicción de sus componentes.
Toda contradicción conduce al desgarramiento y a la destrucción
interna, es decir, al conflicto violento. Esta dimensión violenta de la
contradicción dialéctica, Marx la toma de la dialéctica del amo y del
esclavo de Hegel, traduciéndola
en la dialéctica del proletariado y la burguesía; en otros términos, en la
lucha de clases en la sociedad capitalista.
Para Marx el surgimiento del capitalismo resulta
de una multiplicidad de hechos violentos sin los cuales no se puede explicar
hermenéuticamente su desarrollo. Demuestra el mismo realismo que Maquiavelo al referirse a la violencia cómo una
constante en la historia. Describe, por ejemplo, las conquistas coloniales con
el correspondiente sojuzgamiento de los pueblos y explica como la colonización
fue la base de la acumulación originaria del capital y premisa para el
desarrollo de la sociedad capitalista. Fue una de las etapas más sangrientas y
bárbaras de la historia, estuvo sellada por la esclavización y el exterminio de
millones de seres humanos, los saqueos, las guerras entre señores feudales, la
explotación y expropiación violenta de tierras y de destrucción de las
culturas. Sin el colonialismo, el capitalismo no se hubiera desarrollado. (9)
La colonización tuvo lugar a la par con el reparto del mundo entre
los grandes imperios europeos, trajo consigo las guerras por el mercado
mundial:
El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la
cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la
población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias
Orientales, la conservación del continente africano en cazadores de esclavos
negros: son todos estos hechos que señalan los albores de la era de producción
capitalista.
Estos procesos idílicos presentan otros tantos factores
fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria. Tras ellos,
pisando sus huellas, viene la guerra comercial de las naciones europeas, cuyo
escenario fue el planeta entero). (10)
Prevaleció la violencia económica, la cual de manera inmediata,
para Marx, se conjugó desde
sus inicios con la dimensión política objetivizada en la lucha por el poder
público entre los sujetos históricos del capitalismo o, mejor dicho, entre los
que están ligados directamente a la producción capitalista: el proletariado
versus la burguesía.
No hay duda de que el desarrollo del capitalismo europeo se
benefició de la acumulación originaria del capital, basada en la violencia y en
la explotación de América y de las Indias Orientales. Eso significa para Marx que la violencia tiene sus bases en la
dimensión económica. De igual manera, en su obra Anti-Dühring, Engels escribe que “en todas partes y siempre, son las
condiciones económicas y los medios del poder económico los que posibilitan la
victoria de la violencia”. (11) Ambos consideran que la violencia no es más que el medio,
mientras que el fin es adquirir el poder económico y político, coincidiendo con Maquiavelo para quien el fin justifica los
medios. Más aún, señala que la violencia que proviene de la acumulación
originaria está vinculada a la producción de armamentos como una rama
particular de la producción general. En otros términos, diceEngels, son “los medios materiales a la disposición
de la violencia” de las grandes potencias imperiales los que
permiten adquirir y conservar el mercado mundial. Por otra parte, señala que la
violencia del Estado, concentrada en el ejército, además de representar un alto
costo, no produce dinero. Sino que se “apodera
del dinero ya hecho”. (12) Efectivamente,
por una parte, la industria armamentista cambia radicalmente el arte de la
guerra, las relaciones políticas de dominación y vasallaje, así como el mapa
político mundial y, por otra parte, la violencia que por sí misma no produce
dinero, sí es el medio para apropiarse de él, de la tierra, de los medios de
producción, del capital y del poder político, es decir, del Estado.
De
tal manera que, para Marx y Engels, la violencia
no se presenta de manera aislada y pura, está en todas las dimensiones de la
vida social. Su presentación en el escenario es diversa, pero con distintas
facetas que se derivan de las condiciones económicas. Sin ella, la sociedad
sería un ente estancado sin movimiento y sin historia. El drama de la historia
es que es violenta y revolucionaria, es la dialéctica del desgarramiento y
destrucción interna, es la vida y la muerte, es lo nuevo contra lo viejo, es la
fecundación del devenir histórico. En este sentido Marx escribe en El
Capital que toda la
sociedad vieja gesta una nueva sociedad como potencia económica. (13) Engels reafirma esta concepción marxista en Anti-dühring al afirmar que la violencia es
el instrumento que permite al movimiento social romper las viejas estructuras. (14)
La violencia es histórica porque siempre ha estado presente en el
interior de la sociedad, presentándose en cada una de sus etapas, sirviendo como
medio para pasar de una formación social y económica a otra. La naciente
sociedad crea poco a poco sus contradicciones que la hacen ser en su unidad y
en su movimiento, su caducidad y su muerte. De ahí que, en la concepción de Marx y Engels, la violencia
en la historia sea revolucionaria porque trasforma radicalmente cualquier etapa
de la sociedad: esclavista, feudal, y burguesa. Por ejemplo, escriben en
1848 en el Manifiesto del Partido Comunista que
en la historia, la burguesía ha desempeñado un papel altamente revolucionario
porque fue capaz de destruir las relaciones feudales y su poder, creando nuevas
relaciones sociales de producción, de revolucionar las fuerzas productivas y la
cultura, de desarrollar el mercado mundial y de crear un nuevo poder, el Estado
moderno. Insisten en el hecho de que “las
armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven
contra la propia burguesía. Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas
que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas
armas: los obreros modernos, los proletarios”. (15) Aquí
la violencia es violencia revolucionaria.
La lucha por el poder entre las clases es la que constituye la
fuerza impulsora de la política porque, en esa confrontación, según la
concepción de Marx, cada clase tiene
su propio ejército: uno dirigido por el Estado y el otro, por el partido. Este
último es el que se encarga de la táctica y la estrategia de la revolución
proletaria. En este sentido, Marx yEngels reconocen
que los comunistas no ocultan sus ideas y propósitos, proclamando abiertamente
sus objetivos, los cuales serán alcanzados solamente cuando se logre derrocar
el orden existente. Al fin y al cabo, el proletario nada tiene que perder “más que sus cadenas” y
mucho que ganar: su liberación. (16)
Marx y Engels no elaboraron un teoría del Estado que
les permitiera un análisis más completo y acabado sobre el funcionamiento de
éste con relación a la sociedad, de la misma manera por lo que concierne a las
clases sociales y el partido fueron proyectos que dejaron incompletos. En sus
obras solo aparecen esbozos claros del papel que desempeñan el Estado, las
clases sociales y el partido en la lucha de clases a lo largo de la historia.
Sin embargo Marx define cada una de las clases en el
tomo III de El Capital y en su obra sobre las Teorías
de la plusvalía en el
apartado sobre el trabajo productivo e improductivo. También tiene presente la
noción de Estado en la Crítica de la filosofía delEstado en
Hegel, donde habla con claridad de la separación del Estado de la
sociedad civil, de la burocracia, de la política y del ejército como engranaje
“formal” del
Estado. En su escrito Sobre la cuestión
judía, se refiere al Estado político como órgano necesario de
dominación de la sociedad civil. En El dieciocho brumario de Luis Bonaparte,
escrito en 1852, considera que el Estado se neutraliza como Estado
constitucional o República parlamentaria; que no es más que “el juego de los poderes
constitucionales” que se da entre el poder ejecutivo y el
legislativo, resultado del juego electoral. Por su lado el poder legislativo
elabora las leyes para legitimar la violencia organizada del Estado y
sostenerla.(17)
En El origen de la familia, la propiedad
privada y el Estado (1884), Engels afirma que el Estado surge como una
necesidad desde el momento en que emergen el desarrollo económico y las clases
sociales:
El Estado antiguo era, ante todo, el Estado de los esclavistas
para tener sometidos a los esclavos, el Estado feudal era el órgano de que se
valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos y el moderno
Estado representativo es el instrumento de que se sirve el capital para
explotar el trabajo asalariado. (18)
Marx y Engels son concientes de que el Estado
moderno, parlamentario o República democrática, no se puede conciliar
armónicamente a las clases; llámese como se llame, es el poder político de una
clase en el poder que explota y oprime con violencia a otra clase, porque es al
interior de su formación social donde se realizan las contradicciones de clase.
Para que el proletariado pueda
defender sus intereses, tiene que conquistar el poder político del Estado
mediante la revolución permanente, no sólo en un país, sino en todo el mundo.
La describen con nitidez en marzo de 1850 en el Mensaje
del Comité Central a la Liga de los Comunistas,
definiendo el carácter permanente de la revolución y en La
ideología alemana (1856)
en el contexto mundial. (19) Esta revolución debe extenderse en todo el mundo porque las
fuerzas productivas se desarrollan no solamente a nivel local sino a nivel
mundial, el mercado y el capitalismo son una prueba de ello. La otra razón es
que “el proletario sólo
puede existir en un plano histórico-universal, lo mismo que el comunismo, su
acción, sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico-universal”. (20) Por eso es que Marx y Engels apuestan a la utopía de dicha
revolución: ésta debe iniciar con la revolución democrática-burguesa y conducir
a la revolución socialista y luego al comunismo mundial.
Por otra parte, el carácter permanente de la revolución se conjuga
con tres movimientos dialécticos entre sí, a saber.
En primer lugar, la teoría de la revolución permanente comienza
con la revolución democrática. Este es el inicio histórico. Marx lo percibió así con la revolución
burguesa de 1848 que consideró como preludio de la revolución proletaria.
En segundo lugar, la teoría de la revolución socialista como tal.
Significa que durante el tiempo en que dure la lucha interna del proletariado,
se transforman poco a poco todas las relaciones sociales.
Por último, el carácter internacional de la revolución socialista
se debe a que todo el proceso de la producción capitalista está presente a
nivel mundial, desde los productores directos de la producción, la mercancía,
el dinero, el capital, la división internacional del trabajo y el mercado. Se trata
de una economía mundial que rebasa con creces a las economías locales.
En el caso de la clase obrera, su lucha tiene como finalidad
transformar la sociedad capitalista y establecerse como poder en el Estado, que
no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado. Esta
posición, ya la había planteado Marx en la Correspondencia a J. Weydemeyer el 5 de marzo de 1852, (21) como tránsito hacia una sociedad sin clases y la abolición
de la propiedad privada. Lo que nos interesa subrayar aquí es el deseo de poder
transportar ineludiblemente la violencia del Estado a las manos del
proletariado quien, al ejercer el poder, adquiere el mismo derecho de usar la
violencia hasta que desaparezcan las clases sociales.
En suma, tanto Hegel como Marx coinciden en la lucha a muerte
revolucionaria por la liberación y en la necesidad de la violencia en la
historia como base para el desarrollo de la humanidad. La violencia ha sido y
es histórica, manifestándose en las distintas formaciones sociales,
transformándose en cultura que pasa de generación en generación. Violencia
entre países colonialista y guerras imperialistas; violencia ejercida por el
Estado y revolucionaria, luchas de clases, etc. Para ambos pensadores la
violencia es humana y universal, que se consigue en la lucha por la vida o la
muerte como premisa de la libertad.
Notas:
1. G. W. F. Hegel, Fenomenología del Espíritu,
México, fce, 1973.
2. G. W. F. Hegel, Lecciones sobre filosofía de la
historia universal. Revista de Occidente, Madrid, 1974, p. 303.
4. Alexander Kojève, La dialéctica del amo y del esclavo en
Hegel. Buenos Aires, Ed. La Pléyade, 1975, p. 23.
5. G. W. F. Hegel, Filosofía del Derecho.
México, unam, 1975, p. 104.
6. G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía…,
p. 97.
7. G. W. F. Hegel, Filosofía del Derecho, p.
326.
8. Idem
9. Karl Marx. El capital. Tomo I, Vol.
3, México, Siglo XXI Editores, 1975.
10. Karl Marx. El capital. Tomo I.
México, fce, 1972, p. 638.
11. Federico Engels, Anti-Dühring. México,
Grijalbo, 1968, p. 169.
12. Ibid., pp. 159-160.
13. Karl Marx. El capital. Tomo I,
México, fce, 1972, p. 630.
14. Federico Engels. Anti-Dühring,
p. 177.
15. Carlos Marx y Federico Engels. Obras
escogidas. Tomo I. Moscú, Edi-torial Progreso, 1971, p. 2325.
16. Ibid., p. 50.
17. Ibid., pp. 206-242.
18. Federico Engels. “El origen de la familia, la propiedad
privada y el Estado”. En Carlos Marx y Federico Engels, Obras
escogidas. Tomo II. Moscú, Editorial Progreso, 1971, p. 319.
19. Carlos Marx y Federico Engels. Obras
escogidas. Tomo I. Moscú, Edi-torial Progreso, 1971, p. 95.
20. Carlos Marx. Teorías de la Plusvalía.
Tomo I. Buenos Aires, Editorial Cartago, 1974, p. 38.
21. Carlos Marx. “Correspondencia a J. Weydemeyer”. En Carlos Marx
y Federico Engels,Correspondencia.
Buenos Aires, Editorial Cartago, 1973.
Bibliografía:
Engels Federico. “El origen de la familia, la propiedad privada y
el Estado”. En Marx y Engels, Obras escogidas. Tomo II, Editorial Progreso,
Moscú,1971.
__________ Anti-Dühring,
Editorial Grijalbo, México, 1968. Hegel, G. W. F. Fenomenología
del espíritu, fce, México, 1973.
__________. Lecciones
sobre la filosofía de la historia universal, Revista de Occidente,
Madrid, 1974.
__________. Filosofía
del derecho”, unam, México, 1975.
Kojève, Alexander. La dialéctica del amo y del esclavo en
Hegel. Buenos Aires, Ed. La Pléyade, 1975.
Marx Karl. Crítica de la filosofía del Estado en
Hegel, Editorial Grijalbo, México, 1968.
__________ “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”. En
Marx y Engels, Obras escogidas, Tomo I,
Editorial Progreso, Moscú, 1971.
__________ “La dominación británica en la India”. En Marx
y Engels, Obras escogidas, Tomo I,
Editorial Progreso, Moscú, 1971.
__________ “Futuros resultados de la dominación británica
en la India”. En Marx y Engels.Obras
escogidas, Tomo I, Editorial Progreso, Moscú, 1971.
__________ El capital,
Tomo I, fce, México, 1972.
__________ “Correspondencia a J. Weydemeyer”. En Marx y
Engels, Correspondencia, Editorial
Cartago, Buenos Aires, 1973.
__________ Teorías de la plusvalía,
Tomo I, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1974.
__________ El capital,
Tomo I, Vol. 3, Siglo XXI Editores, México, 1975.
Marx y Engels. “Mensaje del Comité Central a la Liga de los
Comunistas”. En Obras escogidas, Tomo I,
Editorial Progreso, Moscú, 1971.
__________ Obras escogidas,
Tomo II, Editorial Progreso, Moscú, 1971.
__________ La
ideología alemana. Ediciones de Cultura Popular, México, 1974.
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