domingo, 27 de marzo de 2016

Harry E. Vanden : Reflexiones sobre el pensamiento del peruano José Carlos Mariátegui,Europa y unas Influencias europeas.

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Reflexiones sobre el pensamiento del peruano José Carlos Mariátegui,Europa y unas Influencias europeas.







Por : Harry E. Vanden






La historia es duración. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta,
indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la
idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y
capaz de movimiento.
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI
“Aniversario y Balance”, en Ideología y Política



José Carlos Mariátegui (1894-1930) murió hace más de ochenta años. Era considerado no solo uno de los mejores pensadores latinoamericanos del siglo XX, sino además un gran y muy original pensador marxista. Fue en el ambiente pos (Primera) Guerra Mundial de los veinte que el socialista peruano desarrolló su pensamiento. José Carlos Mariátegui se definía como un marxista “convicto y confeso”; sin embargo, fueron muy amplias las fuentes de su socialismo.(1) En la “Presentación de Amauta” decía que: “Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro.” El marxismo de Marx, Engels, Lenin y el socialismo colectivista de las comunidades indígenas de la sierra formaron las líneas generales de su pensamiento. Pero fueron muchas las fuentes que nutrieron su ideología creciente y su visión cósmica: la imagen del inca fuerte del pintor José Sabogal, las masas indias y mestizas del muralista mexicano Diego Rivera, el indigenismo peruano de Luis Valcárcel, el socialismo insurgente, populista y democrático de Rosa Luxemburgo y el Sparticusbund de Alemania, el socialismo voluntarista, accionista y ecléctico de Antonio Gramsci y los marxistas italianos. Pero ni esos fueron suficientes para quien buscaba su poder equitativo en lugares muy diversos: Freud para entender la vida interna de los seres humanos; Oswaldo Spengler para comprender la decadencia del mundo occidental capitalista y Georges Sorel para subrayar la necesidad de tomar acción fuerte para cambiar la sociedad. Y se inspiró en las novelas del francés Henri Barbusse, en la feminista rusa Alexandra Kollontai, en la lucha antiimperialista de Augusto César Sandino, en la organización política del cubano Julio Antonio Mella, en los planteamientos radicales de Rabindranath Tagore de la India y en la lucha del pueblo chino. Y de igual manera, encontraba influencias de España y sus formidables intelectuales de su hora. Hasta tuvo una amistad epistolar con el gran filósofo, pensador y escritor Miguel de Unamuno. Sus fuentes siempre fueron progresistas (a él le gustó el concepto de vanguardia en el sentido estético y político), a la vez que muy amplias y diversas. Hasta el día en que murió buscaba la influencia de nuevas personalidades e ideas para fortalecer su socialismo y su praxis socialista y para crear una cultura amplia para el hombre y la mujer nuevos.

No padecía de ningún temor de las ideas nuevas, las personalidades intelectuales fuertes y hasta iconoclastas como Unamuno, o las ideas un poco heterodoxas. “Dejemos —dijo en “Aniversario y Balance”(2) — con cuitas estériles y sus lacrimosas metafísicas, a los espíritus incapaces de aceptar y comprender su época”.

Mariátegui utilizaba la actitud audaz del joven periodista que buscaba lo novedoso en los salones, las cámaras de poder y hasta en los dormitorios de Lima. En su primera época (su edad de piedra) siempre buscaba las personas e ideas estimulantes que rompieran con el viejo esquema. Vivía del debate y la búsqueda de ideas profundas. Siempre le fascinó la vida popular y cotidiana y con el tiempo se nutría de la esencia popular y democrática de las masas y la cultura popular. Se identificó con los obreros, campesinos e indios y sus luchas. Incluso elogiaba los cuentos populares de Ricardo Palma como la primera instancia de una literatura nacional.

Puesto que todo el Perú no estaba compuesto de obreros industriales en los años veinte, buscaba las raíces de su movi-miento revolucionario en los Quechuas y Aymaras de la sierra, en los campesinos y mineros, en algunos empleados y en los sectores popu-lares de Lima. Para él, el demos —el pueblo— era el seno de los movimientos socialistas. Así, predicaba por un partido de las masas ( y notamos las paralelas con el concepto de un partido de masas de Antonio Gramsci y los comunistas Italianos) con un pequeño grupo ya preparado para darles dirección hasta que éstas pudieran asumir su función de liderazgo en base a la nueva cultura que iban aprendiendo.

Una fuente fundamental en el desarrollo intelectual de Mariátegui fue el escritor socialista Luis Araquistáin. Un socialista desde la Primera Guerra Mundial, Araquistaín militaba en el Partito Socialista Obrero Español y publicaba varios artículos socialistas en la revista España, que dirigía de 1916 a 1922. Esta revista llevaba críticas sociales muy acertadas. El ardor socialista de Araquistaín, su compromiso político y su amplia cultura se reflejaban en España, y eran claves en los primeros pasos de Mariátegui hacia el Socialismo. Esta influencia fue fundamental en orientar el pensamiento del peruano hacía sus actuales condiciones sociales y en iniciar su trayectoria hacia un marxismo revolucionario. Aún así, la identidad peruana y latinoamericana de Mariátegui inclinaron su pensamiento hacia caminos altamente originales. El fue uno de los primeros en desarrollar un marxismo revolucionario a partir de la realidad de América Latina. “Pensar en América Latina”, como sugiere Helio Gallardo, a los intelectuales comprometidos. Tal “pensamiento” es una “actividad socio histórico política”.(3) Tal pensamiento puede aparejarse con la teoría general marxista, pero como es un pensamiento histórico, es, por tanto, plenamente consciente de las particularidades que determinan la inmediata realidad. Pensando contextualmente, Mariátegui fue capaz de elucidar la realidad peruana y latinoamericana, a la luz de su método marxista y la plenitud de experiencias personales e intelectuales que había obtenido en Europa y Perú. Se encaminaba hacia un original análisis de su propia realidad. En su libro, La Filosofía Americana como Filosofía sin más,(4) el conocido pensador mexicano Leopoldo Zea, cita al maestro de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, en cuanto a que América Latina no debe imitar ni a Europa ni a los Estados Unidos, sino que debe ser original. La necesidad de la originalidad en la cultura y en la filosofía es especialmente grande, añade Zea. Uno no puede imitar servilmente sistemas académicos o filosóficos que han sido importados de Europa o cualquier otra parte, sea el marxismo o el neoliberalismo. Es necesario pensar, analizar, crear, a partir de la propia realidad. Sólo de esta manera puede la gente —especialmente aquellos sometidos a la colonización— afirmar su propia cultura y su esencia cargada de mezcla indígena o africana y contribuir a la filosofía y cultura universales. Mariátegui se esforzaba por analizar e interpretar la realidad peruana a la luz de un sistema intelectual que descansaba en la metodología marxista de análisis, pero la aplicaba —así como otras innovaciones intelectuales— en el contexto de la peculiar realidad peruana. El resultado fue un extremadamente fresco —y muy original— análisis de la realidad peruana, y el comienzo de un auténtico marxismo latinoamericano.

Como él decía en “Aniversario y Balance” en su famosa revista Amauta:

No queremos ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una generación nueva.(5)

Es difícil colocar a Mariátegui dentro de la época histórica en la cual escribía. Había unos cuantos marxistas latinoamericanos, como Aníbal Ponce, quienes pudieron haber sido más versados en las categorías clásicas del marxismo europeo y, por tanto, más aptos para enmarcar sus análisis en la terminología marxista aceptada. Al igual que muchos marxistas posteriores en América Latina, como Víctor Codovilla de Argentina, esta visión marxista euro céntrica y clásica, se opuso fuertemente, sin embargo, a los originales análisis in situ (desde el contexto de la realidad latinoamericana). No habría de engendrar la creación de un pensamiento analítico marxista latinoamericano, sino que permitiría a los latinoamericanos emplear un marxismo europeo que (como los anteriores sistemas filosóficos y culturales) no era de su propia hechura. Esto, puede aún argumentarse, sólo contribuiría a perpetuar la dependencia cultural latinoamericana de una nueva —y mucho más sutil— manera.

 Mariátegui se preocupa de la situación de los hombres y mujeres en las condiciones históricas de los años 20. Admiraba el humanismo de Miguel de Unamuno que se manifestó en su Sentido Trágico de la Vida y hasta la agónica lucha moral humana que se manifiesta en su Agonía del Cristianismo. (6) Como socialista, estaba muy preocupado por la condición de las masas en general y de los obreros peruanos en particular. El estaba aplicando un método marxista para penetrar en las esenciales realidades económicas y políticas que predominaban en Perú y en el mundo. El escribió, por ejemplo, sobre la lucha que Unamuno libraba en contra de la vieja política, el directorio de los generales y la dictadora de Miguel Primo de Rivera y decía en un ensayo intitulado “Don Miguel de Unamuno y El Directorio: Unamuno no cabe dentro de un juicio global, panorámico, sobre la generación española a que pertenece. Una de las características de su inteligencia es la de tener un perfil muy personal, muy propio. A Unamuno no se le puede clasificar, no se le puede catalogar fácilmente como un escritor de tal género y de tal familia. El pensamiento de Unamuno no sólo tiene mucho de individualista sino, sobre todo, de individual”.(7) Y el peruano quedó tan impresionado por quien fue el Rector de la Universidad de Salamanca—símbolo de lo mejor de las letras españolas— y su capacidad intelectual e integridad personal que decía que Unamuno , de otro lado, no es una de las grandes inteligencias de España sino de Europa, de Occidente. Su obra no es nacional sino europea, mundial”.(8)

Como Unamuno, Mariátegui tenía ideas provenientes de su propia reflexión e interpretación. Los primeros análisis que inició están entre los primeros intentos por parte de un intelectual latinoamericano por comprender las peculiaridades de la realidad local a través del uso de categorías universales que él desarrolló tomadas del pensamiento marxista europeo y de su vasta cultura y lecturas. Por tanto, el análisis que se realizaba a partir de la realidad latinoamericana, fue influenciado fuertemente no solo por los europeos afiliados con la Tercera Internacional (Comunista) como Henri Barbuse, Antonio Gramsci y el pensamiento individual de Miguel de Unamuno, sino por escritores peruanos progresistas como César Antonio Ugarte, Hildebrando Castro Pozo y Abelardo Solís. Sus respectivos trabajos sobre la historia económica del Perú y las comunidades indígenas de ese país, fueron escritos a partir del contexto peruano y latinoamericano. Mariátegui combinó el trabajo de ellos con el de otros indigenistas radicales como Luis E. Valcárcel (quien después se convirtió en uno de los más conocidos antropólogos del Perú), para formar la base empírica de su estudio sobre la realidad peruana. Enriqueciendo su acercamiento marxista con trabajos como éstos, fue capaz de comenzar a ver los particularismos de su realidad nacional, en términos de tendencias universales (como el crecimiento del capitalismo) y la teoría general marxista. Su análisis era una fascinante (aunque no completamente resuelta) síntesis entre la perspectiva proporcionada por el marxismo internacional, el pensamiento europeo, la del radical nacionalismo indigenista que se estaba desarrollado en el Perú y las ideas de muchas mentes creativas de otras tierras. El fue uno de los primeros en usar el marxismo para reconstruir la historia social y económica de América Latina, para que la pobreza y explotación de las masas pudiera comprenderse en términos de relaciones económicas que habían sido impuestas sobre la región por fuerzas foráneas pero que se desarrollaron dentro de la realidad latinoamericano. Era una tentativa muy peruana de explicar los problemas peruanos en términos universales, y aún hacerlo desde una perspectiva peruano-latinoamericana. Mariátegui estaba proporcionando el antecedente para futuras generaciones de pensadores y analistas sociales peruanos y latinoamericanos que usarían los instrumentos del pensamiento marxista para entender mejor la realidad de América Latina a partir de su lugar dentro de esa realidad.

El análisis de Mariátegui estaba, pues, lejos de ser dogmático. Usando una metodología marxista precisa, sus análisis de la realidad peruana vieron la existencia simultánea de tres sistemas económicos en el Perú: el feudalismo europeo que implantó España, los remanentes de las comunidades indias andinas (que él pareció visualizar como la continuación de una economía comunista primitiva) y la modalidad económica capitalista que se podía encontrar en ciertas áreas costeras que estaban relativamente libres de la dominación feudal del gamonal. Esta fue una original contribución de Mariátegui y proporcionó excelentes medios para poder ver una difícil realidad nacional. Es también un excelente ejemplo de cómo Mariátegui conecta la teoría marxista a las concretas condiciones nacionales que estaban bajo análisis.

En otra área, él estaba muy consciente de la preparación educativa y cultural que, incluso el más progresista e iluminado de los trabajadores y campesinos peruanos, habría de necesitar para participar efectivamente en un movimiento socialista. No habría sido necesario recordarle a Mariátegui que estaba trabajando en una nación en desarrollo que compartía muy pocos de los atributos de las más desarrolladas naciones europeas, aún cuando estuviera ligada a ellas por el sistema capitalista internacional. Más bien, pensamos, él vio la preparación educativa obrera como un medio para preparar el camino (crear las condiciones subjetivas, si se quiere) para una eventual revolución socialista en el Perú. Este tipo de educación socialista ayudaría a fomentar la conciencia entre el proletariado (urbano y rural) y el campesinado, y más adelante prepararía la “vanguardia obrera” para el papel que eventualmente jugaría en el movimiento socialista. Y para dotarles con una amplia cultura humana, Mariátegui, en su revista Amauta, publicaba ensayos sobre la obra literaria de intelectuales mundiales no marxistas como Unamuno, para demostrar su aporte a la cultura progresista y marxista.

El socialismo peruano que avizoró Mariátegui no podía ser, sin embargo, una copia sin vida de otro sistema socialista o una aplicación dogmática del pensamiento marxista. Debía ser una “creación heroica”; la realidad latinoamericana debía darle vida. Acá comenzamos a percatarnos del especial genio que le dio a los planteamientos de Mariátegui tanta fuerza y vigor. Su visión del socialismo y la cultura española y europea y los éxitos y fracasos de la revolución socialista europea, lo habían imbuido de una comprensión profunda de los intrincados caminos para formular una doctrina socialista y una acción para condiciones nacionales específicas.

El pensaba, entonces, que era tarea de los marxistas revolucionarios, el aplicar creativamente la esencia revolucionaria de la doctrina de Marx (y las innovaciones de otros pensadores marxistas y no marxistas) a la situación histórica concreta en lo inmediato. Sólo de tal forma podría la acción revolucionaria ser creada.(9)

Un socialismo moderno de tal naturaleza sería, sin embargo, consecuente con las nuevas condiciones históricas y, por tanto, habría de incorporar la moderna ciencia y tecnología occidentales y las innovaciones teóricos de muchas partes. Sería esa una manera de fusionar el legado del “Comunismo Inca” con la moderna teoría socialista y el pensamiento y tecnología actuales. Fue también un paso enorme en la afirmación de la esencia tercermundista del Perú y, por tanto, en la negación de las bases del pensamiento eurocéntrico entre los intelectuales peruanos y latinoamericanos.

Mariátegui fue capaz de combinar creativamente una amplia gama de tendencias intelectuales y políticas en un estado crucial del desarrollo de la política y las ideas latinoamericanas. El usó su conocimiento y experiencia de largo alcance para fusionar creativamente las más dinámicas corrientes en el pensamiento y la cultura europeas y latinoamericana con la creciente conciencia nacional y tercermundista que se desarrollaba en el Perú y en Latinoamérica.

El marxismo del peruano era humanista, voluntarista, dinámico, rico en aportes culturales y literarios, cambiante y ágil en base de un entendimiento específico de las condiciones concretas de cada país y el desarrollo del capitalismo a nivel mundial; un marxismo que tenía una dimensión espiritual que reconocía la importancia de una fe más bien religiosa. (Incluso opinaba que la religión puede tener una influencia revolucionaria, aunque tal análisis no coincidía perfectamente con el punto de vista de Marx y los marxistas más ortodoxos).

En la medida en que las nuevas generaciones buscan una base intelectual e histórica sobre la cual moldear una comprensión más adecuada de su realidad y una ideología para cambiarla, creemos que la obra de José Carlos Mariátegui mantiene su vigencia. Y creemos que la mejor manera de recordar la obra del Amauta Peruano no es elogiar su figura y escritos ciegamente, sino utilizarlos en la construcción de un socialismo latinoamericano mundial que sea válido y aplicable a las condiciones que están surgiendo de la crisis del socialismo y la crisis del capitalismo neoliberal en los principios del Siglo XXI en Latinoamerica y otros latitudes.

Incluso, se puede decir que las condiciones para forjar un nuevo socialismo flexible, no dogmático, democrático y humanista son óptimas en nuestros días. Por un lado la hegemonía del socialismo stalinista (que intentó asfixiar a la creatividad socialista de personas como Mariátegui) se ha roto definitivamente y ahora no hay un solo modelo socialista filtrado por el oficialismo soviético para el Perú o el resto del mundo.(10) Por otro lado, las contradicciones del capitalismo se están plasmando en el sufrimiento intensivo de las masas, causado por las innovaciones neoliberales capitalistas en un mundo cada vez más globalizado. Leyendo e inspirándose en pensadores como Mariátegui, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci y Miguel de Unamuno, se puede visualizar un socialismo nuevo, humanista y adecuado a las condiciones actuales. En las palabras de Mariátegui: “he aquí una misión digna de una nueva generación”.(11)







Citas:
1.- Ver H. Vanden, Mariátegui, influencias en su formación ideológica. (Lima: Editorial Amauta, 1975)
2.- Publicado en No. 17 de Amauta, setiembre de 1928. Está incluido en Ideología y político, tomo 13 de las Obras Completas.
3.- Helio Gallardo, Pensar en América Latina. San José: Editorial de La Universidad Nacional, 1981.
4.- México: Siglo XXI, 1978.
5.- J.C.M., Ideología y Política. 9th edición. Lima: Editorial Amauta, 1990.
6.- J. C. M. “‘La Agonía del Cristianismo’ de Don Miguel de Unamuno” [1926], Signos y Obras, Obras Completas, Tomo 7, 2da. ed. Lima: Editorial Amauta, 1967.
7.- Ibid., p. 123.
8.- Ibid.
9.- Ver H. Vanden, “Marxism and the Peasantry in Latin America”, Latin American Perspectives, IX, No. 4 (Fall, 1982) y Vanden, National Marxism in Latin America, (Boulder: Lynne Rienner Publishers, 1986).
10.- Y aquí nos recordamos de la lucha de Mariátegui en contra de los “órdenes” doctrinarios que le estaban llegando de la Internacional Comunista en el último año de su vida y la lucha de Hugo Pesce, Julio Portocarrero y los otros compañeros que integraban la delegación de su “heterodoxo” Partido Socialista en el Primer Congreso de los Partidos Comunistas Latinoamericanos (Buenos Aires, 1929).
11. “Aniversario y Balance”, op. cit. Y en esta línea, ver el excelente nuevo libro de Ronaldo Munck, Rethinking Latin America, Development, Hegemony, and Social Tranformation. (New York: Palgrave Macmillan, 2013). Munck hace buen uso de muchos de los planteamientos de Mariátegui para crear un nuevo modelo de desarrollo para la América Latina y en otras regiones.








PUNTO Y APARTE






Edith Ramos - Qoychuquy





Edith Ramos - Himno Nacional del Perú en Quechua





Magaly Solier - ¿Por qué me miras así?












































































































































































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