EL PROCESO DE APRENDIZAJE DE MARX
.(1)
En contra de corregir a Marx con
Hegel
Por: Wolfgang Fritz Haug
“No
tengo nada que decir. Sólo que mostrar.”
Walter
Benjamin, El Libro de los Pasajes
De los suabos se dice que sólo se
vuelven “listos” pasada la cuarentena. Si hubiera que dar crédito a cierta
literatura, con Karl Marx pasaría justo lo contrario. Poco después de cumplir
los cuarenta, se dice, su inteligencia teórica empezó a decaer. Son
principalmente las interpretaciones de orientación hegeliana de la crítica de
la economía política las que consideran por norma retrocesos los progresos que
hizo Marx desde los Grundrisse, pasando por la primera (1867) y segunda (1872)
ediciones del libro I del Capital hasta su traducción al francés (1872-1875) y
culminando en las Notas marginales sobre Wagner, pues de hecho todo esto fueron
pasos que conducían más allá de la dialéctica especulativa de Hegel. Se afirma
que, al popularizarlo, Marx debilitó el núcleo teórico de su pensamiento (véase
Hoff 2004, 21-27). Particularmente Hans-Georg Backhaus ve –como antes que él,
si bien de manera menos sumaria, Iring Fetscher- sobre todo en las
reelaboraciones de la segunda edición del libro I del Capital una
“vulgarización de su teoría del valor procurada por Marx mismo” (1997, 297).
Asimismo, Backhaus transfiere al propio Marx una distinción que éste aplicó a
Adam Smith, de suerte que Marx se desdoblaría en una parte “lógica, esotérica”
y otra parte “historicista, exotérica” (1997, 294; análogamente Kurz 2000). La
segunda parece que se relaciona con el Marx comprometido con el movimiento
obrero, y sería el llamado “marxismo de movimiento obrero”,
Arbeiterbewegungsmarxismus, como se suele decir con cierto desdén. En cualquier
caso, desde el hundimiento del socialismo de estado de procedencia soviética en
Europa, estos enfoques se han asociado, con agresividad creciente, al rechazo
de todo tipo de marxismo.
Lo que está en juego aquí, además
de la epistemología de la crítica de la economía política, es el concepto de
dialéctica. Para el lector riguroso es indudable que Marx llevó a cabo un
cambio de paradigma no sólo en las Tesis sobre Feuerbach y, junto con Friedrich
Engels, en La ideología alemana, sino también entre la Contribución a la
crítica de la economía política de 1859 y su último fragmento dedicado a los
fundamentos teóricos, las Notas marginales sobre Wagner. (2) Cierto es que Marx
no efectuó estos desplazamientos con el aplomo de una ruptura declarada y
puntual. Los cambios, más bien, se realizaron en diferentes momentos y en
diferentes planos de la concepción del método, a manera de impulsos no
sincrónicos y no sujetos a una reflexión sistemática; “produciendo una nueva
versión”, como señala Jacques Bidet, “sólo para paliar la insuficiencia de la
versión anterior en relación al proyecto que alentaba” (2004, 10). En conjunto,
no es exagerado hablar de un cambio de paradigma que no es ni decaimiento ni
popularización falseadora, sino más bien la innovación esencial debido a la
cual la obra de Marx sigue siendo todavía hoy “contemporánea”, porque puede
entenderse no como dogma sino como un proyecto teórico-práctico abierto y, de
hecho, como aportación crucial para la comprensión teórica del emergente
capitalismo de alta tecnología.
Si fuera verdad que Marx, que
investigó toda su vida, siguió un proceso de aprendizaje, sería del máximo
interés, para quienes lo tomamos hoy como referencia, adquirir la mayor
claridad al respecto. La primera regla de una clarificación en esta materia es:
nos interesa ante todo lo que hace Marx como crítico de la economía política y
sólo en segundo término lo que dice acerca de lo que hace. El Marx operativo
pasa por delante del declarativo. Va de suyo que debido a la brevedad exigida,
lo que sigue son sólo tesis preliminares.
1. Popularización
¿Es verdad que Marx sacrificó el
rigor teórico a la voluntad popularizadora?
Quienes lo afirman invocan en
particular a las modificaciones que Marx introdujo en la segunda edición del
libro 1 del Capital en comparación con la primera. Puesto que ya he
desarrollado en otro lugar esta cuestión,(3) no la voy a repetir aquí y
abordaré en lugar de eso el argumento de la popularización. Quienes lo
defienden olvidan casi siempre que Marx enunció ya en la primera edición el
problema de que teoría y popularización podrían entrar en conflicto.
Representativa a este respecto es la expresión “trabajo no pagado”. “Pagar el
trabajo” es una de las “categorías” capitalistas básicas en el sentido marxiano
de “modos sociales de ser, determinaciones existenciales” (42/40). En términos
de teoría estricta, explica Marx: 1) el trabajo no tiene valor, sino que genera
valor; 2) el salario como “precio del trabajo” es así una expresión irracional
para el valor y precio de la mercancía fuerza de trabajo; 3) la explotación se
refiere a que el asalariado debe seguir trabajando más allá del momento en que
su trabajo ha generado un equivalente del salario; 4) en el eje temporal esta
secuencia puede representarse como sucesión del trabajo necesario y el
plustrabajo; 5) la relación entre trabajo necesario y plustrabajo determina la
tasa de explotación; 6) hay explotación, por consiguiente, aunque se haya
pagado todo el valor de la fuerza de trabajo.
Y aquí viene el problema: la
exposición crítico-teórica choca con las categorías en las que se expresa y de
las que se vale la práctica cotidiana y por eso también con el sentido común e
incluso tal vez con el recto entendimiento humano, con el buen sentido. Lo que
indigna de entrada al movimiento obrero (y a cualquier movimiento social) es lo
que se percibe como una injusticia. Que los ricos se hagan más ricos mientras
los pobres siguen siendo pobres o incluso se empobrecen todavía más es
percibido, comprensiblemente, como una injusticia. Si el trabajo es pagado, se
considera justo; si no se paga o se paga menos, se considera injusto. En el
movimiento obrero, que debía evitar verse reducido a su núcleo teórica y
políticamente más formado, el discurso político se desgajó en este punto del
discurso teórico. Pero no del todo. El plusvalor, la fuente última de todo
beneficio, se atribuye al “trabajo no pagado”. La indignación contra la forma
burguesa habla aquí, lo quiera o no, un lenguaje burgués.
¿Cómo se maneja Marx con este
rasgo de la semántica político-económica? ¿De manera polémica, a la manera de
la Crítica del Programa de Gotha, donde se oponía a declarar al trabajo fuente
única de toda riqueza, olvidando el papel de la naturaleza? En absoluto. En vez
de eso, integra esta forma de hablar en su lenguaje teórico. En la primera
edición alemana y en la segunda, también preparada por él, pone plustrabajo =
“trabajo no pagado”, plusvalor = “con arreglo a su sustancia, concreción
material de tiempo de trabajo no pagado [Materiatur unbezahlter Arbeit]” (MEGA
II.5, 432; MEW 23, 556). Y al proceder así, comenta: “trabajo no pagado /
trabajo pagado es sólo la expresión popular para referirse a plustrabajo /
trabajo necesario.” Da la impresión de que quiere tranquilizar su conciencia
teórica, al utilizar esta fórmula de “como si”: si, en el tiempo de trabajo
necesario, se genera un producto del mismo valor que la fuerza de trabajo, para
el capitalista es “como si hubiera adquirido en el mercado el producto
terminado. En el período de plustrabajo, por el contrario, el aprovechamiento
de la fuerza de trabajo forma valor para el capitalista, sin que ese valor le
cueste un sustituto de valor. Obtiene gratis esa movilización de fuerza de
trabajo. En este sentido el plustrabajo puede ser llamado trabajo no pagado.”
La traducción italiana de Delio Cantimori lima el aspecto escandaloso al decir,
en vez del popular “non pagato”, “lavoro altrui non retribuito”,(4) mientras
que en la traducción inglesa controlada por Engels se habla sin más de “other
people’s unpaid labour”. Pedro Scaron pone en su traducción publicada por Siglo
XXI “trabajo ajeno impago” (El Capital, II, 649), e incluso (como Cantimori) en
cursiva, como había hecho Marx en la primera edición. “El equívoco”, dice Marx
a modo de conclusión, “al que podría inducir la fórmula trabajo no pagado /
trabajo pagado, como si el capitalista pagara el trabajo y no la fuerza de
trabajo, desaparece si se tiene en cuenta el análisis que hiciéramos
anteriormente”. Esta no es una explicación satisfactoria teóricamente sino una
manera de tender puentes con el lenguaje coloquial. He aquí pues el verdadero
pecado teórico de Marx. Quienes le acusan de popularizar no prestan atención a
este punto. Sin embargo, precisamente allí donde se le acusa de popularización
o vulgarización en el sentido de una degradación de la teoría, es donde
descubrimos mejoras decisivas.
2. Deshegelianización de la dialéctica
La crítica de la economía
política no puede ser entendida, como se hace a menudo, en términos de un
“sistema”, como si procediese de la época en que los filósofos tenían que
construir un sistema. Si hay un sistema, es el sistema asistemático del proceso
proclive a las crisis del capital mismo. Su crítica teórica hay que concebirla,
antes bien, como proceso de investigación sumado al proceso de aprendizaje del
investigador. No faltan comentarios de Marx a los cambios de paradigma
efectuados por él en el curso de esta work in progress. Pero los comentarios
sobre el método son con frecuencia demasiado generales y, a veces, “relativamente
esquemáticos y enigmáticos” (Arthur 2002, 9), e incluso equívocos. Así, cuando
Marx declara que su “método dialéctico” “no sólo difiere del de Hegel, en
cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa” y que en lo que
atañe a la dialéctica hegeliana “es necesario darle la vuelta, para descubrir
así el núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística” (23/27).
Mientras Hegel “convierte el proceso de pensar […], bajo el nombre de idea, en
un sujeto autónomo”, para él “a la inversa, lo ideal no es sino lo material
transpuesto y traducido en la mente humana” (ibid.). ¿Habría, de esta suerte,
que convertir, como “antítesis directa”, la materia en un sujeto autónomo? La
designación de lo ideal como resultado de la transposición y traducción de lo
material en la mente humana indujo ya a Plejanov, en Problemas fundamentales
del marxismo, a confundir a este respecto a Marx con Feuerbach. Pero debería
estar claro que la primera tesis sobre Feuerbach prohíbe categóricamente
presuponer una configuración en la que el pensamiento se contrapone
directamente, sin manos ni herramientas, y sin red social de actividades, a lo
“material”. La imagen de “darle la vuelta” a la dialéctica hegeliana es
totalmente equívoca. Sugiere que se conservaría como quien dice de una pieza,
sólo que invertida, “puesta sobre los pies”, o bien como un guante o una camisa
a los que se giraría de sentido pero que se mantendrían exactamente iguales en
cuanto a forma y textura. En realidad, sin embargo, la textura no puede mantenerse
en este caso; todo ha de revolverse y organizarse en base a un algoritmo completamente
distinto, que es el materialismo histórico. El análisis de su dialéctica
operativa muestra que Marx hizo esto mismo al menos en los puntos decisivos y
en todo caso implícitamente (véase Haug 2005).
A veces aparecen sólo pequeñas
huellas, en los textos manifiestos, que indican un cambio de terreno. Donde el
cambio queda implícito, la atención a las huellas se convierte en lectura de
síntomas. Un síntoma que invita a ello se encuentra en el segundo capítulo de
la traducción francesa que hiciera Joseph Roy del libro primero del Capital,
revisada por Marx. Esta revisión ocupó a Marx durante cinco años, y le costó
definitivamente la pérdida de la inocencia lingüística, como ha observado
acertadamente Jean-Pierre Lefebvre.(5) Marx experimentó entre 1871 y 1875 en su
propia obra maestra la “seducción” del pensamiento por el lenguaje, sobre la
que Nietzsche llamó la atención en la década de 1880. Precisamente alguien como
Marx, capaz de moverse con tanta maestría en la fisonomía de su lengua materna,
tiende a considerar conceptos que parecen articularse, por así decir,
automáticamente en el lenguaje como si estuviesen teóricamente del todo
consolidados. Günther Anders nos pide a los contemporáneos que escribamos de
una manera que sea traducible. Marx mostró una preocupación similar aunque, en
su época, llegó hasta los límites de la traducibilidad de su propio texto. Esta
experiencia le llevó a agudizar y a veces incluso a renovar su pensamiento
teórico. Desplazado de su lengua materna –y tengamos en cuenta que, por su
naturaleza misma, las lenguas propias tienden a oscurecer los significados para
los hablantes originarios debido a su autoevidencia-, se vio obligado a ser más
claro acerca de sus movimientos. Quienes, como algunos autores alemanes, se
atienen lingüísticamente a la versión original sin más reflexión, tenderán a
contemplar la clarificación como una pérdida de significado. Incluso para
Engels “die ganze Bedeutung” (23/37),(6) “el pleno significado” (II.9/12),
parece ligado al “original” alemán; y cuando la traducción francesa difiere de
ese original él sólo ve un “indicador de lo que el autor, por su parte, estaba
dispuesto a sacrificar” (ibid.). Esta especie de mito alemán del origen no
debería influir al marxismo internacional.(7)
Pero pasemos a nuestro ejemplo.
Se encuentra en el capítulo 2 (“El proceso de intercambio”). El contexto trata
de cómo en el curso del desarrollo de las relaciones de intercambio, la determinación
dominante que se encuentra en toda mercancía de convertirse en medio de cambio
cristaliza en una “mercancía dinero”, como “producto necesario del proceso de
intercambio” (la traducción francesa de Marx / Roy dice, centrándose más de
cerca en el proceso implicado: “se forme spontanément”). Más adelante leemos:
“La necesidad [Bedürfnis] de dar una expresión exterior a esa oposición [de
valor de uso y valor], con vistas al intercambio, contribuye a que se
establezca una forma independiente [selbständig] del valor mercantil, y [esta
necesidad] no reposa ni ceja hasta que se alcanza definitivamente la misma [la
expresión externa de esta antítesis] mediante el desdoblamiento [Verdopplung]
de la mercancía en mercancía y dinero.” (MEW 23, 102).(8) Así, una lectura
hegelianizante del análisis marxiano de la forma valor (9) viene a sumarse a lo
que Backhaus (1997, p. 142) llama el “bien conocido término hegeliano
‘desdoblamiento’”: mediante el “desdoblamiento”, se nos dice, se designa la
unidad en la diversidad de la mercancía. El sujeto del proceso es entonces,
como en la primera edición, la “contradicción inmanente de la mercancía”, que
en el curso de una serie de “desdoblamientos” genera las determinaciones del
mundo burgués, incluyendo el capital y el estado. Se olvida aquí que la
“mercancía” es la forma que confieren a los productos las relaciones privadas y
basadas en la división del trabajo y que para los materialistas históricos la
comprensión de la dinámica generadora de estructuras sólo puede provenir de la
reconstrucción de la actividad humana en el seno de tales relaciones. La
“contradicción interna” de la mercancía refleja sólo el antagonismo existente
en estas relaciones. “La necesidad de dar una expresión exterior a esa
oposición, con vistas al intercambio", como dice Marx, es considerada por
la lectura “hegelológica” como una concesión popular-didáctica pero que induce
en el terreno de la teoría a equívocos. De hecho, en la primera edición leemos
aún: “Esta contradicción inmanente […] no descansa hasta que se resuelve
finalmente a través del desdoblamiento [Verdopplung] de la mercancía en
mercancía y dinero” (MEGA II. 5, p. 54). En la segunda edición alemana, Marx
sustituye el sujeto “esta contradicción inmanente” por “das Bedürfnis, diesen
Gegensatz für den Verkehr äusserlich darzustellen” (23/102), y en la traducción
francesa por “le besoin même du commerce” (II.7, p. 66). El pensamiento de Marx
ha pasado a través del “convertidor” interlingüístico. Y así es la “necesidad”
del “tráfico comercial” la que “no reposa ni ceja” hasta que el valor de la
mercancía ha tomado su “forma independiente”.
Realmente, parece como si Marx se
hubiese dado cuenta mientras preparaba en paralelo las traducciones rusa y
francesa cuando trabajaba, al mismo tiempo, en la segunda edición alemana
(véase MEGA II.7, pp. 715-718) del peligro de una recaída en la dialéctica
especulativa. Así en la frase siguiente de la traducción francesa, sustituye el
indeterminado “von Ware” (“de mercancía”) por el más determinado “une marchandise”,
es decir una mercancía determinada: “À mesure donc que s’accomplit la
transformation générale des produits du travail en marchandises, s’accomplit
aussi la transformation d’une marchandise en argent.” (Ibidem).(10) En esta
mercancía determinada singular y específica, (11) el oro, subyace la doble
determinación de ser a la vez valor de uso como oro en la forma mercancía y la
“mercancía dinero” (II.5, p. 56) por excelencia, que encarna el valor de cambio
de todas las otras mercancías. (12)
¿Por qué entonces Marx no asumió
en la segunda edición alemana la sustitución de “von Ware” por el determinado (13)
“eine Ware”? Sólo podemos especular. Una posibilidad es que fuese algo tan
obvio para él que estaba tratando de la “mercancía dinero” y no de la mercancía
como tal que la posibilidad de una malinterpretación hegelianizante ni se le
ocurriese. Engels, por su parte, sustituye “el desdoblamiento de la mercancía
en mercancía y dinero” por “la diferenciación de las mercancías en mercancías y
dinero” (II.9, 75). Como para compensar el equívoco plural, sustituye la frase
“la metamorfosis de la mercancía en dinero” por “la conversión de una mercancía
especial en dinero” (l. c., 76).
3. Una ira filosófica
Louis Althusser inició en 1968 su
conferencia ante la Société Française de Philosophie con una anécdota: durante
una estancia en Capri, parece ser que Lenin rechazó con una gran carcajada la
invitación que le hizo Maxim Gorki a participar en una discusión filosófica con
un grupo de la izquierda bolchevique del que él formaba parte (1969, p. 10).
Este grupo estaba convencido de que “el marxismo debía desembarazarse de su
metafísica pre-crítica, representada por el ‘materialismo dialéctico’”(14) y en
la búsqueda de un alternativa dirigía sus ojos al empiriocriticismo del físico
austriaco Ernst Mach. “Se puede entender, así las cosas, la risa de Lenin”,
dice Althusser: “no hay comunicación filosófica, no hay discusión filosófica”.
Y añade: “No haré otra cosa hoy más que comentar esa risa, que es ya en sí
misma una tesis” (p. 10).
Un siglo después, todavía bajo la
impresión de la metafísica vulgar y pre-crítica en que llegó a convertirse el
“Diamat” finalmente canonizado por Stalin, muchos de nosotros no tendríamos
reparo en compartir el punto de partida de aquel grupo formado en torno a
Gorki, aunque nos hubiera gustado que Lenin no se limitase a reír, sino que
hubiera pugnado seriamente con las razones que animaban a aquellos camaradas,
recorriendo así una senda filosófica que habría hecho imposible a la futura
ideología de estado derivar de él su legitimidad. Puede que tras la carcajada
de Lenin hubiera una tesis filosófica, pero esa tesis bien podría generar la
fundada sospecha de que en nombre de Marx retrocedió detrás de Marx.
Nada excitaba más la ira de Marx
que verse enfrentado a este tipo de interpretación. Tal vez podríamos decir de
esa ira de Marx, con no menos justificación que Althusser a propósito de la
carcajada de Lenin, que es ya en sí misma una tesis. Aunque justificada en
general, dicha ira es también a veces injusta. Así por ejemplo cuando
reconviene a un ruso que le cita en lo que hoy llamaríamos un contexto
eurocéntrico, diciendo que haría bien en consultar la traducción francesa en
vez de la rusa. De hecho, la primera contiene, en el capítulo que nos interesa
aquí, desplazamientos de énfasis extraordinariamente importantes relativos a la
“llamada acumulación originaria”, en los que se puede constatar un cambio de
paradigma en dirección a una concepción de la historia que ya no es unilineal.
Se trata de cambios que ponen de manifiesto la absoluta actualidad de la teoría
de Marx para la época emergente del capitalismo transnacional de alta
tecnología, cambios que Engels, contrariamente a sus aseveraciones introductorias,
no recogió en la cuarta edición alemana (Véase 23/41). Pero consideremos de qué
cambios se trata.
Donde la cuarta edición dice de
la acumulación originaria: “Su historia adquiere tonos diferentes en diferentes
países y atraviesa las diferentes fases en diferente sucesión y diferentes
épocas históricas” (OME 41, 362; cf. 23/744), en la edición francesa Marx
limita el alcance a Inglaterra y Europa occidental –“tous les autres pays de
l’Europe occidental”- y reduce las pretensiones de su exposición a un “esbozo”
(esquisse) (II.7, 634). De aquí el reproche dirigido al marxista ruso
Mijailovski: “Insiste en transformar mi esbozo histórico del origen del
capitalismo en Europa occidental en una teoría, del estilo de una filosofía de
la historia, del proceso general de desarrollo, al que deberían sujetarse
obligadamente todos los pueblos” (19/108). La ira de Marx es indicativa de una
brusca toma de conciencia: a la luz de la recepción que está teniendo El
Capital se horroriza ante ciertas posibilidades interpretativas de su propia
obra. También incluye cierta dosis de autocrítica que no llega a articularse.
Pero Marx podrá advertir que ya la había enunciado públicamente: la edición
francesa tiene “un valor científico independientemente del original, y debería
ser tenida en cuenta incluso por lectores que dominen la lengua alemana” (OME
40, 23; II.7, p. 690).(15) Lo que le “obligó” a “modificar la formulación”,
dice, no fue en absoluto alguna inexactitud por parte de Roy. Muy al contrario,
éste cumplió con “puntual precisión” a la hora de “ofrecer una traducción tan
exacta y hasta tan literal como fuera posible” (ibid.).
Al hilo de esta exactitud literal
Marx se hace consciente de que asimismo su propio pensamiento, como se dice en
La ideología alemana, no existe “de antemano como conciencia ‘pura’”: “El
‘espíritu’ nace ya con la maldición de estar ‘cargado’ de materia, que aquí se
manifiesta bajo la forma de […] sonidos, en una palabra, bajo la forma del
lenguaje.” (MEW 3, 30) La materialidad lingüística del lenguaje, condición y
medio de la conciencia articulada, es de entrada su inconsciencia. Ya Hegel en
el prefacio a la segunda edición de su Ciencia de la lógica, observaba: “La
inconsciencia a este respecto tiene un alcance increíble”. Hegel desplaza aquí
la interpretación paradigmática de su objeto de conocimiento del “pensamiento
de Dios antes de la Creación”, como decía en el prefacio a la primera edición,
a la red conceptual del lenguaje. De ningún modo puede decirse de los nudos de
esta red, las categorías, en las que se disponen las formas de pensar, que “nos
sirven, que las poseemos nosotros más de lo que ellas a nosotros”, mientras no
hayamos conseguido para nosotros mismos una cierta libertad de movimientos a
través de la reflexión. Marx y Engels dan aquí otro paso decisivo en dirección
a la red de prácticas vitales, articuladas en materialidad histórica, una red
que mantiene una conexión móvil y propia de un proceso con el lenguaje y el
pensamiento.(16) Despiertan del sueño de Hegel de un orden inmóvil de todo
movimiento y de una predestinación abstracta de todo lo concreto.
El hecho de que se pasase por
alto esta concepción en la recepción de su propia obra encendió la ira final de
Marx, que le impelió a dar una serie de nuevos pasos teóricos en las Notas
marginales sobre Wagner. Esta ira final “que en sí misma ya es una tesis
filosófica” estalló en él a la vista de la recepción burguesa-académica de El
Capital en Alemania. Esencialmente, toma como una ofensa que se le atribuya un
método lógico-conceptual en el que “a través de la pura razón” la siguiente
“fase”, en cada caso, haya sido generada por la anterior, como él mismo lo
había caracterizado treinta años atrás cuando tronaba contra Proudhon. Ahora lo
llama el “método de entrelazamiento de conceptos” (Begriffsanknüpfungsmethode)
y acusa al vir obscurus de Wagner de “no haberse siquiera dado cuenta de que mi
método analítico […] no guarda ni la más remota relación con ese método de
entrelazamiento de conceptos que gustan de emplear los profesores alemanes”
(MEW 19, 371). Todavía hoy no es infrecuente que se atribuya a Marx haber
arrancado del “concepto de mercancía” en el que “está prefigurado el concepto
de dinero”(17) y que es la categoría más
abstracta, etc. Ante este tipo de interpretaciones, Marx da un puñetazo sobre
la mesa: No, yo empiezo por lo “concreto más pequeño”, es decir, “la forma
social más simple en que toma cuerpo el producto del trabajo en la sociedad
actual” (369). Es “escolasticismo”, afirma Marx, derivar del concepto de valor
el valor de cambio y el valor de uso, en vez de, como él mismo hace,
elaborarlos analíticamente partiendo “de lo concreto de la mercancía”, “von
einem Konkretum der Ware” (362).
Cuando Marx analiza en El Capital
la oposición entre valor de cambio y valor de uso, Rodbertus considera que
establece una “contraposición lógica” (374). Sin embargo, al proceder de esta
guisa, replica Marx, Rodbertus lee su exposición en El Capital en términos lógicos
y considera las dos determinaciones de la mercancía como “puros conceptos”. En
otro caso, no la habría interpretado como una contraposición “lógica”. En
realidad, prosigue Marx, en cualquier lista de precios “cada clase concreta de
mercancías incurre en este mismo proceso ilógico” de distinguirse como valores
de uso totalmente de las demás, “a la par que su precio las representa como
cualitativamente iguales, como modalidades sólo cuantitativamente distintas de
la misma sustancia”. “Aquí sólo existe una contraposición lógica para
[…aquellos] que arrancan del ‘concepto’ del valor, no de la ‘realidad social’
de la ‘mercancía’, y luego desdoblan el concepto como si tuviese dos caras,
para acabar discutiendo cuál de los dos fantasmas alumbrados por su cerebro es
el verdadero” (374 y s.). La anterior ambigüedad en el lenguaje de Marx
desaparece, una ambigüedad de la que Backhaus dice correctamente que conduce a
“disputas pseudoteológicas” (1997, p. 196). Y yo añadiría: siempre que se
niegue, como hace el mismo Backhaus, el proceso de aprendizaje de Marx y se
tome el estadio anterior, más cercano a Hegel, como el auténtico y verdadero.(18)
A fin de evitar la falsa
dialéctica del concepto de valor, que a través de la parcial identidad de
palabras (valor de uso y valor de cambio) parece remitir a una unidad
contradictoria de esencia, que llevaría a una serie cosmogónica de
desdoblamientos (Verdopplungen), Marx mantiene una constante reflexividad
lingüística en estas notas.(19)
En el intento de registrar las
tareas de “distinguir o fijar en la representación” insertas en la red de
actividades vitales, y consiguientemente en el lenguaje, Marx considera
determinaciones que posteriormente han sido denominadas por la filosofía
analítica de la ciencia “predicados de disposición” (“la sal es soluble en el
agua”), pero con referencia categorial a la praxis humana, y en este sentido
llama la atención acerca de la especial índole “para nosotros” de esos
predicados con la sarcástica sentencia de que “difícilmente se le ocurriría a
un cordero que una de sus cualidades ‘útiles’ sería que es comestible para los
humanos” (363). Denuncia el engaño seudo-objetivo haciendo manifiesto su
antropocentrismo.
Sin duda aquí ya no se puede
decir con Althusser que Marx “produjo [estos conceptos] como en una
iluminación, pero no los enlazó teóricamente ni los elaboró ulteriormente”
(Lire le Capital, II, p. 175).(20) No, aquí Marx está trabajando a la luz del
día de su taller en las condiciones de validez histórico-materialistas. En
contraste con una concepción de la dialéctica que a menudo se presenta como una
especie de arte secreto, estas reflexiones tienen algo de liberador. Para
nuestra lectura actual es recomendable tomar en cuenta las indicaciones que da
Marx aquí y aplicarlas retrospectivamente a manera de orientación heurística.
En tal caso estaremos tras las huellas de algo que cobra una importancia
estratégica: una mejor comprensión del proceso de aprendizaje del Marx llamado
“maduro” e incluso “viejo”. Puede que el impacto principal de este proceso de
aprendizaje sea una reconsideración en términos histórico-materialistas de la
dialéctica.
4. Final abierto
Quienes creen en “corregir a Marx
con Hegel” (Engels, Anti-Dühring), ceden este terreno vital a la ideología
filosófica premarxiana. Para ellos el punto de vista dialéctico se sitúa al
final de la historia. ¿No dijo acaso el propio Marx que “la anatomía del hombre
es la clave para la anatomía del mono”? Sí, lo dijo en la Introducción a los
Grundrisse. Pero hay que entender que este fragmento no fue revisado nunca por
Marx y puede mostrarse que se trata de un texto fallido.(21) Porque para los
materialistas históricos, una “lectura rigurosamente dialéctica” sólo puede ser
aquella que “no lee el principio a la luz de lo que viene después” (Bidet 2004,
60).(22) En efecto, para Marx “el único [enfoque] materialista y por tanto el
único científico” (C I, 494. n. 4) ha de proceder en la misma dirección que el
proceso, y nunca a partir de lo que Marx llama “el punto de vista de los
fenómenos consumados” (“fertige Phänomene, C II, MEW 24, 218). Contra la
crítica de la religión realizada por Feuerbach, Marx plantea la misma objeción
estructural que contra los economistas clásicos burgueses: “Es, en realidad,
más fácil descubrir a través del análisis el núcleo terrenal de las creaciones
mistificadas de la religión que hacer lo contrario, esto es, desarrollar a
partir de las relaciones reales, dadas, de vida las formas en que éstas han
sido transfiguradas.” (C I, 494, n. 4) La economía política clásica, por otra
parte, ha “analizado el valor y su magnitud […] y ha descubierto el contenido
oculto en estas formas. Pero nunca ha respondido a la pregunta de por qué este
contenido ha adoptado esa forma particular, es decir, por qué el trabajo se
expresa en valor” (C I, 173 y s.). Esto, sin embargo, no puede llevarse a cabo
“a partir de las relaciones reales, dadas, de la vida”, que ya están
estructuradas por las formas de valor. Se necesita una reconstrucción genética
de la transición de las “relaciones de vida” más elementales a las actuales.
Esta es el lado objetivo de aquello de lo que trata la dialéctica de Marx. El
lado subjetivo puede entenderse como la filosofía práctica del marxismo. En
este punto, la aproximación a una problemática en la investigación tiene raíces
comunes con la sabiduría a propósito de las coyunturas en las luchas sociales y
políticas así como en la antigua technee tou biou, el arte de vivir, “el más
grande de todas las artes”, como decía Brecht, cuya comprensión y práctica de
una dialéctica realmente nueva, ya no hegeliana, es una de las aportaciones más
destacadas a una renovación antidogmática del pensamiento marxista. Esta
comprensión de la dialéctica no sólo ha aceptado sus límites, sino que ha
incorporado ya el momento “aleatorio” sobre el que insistió Althusser mucho
después, En cualquier caso, inscribió la actividad subjetiva en el campo de
realidad, y con ella también un elemento de indeterminación. La filosofía de la
dialéctica y la dialéctica de la filosofía de Brecht, todavía muy poco conocida
incluso entre estudiosos marxistas, es en muchos aspectos coincidente con la de
Marx. De algún modo, Brecht, aprendiendo de Korsch, asumió el proceso de
aprendizaje de Marx. Para quienes nos identificamos con Marx y nos vemos
obligados a estudiar en medio de enormes rupturas y transformaciones
estructurales, afligidos de añadidura por todo tipo de political correctnes,
políticas de la identidad, fundamentalismos y sectarismos, que son otros tantos
síntomas de una carencia de dialéctica, las incursiones en esta “obra en
progreso”, con una clara comprensión de los progresos que se dan en ella,
resultan de vital interés. La tarea de elaborar una comprensión
histórico-materialista de una dialéctica sin trabas, tal vez no ha sido
plenamente entendida y no digamos ya realizada.
(Traducción de Gustau Muñoz)
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NOTAS:
1.Versión revisada de una
ponencia presentada en el coloquio “Towards a Cosmopolitan Marxism”, Historical
Materialism Annual Conference 2005, 4-6 de noviembre, Londres. Una versión
anterior fue presentada en alemán en el coloquio “Sulle tracce di un fantasma.
L’opera di Karl Marx tra filologia e filosofia”, Nápoles, 31 marzo-3 abril,
2004. Quiero agradecer a mi contradictor Chris Arthur por haberme llamado la
atención acerca de algunos puntos débiles de la exposición y haberme impulsado
a reelaborarla.
2.Fechadas por los editores de
MEW en 1879-1880, pero por Eike Kopf (1992) el año de su muerte, 1883.
3.Véase el artículo
“Historisches/Logisches”, en Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus,
vol. 6/1, pp. 360 y ss., así como en la versión abreviada en Das Argument 251,
vol. 45, 2003, nº 3, pp. 392 y s.
4.“In questo senso il pluslavoro
può essere chiamato lavoro non retribuido” (Il Capitale, I, p. 582).
5. En su introducción a la
traducción francesa de la cuarta edición alemana (París, 1983).
6. Ben Fowkes traduce: “the full impact of
original” (Capital I, p. 110).
7. Sin embargo, dado que la
comunidad científica marxista internacional carece de reflexividad
multi-lingüe, tiende a tomar las particularidades lingüístico-nacionales por
teoría. La traducción inglesa de La ideología alemana atribuye, por así decir,
género al “individuo”: mientras que Marx y Engels utilizaban expresamente el
pronombre neutro “es”, incluyendo así ambos géneros, la versión inglesa utiliza
el masculino “he”. Jan Rehmann (2000) ha reconstruido la enorme confusión que
la “bürgerliche Gesellschaft” –bourgeois society- ha causado traducida como
“civil society” en el marxismo de habla inglesa.
8. Fowkes, en su traducción
inglesa, confunde el significado poniendo “the differentiation of commodities
into commodities and money” (181). No son las “commodities” [las ‘mercancías’]
en general lo que se desdobla, sino la “money commodity”, la mercancía dinero.
Como si quisiera reparar el error, altera también el sentido de la siguiente
frase. Donde Marx habla de “Verwandlung von Ware in Geld” (“transformación de
la mercancía en dinero”; 23/102), él pone: “one particular commodity is
transformed into money” (181) [‘una mercancía particular se transforma en
dinero’].
9. “Esta dialéctica está modelada
a partir de la de Hegel” (Arthur 2002, 160) y opera en el “espíritu universal
del capital” (163).
10. En la lectura hegeliana de
Christopher Arthur no es esta mercancía singular y particular, el oro, lo que
se “desdobla” en mercancía y dinero, sino la forma-valor (cf. 2002, 31).
11. Marx: “bestimmte Ware”; Fowkes: “single
commodity” (184).
12. En nombre de la “teoría
monetaria del valor”, que trata de derivar la forma mercancía del dinero en vez
de la forma dinero de las mercancías, Michael Heinrich ha argumentado
recientemente que el concepto de “mercancía dinero” debería ser eliminado
(1999, p. 233; véase mi crítica 2004), probablemente bajo el impacto de la
abolición del respaldo en oro de las monedas. Para Marx es un concepto mediador
clave para entender el papel moneda moderno.
13. El uso del artículo
indeterminado (“une marchandise”) es la forma de referirse a una mercancía
determinada (el oro).
14. “…que le marxisme devait se
débarasser de cette métaphysique précritique qu’était le ‘matérialisme
dialectique’” (1969, 9).
15. “Welches auch die
literarischen Mängel dieser französischen Ausgabe sein mögen, sie besitzt einen
wissenschaftlichen Wert unabhängig vom Original und sollte selbst von Lesern
herangezogen werden, die der deutschen Sprache mächtig sind” (MEW 23, 32).
16. Sobre esto, véase el capítulo 4 de mi libro
Philosophizing with Brecht and Gramsci: “’Epistemology must be above all
critique of language’ – Brecht, Gramsci, and Wittgenstein”.
17. Altvater 1969, 17;
análogamente, también Lenin (véase LW [Obras de Lenin, edición alemana] vol.
38, p. 340), a quien siguieron acríticamente mis Vorlesungen zur Einführung ins
“Kapital” (1974/1976, p. 79 y s.) [trad. esp.: Introducción a la lectura de “El
Capital”, Barcelona, Materiales, 1978, pp. 110 y s.] (cf. la versión totalmente
revisada de 2005, pp. 76 y s.).
18. Heinrich objeta que las Notas
marginales “ no son “en absoluto una cuestión de hegelianismos [Hegeleien] ni
siquiera una cuestión que tenga que ver con que Marx fuera acusado de ese
hegelianismo. Más bien sucede que Marx critica a algunos exponentes de la
economía vulgar alemana” (2004, p. 94). Ahora bien, de esta forma se elimina el
aspecto decisivo, a saber, que Marx está pugnando con la recepción burguesa de
Marx, que lo interpreta de acuerdo con el paradigma del
“Bregriffsanknüpfungsmethode” o método basado en la mera derivación de
conceptos a partir de otros conceptos.
19. Al proceder de esta manera
busca cada vez un punto de partida en la realidad, en el sentido de la primera
tesis sobre Feuerbach: en la actividad, especialmente el proceso de apropiación
del que surgen las apreciaciones teoréticas. La dialéctica pseudo-conceptual de
Wagner recuerda las prácticas de los alquimistas, de “los viejos químicos
anteriores a la ciencia de la química”: puesto que la manteca es blanda,
insisten “en lo mantecoso de todos los clorhidratos, del clorhidrato de zinc,
del clorhidrato de antimonio” y hablan de “manteca de zinc, manteca de
antimonio”. O porque la “sal” fue la primera materia cristalina y soluble en
agua conocida, el azúcar, por ejemplo, se contaba entre las “sales” (372). De
esta manera, los alquimistas filosóficos consideran al valor de uso como valor.
En pocas palabras, Marx consigna aquí procesos similares de derivación de
palabras en base a propiedades similares, a fin de destruir la falsa dialéctica
conceptual del “valor”.
20. “…les produisant dans le
geste d’un éclair, il n’avait pas rassemblé et affronté théoriquement cette
production, ne l’avait pas réfléchie pour l’imposer au champ total de ses
analyses” (LLC II, 175).
21.Su fórmula relativa a
“ascender de lo abstracto a lo concreto” como el “método científicamente
correcto” tiene sus méritos, pero describe la estructura de la ciencia burguesa
clásica y no, en absoluto, el método dialéctico específico de Marx como muchos
comentaristas creen todavía hoy.
22. Jacques Bidet comparte el
punto de vista según el cual el concepto de dialéctica de Marx es básicamente
hegeliano y que las transiciones deben deducirse de una “insuficiencia”
“lógica”, no práctica, “de una forma que permanecía insuficiente mientras no se
desarrollase completamente” (“tant qu’elle n’était pas complètement déployée”.
Concluye: “Por consiguiente es imposible en este sentido ‘pasar
dialécticamente’ del dinero al capital” (2004, 101). Pero cuando se atiene a la
idea de una “insuficiencia” en el sentido de no estar “completamente
desarrollado” hace exactamente lo que condena con razón, a saber, “leer el
comienzo a la luz de lo que sigue”. Más aún: sólo en posesión de un
“conocimiento absoluto” al “final de la historia” se podríamos estar seguros de
que un fenómeno se ha “desarrollado completamente”.
PUNTO Y APARTE
LA FRASE
KEEP CALM
EMPLEADO DEL MES
KEEP CALM
DEFINICION DEL OTRO GUZMAN
KEEP CALM
JULITO GUZMAN PREGUNTANDOSE
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