lunes, 7 de marzo de 2016

Wolfgang Fritz Haug : EL PROCESO DE APRENDIZAJE DE MARX.En contra de corregir a Marx con Hegel

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EL PROCESO DE APRENDIZAJE DE MARX .(1) 
En contra de corregir a Marx con Hegel 




  Por:  Wolfgang Fritz Haug 

   “No tengo nada que decir. Sólo que mostrar.”
    Walter Benjamin, El Libro de los Pasajes



De los suabos se dice que sólo se vuelven “listos” pasada la cuarentena. Si hubiera que dar crédito a cierta literatura, con Karl Marx pasaría justo lo contrario. Poco después de cumplir los cuarenta, se dice, su inteligencia teórica empezó a decaer. Son principalmente las interpretaciones de orientación hegeliana de la crítica de la economía política las que consideran por norma retrocesos los progresos que hizo Marx desde los Grundrisse, pasando por la primera (1867) y segunda (1872) ediciones del libro I del Capital hasta su traducción al francés (1872-1875) y culminando en las Notas marginales sobre Wagner, pues de hecho todo esto fueron pasos que conducían más allá de la dialéctica especulativa de Hegel. Se afirma que, al popularizarlo, Marx debilitó el núcleo teórico de su pensamiento (véase Hoff 2004, 21-27). Particularmente Hans-Georg Backhaus ve –como antes que él, si bien de manera menos sumaria, Iring Fetscher- sobre todo en las reelaboraciones de la segunda edición del libro I del Capital una “vulgarización de su teoría del valor procurada por Marx mismo” (1997, 297). Asimismo, Backhaus transfiere al propio Marx una distinción que éste aplicó a Adam Smith, de suerte que Marx se desdoblaría en una parte “lógica, esotérica” y otra parte “historicista, exotérica” (1997, 294; análogamente Kurz 2000). La segunda parece que se relaciona con el Marx comprometido con el movimiento obrero, y sería el llamado “marxismo de movimiento obrero”, Arbeiterbewegungsmarxismus, como se suele decir con cierto desdén. En cualquier caso, desde el hundimiento del socialismo de estado de procedencia soviética en Europa, estos enfoques se han asociado, con agresividad creciente, al rechazo de todo tipo de marxismo. 

Lo que está en juego aquí, además de la epistemología de la crítica de la economía política, es el concepto de dialéctica. Para el lector riguroso es indudable que Marx llevó a cabo un cambio de paradigma no sólo en las Tesis sobre Feuerbach y, junto con Friedrich Engels, en La ideología alemana, sino también entre la Contribución a la crítica de la economía política de 1859 y su último fragmento dedicado a los fundamentos teóricos, las Notas marginales sobre Wagner. (2) Cierto es que Marx no efectuó estos desplazamientos con el aplomo de una ruptura declarada y puntual. Los cambios, más bien, se realizaron en diferentes momentos y en diferentes planos de la concepción del método, a manera de impulsos no sincrónicos y no sujetos a una reflexión sistemática; “produciendo una nueva versión”, como señala Jacques Bidet, “sólo para paliar la insuficiencia de la versión anterior en relación al proyecto que alentaba” (2004, 10). En conjunto, no es exagerado hablar de un cambio de paradigma que no es ni decaimiento ni popularización falseadora, sino más bien la innovación esencial debido a la cual la obra de Marx sigue siendo todavía hoy “contemporánea”, porque puede entenderse no como dogma sino como un proyecto teórico-práctico abierto y, de hecho, como aportación crucial para la comprensión teórica del emergente capitalismo de alta tecnología.


Si fuera verdad que Marx, que investigó toda su vida, siguió un proceso de aprendizaje, sería del máximo interés, para quienes lo tomamos hoy como referencia, adquirir la mayor claridad al respecto. La primera regla de una clarificación en esta materia es: nos interesa ante todo lo que hace Marx como crítico de la economía política y sólo en segundo término lo que dice acerca de lo que hace. El Marx operativo pasa por delante del declarativo. Va de suyo que debido a la brevedad exigida, lo que sigue son sólo tesis preliminares. 

1. Popularización
 
¿Es verdad que Marx sacrificó el rigor teórico a la voluntad popularizadora? 

Quienes lo afirman invocan en particular a las modificaciones que Marx introdujo en la segunda edición del libro 1 del Capital en comparación con la primera. Puesto que ya he desarrollado en otro lugar esta cuestión,(3) no la voy a repetir aquí y abordaré en lugar de eso el argumento de la popularización. Quienes lo defienden olvidan casi siempre que Marx enunció ya en la primera edición el problema de que teoría y popularización podrían entrar en conflicto. Representativa a este respecto es la expresión “trabajo no pagado”. “Pagar el trabajo” es una de las “categorías” capitalistas básicas en el sentido marxiano de “modos sociales de ser, determinaciones existenciales” (42/40). En términos de teoría estricta, explica Marx: 1) el trabajo no tiene valor, sino que genera valor; 2) el salario como “precio del trabajo” es así una expresión irracional para el valor y precio de la mercancía fuerza de trabajo; 3) la explotación se refiere a que el asalariado debe seguir trabajando más allá del momento en que su trabajo ha generado un equivalente del salario; 4) en el eje temporal esta secuencia puede representarse como sucesión del trabajo necesario y el plustrabajo; 5) la relación entre trabajo necesario y plustrabajo determina la tasa de explotación; 6) hay explotación, por consiguiente, aunque se haya pagado todo el valor de la fuerza de trabajo.

Y aquí viene el problema: la exposición crítico-teórica choca con las categorías en las que se expresa y de las que se vale la práctica cotidiana y por eso también con el sentido común e incluso tal vez con el recto entendimiento humano, con el buen sentido. Lo que indigna de entrada al movimiento obrero (y a cualquier movimiento social) es lo que se percibe como una injusticia. Que los ricos se hagan más ricos mientras los pobres siguen siendo pobres o incluso se empobrecen todavía más es percibido, comprensiblemente, como una injusticia. Si el trabajo es pagado, se considera justo; si no se paga o se paga menos, se considera injusto. En el movimiento obrero, que debía evitar verse reducido a su núcleo teórica y políticamente más formado, el discurso político se desgajó en este punto del discurso teórico. Pero no del todo. El plusvalor, la fuente última de todo beneficio, se atribuye al “trabajo no pagado”. La indignación contra la forma burguesa habla aquí, lo quiera o no, un lenguaje burgués. 

¿Cómo se maneja Marx con este rasgo de la semántica político-económica? ¿De manera polémica, a la manera de la Crítica del Programa de Gotha, donde se oponía a declarar al trabajo fuente única de toda riqueza, olvidando el papel de la naturaleza? En absoluto. En vez de eso, integra esta forma de hablar en su lenguaje teórico. En la primera edición alemana y en la segunda, también preparada por él, pone plustrabajo = “trabajo no pagado”, plusvalor = “con arreglo a su sustancia, concreción material de tiempo de trabajo no pagado [Materiatur unbezahlter Arbeit]” (MEGA II.5, 432; MEW 23, 556). Y al proceder así, comenta: “trabajo no pagado / trabajo pagado es sólo la expresión popular para referirse a plustrabajo / trabajo necesario.” Da la impresión de que quiere tranquilizar su conciencia teórica, al utilizar esta fórmula de “como si”: si, en el tiempo de trabajo necesario, se genera un producto del mismo valor que la fuerza de trabajo, para el capitalista es “como si hubiera adquirido en el mercado el producto terminado. En el período de plustrabajo, por el contrario, el aprovechamiento de la fuerza de trabajo forma valor para el capitalista, sin que ese valor le cueste un sustituto de valor. Obtiene gratis esa movilización de fuerza de trabajo. En este sentido el plustrabajo puede ser llamado trabajo no pagado.” La traducción italiana de Delio Cantimori lima el aspecto escandaloso al decir, en vez del popular “non pagato”, “lavoro altrui non retribuito”,(4) mientras que en la traducción inglesa controlada por Engels se habla sin más de “other people’s unpaid labour”. Pedro Scaron pone en su traducción publicada por Siglo XXI “trabajo ajeno impago” (El Capital, II, 649), e incluso (como Cantimori) en cursiva, como había hecho Marx en la primera edición. “El equívoco”, dice Marx a modo de conclusión, “al que podría inducir la fórmula trabajo no pagado / trabajo pagado, como si el capitalista pagara el trabajo y no la fuerza de trabajo, desaparece si se tiene en cuenta el análisis que hiciéramos anteriormente”. Esta no es una explicación satisfactoria teóricamente sino una manera de tender puentes con el lenguaje coloquial. He aquí pues el verdadero pecado teórico de Marx. Quienes le acusan de popularizar no prestan atención a este punto. Sin embargo, precisamente allí donde se le acusa de popularización o vulgarización en el sentido de una degradación de la teoría, es donde descubrimos mejoras decisivas. 

2. Deshegelianización de la dialéctica
 
La crítica de la economía política no puede ser entendida, como se hace a menudo, en términos de un “sistema”, como si procediese de la época en que los filósofos tenían que construir un sistema. Si hay un sistema, es el sistema asistemático del proceso proclive a las crisis del capital mismo. Su crítica teórica hay que concebirla, antes bien, como proceso de investigación sumado al proceso de aprendizaje del investigador. No faltan comentarios de Marx a los cambios de paradigma efectuados por él en el curso de esta work in progress. Pero los comentarios sobre el método son con frecuencia demasiado generales y, a veces, “relativamente esquemáticos y enigmáticos” (Arthur 2002, 9), e incluso equívocos. Así, cuando Marx declara que su “método dialéctico” “no sólo difiere del de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa” y que en lo que atañe a la dialéctica hegeliana “es necesario darle la vuelta, para descubrir así el núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística” (23/27). Mientras Hegel “convierte el proceso de pensar […], bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo”, para él “a la inversa, lo ideal no es sino lo material transpuesto y traducido en la mente humana” (ibid.). ¿Habría, de esta suerte, que convertir, como “antítesis directa”, la materia en un sujeto autónomo? La designación de lo ideal como resultado de la transposición y traducción de lo material en la mente humana indujo ya a Plejanov, en Problemas fundamentales del marxismo, a confundir a este respecto a Marx con Feuerbach. Pero debería estar claro que la primera tesis sobre Feuerbach prohíbe categóricamente presuponer una configuración en la que el pensamiento se contrapone directamente, sin manos ni herramientas, y sin red social de actividades, a lo “material”. La imagen de “darle la vuelta” a la dialéctica hegeliana es totalmente equívoca. Sugiere que se conservaría como quien dice de una pieza, sólo que invertida, “puesta sobre los pies”, o bien como un guante o una camisa a los que se giraría de sentido pero que se mantendrían exactamente iguales en cuanto a forma y textura. En realidad, sin embargo, la textura no puede mantenerse en este caso; todo ha de revolverse y organizarse en base a un algoritmo completamente distinto, que es el materialismo histórico. El análisis de su dialéctica operativa muestra que Marx hizo esto mismo al menos en los puntos decisivos y en todo caso implícitamente (véase Haug 2005). 

A veces aparecen sólo pequeñas huellas, en los textos manifiestos, que indican un cambio de terreno. Donde el cambio queda implícito, la atención a las huellas se convierte en lectura de síntomas. Un síntoma que invita a ello se encuentra en el segundo capítulo de la traducción francesa que hiciera Joseph Roy del libro primero del Capital, revisada por Marx. Esta revisión ocupó a Marx durante cinco años, y le costó definitivamente la pérdida de la inocencia lingüística, como ha observado acertadamente Jean-Pierre Lefebvre.(5) Marx experimentó entre 1871 y 1875 en su propia obra maestra la “seducción” del pensamiento por el lenguaje, sobre la que Nietzsche llamó la atención en la década de 1880. Precisamente alguien como Marx, capaz de moverse con tanta maestría en la fisonomía de su lengua materna, tiende a considerar conceptos que parecen articularse, por así decir, automáticamente en el lenguaje como si estuviesen teóricamente del todo consolidados. Günther Anders nos pide a los contemporáneos que escribamos de una manera que sea traducible. Marx mostró una preocupación similar aunque, en su época, llegó hasta los límites de la traducibilidad de su propio texto. Esta experiencia le llevó a agudizar y a veces incluso a renovar su pensamiento teórico. Desplazado de su lengua materna –y tengamos en cuenta que, por su naturaleza misma, las lenguas propias tienden a oscurecer los significados para los hablantes originarios debido a su autoevidencia-, se vio obligado a ser más claro acerca de sus movimientos. Quienes, como algunos autores alemanes, se atienen lingüísticamente a la versión original sin más reflexión, tenderán a contemplar la clarificación como una pérdida de significado. Incluso para Engels “die ganze Bedeutung” (23/37),(6) “el pleno significado” (II.9/12), parece ligado al “original” alemán; y cuando la traducción francesa difiere de ese original él sólo ve un “indicador de lo que el autor, por su parte, estaba dispuesto a sacrificar” (ibid.). Esta especie de mito alemán del origen no debería influir al marxismo internacional.(7)

Pero pasemos a nuestro ejemplo. Se encuentra en el capítulo 2 (“El proceso de intercambio”). El contexto trata de cómo en el curso del desarrollo de las relaciones de intercambio, la determinación dominante que se encuentra en toda mercancía de convertirse en medio de cambio cristaliza en una “mercancía dinero”, como “producto necesario del proceso de intercambio” (la traducción francesa de Marx / Roy dice, centrándose más de cerca en el proceso implicado: “se forme spontanément”). Más adelante leemos: “La necesidad [Bedürfnis] de dar una expresión exterior a esa oposición [de valor de uso y valor], con vistas al intercambio, contribuye a que se establezca una forma independiente [selbständig] del valor mercantil, y [esta necesidad] no reposa ni ceja hasta que se alcanza definitivamente la misma [la expresión externa de esta antítesis] mediante el desdoblamiento [Verdopplung] de la mercancía en mercancía y dinero.” (MEW 23, 102).(8) Así, una lectura hegelianizante del análisis marxiano de la forma valor (9) viene a sumarse a lo que Backhaus (1997, p. 142) llama el “bien conocido término hegeliano ‘desdoblamiento’”: mediante el “desdoblamiento”, se nos dice, se designa la unidad en la diversidad de la mercancía. El sujeto del proceso es entonces, como en la primera edición, la “contradicción inmanente de la mercancía”, que en el curso de una serie de “desdoblamientos” genera las determinaciones del mundo burgués, incluyendo el capital y el estado. Se olvida aquí que la “mercancía” es la forma que confieren a los productos las relaciones privadas y basadas en la división del trabajo y que para los materialistas históricos la comprensión de la dinámica generadora de estructuras sólo puede provenir de la reconstrucción de la actividad humana en el seno de tales relaciones. La “contradicción interna” de la mercancía refleja sólo el antagonismo existente en estas relaciones. “La necesidad de dar una expresión exterior a esa oposición, con vistas al intercambio", como dice Marx, es considerada por la lectura “hegelológica” como una concesión popular-didáctica pero que induce en el terreno de la teoría a equívocos. De hecho, en la primera edición leemos aún: “Esta contradicción inmanente […] no descansa hasta que se resuelve finalmente a través del desdoblamiento [Verdopplung] de la mercancía en mercancía y dinero” (MEGA II. 5, p. 54). En la segunda edición alemana, Marx sustituye el sujeto “esta contradicción inmanente” por “das Bedürfnis, diesen Gegensatz für den Verkehr äusserlich darzustellen” (23/102), y en la traducción francesa por “le besoin même du commerce” (II.7, p. 66). El pensamiento de Marx ha pasado a través del “convertidor” interlingüístico. Y así es la “necesidad” del “tráfico comercial” la que “no reposa ni ceja” hasta que el valor de la mercancía ha tomado su “forma independiente”. 

Realmente, parece como si Marx se hubiese dado cuenta mientras preparaba en paralelo las traducciones rusa y francesa cuando trabajaba, al mismo tiempo, en la segunda edición alemana (véase MEGA II.7, pp. 715-718) del peligro de una recaída en la dialéctica especulativa. Así en la frase siguiente de la traducción francesa, sustituye el indeterminado “von Ware” (“de mercancía”) por el más determinado “une marchandise”, es decir una mercancía determinada: “À mesure donc que s’accomplit la transformation générale des produits du travail en marchandises, s’accomplit aussi la transformation d’une marchandise en argent.” (Ibidem).(10) En esta mercancía determinada singular y específica, (11) el oro, subyace la doble determinación de ser a la vez valor de uso como oro en la forma mercancía y la “mercancía dinero” (II.5, p. 56) por excelencia, que encarna el valor de cambio de todas las otras mercancías. (12)

¿Por qué entonces Marx no asumió en la segunda edición alemana la sustitución de “von Ware” por el determinado (13) “eine Ware”? Sólo podemos especular. Una posibilidad es que fuese algo tan obvio para él que estaba tratando de la “mercancía dinero” y no de la mercancía como tal que la posibilidad de una malinterpretación hegelianizante ni se le ocurriese. Engels, por su parte, sustituye “el desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero” por “la diferenciación de las mercancías en mercancías y dinero” (II.9, 75). Como para compensar el equívoco plural, sustituye la frase “la metamorfosis de la mercancía en dinero” por “la conversión de una mercancía especial en dinero” (l. c., 76). 

3. Una ira filosófica 

Louis Althusser inició en 1968 su conferencia ante la Société Française de Philosophie con una anécdota: durante una estancia en Capri, parece ser que Lenin rechazó con una gran carcajada la invitación que le hizo Maxim Gorki a participar en una discusión filosófica con un grupo de la izquierda bolchevique del que él formaba parte (1969, p. 10). Este grupo estaba convencido de que “el marxismo debía desembarazarse de su metafísica pre-crítica, representada por el ‘materialismo dialéctico’”(14) y en la búsqueda de un alternativa dirigía sus ojos al empiriocriticismo del físico austriaco Ernst Mach. “Se puede entender, así las cosas, la risa de Lenin”, dice Althusser: “no hay comunicación filosófica, no hay discusión filosófica”. Y añade: “No haré otra cosa hoy más que comentar esa risa, que es ya en sí misma una tesis” (p. 10). 

Un siglo después, todavía bajo la impresión de la metafísica vulgar y pre-crítica en que llegó a convertirse el “Diamat” finalmente canonizado por Stalin, muchos de nosotros no tendríamos reparo en compartir el punto de partida de aquel grupo formado en torno a Gorki, aunque nos hubiera gustado que Lenin no se limitase a reír, sino que hubiera pugnado seriamente con las razones que animaban a aquellos camaradas, recorriendo así una senda filosófica que habría hecho imposible a la futura ideología de estado derivar de él su legitimidad. Puede que tras la carcajada de Lenin hubiera una tesis filosófica, pero esa tesis bien podría generar la fundada sospecha de que en nombre de Marx retrocedió detrás de Marx. 

Nada excitaba más la ira de Marx que verse enfrentado a este tipo de interpretación. Tal vez podríamos decir de esa ira de Marx, con no menos justificación que Althusser a propósito de la carcajada de Lenin, que es ya en sí misma una tesis. Aunque justificada en general, dicha ira es también a veces injusta. Así por ejemplo cuando reconviene a un ruso que le cita en lo que hoy llamaríamos un contexto eurocéntrico, diciendo que haría bien en consultar la traducción francesa en vez de la rusa. De hecho, la primera contiene, en el capítulo que nos interesa aquí, desplazamientos de énfasis extraordinariamente importantes relativos a la “llamada acumulación originaria”, en los que se puede constatar un cambio de paradigma en dirección a una concepción de la historia que ya no es unilineal. Se trata de cambios que ponen de manifiesto la absoluta actualidad de la teoría de Marx para la época emergente del capitalismo transnacional de alta tecnología, cambios que Engels, contrariamente a sus aseveraciones introductorias, no recogió en la cuarta edición alemana (Véase 23/41). Pero consideremos de qué cambios se trata. 

Donde la cuarta edición dice de la acumulación originaria: “Su historia adquiere tonos diferentes en diferentes países y atraviesa las diferentes fases en diferente sucesión y diferentes épocas históricas” (OME 41, 362; cf. 23/744), en la edición francesa Marx limita el alcance a Inglaterra y Europa occidental –“tous les autres pays de l’Europe occidental”- y reduce las pretensiones de su exposición a un “esbozo” (esquisse) (II.7, 634). De aquí el reproche dirigido al marxista ruso Mijailovski: “Insiste en transformar mi esbozo histórico del origen del capitalismo en Europa occidental en una teoría, del estilo de una filosofía de la historia, del proceso general de desarrollo, al que deberían sujetarse obligadamente todos los pueblos” (19/108). La ira de Marx es indicativa de una brusca toma de conciencia: a la luz de la recepción que está teniendo El Capital se horroriza ante ciertas posibilidades interpretativas de su propia obra. También incluye cierta dosis de autocrítica que no llega a articularse. Pero Marx podrá advertir que ya la había enunciado públicamente: la edición francesa tiene “un valor científico independientemente del original, y debería ser tenida en cuenta incluso por lectores que dominen la lengua alemana” (OME 40, 23; II.7, p. 690).(15) Lo que le “obligó” a “modificar la formulación”, dice, no fue en absoluto alguna inexactitud por parte de Roy. Muy al contrario, éste cumplió con “puntual precisión” a la hora de “ofrecer una traducción tan exacta y hasta tan literal como fuera posible” (ibid.).

Al hilo de esta exactitud literal Marx se hace consciente de que asimismo su propio pensamiento, como se dice en La ideología alemana, no existe “de antemano como conciencia ‘pura’”: “El ‘espíritu’ nace ya con la maldición de estar ‘cargado’ de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma de […] sonidos, en una palabra, bajo la forma del lenguaje.” (MEW 3, 30) La materialidad lingüística del lenguaje, condición y medio de la conciencia articulada, es de entrada su inconsciencia. Ya Hegel en el prefacio a la segunda edición de su Ciencia de la lógica, observaba: “La inconsciencia a este respecto tiene un alcance increíble”. Hegel desplaza aquí la interpretación paradigmática de su objeto de conocimiento del “pensamiento de Dios antes de la Creación”, como decía en el prefacio a la primera edición, a la red conceptual del lenguaje. De ningún modo puede decirse de los nudos de esta red, las categorías, en las que se disponen las formas de pensar, que “nos sirven, que las poseemos nosotros más de lo que ellas a nosotros”, mientras no hayamos conseguido para nosotros mismos una cierta libertad de movimientos a través de la reflexión. Marx y Engels dan aquí otro paso decisivo en dirección a la red de prácticas vitales, articuladas en materialidad histórica, una red que mantiene una conexión móvil y propia de un proceso con el lenguaje y el pensamiento.(16) Despiertan del sueño de Hegel de un orden inmóvil de todo movimiento y de una predestinación abstracta de todo lo concreto. 

El hecho de que se pasase por alto esta concepción en la recepción de su propia obra encendió la ira final de Marx, que le impelió a dar una serie de nuevos pasos teóricos en las Notas marginales sobre Wagner. Esta ira final “que en sí misma ya es una tesis filosófica” estalló en él a la vista de la recepción burguesa-académica de El Capital en Alemania. Esencialmente, toma como una ofensa que se le atribuya un método lógico-conceptual en el que “a través de la pura razón” la siguiente “fase”, en cada caso, haya sido generada por la anterior, como él mismo lo había caracterizado treinta años atrás cuando tronaba contra Proudhon. Ahora lo llama el “método de entrelazamiento de conceptos” (Begriffsanknüpfungsmethode) y acusa al vir obscurus de Wagner de “no haberse siquiera dado cuenta de que mi método analítico […] no guarda ni la más remota relación con ese método de entrelazamiento de conceptos que gustan de emplear los profesores alemanes” (MEW 19, 371). Todavía hoy no es infrecuente que se atribuya a Marx haber arrancado del “concepto de mercancía” en el que “está prefigurado el concepto de dinero”(17)  y que es la categoría más abstracta, etc. Ante este tipo de interpretaciones, Marx da un puñetazo sobre la mesa: No, yo empiezo por lo “concreto más pequeño”, es decir, “la forma social más simple en que toma cuerpo el producto del trabajo en la sociedad actual” (369). Es “escolasticismo”, afirma Marx, derivar del concepto de valor el valor de cambio y el valor de uso, en vez de, como él mismo hace, elaborarlos analíticamente partiendo “de lo concreto de la mercancía”, “von einem Konkretum der Ware” (362). 

Cuando Marx analiza en El Capital la oposición entre valor de cambio y valor de uso, Rodbertus considera que establece una “contraposición lógica” (374). Sin embargo, al proceder de esta guisa, replica Marx, Rodbertus lee su exposición en El Capital en términos lógicos y considera las dos determinaciones de la mercancía como “puros conceptos”. En otro caso, no la habría interpretado como una contraposición “lógica”. En realidad, prosigue Marx, en cualquier lista de precios “cada clase concreta de mercancías incurre en este mismo proceso ilógico” de distinguirse como valores de uso totalmente de las demás, “a la par que su precio las representa como cualitativamente iguales, como modalidades sólo cuantitativamente distintas de la misma sustancia”. “Aquí sólo existe una contraposición lógica para […aquellos] que arrancan del ‘concepto’ del valor, no de la ‘realidad social’ de la ‘mercancía’, y luego desdoblan el concepto como si tuviese dos caras, para acabar discutiendo cuál de los dos fantasmas alumbrados por su cerebro es el verdadero” (374 y s.). La anterior ambigüedad en el lenguaje de Marx desaparece, una ambigüedad de la que Backhaus dice correctamente que conduce a “disputas pseudoteológicas” (1997, p. 196). Y yo añadiría: siempre que se niegue, como hace el mismo Backhaus, el proceso de aprendizaje de Marx y se tome el estadio anterior, más cercano a Hegel, como el auténtico y verdadero.(18) 

A fin de evitar la falsa dialéctica del concepto de valor, que a través de la parcial identidad de palabras (valor de uso y valor de cambio) parece remitir a una unidad contradictoria de esencia, que llevaría a una serie cosmogónica de desdoblamientos (Verdopplungen), Marx mantiene una constante reflexividad lingüística en estas notas.(19) 

En el intento de registrar las tareas de “distinguir o fijar en la representación” insertas en la red de actividades vitales, y consiguientemente en el lenguaje, Marx considera determinaciones que posteriormente han sido denominadas por la filosofía analítica de la ciencia “predicados de disposición” (“la sal es soluble en el agua”), pero con referencia categorial a la praxis humana, y en este sentido llama la atención acerca de la especial índole “para nosotros” de esos predicados con la sarcástica sentencia de que “difícilmente se le ocurriría a un cordero que una de sus cualidades ‘útiles’ sería que es comestible para los humanos” (363). Denuncia el engaño seudo-objetivo haciendo manifiesto su antropocentrismo. 

Sin duda aquí ya no se puede decir con Althusser que Marx “produjo [estos conceptos] como en una iluminación, pero no los enlazó teóricamente ni los elaboró ulteriormente” (Lire le Capital, II, p. 175).(20) No, aquí Marx está trabajando a la luz del día de su taller en las condiciones de validez histórico-materialistas. En contraste con una concepción de la dialéctica que a menudo se presenta como una especie de arte secreto, estas reflexiones tienen algo de liberador. Para nuestra lectura actual es recomendable tomar en cuenta las indicaciones que da Marx aquí y aplicarlas retrospectivamente a manera de orientación heurística. En tal caso estaremos tras las huellas de algo que cobra una importancia estratégica: una mejor comprensión del proceso de aprendizaje del Marx llamado “maduro” e incluso “viejo”. Puede que el impacto principal de este proceso de aprendizaje sea una reconsideración en términos histórico-materialistas de la dialéctica. 

4. Final abierto 

Quienes creen en “corregir a Marx con Hegel” (Engels, Anti-Dühring), ceden este terreno vital a la ideología filosófica premarxiana. Para ellos el punto de vista dialéctico se sitúa al final de la historia. ¿No dijo acaso el propio Marx que “la anatomía del hombre es la clave para la anatomía del mono”? Sí, lo dijo en la Introducción a los Grundrisse. Pero hay que entender que este fragmento no fue revisado nunca por Marx y puede mostrarse que se trata de un texto fallido.(21) Porque para los materialistas históricos, una “lectura rigurosamente dialéctica” sólo puede ser aquella que “no lee el principio a la luz de lo que viene después” (Bidet 2004, 60).(22) En efecto, para Marx “el único [enfoque] materialista y por tanto el único científico” (C I, 494. n. 4) ha de proceder en la misma dirección que el proceso, y nunca a partir de lo que Marx llama “el punto de vista de los fenómenos consumados” (“fertige Phänomene, C II, MEW 24, 218). Contra la crítica de la religión realizada por Feuerbach, Marx plantea la misma objeción estructural que contra los economistas clásicos burgueses: “Es, en realidad, más fácil descubrir a través del análisis el núcleo terrenal de las creaciones mistificadas de la religión que hacer lo contrario, esto es, desarrollar a partir de las relaciones reales, dadas, de vida las formas en que éstas han sido transfiguradas.” (C I, 494, n. 4) La economía política clásica, por otra parte, ha “analizado el valor y su magnitud […] y ha descubierto el contenido oculto en estas formas. Pero nunca ha respondido a la pregunta de por qué este contenido ha adoptado esa forma particular, es decir, por qué el trabajo se expresa en valor” (C I, 173 y s.). Esto, sin embargo, no puede llevarse a cabo “a partir de las relaciones reales, dadas, de la vida”, que ya están estructuradas por las formas de valor. Se necesita una reconstrucción genética de la transición de las “relaciones de vida” más elementales a las actuales. Esta es el lado objetivo de aquello de lo que trata la dialéctica de Marx. El lado subjetivo puede entenderse como la filosofía práctica del marxismo. En este punto, la aproximación a una problemática en la investigación tiene raíces comunes con la sabiduría a propósito de las coyunturas en las luchas sociales y políticas así como en la antigua technee tou biou, el arte de vivir, “el más grande de todas las artes”, como decía Brecht, cuya comprensión y práctica de una dialéctica realmente nueva, ya no hegeliana, es una de las aportaciones más destacadas a una renovación antidogmática del pensamiento marxista. Esta comprensión de la dialéctica no sólo ha aceptado sus límites, sino que ha incorporado ya el momento “aleatorio” sobre el que insistió Althusser mucho después, En cualquier caso, inscribió la actividad subjetiva en el campo de realidad, y con ella también un elemento de indeterminación. La filosofía de la dialéctica y la dialéctica de la filosofía de Brecht, todavía muy poco conocida incluso entre estudiosos marxistas, es en muchos aspectos coincidente con la de Marx. De algún modo, Brecht, aprendiendo de Korsch, asumió el proceso de aprendizaje de Marx. Para quienes nos identificamos con Marx y nos vemos obligados a estudiar en medio de enormes rupturas y transformaciones estructurales, afligidos de añadidura por todo tipo de political correctnes, políticas de la identidad, fundamentalismos y sectarismos, que son otros tantos síntomas de una carencia de dialéctica, las incursiones en esta “obra en progreso”, con una clara comprensión de los progresos que se dan en ella, resultan de vital interés. La tarea de elaborar una comprensión histórico-materialista de una dialéctica sin trabas, tal vez no ha sido plenamente entendida y no digamos ya realizada. 


(Traducción de Gustau Muñoz) 


BIBLIOGRAFIA 


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Hoff, Jan, Kritik der klassischen politischen Ökonomie. Zur Rezeption der werttheoretischen Ansätze ökonomischer Klassiker durch Karl Marx, Köln, PapyRossa, 2004.
Kopf, Eike “Wann verfasste Marx seine letzte Ökonomische Arbeit?”, en Beiträge zur MarxEngels-Forschung, Neue Folge, Hamburg, Argument, 1992, 124 y ss.
Kurz, Robert (ed.), Marx lesen. Die wichtigsten Texte von Karl Marx für das 21. Jahrhundert, Frankfurt/M., Eichborn, 2000.
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Plekhanov, Georgi, Fundamental Problems of Marxism (1908), Nueva York, International Publishers, 1969.
Rehmann, Jan, “’Abolition’ of Civil Society? Remarks on a Widespread Misunderstandig in the Interpretation of ‘Civil Society’”, en Socialism and Democracy, Nueva York, 1/2000, 1- 18.


NOTAS:


1.Versión revisada de una ponencia presentada en el coloquio “Towards a Cosmopolitan Marxism”, Historical Materialism Annual Conference 2005, 4-6 de noviembre, Londres. Una versión anterior fue presentada en alemán en el coloquio “Sulle tracce di un fantasma. L’opera di Karl Marx tra filologia e filosofia”, Nápoles, 31 marzo-3 abril, 2004. Quiero agradecer a mi contradictor Chris Arthur por haberme llamado la atención acerca de algunos puntos débiles de la exposición y haberme impulsado a reelaborarla.
2.Fechadas por los editores de MEW en 1879-1880, pero por Eike Kopf (1992) el año de su muerte, 1883.
3.Véase el artículo “Historisches/Logisches”, en Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus, vol. 6/1, pp. 360 y ss., así como en la versión abreviada en Das Argument 251, vol. 45, 2003, nº 3, pp. 392 y s.
4.“In questo senso il pluslavoro può essere chiamato lavoro non retribuido” (Il Capitale, I, p. 582).
5. En su introducción a la traducción francesa de la cuarta edición alemana (París, 1983).
6. Ben Fowkes traduce: “the full impact of original” (Capital I, p. 110).
7. Sin embargo, dado que la comunidad científica marxista internacional carece de reflexividad multi-lingüe, tiende a tomar las particularidades lingüístico-nacionales por teoría. La traducción inglesa de La ideología alemana atribuye, por así decir, género al “individuo”: mientras que Marx y Engels utilizaban expresamente el pronombre neutro “es”, incluyendo así ambos géneros, la versión inglesa utiliza el masculino “he”. Jan Rehmann (2000) ha reconstruido la enorme confusión que la “bürgerliche Gesellschaft” –bourgeois society- ha causado traducida como “civil society” en el marxismo de habla inglesa.
8. Fowkes, en su traducción inglesa, confunde el significado poniendo “the differentiation of commodities into commodities and money” (181). No son las “commodities” [las ‘mercancías’] en general lo que se desdobla, sino la “money commodity”, la mercancía dinero. Como si quisiera reparar el error, altera también el sentido de la siguiente frase. Donde Marx habla de “Verwandlung von Ware in Geld” (“transformación de la mercancía en dinero”; 23/102), él pone: “one particular commodity is transformed into money” (181) [‘una mercancía particular se transforma en dinero’].
9. “Esta dialéctica está modelada a partir de la de Hegel” (Arthur 2002, 160) y opera en el “espíritu universal del capital” (163).
10. En la lectura hegeliana de Christopher Arthur no es esta mercancía singular y particular, el oro, lo que se “desdobla” en mercancía y dinero, sino la forma-valor (cf. 2002, 31).
11. Marx: “bestimmte Ware”; Fowkes: “single commodity” (184).
12. En nombre de la “teoría monetaria del valor”, que trata de derivar la forma mercancía del dinero en vez de la forma dinero de las mercancías, Michael Heinrich ha argumentado recientemente que el concepto de “mercancía dinero” debería ser eliminado (1999, p. 233; véase mi crítica 2004), probablemente bajo el impacto de la abolición del respaldo en oro de las monedas. Para Marx es un concepto mediador clave para entender el papel moneda moderno.
13. El uso del artículo indeterminado (“une marchandise”) es la forma de referirse a una mercancía determinada (el oro).
14. “…que le marxisme devait se débarasser de cette métaphysique précritique qu’était le ‘matérialisme dialectique’” (1969, 9).
15. “Welches auch die literarischen Mängel dieser französischen Ausgabe sein mögen, sie besitzt einen wissenschaftlichen Wert unabhängig vom Original und sollte selbst von Lesern herangezogen werden, die der deutschen Sprache mächtig sind” (MEW 23, 32).
16. Sobre esto, véase el capítulo 4 de mi libro Philosophizing with Brecht and Gramsci: “’Epistemology must be above all critique of language’ – Brecht, Gramsci, and Wittgenstein”.
17. Altvater 1969, 17; análogamente, también Lenin (véase LW [Obras de Lenin, edición alemana] vol. 38, p. 340), a quien siguieron acríticamente mis Vorlesungen zur Einführung ins “Kapital” (1974/1976, p. 79 y s.) [trad. esp.: Introducción a la lectura de “El Capital”, Barcelona, Materiales, 1978, pp. 110 y s.] (cf. la versión totalmente revisada de 2005, pp. 76 y s.).
18. Heinrich objeta que las Notas marginales “ no son “en absoluto una cuestión de hegelianismos [Hegeleien] ni siquiera una cuestión que tenga que ver con que Marx fuera acusado de ese hegelianismo. Más bien sucede que Marx critica a algunos exponentes de la economía vulgar alemana” (2004, p. 94). Ahora bien, de esta forma se elimina el aspecto decisivo, a saber, que Marx está pugnando con la recepción burguesa de Marx, que lo interpreta de acuerdo con el paradigma del “Bregriffsanknüpfungsmethode” o método basado en la mera derivación de conceptos a partir de otros conceptos.
19. Al proceder de esta manera busca cada vez un punto de partida en la realidad, en el sentido de la primera tesis sobre Feuerbach: en la actividad, especialmente el proceso de apropiación del que surgen las apreciaciones teoréticas. La dialéctica pseudo-conceptual de Wagner recuerda las prácticas de los alquimistas, de “los viejos químicos anteriores a la ciencia de la química”: puesto que la manteca es blanda, insisten “en lo mantecoso de todos los clorhidratos, del clorhidrato de zinc, del clorhidrato de antimonio” y hablan de “manteca de zinc, manteca de antimonio”. O porque la “sal” fue la primera materia cristalina y soluble en agua conocida, el azúcar, por ejemplo, se contaba entre las “sales” (372). De esta manera, los alquimistas filosóficos consideran al valor de uso como valor. En pocas palabras, Marx consigna aquí procesos similares de derivación de palabras en base a propiedades similares, a fin de destruir la falsa dialéctica conceptual del “valor”.
20. “…les produisant dans le geste d’un éclair, il n’avait pas rassemblé et affronté théoriquement cette production, ne l’avait pas réfléchie pour l’imposer au champ total de ses analyses” (LLC II, 175).
21.Su fórmula relativa a “ascender de lo abstracto a lo concreto” como el “método científicamente correcto” tiene sus méritos, pero describe la estructura de la ciencia burguesa clásica y no, en absoluto, el método dialéctico específico de Marx como muchos comentaristas creen todavía hoy.
22. Jacques Bidet comparte el punto de vista según el cual el concepto de dialéctica de Marx es básicamente hegeliano y que las transiciones deben deducirse de una “insuficiencia” “lógica”, no práctica, “de una forma que permanecía insuficiente mientras no se desarrollase completamente” (“tant qu’elle n’était pas complètement déployée”. Concluye: “Por consiguiente es imposible en este sentido ‘pasar dialécticamente’ del dinero al capital” (2004, 101). Pero cuando se atiene a la idea de una “insuficiencia” en el sentido de no estar “completamente desarrollado” hace exactamente lo que condena con razón, a saber, “leer el comienzo a la luz de lo que sigue”. Más aún: sólo en posesión de un “conocimiento absoluto” al “final de la historia” se podríamos estar seguros de que un fenómeno se ha “desarrollado completamente”.






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KEEP CALM



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